Cap 7 pt 1: No os metáis conmigo o Alma os masacrará
La Navidad se acercaba y los estudiantes habían vuelto a decorar la facultad con todo tipo de adornos brillantes y carteles de felicitación en diferentes idiomas. El ambiente era alegre y festivo, perfecto para el siempre jovial Shun, pensaba Alma. Los cuatro compañeros estaban en la cafetería, aprovechando un receso para tomar un té caliente y charlar acerca de sus planes:
- Salgo para Estocolmo el sábado, chicos, os voy a echar muchísimo de menos -decía Agnetha haciendo pucheros.
- ¡Venga ya! Lo vas a pasar genial, debes de estar deseando ver a tus padres y a tus amigos... -la animó Shun.
- Cierto, y son solo un par de semanas, enseguida estaremos todos juntos de nuevo preparando los exámenes finales -añadió Yoko.
- Jo, Yoko, así no me animas -suspiró Agnetha-. ¿Qué haréis vosotros? Alma, ¿vas a España?
- No, pero vienen mis abuelos. Les hace ilusión celebrar la Navidad juntos aquí... Nuestra casa está demasiado llena de recuerdos de mi madre y así podré estudiar sin distracciones.
Shun enredó su pie con el de ella, enviándole un "yo estaré contigo" silencioso que ella agradeció con una sonrisa. Había algo en él, una especie de tranquila energía, que siempre le decía, de alguna manera, que todo iría bien mientras estuviesen juntos.
Los abuelos de Alma llegaron el 23 de diciembre al pequeño apartamento en el que ella se alojaba y no tardaron en pedirle que les hiciese de guía por la ciudad. Su abuelo, Miguel, que llevaba años sin visitar el país con tiempo, estaba entusiasmado comparando antiguas fotografías con el estado actual de calles y edificios.
- No sabes cuántas veces he paseado por aquí con tu padre, de camino al archivo municipal para consultar registros... –murmuraba, nostálgico.
- Venga, no te pongas pesado –la abuela le apretó con cariño el brazo-, que hemos venido a disfrutar con nuestra nieta. Por cierto, hija, ¿cuándo nos vas a presentar a tus amigos?
- Dentro de una hora, abuela, ellos también tienen ganas de conoceros.
Aprovechando para ponerse al día tras varios meses sin verse, Alma y sus abuelos llegaron caminando hasta la cafetería donde habían quedado con Yoko y los chicos, excepto Hyoga, que se había marchado a Siberia. Todos se levantaron cortésmente para saludarles.
- Estoy muy contenta de veros por fin –afirmó la abuela, y les sorprendió identificándolos a todos por sus nombres de pila-, mi nieta me ha enseñado fotos vuestras haciendo todo tipo de trastadas. Tú eres la peor, Yoko, a pesar de esa carita de ángel -añadió, en tono jocoso, mientras a la aludida se le escapaba una risita- Bueno, Alma, ¿y quién de estos fornidos jovencitos es tu novio?
- ¡Abuela! ¡Por favor! -suplicó ella, avergonzada.
- Yo creo que es alguno de estos dos -intervino Seiya, señalando a Ikki y a Shun.
- ¡Seiya! ¡No digas burradas! -Alma se colgó de su espalda y le frotó el puño en la cabeza mientras los demás se burlaban de ellos.
Fue una tarde tranquila: la abuela Soledad les contó anécdotas de sus primeros viajes a Japón como española, haciéndoles reír sin parar, y el abuelo hizo muy buenas migas con Shiryu, con quien tenía en común el gusto por la historia y los mitos, y se entretuvo en facilitarle referencias de libros.
- Alma, este chico sí que me gusta para ti, parece serio y formal.
- Esto... Yo... –Shiryu estaba completamente rojo.
- Abuelo, ya tiene novia. No le hagas caso, Shiryu, siempre están igual.
- Bueno –atajó la abuela-, sé que aquí la Nochebuena es más bien para parejas, pero nosotros vamos a celebrar una cena navideña familiar. Si alguno de vosotros no tiene planes, estáis invitados.
- Gracias, señora, pero yo me marcho mañana a visitar a mi hermana –se excusó Seiya.
- Yo salgo hacia China –respondió Shiryu.
- A mi hermano y a mí nos encantaría cenar con ustedes, señora –aceptó Ikki, besándole la mano caballerosamente y sacándole una carcajada.
- Mira, Miguel, acabo de hacerme del "team Ikki", este chico es mi tipo –bromeó, haciendo el signo de la almohadilla con los dedos, mientras Alma se moría de vergüenza.
- ¡Abuelaaaaa!
Era la primera Nochebuena para Alma desde la muerte de su madre y era consciente de que para sus abuelos también sería muy duro, por eso agradecía encontrarse en un entorno nuevo en el que todos estaban ocupados: la abuela, horneando pescado y preparando sopa; el abuelo, cortando turrón mientras contaba chistes malos en japonés, y Alma decorando la mesa. Le emocionaba estar en familia de nuevo, pero el hecho de que Shun e Ikki fuesen a cenar con ellos le añadía una nueva dimensión a la fiesta.
Había terminado su tarea cuando sonó el timbre. Corrió a abrir y allí estaban los dos chicos, llevando sendos paquetes. Alma les dio un beso en la mejilla a cada uno y les invitó a pasar.
- ¡Buenas noches! ¿Podemos dejar esto en la cocina? –preguntó Ikki.
- ¡Claro, entrad! –respondió la abuela, asomándose para recibirles- Ikki, qué elegante, de verdad que no he conocido un chico más guapo desde mi marido –rio, alisándole las solapas del traje gris marengo-; y esa corbata hace juego con tus ojos...
De camino a la cocina, Alma observó a Shun, impecable con pantalón de vestir y chaleco a juego en tono azul medio, camisa clara y pajarita burdeos. Aún no podía creer que aquella monada de chico sintiese algo por ella.
- Hemos traído un par de cosas tradicionales –explicó Ikki, abriendo los envoltorios-: pollo de Kentucky Fried Chicken y un pastel de Navidad para el postre*.
- ¡No me lo puedo creer! –el abuelo soltó una sonora risotada- ¡Ahora sí que va a ser una auténtica Nochebuena hispano-nipona! ¿Habéis tenido que hacer mucha cola para conseguir el pollo?
- En realidad, no, una empleada que está colada por mi hermano se lo entregó por la puerta de atrás sin que la viesen –respondió Ikki, poniendo colorado a Shun. Lo raro era que alguien no adorase a esa ricura, pensó Alma.
- ¡Pues a cenar! Sentaos a la mesa y aseguraos de dejar sitio para el turrón... ¡Hay de Alicante y de soconuscos!
- ¡Abuelo! ¿Has traído turrón de soconuscos? ¡Eres el mejor! –la chica estrujó a su abuelo y le besó ambos carrillos.
A pesar de que aquella cena en buena compañía era justo lo que necesitaban todos para olvidar sus problemas, hubo también un momento para recordar a quienes ya no estaban y dedicarles unas palabras; fue entonces cuando Shun les explicó brevemente que su hermano y él se habían criado como huérfanos y que esta era, en realidad, la cena navideña más "en familia" que habían tenido. Como solía hacer él, Alma enganchó su tobillo al del chico, rozándole con dulzura.
- Tú por eso no te preocupes, muchachito, que en Madrid tenéis vuestra casa para lo que queráis –ofreció la abuela-; además, en cuanto tu hermano empiece a trabajar como piloto, cogéis un avión y os plantáis allí en nada.
El ambiente volvía a estar lleno de bromas y alegría y Shun aprovechó para cambiar de tema:
- Pues volviendo a las tradiciones, se dice que, si una pareja se declara en Nochebuena, serán felices para siempre... Puede que solo sea una superstición, pero yo creo que no pierdo nada por intentarlo, ¿no les parece?
Toda la mesa le miró de hito en hito, sin entender a qué se refería, mientras el joven se arrodillaba frente a Alma y la tomaba de la mano para disimular el ligero temblor de la suya propia.
- Alma, sé que hace poco que nos conocemos, pero estoy enamorado de ti. Nunca me había pasado esto... Contigo me siento feliz, libre, capaz de cualquier cosa –Ikki enarcó una ceja, bien sabía él de qué era capaz su hermanito- y solo deseo hacerte la vida más fácil, más bonita y cuidar siempre de ti... Sé mi novia, por favor.
Alma se quedó estupefacta. Shun, todavía de rodillas, esperó unos segundos antes de volver a hablar:
- Ah, entiendo, pensabas que te iba a pedir matrimonio, ¿verdad? No, tranquila, esto es todo lo que tenía que decir. Bueno, eso y que te quiero –sonrió, llevándose la mano a la nuca y haciéndole reír.
- ¡Menos mal! ¡Yo también te quiero, bobo! –respondió ella, tomando su cara entre las manos para besarle- Mira, abuela, al final Seiya tenía razón y uno de ellos es mi novio...
- ¡Qué romántico! Y me parece estupendo, porque así tengo vía libre con Ikki si tu abuelo se pone tonto...
- ¡Soledad! ¡Mira que te quedas sin turrón!
Shun e Ikki volvieron temprano a su casa, puesto que el 25 de diciembre no era festivo, y Alma tuvo que aguantar, mientras terminaba de recoger, las burlas de sus abuelos cuando la pillaron leyendo el mensaje que Shun había enviado al grupo de amigos anunciando: "¡Tengo novia! ¡No os metáis conmigo o Alma os masacrará!", acompañado de un montón de caritas con corazones por ojos.
*La tradición de comer pollo de KFC en Nochebuena comenzó, según se dice, cuando en los años setenta unos americanos que estaban viviendo en Japón lo compraron allí por ser lo más similar a su comida típica navideña. El pastel de Navidad es una adaptación de los dulces navideños occidentales y suele decorarse en blanco y rojo. Ambas son costumbres recientes pero muy extendidas.
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