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JUEGO DE PODERES

—Eres tan sensual.. —sus palabras son como pequeñas caricias que me calientan tanto que tengo que cerrar con fuerza los dientes para evitar que un gemido se me escape. —Te juro que podría verte eternamente.

—Se que no quieres decirme tu nombre, pero entonces, ¿como debo llamarte?

También sabia que preguntar eso no es lo ideal en un momento como este, pero que otra cosa le puedo decir.
(Me gustaría que me cogiera ya mismo, si no es mucha molestia para usted.)
Las mejillas me ardieron al rojo vivo solo de imaginarlo.

—Dime anfitrión. Después de todo eso es lo que soy, o seré para ti.

Anfitrión, repito mentalmente  y para ser honesta no me agrada como suena. Hubiera preferido algún diminutivo, o alguna palabra mas informal. Eso hubiera bastado para hacerme sentir mas en confianza con él, y sobretodo menos prostituta. Suspiro y me digo que por ahora era capaz de dejarlo estar.

—Bien. —comenté— Solo esperó que algún día pueda saber quien eres.

—Te aseguro que no hará mucha diferencia, y desde luego no necesitaras saberlo. Te bastara con lo que te haré sentir. Ahora eso es lo único que debe ser importante para ti.

No respondo, me pongo el camisón y camino de vuelta a la sala, ocupando el sofá individual, para quedar de cara a mi anfitrión.

—Te dije que tomaríamos las cosas con calma, así que dime, ¿que te apetece hacer?. —a juzgar por lo incomodo que luce me atrevo a decir que soy la primera a la que le da un tiempo fuera. La idea me hace sonreír.

—Podríamos charlar un poco.. —sugiero, aunque mi fuero interno se muera porque mande al diablo todo y le pida que me haga suya de una buena vez— Por ejemplo, ¿A que te dedicas?.

Mi pregunta no lo toma por sorpresa, me responde enseguida. —Mi familia tiene negocios en varios mercados. Vienés raíces, constructoras, casas de diseñó. En fin, un poco de todo.

Capte al vuelo lo vaga que fue su respuesta, prácticamente no me había respondido la pregunta. Claramente no quería que yo supiera cuales eran exactamente sus negocios. Intento que eso no me moleste y le digo lo primero que se me vino a la mente.

—Supongo que tu si me conoces.

—No. Admito que sabia tu nombre y donde encontrarte, pero fuera de eso no se nada mas.

Le sostengo la mirada, buscando en las aguas azules si mentía. Pero para mi sorpresa no había rastro de falsedad en ellos. Este hombre me había visto en alguna parte y por alguna razón quiso conocerme. Me siento halagada solo de pensarlo.

—A diferencia de ti, mi vida no es un misterio. Puedes averiguarlo sin mucho esfuerzo.

—¿Eso es un reto, o una sugerencia?

Le sonrió coqueta a modo de respuesta. A continuación me cruzó de piernas, dejándole ver parte de mi muslo derecho y me regocijó al ver como mis movimientos logran dañarlo. Él se remueve, se inclina sobre el respaldo, dejando al descubierto cierta parte suya que se abulta por debajo de su pantalón. Quiero tocarlo. Pasar sobre la tela mis palmas y sentir lo duro que debe estar. Sin embargo, solo le doy otro trago a la bebida burbujeante y fría. La saboreó, pasando mi lengua por mis labios y entonces todo se salio de control. Él se abalanzó sobre mi, besándome con desesperación. Le correspondo con avidez, permitiéndole a su lengua que se una a la mía en un juego de poderes del que solo salgo ganando una vez que me rindo y dejo que él marque su jodido y placentero ritmo.
Sus manos son otra historia, se mueven sin rumbo fijo, pasando por mi cintura, mi espalda y por ultimo mis piernas desnudas, las cuales toma para poder alzarme y ocupar mi lugar sobre el sofá. Me coloca sobre su regazo, sin romper en ningún momento el apasionado y desenfrenado beso. Me remuevo despacio, para sentir su potente erección en toda su plenitud.

Jadeo en su boca, presa del frenesí. Maravillada por la facilidad que tenia este hombre para volverme loca con tan solo pasar sus manos por mis glúteos, apenas cubiertos por mis indefensas bragas. Me retorci cuando filtro sus largos dedos por el filo de encaje, y tiro hacia bajo, quitando la prenda del camino. Solté sus labios y me eche para atrás, captando su siguiente movimiento. Me subió el camisón y yo por mi parte alcé los brazos para facilitarle el trabajo. Me quede quita, disfrutando de la placentera sensación de verlo devorarse con su mirada mi escote.

—Quería hacer esto mucho mas lento. Pero no puedo. Me vuelves loco. —murmuro preso del placer que se le asomaba por cada poro de su cuerpo— Te deseó tanto que te haré mía ahora mismo.

Sonreí, o al menos esa era mi intención. Mis ojos apenas enfocaron su rostro. Cada parte de mi ya se encontraba alerta y a la espera de que cumpliera su palabra.

Me lleve las manos a la espalda y desabroche mi sujetador. Quedándome completamente desnuda y a su merced.

Mi anfitrión apretó los dientes ahogando un gruñido sordo que me resonó en la vagina y causo el eco que dio inició al espiral del orgasmo.

—Adelante.. —lo anime— Seré toda suya anfitrión.

Aquello le gusto, lo supe por como sus labios se arquean gustosos. Movió sus manos a mis senos, cubriéndolos por completó. Gimo y me arqueó. Él siguió con lo suyo. Jalando entre su pulgar e índice mi pezón duro y erguido.

—¡Ah!. —gemi.

Eche también la cabeza hacia atrás y cerré los ojos cuando sentí por fin su lengua húmeda recorrer la areola. Me lamió y chupo sin contemplación.
No quería que parará, todo se había convertido en una dulce agonía que amenazaba con estallar mi cuerpo. Acelere el vaivén de mis caderas contra su contenido pene. Estaba enloquecida por sentirlo, por lo que busque a tientas el botón de su pantalón y lo abrí apenas di con el. Como pude baje también su cremallera y me precipite a liberar su carnoso sexo. Lo envuelvo entre mi mano y suelto el aliento. Era mas grande lo que imagine que seria. Y mas duro de lo que espere sentir. Comencé a subir y bajar. Tocando de pasada la punta con mis yemas. Una combinación que lo hizo soltar un coro de gruñidos que me satisfacían a mi también. La humedad de mi vagina se duplicó, pronto sentí como mis fluidos se derramaban en su pierna, y mojaban a su paso mi mano y a su ansioso pene.

—Me encanta que estés tan dispuesta. —dijo con los dientes apretados, y metió su dedo entre mis labios vaginales— ¡Eso nena, muevete para mi!.

Hice lo que me pidió. Reanude los movimientos al compás que marcaban sus dedos. Dentro de mi ya había tres de ellos que entraban y salían cada vez mas rápido.

—¡No pares.. —suplique— te ruego que no pares!.

Gracias a dios me obedeció. Continuó por uno rato mas para después arrojarme de espaldas contra el asiento de cuero. Se echó sobre mi, me beso y entonces me embistió, con fuerza. Con una rudeza que me pareció exquisita. No supe si la musica que sonaba de fondo era real o me la estaba imaginando, pero no importaba. Era tan sensual que ayudo a que el orgasmo se presentara con mayor fuerza. Su pene volvió a entrar, marcando el cambio en la melodia, al igual que lo hicieron las paredes de mi vagina, las cuales se contrajeron en torno a su piel.

—Te cogeré como nadie lo ha echo.

Sus palabras se unieron al coro de gemidos que salían de mi boca abierta. Abrí los ojos lo suficiente para ver su rostro. La mascara seguía ahí, escondiéndolo de mi. Mas sin embargo, fue un incentivo mas para aumentar las llamas que me quemaban viva.
Demasiado pronto el espiral llegaba a su fin. El clímax estaba cada vez mas cerca, asomaba su cara cada vez que él me penetraba. Estaba llegando a la cima, aquella donde el estallido de colores sería el tan ansiado cierre. Y así fue. Me corrí de manera gloriosa gritándole a la nada.

Él se deja caer sobre mi cuerpo flácido y satisfecho y su sudor se mezcla con el mío.

La musica sigue sonando en algún lado de la habitación. Ahora que estoy mas calmada me doy cuenta de que es real y que él debió ponerla en algún momento del acto sexual. Intentó recordar en que parte sucedió pero mi mente se negó a cooperar conmigo, y solo puede rememorar la maravillosa experiencia. Hasta que un ligero cosquilleo me trae de vuelta. Uno de sus mechones reveldes me acaricia la mejilla, alargo mi diestra para enrollar mi dedo en su cabello y sonrió sin poder evitarlo. Me dejo llevar por mis locos impulsos, ahora pasando mi izquierda por su espalda, cuyos músculos se le ponen nuevamente en tensión.

—¿Que sucede?. —le pregunto alarmada al ver como se aleja de mi para incorporarse.

—Pasa que aun no término contigo.

Dicho eso me jala, levantándome de golpe. Me cargo hasta la cama, donde me dejo caer de espaldas sobre el colchón. Completamente desnuda y con las hormonas de vuelta en la carrera.

—La noche apenas comienza.

Me abre las piernas, dejándome mas expuesta de lo que alguna vez estuve frente alguno de mis ex amantes. Por primera vez desde que empezó el acto sexual las mejillas me ardieron de vergüenza y quise cerrarlas para ocultarme pero él no me lo permitió. Al contrario, me sujeto por los tobillos de tal manera que quede mas abierta. Dándole un mejor ángulo del interior de mi vagina. Trague saliva de forma compulsiva. Expectante por cuales serian ahora sus siguientes intenciones.

—No te muevas Ela. Deseó verte así.

Pese a todos mis instintos me mantuve lo mas quieta posible, aferrando mis manos a la sabana negra para descargar en ella toda mi ansiedad. Espere impaciente a que él observará cada parte de mi, demorándose mas tiempo en mi rostro. El cual no tenia ni la mas remota idea de que es lo que reflejaba. Aun a sabiendas de que estaba de nuevo excitada. La humedad me delataba. Abrí apenas la boca pero al no poder aterrizar ninguno de mis pensamientos dispersos la volví a cerrar deprisa.

—Debes aprender a ser paciente. A dejarte llevar por la musica.. —su voz era tan baja que apenas pude escucharla— Siente como te envuelve, como te seduce..

Opte por cerrar los ojos para así poder concentrarme en la melodía. La deje filtrarse a lo mas hondo de mi mente, donde se expandió, uniéndose con los erraticos latidos de mi corazón.

—Eso es. Manten tus ojos cerrados, hasta que yo te diga que los abras.

Las caricias volvieron. Su mano se paseó por mi pantorrilla, mi muslo y mi entre pierna. Sentí como se humedecía los dedos para luego hurgar otra vez en mi vagina. Respire profundo, luchando con las ganas de moverme.

—Quieta. —me advirtió— limitate a sentirme.

Apreté los dientes, aferrándome a la sabana, con tanta fuerza que estuve segura de que los nudillos se me tornaron blanquecinos.

—¿Te gusta que haga esto?.

Mi espalda se arqueo por instinto. Él lo interpretó como respuesta.

—¿Y esto?..

Sus dedos se sumergieron mas profundo, llegando al punto g.
Grite para que no parara.

—Te aseguró que esto es apenas una mínima parte de todo lo que planeo hacerte sentir.

Me hubiera gustado poder hablar, y exigirle que cerrara la boca, pero apenas lo intente los gemidos salieron disparados.

—No te contengas. Quiero que toda la maldita ciudad te escuche gritar de placer.

Lo siguiente que capto es un líquido espeso que moja mi vientre, al principio creó que es su semen, pero el olor a lavanda y vainilla me hizo cambiar de opinión. Llevo el líquido a lo largo de mi torso, lo subió a mis senos y supe que se trataba de una especie de masaje erótico. Sentí hundirse el colchón por lo que supuse que él se había subido a la cama. Respire para que la fragancia me llenará por completo las fosas nasales y me relajara la mente, una labor titánica si tenia en cuenta que no había parte de mi que no estuviera siendo castigada por su experto tacto.
Solté mi agarre para buscarlo a tientas, pero me detuvo antes de que lograra hacerlo.

—Ela debes quedarte quieta, carajo.

—¡Entonces no pierdas mas el tiempo y cogeme ya!. —explote alzando la voz.

Escuche su risa temblorosa y ronca.

—Eres mas abierta de lo que creí. Señorita Ricci es usted una caja de sorpresas. —sus caricias no pararon, se mantuvieron vagando sin rumbo fijo— No dudes de que te volveré a coger, pero antes quiero que te relajes lo suficiente para que tu cuerpo reciba el nuevo orgasmo con mayor intensidad.

Pese a mi estado pude procesar su oración. Estaba bromeando ¿cierto?. ¿Como demonios quería que me relajara si no paraba de tocarme?. De incitarme a que yo misma me tocara y así calmar mis ganas. Era absurdo.
Ya no lo soportó y guió a mi mano a mi sexo, directamente a mi clítoris.

—Aahh.. —suelto inmersa en el movimiento circular de mi dedo.

La masturbación sirve, al menos el minuto que tarda en detenerme.

—¿Ela, que haces?.

Lo ignoró, buscando nuevamente mi método favorito.. Solo entonces ocurre la verdadera penetración. Me embiste con brusquedad, haciendo que mi espalda se deslice hacia arriba cada vez que lo hace. Me levanta las piernas para acomodarlas sobre sus hombros de tal forma que mi espalda baja queda suspendida unos centímetros del colchón. De esta forma logra llegar mas adentro, tocando el punto g, ahora con su carnoso miembro. «¡Oh sí!» exclamó mi fuero interno. Me deje llevar por su movimiento, sin poder creer que este desconocido hubiera sido capaz de llevarme a unos limites de los que apenas soy consciente. Aun no sabia su nombre, y mucho su verdadera identidad, pero por ahora no quería que se alejara, salvo para volver a destruirme con otro maravilloso orgasmo...

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