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Cap. 10: La fiesta del descontrol.


Después de que Bakugo entrara de esa forma a la habitación, los chicos solo pudieron dejar de lado el videojuego y prestarle toda la atención que pudieran ofrecerle, a pesar de estar extrañados de su presencia.

El rubio cenizo no dijo nada, y ante sus miradas confundías, se sentó entre ellos, y tomando una bocanada inmensa de aire, comenzó a contarles lo que su cerebro había recordado de repente.

Ni siquiera trataron de averiguar qué era lo que había sucedido con él durante su estadía en la enfermería. Simplemente se dedicaron a escuchar lo que su mejor amigo tenía que contarles.

Casi dos meses atrás.

Después de que su primer ciclo escolar llegó a su fin, los chicos —ahora de segundo— de la clase A, habían decidido organizar un festejo para celebrar que, a pesar de todas las atrocidades que habían tenido que pasar, una nueva etapa de sus vidas comenzaba, por lo que todos estuvieron de acuerdo, incluso Bakugo, quien supuso que solo se trataría de una pequeña celebración entre ellos.

Claro, supuso mal.

El lugar donde habían escogido hacer la fiesta, se trataba de un salón de eventos que le pertenecía a la familia de Yaoyorozu, y al darse cuenta de que era demasiado grande para ellos solo, creyeron que sería buena idea invitar a otras clases de grupos superiores.

Así, lo que debería de haber sido una fiesta tranquila y emotiva, se transformó en un descontrol que involucró tonterías y estupideces de un auténtico nivel heroico.

Algunos de los que graduaban decidieron introducir a sus menores en el curioso mundo del alcohol, y claro, todos fueron de voluntad débil como para abstenerse, incluido Iida, quien fue convencido por Mineta y Sero después de horas de ser hostigado por el par.

Cualquiera que hubiera presenciado aquello, dudaría mucho de que se tratara de las clases del curso de héroes de la escuela más prestigiosa de Japón.

Bakugo se había negado a tomar aquella bebida azul que Kirishima y Kaminari tanto le habían rogado que probara, no le daba confianza ver la escarcha y el azul en el baso de cristal, por lo que se mantuvo huyendo del dúo un considerable tiempo, hasta que no pudo más y cedió, pensando que quizá le haría bien y le ayudaría a relajarse y olvidar un poco de todo el estrés al que había sido sometido durante todo ese primer año.

Lo que nunca se imaginó, es que después de ese primer trago, su vida tomaría un rumbo totalmente diferente al que alguna vez creyó.

Después de que aquella bebida quemara su garganta, su mente sufrió una descarga eléctrica que le hizo ir a por otro, y otro, y otro, hasta que todo comenzó a verse de distintos colores y a tener cambios que le provocaban emocionantes sensaciones en todo su cuerpo.

Bailó como nunca antes lo había hecho, corrió por todos lados, y cuando sintió a su estómago reclamarle por haber ingerido una cantidad incontable de bebidas alcohólicas, se escapó de la pista de baile improvisada que habían creado en el centro del salón, y se dirigió hacia los baños de hombres dispuesto a vaciar hasta su alma en el inodoro.

Cuando terminó, salió del cubículo, sintiéndose un poco menos mareado, pero seguía sin estar del todo lúcido. Se acercó a los lavabos, con la esperanza de enjuagar su boca —porque, aún estando borracho, todavía conservaba sus modales y no quería que a nadie cercano le llegara un vafe—, abrió la llave y comenzó con ello.

Aprovechó también aquello para humedecer un poco su rostro, solo soltando pequeñas gotas para refrescarse.

Al levantar la mirada para verse en el espejo, sus ojos rojos se toparon con unos heterocromáticos que le hicieron temblar en su lugar, y no pudo reaccionar cuando unas manos fuertes lo sujetaron de la cintura para jalarlo hasta quedar semi recostado contra un fornido pecho.

Su respiración estaba agitada.

Y antes de que pudiera decir algo en objeción, su boca ya había sido reclamada por los labios ajenos.

Su fuerza de voluntad fue inexistente.

Se giró, colocando sus brazos alrededor del cuello contrario y enredando sus manos en aquellos cabellos de diferentes colores.

En segundos la temperatura en el baño había aumentado varios grados, al igual que sus cuerpos, los cuales pedían más y más cercanía entre ellos.

La lengua del Todoroki menor no le daba tregua a la de Bakugo, la cual ya se había rendido ante aquella exquisita forma de ser tratada, y procuraba únicamente seguirle el ritmo todo lo que pudiera.

Pronto, terminó acorralado contra los lavabos, con el cuerpo del más alto entre sus piernas, lo que provocaba una fricción entre sus miembros que lo volvía loco.

Los sonidos que escapaban de sus bocas eran cada vez más obscenos, llegando a rozar lo promiscuo; gemidos, gruñidos, desespero, cuando por fin pudieron separarse, dejando aquel brilloso y fino hilo de saliva entre ellos, se miraron cómplices, sabiendo que eso definitivamente no terminaría allí.

Salieron de los baños, temiendo que alguien los viera —aunque en realidad, no se coordinaban muy bien debido a los efectos del alcohol—, y buscaron un cuarto entre los tantos que sabían que existían a lo largo de ese lugar. Todos estaban demasiados ebrios como para notar que Shoto y Bakugo habían subido las escaleras que llevaban al segundo piso de aquella gigantesca estructura.

Apenas tantearon la puerta de una habitación, y ya nuevamente estaban uniendo sus bocas como imanes. Bakugo quedó contra la puerta, una vez más, acorralado.

La boca de Todoroki fue hábil, y comenzó un descenso tortuoso desde su lóbulo hasta el cuello, el cuál torturó con besos húmedos, chupetones que lo hacían delirar y pequeños mordiscos que enviaban corrientes eléctricas hasta su miembro, el cual comenzaba a doler por la falta de atención.

Pequeños gemidos escapaban de su boca, suspiros y jadeos chocaban contra los oídos de Shoto, el cual gruñía fuerte, deleitándose con la voz aguda de Katsuki, quien se perdía entre el cúmulo de placer que su cuerpo recibía en ese instante. Las manos del mayor tomaron las del más bajo y las llevaron hasta arriba, en donde fueron apresadas por las suyas, dejando a Bakugo completamente a sus disposición.

—Agh... Ah... —ahora Todoroki movía su rodilla sobre su miembro, lentamente, provocando que temblara ante los espasmos de su pene.

Se estaba volviendo loco.

Cansado de tantos juegos, Shōto tomó de la cintura a su compañero, y lo llevó hasta la enorme cama que fácilmente ocupaba la mitad del cuarto. Ambos cayeron en el centro del colchón, y no bastó mucho para que volvieran a besarse con ansias y desesperación.

—Mgh... —los gemidos eran amortiguados por la boca ajena, mientras que las manos del de quirk dual se encargaban de deshacerse de la ropa que cubría su parte inferior.

Ya no estaban pensando con cordura.

En un instante, Bakugo se encontraba ya desnudo de sus piernas, al igual que Todoroki, quien decidió ser gentil con el rubio y comenzó a tantear su entrada con uno de sus dedos, moviéndolo en círculos lentos, presionándolo de vez en cuando, divirtiéndose con las expresiones que ponía el otro. Cuando lo vio tirarle una mirada suplicante, supo que debía parar de jugar con él, así que no demoró en ingresar su falange en ese apretado y caliente lugar.

—¡Ah! —exclamó el cenizo, sintiendo aquel dedo inmiscuirse sin problemas en su entrada. Apretó sus manos en los brazos fornidos de Todoroki y cerró sus ojos, tratando de relajarse para evitar más dolor del que ya sentía.

Poco a poco, Shōto movía su dedo, de adentro hacia afuera, despacio, sabiendo que si hacía algún movimiento brusco podría lastimar al contrario —lo sabía después de varios meses de haber compartido cama con él—, por lo que, a pesar de que su propia erección ya estaba a punto de hacerlo perder la razón, se dedicó a prepararlo correctamente, aún si sabía que después de eso no podría contener su fuerza contra él.

Pronto creyó prudente ingresar un segundo dedo, y después un tercero, hasta que lo sintió lo suficientemente dilatado, incluso pudo percibir un leve movimiento de caderas de su parte, así que retiró sus dedos, se quitó la camisa que ya lo sofocaba, y se encargó de bombear su pene un poco antes de entrar en él.

Cuando lo hizo, sus ojos estaban clavados en los de Katsuki, quien soltó un muy agudo y sonoro gemido, y se sujetó de él aún más fuerte cuando se clavó en su interior de una sola estocada.

Ambos sintieron un éxtasis difícil de describir.

Shōto no pudo permanecer mucho tiempo quieto, en especial cuando los labios de Bakugo comenzaron a tantear su cuello y sus uñas a acariciar su espalda. Inició un vaivén lento, suave, no tan brusco, y poco a poco fue subiendo la velocidad hasta que la cama comenzó a chocar contra la pared de forma ruidosa y estrepitosa.

Los gemidos del más bajo fueron en escala hacia arriba, soltaba el nombre de quién lo estaba haciendo ver las estrellas sin miedo, poco importándole si alguien lo oía —aunque en realidad ni siquiera estaba pensando en eso—, jadeaba pidiéndole más, que no fuera gentil con él y que lo hiciera delirar del placer.

Para el heterocromático no fue una petición difícil de cumplir.

Pronto, el sonido de su pelvis chocando contra el trasero de Katsuki se incrementó, siendo tan vulgar que solamente los encendía más. Las lágrimas escurrían de los ojos escarlata, al igual que un delgado camino de saliva que recorría la comisura de su boca. Era un desastre. Un perfecto desastre que Todoroki disfrutaba de ver y admirar. Y aún más sabiendo que él era el causante de aquello.

Las manos del menor se aferraron con desesperación a sus hombros cuando sintió su punto ser acariciado con brusquedad, y al parecer aquello fue notado por su amante, quien no se detuvo hasta escucharlo chillar de placer, gritándole que no se le ocurriera parar hasta que lo hiciera terminar. Y así fue.

—¡S-Shōto! —gimió, con su semen chorreando de su miembro contra el abdomen suyo y el contrario. Sus uñas se clavaron en la espalda del mayor, olvidando que podría lastimarlo, y se dejó llevar por aquel magnífico orgasmo que lo había hecho babear de lo increíble que se había sentido.

Todoroki lo siguió después, enterrándose aún más profundo y dejando salir su semilla dentro de Bakugo, quien solo chilló ante la sensación de un espeso líquido caliente en su trasero.

Los dos volvieron a mirarse intensamente, y sin pensarlo se besaron, aún más sucio y húmedo que antes, con sus lenguas volviendo a enredarse y a acariciarse lascivamente, soltando exclamaciones de gusto y de placer que deleitaban el oído del otro.

Shōto salió de Katsuki con cuidado, y se dejó caer a su lado, de espaldas al techo. Su respiración era acelerada, al igual que la ajena.

Ninguno dijo nada.

Y fue inevitable que el cansancio, el alcohol y el reciente esfuerzo físico, los dejara agotados.

Ambos adolescentes cayeron dormidos, totalmente noqueados, sin saber que, a la mañana siguiente, ninguno de los dos recordaría nada de lo ocurrido. Ni siquiera el mayor, quien al despertar en medio de la madrugada, se miraría confundido al estar en medio de una cama con alguien durmiendo a su lado, tomaría sus cosas y se marcharía, con temor de descubrir la identidad de la otra persona, e intentando averiguar qué era lo que había pasado para acabar allí dentro.

Y para Bakugo no sería diferente, aunque con el paso de los días, la situación pasaría a segundo plano.

Claro que, jamás imaginaron lo que surgiría de ahí, y todo lo que ello implicaría en la vida de ambos.


—Básicamente... Por culpa de nosotros, ingeriste demasiado alcohol, y, entre tu momento de borrachera, terminaste acostándote con Todoroki, y que, mágicamente, por alguna extraña razón, ni tú ni él lo recordaron, hasta ahora que a ti se te vino el recuerdo a la mente, solo por la simple razón de que estás embarazado, y que no cabe duda de que sea de él —concluyó Kirishima, resumiendo todo lo que Katsuki les había contado, obviamente evitando entrar en detalles que podrían avergonzarlo frente a los dos.

—Sí. En pocas palabras, es eso.

—¡Mierda!

Los chicos ahora estaban en una situación muy complicada, en especial el rubio cenizo, quien sabía que en menos de dos semanas estaría cumpliendo los dos meses de embarazo, por lo cual las fechas encajaban a la perfección.

Es que era imposible que no se tratara de Shōto. Tenía que ser de él.

Deseaba que fuera de él.

