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CAPÍTULO: CINCO.

                                                                                  —CAPÍTULO: CINCO—

                                                                                            MENTE ABIERTA

Al salir del baño no pude evitar sospechar de todos los presentes, cualquiera podría ser la persona que me menciono y por supuesto que no debería confiar así de fácil, y mucho menos volver a caer en el error de seguir a alguien a quien no conozco de nada, y sin embargo, las malditas ansias de hacerlo me sobrepasan cada vez que recuerdo su cercanía en el baño.

Para cuando me incorporó nuevamente al salón, Aiden ya me estaba buscando. Trae consigo un micrófono y lo que parece ser un cheque.

—Ela tengo excelentes noticias.  —me tiende el papel.

—¡Cuatrocientos mil euros!.

—Si, es la compra más alta de la noche. A este paso se ve venderán la mayoría de tus cuadros.

—Es genial. Nunca me imagine que pagarían tanto por un obra debutante.

—Si te soy honesto yo tampoco, pero eso no importa. A veces los compradores se interesan por las piezas de la primera exhibición para poder revender después, cuando el pintor sea mas reconocido. Ademas la obra que compró era el foco principa y era obvio que se vendiera a un costo mayor que el resto.

—¿Te refieres a la pintura de la mascara blanca?.

—Si, justo esa. ¿Porque?.

—¿Sabes quien lo compro?.

—No. Se registró la compra como anónima. Pero eso es muy común cuando tratas con extranjeros o gente que maneja muchas cuentas bancarias.

Aunque sus explicaciones eran logicas mi corazón se aceleró por la sospecha de que cierto cabellarero hubiera adquirido mi pieza. Eso tenía mucho mas sentido.

—No debes angustiarte por eso. La compra fue válida, ya se verifico que el dinero este ahí y que sea legal. Así que no tienes nada de que preocuparte.

—Okey...

Aiden me sonríe antes de llevarme con él, al centro del salón, donde llama la atención de todos los presentes.

—Antes que nada, quiero agradecer su presencia en nombre de A&G y de mi nueva artista; Fiorella Ricci.

Recibí los aplausos no sin antes sonrojarme por la pena.

—Esta es solo la primera de muchas exposiciones que hará bajo mi galería de Arte, por lo que espero sigan la carrera de esta fabulosa mujer muy de cerca.

Las miradas me incomodan como los halagos de Aiden, que sigue hablando sobre los cuadros restantes y como los pueden adquirir. La verdad es que ya no le presto mucha atención. Mis ojos y oídos están puestos en buscar a la persona que me ayudará a escapar de aquí, pero es como encontrar una aguja en un pajar. Todos lucen exactamente igual, vestidos de marca, aburridos y estirados.

Minutos después un hombre de traje negro se me acerca con dos copas en las manos. —Por fin puedo conocer a la genial pintora. —me dice él. —¿Una copa?.

—Claro, gracias..

—Me llamo Michelle. —acepto la mano que me tiende. —Y soy la persona encargada de sacarte de aquí.

—Bien.

Michelle se queda unos minutos mas, fingiendo que charla conmigo normalmente. Luego, cuando nadie parece notarlo me pide que lo siga. Pasamos de largo la puerta principal y seguimos por el pasillo hasta llegar a la que parece ser la salida de emergencia. La abre de un tirón y salimos al frío exterior. Un callejón semi iluminado, estrecho y cuyo largo desemboca en la avenida.

—Michelle.. ¿Adonde vamos?..

Mi pregunta se perdió entre su risa cargada de malicia.

—Querida, solo sigueme y déjame llevarte al mejor lugar que hayas visto en tu vida.

Siento el impulso de oponerme, pero no lo hago, camino a su lado y me detengo en seco apenas alcanzamos la acera y la puerta trasera abierta de un Roll Royce clasico en color negro.

—Adelanté, sube.

Lo miro un minuto antes de deslizarme dentro. Michelle entra detrás mío y cierra de un portazo, dándole luz verde al conductor. 

Él debia ser amigo de mi anfitrión, tal vez incluso un familiar.

—Michelle, dime a donde vamos.

—A otra fiesta querida.. Una más divertida y emocionante, ya lo veras te aseguro que te divertirás como nunca lo has echó.

—Se que probablemente la persona que te pidió sacarme de la galería, no quiere que me digas quien es... Pero aun así, ¿podrias decirme su nombre?. Por favor.

Michelle deja de mirarme y se fija en la ventanilla.

—Lamento mucho no poder ayudarte, pero debo mantener la boca bien cerrada, o él me tomará por los huevos y me cortara la cabeza.

Toda la sangre huyo de mi cuerpo..

—Son muy amigos entonces..

—Si, algo así, lo conozco hace muchos años.. una larga historia que no debo ni puedo contarte ahora.

—De acuerdo. —me rindo— No insistiré más.

—Es lo mejor querida, así será más exitante para ti.

—Okey... Pero entonces si no quieres hablar de él, podemos hacerlo sobre ti. ¿Debo asumir qué trabajas para él?.

—No precisamente. Soy diseñador de modas. De echó el vestido que luces junto con la lencería son de mi casa de diseño. Y tu anfitrión es uno de mi socios.

—Oh.. Es precioso.

—Lo se, es decir gracias. —se ríe de si mismo— Pertenece a una línea, cuya marca se distribuye principalmente en Turquía.

Con razón no logre identificar la marca por mi misma.

—¡Oh por dios! Me olvide de Aiden.. —exclame con el remordimiento haciendo acto de presencia— Pensara que lo abandone a propósito.

—Es lo más probable.

Me sentí terrible por haberlo olvidado así,  pero ya no podía retractarme aunque quisiera hacerlo. El auto ya había avanzado lo suficiente  para tomar la carretera y dirigirse al sur.

—Por dios querida, olvidalo y comienza a vivir por ti y para ti. Mira si te hace sentir mejor yo te puedo ayudar a buscar alguna excusa.

Me mira esperando que me rinda y como siempre lo hago, dejando que mis pensamientos se evaporen rápido y pasen a otros mucho más inquietantes. ¿A donde íbamos?. La carretera seguía extendiéndose por delante nuestro, obscura y solitaria, tanto incluso que me asusto un poco mirar por la ventana delantera.

Guardamos silencio un rato mas, hasta que el auto fue perdiendo velocidad a medida que entro por un camino de piedra gratamente iluminado por faroles que lo bordean. Al final una construcción de piedra se alza imponente, adornada por espeso follaje que cubre el muro delantero, sobre el porche se encuentra un hombre de vestimenta curiosa, que me recordó de inmediato a lo que usaban los lacayos del siglo XIX. Su traje de librea en color rojo vino destaca bajo la pálida luz del porche, al igual que su peluca blanca muy característica de los nobles de aquella época.

Como era de esperar ellos se acercaron, abriendo la puerta. Le toma a Michelle un segundo salir y a mi otro captar que debo aceptar su mano y deslizar mi cuerpo fuera. El viento me azotó de inmediato, en aquellas zonas donde mi piel quedaba expuesta y me estremeció, primero por la temperatura fría, y luego por la sensación que desató el no saber que me esperaba dentro.

La puerta se abrió apenas pisamos la cima del porche, y la luz clara se asomo. Los guardias de la corte se formaron a los lados para darnos acceso y apenas entramos cerraron de nuevo con un delicado movimiento, sin hacer apenas ruido. Fue alucinante, extraño y fascinante a la vez. Una mezcla que pocas veces me resultaban agradables. Michelle por su parte parecía estar muy emocionado, mostrando una sonrisa de excitación que denotaba que no era su primera vez aquí.

—Antes de que entremos, debo decirte algo querida.

Nos detenemos frente a una puerta doble y ancha echa de pura madera, tan alta que me pareció que su limite era el techo.

—Se que posiblemente lo que veas ahí dentro, te desconsertara al principió, pero te pido que mantengas la menta abierta y como te dije antes te limites a disfrutar de la noche.

No supe que decirle, por lo que solo asenti.

—Okey. —pronuncio y empujo la pesada puerta.

Dentro resulto ser todo, menos lo que yo espere. Las luces iluminaron mi piel haciéndola ver mas pálida, después paso a tener un color rojo obscuro, como se vería si me hubieran derramado vino sobre la piel. A mi alrededor se encontraba una selección de personas quienes ocupaban sillones, y mesas pequeñas donde se veían copas medio vacías y cartas de naipes. La musica sonaba excitante y erótica a tal punto que me calentó el cuerpo sin siquiera pensarlo. Comprendí que esa era la función de las luces y la musica, crear un entorno íntimo, muy parecido al que tenia la habitación del placer.

De inmediato busque con la mirada a mi anfitrión, enfocando los ojos a través de las nubes de humo que salían de los cigarrillos y las bocas de los fumadores. Me abrumó la urgencia por verlo y me dirigí a las mesas con la esperanza de encontrarlo, mas sin embargo ninguno de los hombres me resultaba familiar. A mitad de mi recorrido me encontré con un mesero, cuya vestimenta era igual que los guaridas que nos recibieron. De su charola de plata brillante tome una copa, bebiendo un sorbo del liquido rojizo, de sabor fuerte y dulce que no tardo mucho en provacarme a beber mas.

—¡Querida!. —esa era la voz de Michelle, llamándome con urgencia.

Me giré para verlo acercarse deprisa.

—¿Que ocurre?.

—Oh nada, solamente que olvide que debo llevarte con tu hombre antes de perder la cordura.

Se ríe y me toma la mano obligandome a que levante mi copa y la acerque a mis labios, para que ingiera el resto del alcohol. Rellenó mi copa una, dos, tres veces más hasta que me negué a seguir bebiendo, puesto que mi mente y mi cuerpo ya empezaban a resentir los estragos.

—Eso es niña. —me felicitó él— Ahora que ya estas mas relajada y lista es momento de que formes parte de nuestro círculo.

Dicho eso me tomó de la cintura y con un movimiento rápido razgo la tela del vestido, abriéndolo por detrás y dejando mi cuerpo completamente expuesto. Se que debería importarme, pero no es así, se me escapa una risilla tonta al ver como la tela cae al piso. 

Pese a todo mi mente logró procesar que mi lencería atrevida encajaba muy bien con este lugar y con el resto de las mujeres aquí presentes. Todas ellas vestían ropa similares, cambiando el color y los patrones de las tiras, aunque de entre todos el mio destacaba por mucho, lo cual me hizo sentir mas segura y poderosa, algo completamente estúpido y egocentrista. 

—¿Michelle, donde esta él?.

Mi pregunta esta llena de impaciencia.

Él me vuelve a sonreír, a tomar de la mano y me lleva por detrás suyo entre las mesas.

Una parte de mi es consciente todavía, analizando lo que voy viendo, en algunas mesas hay hombres inhalando polvo blanco, lineas enteras de un solo golpe, para luego alzar el rostro y seguir con lo suyo, como por ejemplo atender las partidas de poker o seguir con los juegos eróticos que mantenían con las mujeres que tenían sentadas a su lado. Ninguna parecía estar pasándola nada mal,

La cabeza me comienza a dar vueltas.. y apenas si puedo atrapar pensamientos coherentes.

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