Cap 9: Chocolate
- La clave es derretir el chocolate al baño María, si no, se te quemará. Tienes que tener paciencia.
- Vale, abuela, creo que ya lo tengo todo claro, te llamo de nuevo si dudo –dijo Alma, anotando las instrucciones.
- Claro, hija. Ya verás qué bien te sale. Me gusta ese chico, te noto feliz con él, y a tus padres les habría gustado también.
- Es que Shun es maravilloso, abuela. Ahora te dejo, voy a buscar unos moldes en Tokyu Hands... ¡Ya te contaré qué tal me sale!
Esperar hasta salir de las prácticas fue una tortura para Alma, que se moría de ganas de entregar a Shun la pequeña caja de bombones caseros que le había preparado. Después de interrogar a Yoko y a su abuelo acerca de cómo celebraban San Valentín los japoneses, había decidido confeccionar ella misma el chocolate, convencida de que esa sería la forma más clara de decirle a su novio cuánto le importaba, pero no había contado con tener que cargar con el regalo durante todo el día. Al llegar a casa de Shun y sacar la caja del bolso, se dio cuenta de que era muy posible que los bombones se hubiesen convertido en sopa. Abrió la puerta del frigorífico, intentando arreglar el previsible desaguisado, pero él la pilló in fraganti.
- ¡Eh! ¿Eso es chocolate, Almita?
- Esto...
- ¿Es para mí? Qué cosas tengo, ¿para quién si no iba a traer chocolate mi muñequita? –le arrebató la caja de las manos con una sonrisa y la enlazó por la cintura, besándola- Cada día que pasa me enamoro más de ti, ¿lo sabías?
- Y yo de ti, pero no te lo comas todavía...
- ¿Cómo que no? -dijo él, impidiéndole recuperar la caja- ¡Estoy deseando abrirlo! ¿Lo has hecho tú? -desató el gran lazo rojo que la adornaba.
Alma asintió, muerta de vergüenza. Shun retiró la tapa, miró en silencio los bombones medio derretidos y la abrazó tan fuerte que le hizo crujir los huesos.
- ¡Me encantan! ¡Honmei-choko* en forma de caquitas!
- ¡Qué horror! Se supone que iban a tener forma de corazón...
- Las caquitas son mucho más originales –aseveró él, untando el dedo en un bombón y metiéndoselo en la boca- y además te han salido muy ricas: toma, prueba –volvió a mojar el dedo en el chocolate y se lo dio a lamer a la chica.
- Pues no están mal de sabor para ser unas cacas –tuvo que admitir ella, con una sonrisa.
- Era improbable que aguantasen todo el día en tu mochila; yo lo tenía mucho más fácil que tú –dijo Shun, entregándole un paquete envuelto en un furoshiki estampado con pequeñas flores de loto.
- ¿Qué es esto? –inquirió ella, deshaciendo el nudo.
- Gyaku-choko, muñequita, "chocolate al revés"; me apetecía regalarte algo y no quería esperar al día blanco.
Alma le besó, entusiasmada, y abrió la cajita: en su interior, una docena de perfectos bombones con la forma de la cabeza de Shin-chan la miraban fijamente.
- Ya sé que me vas a llamar friki, pero no pude resistirme cuando vi el molde, me parecieron tan monos... –dijo él, con las mejillas algo coloreadas.
- Eres el friki más guapo del mundo, Shun –respondió la chica, besándole de nuevo.
- Y ahora, nos comeremos a estos chiquitines mojándolos en esos pegotes que me has regalado –se burló él.
* En Japón, es costumbre que sean las chicas quienes regalen chocolate a los chicos que les gustan en San Valentín y se valora bastante que sea de confección casera (Honmei-choko); también se regala a los compañeros de trabajo o jefes, por educación, pero se trata de chocolate sencillo y no hecho en casa. Los chicos suelen hacer un regalo a las chicas justo un mes después, el 14 de marzo, en lo que se conoce como "día blanco", pero poco a poco comienza a extenderse la idea del "chocolate al revés" (Gyaku-choko), aunque no todos los chicos se animan con esta nueva moda.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro