CAPÍTULO: SIETE.
—CAPÍTULO: SIETE—
DESASTRE
Más haya del dolor y los celos absurdos qué siento, me concentró en el nombre qué dijo. Lo llamo Demir. Mi anfitrión se llamaba Demir Bozkurt.
¿Y a quien le importa eso ahora?. Me digo a mi misma quitándole presión al pedal del acelerador. Nada había salido como pensé que sería, en mi imaginación no existía una mujer de por medio, solo él y yo sin máscaras, ni más secretos. Pensaba incluso que seria una oportunidad perfecta para hablarle de la boda y convencerlo de que fuera mi pareja. ¡Que estupida!. Por albergar una pequeña esperanza de ser la única puta mujer en su vida. Aunque en el fondo de mi ser yo sabía que no seria así.
¿Que se supone que haga ahora?. No me podía negar a verlo, como tampoco reclamarle lo que hace. Solo era sexo, yo misma se lo deje claro la ultima vez que nos vimos. Entonces ¿porque no puedo parar de llorar?.
¿Estaba enamorada?. O ¿Solo era mi orgullo el qué estaba herido?.
Encendi la radio y deje la primera estación qué encontré, luego me concentre nuevamente en la carretera.
Con la mano libré me limpie las lágrimas, y fui capaz de no dejar caer ninguna más. La casa de mi madre estaba cada vez más cerca y no era buena idea dejar qué me viera en este estado, ella me haría preguntas que no podría responder, por mas ganas qué tuviera de desahogarme con alguien.
¡Que mierda de relación! ¡Que jodida y enfermiza era!. Apreté el volante y los dientes, pretendiendo qué con eso las malditas lagrimas no me ganarían la batalla. No debía llorar, no por él, alguien como Demir Bozkurt no valía la pena. El nudo de mi garganta apretó mi cuello y me impidió respirar, hasta que volví a explotar en lloriqueos qué se antepusieron a la música y al sonido del motor.
Aparque en el camino de entrada y me tome unos minutos para mirarme en el espejo retrovisor, como era de esperar tenia la mascara de pestañas corrida junto con el delineador negro, formando un manchon sobre mis ojeras, la base también se había movido y en conclusión todo era un asqueroso desastre. Intente arreglarlo un poco, pasando un pañuelo húmedo por la zona afectada y ya entrados decidí limpiar mi rostro por completo, sacando a relucir la rojes propia de haber llorado por mas de cincuenta minutos.
—Que patetica. —le dije a mi reflejo— Y que ingenua.
Oculte el espejo y espere otro minuto para tranquilizarme lo suficiente como para esquivar el campo minado qué pisaba siempre que estaba cerca de mi progenitora. Baje del auto y camine con total desenfado por el camino de entrada, y para cuando abrí la puerta y entre ya tenia en los labios una sonrisa prefabricada y lista para ser entregada.
—Mamá, ya estoy aquí. —le grite, dejando mis llaves sobre la mesa de entrada.
Ella apareció poco después, por el mandil qué traía puesto supe que estaba en su lugar favorito de toda la villa, la cocina. Arrastre mi maleta hasta las escaleras, lista para huir.
—Prepare tu habitación de siempre.
—Gracias. Ah ¿te importa si subo y me instalo?.
—No cariño, anda, yo te avisaré cuando la cena este lista..
—En realidad no tengo hambre mamá, fue un día largo y prefiero descasar lo que resta de tarde y dormirme temprano.
—De acuerdo.. pero ahora que lo dices no te ves muy bien.. ¿Estuviste llorando?.
Mi falsa sonrisa funcionó un carajo. —No, es solo una alergia qué pesque de camino aquí.
Me lanzó una de sus famosas miradas apremiantes, sabe que estoy mintiendo.
—Ela, sea lo que sea puedes confiar en mi.
—Lo se. —suspire— Pero nada malo pasa. Con descanso estaré como nueva.
Si claro.
—Esta bien. Te prepare un té y unos analgésicos.
Subí cuesta arriba, sin prestar atención a las fotografías familiares ni al pasillo qué siguió a continuación. Sobre la tercera puerta aun seguía colgado el letrero con mi nombre, que yo misma hice durante mi primer verano en secundaria. Jamas lo quite, aunque en bachillerato me consideraba lo suficientemente adulta como para seguir conservandolo. Empuje la puerta y la cerré tras des mi, dejando la pesada maleta en la esquina para echarme sobre él colchón.
Por un rato me dedico a mirar el techo, su color rosa palo me traslada a otra época, donde el amor era menos complicado. En aquellos años tenía novio, un amigo de Ethan que aprovechaba sus visitas para trapear por el valcon y colarse a mi habitación. Recuerdo que solíamos besarnos hasta que cruzabamos la línea y ambos terminábamos sin nada de ropa puesta. A pesar de eso nunca lo considere solo sexo, había amor, solía demostrarlo con detalles románticos, flores sin ningún motivo en especial y citas donde solíamos charlar y reírnos de cualquier tontería. La relación duró tres años, después tras terminar la escuela, cada quien siguió su camino. Después de él me involucre con otra sucesión de tipos, uno mas idiota que el anterior. Terminando con el rey de todos ellos, mi querido anfitrión.
Lo aparto de mi mente, y me incorporó, sentándome. Justo cuando mi madre entra con charola en mano.
El té que deja sobre mi buro huele delicioso, a frutos rojos. Mi favorito.
—Ya veras que con esto te sentirás mejor.
—Seguro que si, gracias mamá.
Desgarro la envoltura metálica y me llevo las pequeñas píldoras a la boca. Bebiendo un pequeño sorbo de té para contrarrestar el sabor amargo de la medicación. En teoría no la necesitaba pero sabía que me ayudarían a dormir sin problemas.
—Solo espero que no sigas indispuesta para mañana.
—¿Porque?. ¿Que habrá mañana?.
—Tu hermano y su novia vendrán a desayunar y a conocernos formalmente.
La infusión está riquisima y me termino bebiendo la mitad.
—No te preocupes, ya me siento mejor.
Eso la tranquiliza.
—¿Estas segura de que no quieres bajar a cenar?. Prepare la pasta con carne que tanto te gusta.
—No. Con esto sera suficiente.
Últimamente no tenia mucho apetito, me caían mejor los líquidos, sobretodo las bebidas alcohólicas.
—Esta bien, no insisto. Te dejaré para que descanses, si necesitas algo cariño dímelo.
—Okey. Descansa y buenas noches mamá.
Ella me sonríe a modo de despedida.
Cuando la puerta se cierra me echo a llorar como colegiala. Lloriqueando por no poder recibir un abrazo de mi madre, de aquellos que son famosos por consolarte y hacerte sentir momentáneamente mejor. En cambio me abrace a mi almohada, ahogando los sonidos en ella. Luego tras haber llorado un buen rato mas la medicación me dopo por completo.
De la maleta saque mi vestido favorito, de corte volátil y estampado floreado qué se muy bien qué le va perfecto a la estación del año. Además hacia demasiado calor para usar otra cosa más casual.
En el espejo evito mirarme a los ojos mientras intento cubrir el recuento de los daños. La base ayuda con las ojeras y la rojes, pero no puede hacer nada contra la inchazon de mis párpados. Evito el delineador y solo aplico mascara a mis pestañas.
Baje las escaleras con menos animo que ayer, la noche no sirvió de mucho y un día después me siento aun mas idiota sufriendo por él.
El famoso desayuno se llevará acabo en la mesa del jardín. Mi madre había sacado la artillería pesada, en forma de vajilla echa de porcelana china y cubiertos a juego de plata. Todo de herencia familiar. Colocó un jarrón de cristal con la mejor selección de rosas qué debió cortar de su propio jardín. Sin dudas ella quería quedar bien.
Retire la silla de metal y tome asiento junto a ella.
—Bueno días. Veo que ya estas mejor.
—Si. ¿Donde están los invitados de honor?.
—Un no llegan pero no deben tardar.
Mi madre sonríe, esta radiante con el cabello recién teñido de negro y vistiendo un valentino blanco, demasiado elegante y formal para un desayuno como este. No digo nada al respecto, y me limito a servir café en mi taza y a mordisquear un panecillo de fresas y crema batida.
—Debemos esperar a Ethan y a Ciara, o creerán qué no tenemos modales. —me reprende.
—Solo es un panecillo mamá, a ellos no les importara un carajo que yo coma algo antes.
—Cuida como hablas, ella pensara que jamas te eduque como dios manda.
—Sera porque jamás lo hiciste. —su frente se queja, marcando las arrugas que tan meticulosame cubrió con maquillaje— Bien, lo haré.
Discutir no venia al caso ahora. Ya lo dejaría para después.
—Gracias.
Me emcogi de hombros, mordiendo mi pan.
Unos cinco minutos mas o menos después, los novios arribaron al lugar, tomados de la mano. Mi hermano sonreía de oreja a oreja, como si estuviera realmente enamorado, un echo que me sorprendió. Ambos se detuvieron frente a la mesa y Ciara, su novia nos saludo entusiasmada.
—Buenos días, disculpen la tardanza.
Mi madre salta de su silla. —Oh descuida querida, no hay problema, Ela y yo apenas acabamos de sentarnos.
Simule qué eso era cierto y sonreí cuando Ciara me miro. —Si, un gusto conocerte por fin.
—El gusto es todo mio, Ela. No tienes idea de lo mucho que Ethan me ha hablado de ti.
—No, pero lo imagino.
Mi hermano retiro la silla para Ciara y luego se sentó. Parecía diferente a la ultima vez que lo vi.
—Antes de que te escandalices, solo le conté boberias de nuestra niñez y adolescencia. Nada demasiado importante.
—Bueno, eso ya es mucho. Pero no importa. Me alegró de que mi hermano se acuerde de mi.
Ethan rueda los ojos. Un gesto que no ha cambiado. En el fondo, bajo sus nuevos modales y la ropa de marca sigue siendo el mismo el hombre huraño y rebelde de siempre. Al parecer ni él amor puede cambiar eso.
—Me da gusto verte hermanita. —también le sigue incodando demostrar demasiado afecto— Luces bien.
—Y tu, casi no te reconozco vestido así. Y tan bien acompañado.
—Por cierto, ella es Ciara Renaldi, mi prometida. Aunque eso ya lo sabes.
—Si, mi madre se encargo de propagar la noticia. A esta hora lo sabrá todo Francia.
—Ela.. —me reprime ella— Solo esta bromeando. Ela tiene el mejor sentido del humor de toda la familia Ricci.
¡Oh claro, soy él bufón de la corte!.
—Eso mismo dijo Ethan.
Alce las cejas mirando al susodicho. Dos contra uno. ¡Genial!.
—¿Y que más te dijo sobre mi?.
Ciara acepto la pequeña taza de café antes de empezar a hablar. —Me contó que su única hermana es una fabulosa artista y que recientemente comenzaste a trabajar en la galería A&G.
Ahora mi mirada se estrecha. —¿Como supiste eso?. —le pregunto.
—No es un cecreto de estado. Se leer y puedo ver. La noticia de tu exhibición estaba por todas partes, espectaculares, portales de internet y periódicos locales.
—¿De verdad?. — intervino mi madre— ¿Porque no me dijiste nada sobre eso?.
—Lo siento, pero fue un evento para coleccionistas del arte. Además a ti jamás te llamo la atención, te hubieras aburrido mucho.
Eso la tranquilizó. A mi madre no le gustaba pasar su tiempo mirando colores sobre tela. Eso decía ella siempre que le mostraba alguna de mis pinturas. A ella lo que le dolía realmente era haberse perdido la oportunidad de asistir a una fiesta donde poder encontrarme un marido. La cara me ardió de vergüenza.
—Mi padre tuvo oportunidad de asistir y nos dijo que fue todo un éxito, incluso compro uno de tus cuadros.
—Woow.. No lo sabia.
—A Ethan y a mi nos gusto tanto que mi padre nos regalo la pintura y planeamos exhibirla en nuestra sala de estar, apenas nos mudemos a la casa, después de la boda.
—Si, pensamos vivir en Lyon.
Demasiada información.
—Lyon queda muy lejos de aquí. —musito mi madre con tristeza.
—Lo sabemos suegra, pero podrá vestirnos cuando quiera.
—Llamame Berti. La palabra suegra me hace sentir mas vieja de lo que soy realmente.
—Bien Berti. Te prometo que yo enviare a alguien por ti siempre que quieras ir a la ciudad.
Ahora entiendo porque Berti adora a su nueva hija. Pero debo aceptar que Ciara parece ser una buena mujer, dulce, amable y muy educada. Su sonrisa contagia alegría apenas la miras. Toda una muñeca de porcela y cabello rubio.
—Ela por supuesto que la invitación también es para ti. Nos encantaría resivirlas y mostrarles los nuevos viñedos qué compro mi padre en colaboración con Ethan.
—Nos encantará querida..
Deje que mi madre se encargará de alabarla, mientras que yo me distraigo con la idea de que mi hermano por fin este trabajando en algo de provecho. Lo único realmente importante por lo que estar feliz y emocionada.
—... Ya se lo dije y a Ela le encanto la idea.
—Genial, no sabes cuánto me alegró por eso. Soy hija única y mis únicas dos madrinas son mis mejores amigas. Por lo que necesitaba de una dama de honor qué fuera realmente de la familia.
—Oh si, cuenta conmigo, y gracias por tomarme en cuenta.
Ciara es todo dientes y alegria. Hasta que algo la perturba. —Sobre los padrinos, Ethan se niega a llamar a sus amigos de la universidad. Y no entiendo porqué.
Yo si, porque los cambio tan pronto como sus vicios lo vencieron.
—No los necesito. Puedo pedirle a tu primo, y al novio de Ela.
—Que dices, sabes que yo no tengo novio..
—¿Ah no?. Yo pensaba que el idiota de Fabrizio lo era.
—Él y yo solo somos amigos, y eso también lo sabes.
—Pues si, pero yo supuse que en algún momento las cosas subirían de nivel entre tu y él. Supongo que jamas se atreverá a dar el siguiente paso. Valla tonto.
No entiendo de que demonios habla y no me interesa preguntarle. Fabrizio era mi hermano por elección. Punto final.
—Tal vez si Ela se lo pide él acepte. De todos modos lo pensabas invitar a la boda ¿cierto hija?.
—Si, justo pensaba llamarlo. —-hago amago de levantarme— Y creo que lo haré de una vez.
—Pero Ela, el desayuno se enfría..
—Empiecen sin mi okey. Entre más pronto lo llame mejor. No tardo.
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