Cap 5 pt 1: La mejor cafetería universitaria
Las siguientes semanas transcurrieron para Shun y Alma con la mezcla de emoción y placidez del amor recién descubierto. Forzados a disimular delante de los demás para no ser sometidos al tercer grado, se desquitaban por las tardes, quedando para estudiar en la biblioteca u, ocasionalmente, en casa de Shun, por su cercanía al campus. Aun así, a sus amigas no les pasaba inadvertida la nueva complicidad entre aquellos dos, ni las miradas embobadas durante las clases, pero preferían no decir nada por el momento.
- Deja de mirarme, chica nueva, que yo no soy materia de examen –rio Shun, poniéndola en evidencia.
- Me cuesta concentrarme con tu pierna rozándome todo el rato –replicó ella, entre avergonzada y divertida.
- ¿Mi pierna? Pero si no estoy haciendo nada... –movió el pie con el que le estaba enlazando el tobillo para atraerlo más hacia él; era lo más parecido a cogerse de las manos sin dar la nota durante la clase de bioquímica.
- Eres incorregible.
- Pero te encanta.
Acabada la clase, los cuatro amigos salieron en dirección a la cafetería, dado que el frío del otoño ya no les permitía comer bajo el pino centenario, y buscaron una mesa donde dejar las mochilas mientras iban por la comida. Estaban haciendo la cola con sus bandejas, cuando Shun cogió el móvil para leer un mensaje.
- ¡Anda! ¡Seiya y mi hermano vienen a comer con nosotros! –exclamó alegremente.
- ¿Tu hermano? ¿Tu hermano Ikki? –preguntó Agnetha, abriendo mucho los ojos.
- ¿Tu hermano Ikki el de los brazos musculosos? –añadió Yoko.
- Sí, mi hermano Ikki, el auténtico –rio él-. ¿Ya estáis en modo fans locas?
- ¡Nos morimos por conocerle!
- ¡Tengo que ir a retocarme el maquillaje!
Pocos minutos después, llegaron los chicos y se situaron al final de la fila, saludándoles con un gesto. Shun y sus amigas se cambiaron a una mesa mayor para esperarles.
- ¡Tío! ¡Vuestra cafetería es enorme! Qué suerte tenéis los médicos... –dijo Seiya, sentándose frente a su bandeja rebosante de comida.
- Chicas, este es Seiya; Seiya, estas son mis amigas Agnetha y Yoko.
- Yo soy Ikki –saludó el mayor.
- ¡Ya lo sabemos! ¡Teníamos muchas ganas de conocerte! –las chicas se colgaron de sus brazos, dejándole entre ambas.
Alma miró de reojo a Shun, sentado enfrente y concentrado en retirarle la piel a un muslo de pollo con esa expresión que ella adoraba. Con disimulo, como si no estuviese haciendo nada, usó el pie derecho para quitarse la zapatilla izquierda y estiró la pierna hasta colocarla entre las de él, que dio un respingo al notar el inesperado contacto.
- ¿Qué te pasa, Shun? –preguntó Agnetha.
- Nada, es que... Me ha picado algo –improvisó, mirando sorprendido a Alma, que puso su mejor cara de ángel.
- Ten cuidado, Shun, lo mismo es un bicho –sonrió ella, sorbiendo su zumo.
Yoko y Agnetha estaban pendientes de Ikki, que les contaba anécdotas de sus estudios de piloto, y Seiya parecía completamente enamorado de los tres platos que se había servido, así que Alma se sintió lo bastante segura como para reclinarse un poco más en el asiento y acariciar los muslos de su chico con el pie.
- Bueno, ¿y cómo es que habéis acabado comiendo con nosotros? –preguntó.
- Pues hoy terminé temprano y había quedado para comer con Seiya... –comenzó Ikki.
- Pero la cafetería de mi facultad ha cerrado por no sé qué problema en la cocina, así que pensamos que podríamos pasarnos a veros –completó el aludido- y de paso saber qué comen los futuros médicos.
- Oye, Shun –se interesó Yoko-, ¿todos tus amigos son tan guapos? ¿Ellos también le daban a la lucha grecorromana?
Alma aprovechó para intensificar la presión de su pie sobre el pantalón del chico, cada vez más cerca de la zona de peligro.
- Eh... Esto... ¿Lucha grecorromana? –titubeó Shun, con la cara tan roja como un tomate, incapaz de concentrarse.
- Sí, Shun, cuéntanos qué deporte practican Seiya e Ikki –le provocó Alma, subiendo aún un poco más el pie, al borde del abismo.
- Todos practicábamos lucha grecorromana, Almita –respondió él, recuperando la compostura y lanzándole una mirada furibunda.
- ¿Nosotros hacíamos qué...? –preguntó Seiya, masticando a dos carrillos.
- Déjalo, Seiya, tú come tranquilo –atajó Ikki, viendo a su hermano en apuros.
Con un suspiro, Alma dejó el tenedor sobre el plato vacío y se arrellanó en la silla, apoyando el pie por completo sobre la entrepierna de Shun, que a esas alturas estaba tan sonrojado que no podía levantar la cara de su comida.
- Esto estaba riquísimo, creo que voy a venir a comer con vosotros hasta que mi cafetería vuelva a estar operativa –declaró Seiya, mojando pan en la salsa que quedaba.
- Nosotras, encantadas, si traes contigo a Ikki –repuso Yoko.
- Me parece que nos da tiempo a un paseo antes de bajar al laboratorio, ¿vamos? –propuso Alma, mirando a Shun con malicia.
- Id vosotros, ahora os alcanzo, que quiero terminar de leer una revisión –murmuró él, sacando el teléfono del bolsillo.
Todos menos él dejaron la cafetería; escasos segundos después, Alma recibió un mensaje:
"Cuando te coja, me las vas a pagar, chica nueva."
"Lo estoy deseando, abuelito... Si te atreves."
Seiya cumplió su palabra y, a lo largo del mes, Ikki y él deleitaron con su compañía a las chicas en numerosas ocasiones. Hyoga y Shiryu se sumaron también al grupo, llegando a la conclusión de que la de Medicina era la mejor cafetería de todas las facultades que frecuentaban. Y Shun tuvo la precaución de no volver a sentarse enfrente de Alma en público.
Gracias por leerme. Por favor, si te ha gustado, déjame una estrellita y un comentario. ¡Siempre anima a continuar escribiendo!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro