4___Domingos perezosos.
Uzui no era un hombre capaz de descansar bastante o de disfrutar estar acostado después de despertar. O por lo menos, más de lo necesario. Desde pequeño tuvo impuestos la rutina de entrenar, perfeccionar sus habilidades como ninja, espía y guerrero. Tras dejar a su familia por terminar obligandolo a matar a sus hermanos, esa rutina se dio reemplazada por los entrenamientos para cazador, el manipular la respiración del sonido y mantenerse en forma para defender a cualquiera y sobre todo a sus esposas de un demonio.
Su dedicación dió frutos, y estaba seguro que de no ser por eso y el apoyo de esos 3 niños a los cuáles, para su desgracia llevo casi de mala gana, hubiera salido muerto, dejando la culpa en el espíritu extravagante de su cavader el dejar viudas a 3 mujeres que tanto adorada.
Odiada ya llevar 2 semanas postrado en cama sanando sus heridas. Y el perder su brazo no lo hacía mejor, ya que ahora tendría que buscar una nueva arma para cazador que pudiera manipular con una sola mano y no verse obligado a usar los dientes.
Suspiro. ¿Que hora serían? Se preguntó. Y para su desgracia solo llevaba despierto 1 maldita hora.
- Malditas heridas. - Susurro cómo modo de desahogó. Sus esposas ya no dormían con él por el miedo a abrir una herida ya cicatrizada, ya estaba libre de peligro por el veneno de los demonios, pero su pecho, el brazo que le queda y parte de sus piernas seguían vendadas. - Las quiero encima de mi. - Con este último pensamiento dijo. No sé había dado cuenta de lo mucho que disfrutaba dormir al lado de ellas 3. Su cuerpo era un templo lo suficientemente grande para que las 3 pudieran usarlo de almohada. Ninguna quería lastimarlo, lo que le hacía darse cuenta de las veces que el simple hecho de dormir los 4 juntos le traía paz y tranquilidad. Dónde el tiempo no importaba y solo se dejaba disfrutar de la cálida compañía de las 3. - Bueno, al menos su extravagante y sexy rostro quedó intacto. Un ojo menos no me quitará eso. - Cómo un aliento de dijo, volviendo a cerrar los ojos en un exfuerso fallido por encontrar paz.
No sé paraba de la cama porque Suma ya le había advertido morderlo dónde las desobedeciera. Suspirando nuevamente mientras contenia una maldición al encontrarse desgraciadamente fastidiado. Golpeando una y otra vez, su dedo contra el concho.
El sonido de una puerta abierta le supo a gloria. Agradeciendo a Hinatsuru por ir a verlo. Reciendola con una sonrisa que por más sutil que pareciera era genuina.
- Gracias al cielo que alguien llegó. - Sin importarle sonar dramático le dejo en claro lo que pensada. Aunque buscará moverse para quedarse en posición de costado para verla, su mujer no le dejo. Sentándose a su lado procurando que se quede en cama.
- Veo que estás muy ansioso aquí solo.
- Ya me conoces cielo. - Suspiro. - Ya me parece una agonía estar sin hacer nada. Más porque ya logramos acabar con 2 lunas superiores, estamos cerca de progresar para terminar con los demonios. No me siento cómodo dejando a esos 3 enfrentarse a todo mientras yo esté aquí totalmente incapacitado.
- Tengen, ya hablamos de eso. - Torciendo el ceño el nombrado hizo silencio. - Esos 3 chicos. Me llena de orgullo verlos, son niños pero han estado más cerca de Muzan que cazadores con más experiencia.
- Me recuerdan mucho a ustedes 3 la verdad. Fuertes y con bastante voluntad. - Declaró. Ella sonrió. Aunque si trabajo de ninjas mujeres significaba el usar más que nada su cuerpo para su beneficio, el saber pelear también les era indispensable. - Ahora que recuerdo. Estuvieron mucho en el distrito rojo, no debió haber sido bonito ¿Ningun cerdo las intento tocar verdad? No me importa no tener un brazo, soy capaz de ir a castrar a quien mire de forma obscena a mis 3 amores. - Con lo último dicho bromeó pero si se sentía lo suficiente culpable por olvidarse que dejó ir a sus esposas a un lugar de prostitutas, por más que la información que le brindaron fue necesaria.
- No. No tuvimos ninguna experiencia con eso. Aparte, recuerda que en nuestra aldea no era raro ese tipo de trabajos.
- Se que más entrenaron para eso pero ya no estamos allí. Ahora somos nosotros 4, lejos de esa vida, solo faltan que tengamos hijos y seamos una familia.
- Nunca hicimos planes de tener hijos.
- ¿Ya es el momento? - Rio. Antes de perder la expresión a una más seria, mirando su brazo perdido por unos segundos. - Con está herida ya no puedo ser un pilar, solo puedo entrenar a un posible heredero para el pilar del sonido. Quiero que los hijos que tengamos queden fuera de esa lista. Si bien en un momento ustedes saben que quise morir, actualmente si era por morir a manos de un demonio no me importaba morir con honor, era mi destino al jugarmela en esta profesión. Quiero dejar a nuestros hijos fuera de eso, que vivan sus vidas de forma pacífica pero extravagante. A estas alturas, estoy seguro que gracias a Tanjiro y su hermana podremos acabar con Muzan. - Hinatsuru sonrió enternecida por las palabras de su marido. Tengen cómo hombre podía ser desde infantil hasta inmaduros pero cuando se trabada de sus seres queridos y amados sabía que decir y hacer para expresar su deseo de protegerlos.
Levantando su mano acariándo la mejilla de Hinatsuru, acercándola para barle un beso lento en los labios, logrando incorporarse por unos minutos.
- ¿Puedes traer a Makio y a Suma? Con todo lo ya dicho, podríamos planear nuestro primer hijo. Solo primero tendría que asegurarme de sanar al 100, para que nuestro hijo de la mejor noche que tengamos. - Volviendo a la cama Hinatsuru lo dejo solo por unos minutos buscando a sus 2 compañeras para complacer a Tengen.
En eso, Uzui no pudo evitar recordar su primera noche de casados. Era claro que tendrían que tener sexo, incluso su padre le dió concejos para complacerlas a las 3 la misma noche.
Concejos que no sirvieron de mucho. Las 3 llegaron virgines a sus manos como era de esperarse, tuvo miedo de que su tamaño las lastimara al saber que iban a sangrar. Fue una larga noche de paciencia para posteriormente poder disfrutar cómodamente entre los 4.
Dejando los recuerdos de un lado. Las 3 ingresaron nuevamente a su cuarto Sentándose cada una a su lado. Empezando a discutir sus planes.
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