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LLAMADAS OBSCENAS.

Elijo llamar a Fabrizio desde el teléfono fijo de la sala de estar. Evitando a toda costa mi móvil, que yacía muerto (a propósito) en el cajón de mi buro. Marque su número y me senté sobre el sofá a esperar que atendiera..

—Hola, ¿usted contrato el servicio de llamadas obscenas?.

Fabrizio suena confundido cuando me responde. —No qué yo sepa.

—¿No le interesa tener sexo conmigo por teléfono?. La primera vez será gratuita.

—Aunque suena muy tentadora la oferta tendré que decir que no. Pero muchas gracias Ela.

Me suelto a reír.  Fabrizio resopla al otro lado de la linea.

—¿Porque me llamas del fijo de tu madre?.

—Mierda, olvide que tienes identificador de llamadas.

—Si, pero de todos modos lo habría adivinado, tu voz es inconfundible.

—Okey, tu ganas. Mala broma.

—No del todo, te doy puntos por intentarlo. Pero ya en serio dime ¿que haces en casa de tu adorable madre?. ¿Otra cena familiar?.

—No, esta vez es algo mucho mejor. Mi hermano va a casarce.

Se produjo un breve silencio... —¡Ethan!, ¿Nuestro Ethan?..

—Si, justo así me quede yo cuando me entere.

—Woow..  ¿Porque?. ¿Con quien?. ¿Cuando y donde?.

—Bueno, porque; yo supongo que es porque esta enamorado. Ella se una hermosa italiana, llamada Ciara. Y se casarán el Domingo pero antes darán una fiesta de compromiso el jueves por la noche, aquí en la villa.

—Okey. De todas las noticias que pudiste darme esa es la más increíble. El vago de Ethan casado.. mucho antes que tu. Es alucinante.

—Suenas igual que mi madre.. —le puse los ojos en blanco.

—A puesto que Berti debe estar saltando de alegría. Y también sobre ti por no tener una pareja qué llevar.

—Si, ni te imaginas. Pero me da igual.

—Me gustaria creerte pero presiento que tu llamada tiene otra intención aparte de ofrecerme servicios sexules. Quieres que te acompañe para apaciguar a la fiera. ¿No es así?.

—En parte, pero mi hermano quiere que seas uno de sus padrinos y creyó qué yo te podría convencer de aceptar. Cosa que es relativamente cierta.

—Oh no, —musito él— ser padrino de bodas es mucha responsabilidad..

—Por favor Fabrizio. Solo tendrás que pararte y lucir bonito en el altar, eso es todo.

—Corrección, ese el trabajo de Ethan. Él mio es fingir qué quiero estar ahí. Odio las bodas.

—Ya lo se, pero te necesito y Ethan también.

—Ela..

—Por favor, Sin ti no creó poder sobrevivir a la fiesta y la boda.

—Exagerada. —dice y se que esta a un paso de rendirse— Okey, lo haré. Pero antes de que célebres tengo que pedirle permiso a Andrea para faltar al restaurante. Y solo para que lo sepas no creo que le guste mucho la idea de que su jefe de cocina se ausente por dos días. 

—Ya se te ocurría algo bueno. Pero si se pone pesada, solo ven a la boda el domingo.

—Dile al idiota de Ethan que hare lo posible. Y a Berti qué espero que sirva su tarta de frutas.

—Claro, sera tu premió por ayudar a una amiga en problemas.

—Okey. Trato echo.

Suspire. Ojalá también pudiera ayudarme con mis asuntos amorosos.

—Ela..

—¿Si?..

—¿Ocurre otra cosa que no me hayas dicho?.

SI.

—No. Nada. —Y antes de que pueda repetir qué cuento con él, me precipite a seguir negándole todo— Es solo que estar de vuelta en la villa me pone nostálgica.

—Lo imagino. El tiempo no pasa por esa casa. Debe tenerle miedo a tu madre.

Me río entre dientes. —¿Y quien no?.

—Ela, solo trata de que los recuerdos sean eso, solo recuerdos. Intenta enfocarte en la boda y si puedes tomate esos días para disfrutar de la villa, que sin importar que sea de tu familia es hermosa. Ya quisiera yo estar ahí y disfrutar del hermoso jardín qué cultivo tu madre.

—Tienes razón. Eso haré..

—Oye la bruja acaba de llegar y aprovecharé para ir tanteando el terreno antes de arrojarle la verdadera bomba. Ya sabes que puedes llamarme cuando quieras y para lo que sea. Incluso para tener sexo por teléfono.

Sonrió.

—Okey. Suerte.

—Suerte.

Dejo el auricular en su base. Tragando el nudo en la garganta.

A las doce el desayuno término y los tortolos se fueron. Al igual que ellos me escape de mi madre para refugiarme el resto del día en el lado oeste de la villa. Mi padre había construido un studio donde yo pudiera pintar a mis anchas sin que nadie me molestara. Él fue el único que me apoyo y dentó de lo posible trato de que yo cumpliera mis sueños. Claro cuando estaba lucido y cuerdo.

Todo adentro estaba justo como lo deje hace dos atrás. Cuando pase aquí mi ultimo verano tras la graduación. Mi caballete seguía ahí, los lienzos en blanco y las pinturas al óleo en sus cajas con separaciones. Los tablones de madera rechinaron de camino al banco, y al sentarme capete un olor a humedad que a largo plazo me haría difícil respirar. Cambie de dirección a las ventanas, dejándolas abiertas junto con las puertas francesas.

Me senté, mirando el lienzo por un buen rato hasta que la inspiración llego. Los primeros trazos fueron decisivos y apegados a la imagen que se habia instalado en mi cabeza. Y al cabo de un rato mi mano se detuvo al igual que mi corazón. De la pintura un par de ojos azules me observaban detenidamente, casi con vida. Aquello no me intimido, al contrario me animo a seguir perfilando el rostro, colocando las sombras y las luces, la barba incipiente y parte del cabello rizado... —Y Voila, un retrató de mi anfitrión está casi listo— Demir Bozkurt era muy atractivo, la clase de hombres que sueles ver en las revistas de modas o películas de hollywood. Ahora sin la mascara podía apreciar eso y de paso obsesionarme más con él.

Por la noche durante la primera parte de la cena mi madre sacó a colación algunas cosas que le faltaban por hacer, entre ellos elegir su atuendo para la fiesta y la boda.

—Entonces Ela, estaba pensando que tu podrías ayudarme. Tienes mejor gusto que yo para eso de la moda.

—Claro, podemos ir mañana de comprás. —sugerí.

—Si, conozco algunas tiendas en el pueblo donde venden vestidos preciosos de segunda mano.

—En realidad yo estaba pensando que podríamos ir al distrito de la moda en París, pero olvidaba que tu odias a las grandes ciudades.

Mi madre frunce los labios dándome la razón en algo.

—No hará falta. Ya veras que te quedaras igual de impresionada.

No discuto y me termino la carne con pasta que quedó de ayer, la copa de vino tinto antes de disculparme y correr a mi habitación, donde miro el cajón del buro, pensando si debo abrirlo y traer de vuelta a mi móvil.

Tal vez ni siquiera me escribió. Me dije a mi misma la mañana siguiente. Era miércoles y ya se habían cumplido los dos días de tregua que prometió. Entonces podría escribir a cualquier hora del día y en ese caso lo mejor era no dar señales de vida por el resto de la semana. —¡Cobarde!—

Mi madre y yo salimos de la villa a las diez en punto. El camino al pueblo más cercano nos tomó otros veinte minutos en auto. Aparque el mustang en la calle principal, para caminar por la acera y poder mirar los escapates. Pero antes de bajar abrí la guantera y mire el estúpido móvil.. Lo termine trayendo conmigo en un arrebato de locura, solo por si acaso cogia valentía para revisarlo. Lo saque de ahi y lo guarde en el bolsillo de mi pantalón.
Alcance a mi madre en la acera y acople mi paso al suyo.

El primer lugar que visitamos fue una cafetería, compramos café y un volovan relleno de queso y setas, para desayunar. Posteriormente seguimos calle abajo donde la primera tienda de ropa se encontraba. Era de segunda mano, y la sección de vestidos estaba al fondo. Comencé a sacar algunos al azar para observalos mejor, seleccionando aquellos que le irían bien a una mujer madura y de fugura un tanto descuidada.

—Este podría funcionar. —le dije alzando la percha que sostenía el vestido negro.

—Es lindo, ¿pero no te parece que es un poco aburrido? Sera una boda, no un funeral.

Rodé los ojos dejando el vestido en su sitio.

—¿Que tal este?. —pregunto ella.

—El color es lindo. —respondí, el azul marino le iba bien a su tono de piel— Pero es demasiado corto para tu edad.

Ella fruncio los labios. —No soy tan vieja.

Se quejó echando la prenda sobre su antebrazo, apesar de mi opinión se lo probaría.

—Entonces pruebate también este.. y este.

Le deje los vestidos (Uno rojo, y el otro coral) junto con sus otras elecciones y la empuje a los probadores.
Esperaba que eligiera con sabiduría porque sino, el que me invitará como asesora no tenía caso.

Me senté en el sillón, aun costado de la puerta a esperarla, y mientras tanto recordé el móvil, de echo lo sentía pesado en mi bolsillo, como si de repente hubiera doblado su tamaño. Dejé pasar unos minutos, fingiendo que veía la ropa, o que estaba impaciente por ver a mi madre salir vestida con alguna prenda. Cruce las piernas y me recline contra el respaldo y antes de que pudiera también cruzarme de brazos saque el móvil por impulso.
Seguía apagado por lo que tuve que encenderlo primero. Apareció mi pantalla de inicio, de entrada sin nada nuevo hasta que se termino por conectar a la red local, entonces si que me salto el primer mensaje. El corazón me dio un brico, asustado y emocionado. Una reacción a la que ya me había acostumbrado.

《Hola señorita Ricci. ¿Como le ha ido en estos días sin saber de mi?. 》

Okey,  podía lidiar con este mensaje. Pero no con la respuesta. Bloque la pantalla incapaz de responderle.

—Ela querida, ¿puedes revisar otra vez si hay alguna otra talla más grande?.

—Si mamá.

Me levantó y regresó para echarle otra ojeada a las perchas. Pasando más lento entre ellas para poder ver mejor las etiquetas... Mi móvil resuena y vibra, reclamando nuevamente mi atención... Lo ignoré para seguir con mi encomienda.

Le pase la segunda tanda por encima de la puerta. —Gracias cariño, no tardaré mucho.

—No te preocupes por eso y tomate tu tiempo.

Pase de largo el sofá, quedándome de pie junto a la ventana, buscando del otro lado algo en la calle que me distraiga lo suficiente como para no averiguar quien me había llamado.. Suspire contra el cristal resignada y sacando el móvil por segunda vez.

                                                     《Llamada perdida. De "Anfitrion". 11:45 am》

Rechazo la opción de devolver la llamada. Luego antes de que pueda guardarlo otro mensaje entra.

《Ela, asumo que estas ocupada y por eso no respondés. Pero te agradecería que lo hagas lo más pronto posible. Me muero por saber tu respuesta a mi pregunta anterior.

De poder responder le escribiría: que me he sentido terriblemente estúpida. Que verlo con otra mujer fue un golpe que no esperaba resivir y que podía irse al demonio por eso. Apreté el puño.

—Ela, encontré al elegido. —salgo de mis pensamientos para mirar su elección final.

—Debes estar bromeando. —le dije.

De todos los vestidos que podía elegir se quedó con el peor de todos ellos. Un versace blanco, demasiado largo. Irse a los extremos era la suyo.

—Que dices, si es hermoso.

—No digo que no lo sea, pero es blanco. ¿Que acaso no conoces la regla de no usar el blanco en una boda, a menos de que tu seas la novia?.

—Oh Ela, pero que exagerada eres. Esto no es blanco del todo. Yo diría que es mas bien beige.

—Mamá no, elige otro. El coral también es hermoso y le irá mejor a la ocasión..

—Ela, este es el único que me agrada. Los demás son demasiado sencillos para mi.

Solté el aliento, vencida. Ella no quería mi "asesoría" en realidad. Solo alguien a quien sacar de quicio y llevarle la contaría. Y esa por supuesto tenía que ser yo.

—De acuerdo, haz lo que quieras. Solo no digas que no te lo adverti.

—Ya veras que a Ciara y a tu hermano les va a encanatar.

—Lo que tu digas. ¿Nos podemos ir ya?.

La mujer niega con la cabeza. —Aún tengo que elegir otro para la fiesta.

La deje hurgar a sus anchas, mientras yo miraba otro estante donde la ropa más casual se encontraba. Elegí una chaqueta negra de cuero, y unos jeans claros, bastante bonitos para ser de segunda. A eso agregué un par de blusas de finos tirantes y una chamarra de mezclilla obscura. Después de todo la tienda si tenía bastante de donde elegir.

Me encamine a la caja a pagarlo todo, (incluidos los vestidos extravagantes de mi madre). Tome las bolsas y salí de la tienda.

—Fue muy divertido, deberíamos venir de comprás más seguido hija.

—Oh si... —dije con sarcasmo— Pero por hoy es suficiente para mi..

—No, que va. Aun nos faltan algunas tiendas por visitar.

La miro deprisa, preocupada por lo que me esperaba. —¿Cuales?.

—Mi zapatería favorita está a unas calles de aquí.

Okey, era obvio y podría con eso. Comprar algunos pares nos tomaría poco tiempo y esfuerzo. Solo tenia que dejarla elegir y guardarme mis opiniones al respecto. Aquello era la clave para salir bien librada de esto.

Unos pasos adelante mi móvil volvió a vibrar y sonar, captando la atención de mi madre. —¿No piensas responder?.  —pregunto ella.

—Ah, no.

Me miro extrañada, como si no atender las llamadas no fuera de lo mas común.

—Al menos revisa quien te llamo.

Resople haciéndole caso. Saque el móvil de mi bolsillo trasero y deslice mi dedo en la pantalla para que el mensaje apareciera. Dos llamadas perdidas y un texto.

《SEÑORITA RICCI, ES USTED EXPERTA EN SACARME DE MI ZONA DE CONFORT. ¿LO SABIA?. 》

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