—El campamento de entrenamiento es pasado mañana, Blasty —volvió a hablar el pelirrojo—. Es ahí donde tendremos que poner manos a la obra, será una semana decisiva. Te prometo que descubriremos si en verdad Todoroki es el padre de tu bebé, y de paso, averiguaremos si es verdad que él no recuerda nada, o si solo se está haciendo el desentendido.

Bakugo lo miró, sintiendo una extraña calidez en el pecho.

—¡Así es, Kats! —exclamó Kaminari, sonriéndole en grande—. Ya habíamos quedado en que te ayudaríamos, así que no te preocupes por nada.

—Está bien, extras —sonrió, sacándoles una sorpresa a sus amigos, pues aquello no era algo que pudieran apreciar todos los días.

—Ahora que ya aclaramos eso —la mirada confiada de Eijirou cambió a una de preocupación—, ¿qué fue lo que ocurrió hace un rato? ¡Parecías a punto de desmayarte!

—Oh, sobre eso... —Bakugo suspiró, tendría que extender su visita a sus amigos más de lo que había planeado.

En su habitación, Shōto se encontraba haciendo ejercicio. Últimamente había descuidado un poco esa parte, debido a sus recientes malestares, por lo que estaba un poco frustrado debido a ello. Igualmente, trataba de olvidarse de la escena de la que había participado horas atrás, cuando llevó al rubio cenizo hasta la enfermería, y en donde momentos después vomitó, de nuevo.

Era tan frustrante, nada estaba saliendo como había planeado. El festival deportivo cada vez estaba más cerca, y él no había logrado tener ningún progreso notable —a sus ojos, ya que sus amigos y profesores estaban admirados por su increíble rendimiento y su duro entrenamiento—. Y por si eso fuera poco, había algo que seguía molestándole a esas alturas.

Terminó la lagartija número setenta, agitado, y se sentó en su alfombra.

La imagen de Katsuki saliendo del área de maternidad para donceles del hospital no salía de su cabeza, pero aquello no era lo que le preocupaba, sino que, por más que intentaba pasarlo por alto y dejar de darle vueltas, no lo conseguía. Pensaba y pensaba en su compañero de explosiva personalidad, por alguna razón, su subconsciente últimamente le traía imágenes de la "relación" que habían mantenido durante su primer año, pero, lo curioso de eso, era que los recuerdos no concordaban a lo que él conocía.

No sabía si estaban siendo borradas o algo parecido, pero le generaba incredulidad y duda. Pues las imágenes de una noche —de las tantas— que había compartido con el chico, se sentía muy distinta a las otras. Como si fuera un sueño.

Uno que no sabría distinguir si era malo o bueno.

Podría ser ambas.

El campamento de entrenamiento era en dos días, y si lo que sospechaba era cierto, entonces allí podría confirmarlo.

—¡Todoroki-kun, es hora de la cena!

La voz del representante de la clase se escuchó detrás de su puerta, y fue consciente en ese momento del dolor que tenía en el estómago.

—¡Voy! —contestó, levantándose del suelo dispuesto a ir a las duchas primero y después al comedor; rezaba para no vomitar otra vez.

Suspirando, abandonó su habitación, debatiéndose entre todas las conjeturas que su cerebro había hecho durante varios días desde que se topó con Bakugo en el hospital.

Algo le decía que el rubio escondía algo más que un simple dolor de estómago.

Pero... ¿Cómo confirmarlo? Ni siquiera se llevaban "bien", tampoco eran "especialmente" cercanos, y estaba seguro que después de haber hecho todo lo que hicieron, seguro el ambiente sería incómodo si intentaba acercarse a él con intenciones de ser su amigo. En especial cuando lo único que quería averiguar, era si era un doncel o no.

Le parecía irrespetuoso de su parte indagar en la vida de alguien más solo por un presentimiento. Pero no podía quitarse esa idea de la cabeza, ni del pecho.

Porque eso podría cambiar demasiadas cosas para el otro aspirante a héroe, y, no tenía idea de porqué, pero intuía que para él también.

Algo estaba pasando.

Y lo descubriría. Sin importar qué.


💙

N/A: Tres notas seguidas. Lo siento, he.

En realidad siento que estoy adelantando mucho las cosas por el impulso de querer terminarla ya, porque me estresa que lleve mucho tiempo publicada y sin tener un avance significativo ;(

Estoy un poquito bastante frustrada de que no esté saliendo como yo quiero.

Eso es todo, espero que les haya gustado.

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