Cap 4 pt 2: Una conversación pendiente
Aquel domingo comenzó de una manera muy diferente al anterior. Abrió los ojos, intentando recordar dónde se encontraba. Desde luego, no en su cama. Parpadeó unas cuantas veces y por fin logró ubicarse: estaba en casa de Seiya y sus amigos. No sabía cuándo se había quedado dormida, pero tenía la certeza de haber aguantado dos películas y media como mínimo. Seguro que ni Shiryu había conseguido tragarse entera "Martyrs", por mucho que alardease.
Miró a su alrededor: Ikki estaba en un sofá individual, con los pies encima del kotatsu, roncando como una hormigonera; Seiya dormía en una silla, con la cabeza apoyada en la mesa y un cuenco de palomitas vacío entre las manos y Shiryu debía de haberse marchado a su dormitorio en algún momento de la noche. En el sofá quedaban Alma, Shun y Hyoga. Ella estaba reclinada en el hombro de Shun, cuya melena verde le hacía cosquillas en la frente, y tenía los pies sobre el regazo de Hyoga, que a su vez se las había ingeniado para estirar las piernas en el hueco que ella dejaba libre. No había ni rastro de Marie y Fer; Alma recordó, vagamente, haberlas oído pedir un taxi cuando terminó "Audition", mareadas y muertas de miedo.
Al tomar aire, sus fosas nasales se llenaron del delicioso olor cítrico del cabello de Shun. ¿Por qué tenía que ser tan asquerosamente perfecto? Así era imposible enfadarse con él... Se estiró con sigilo hacia su cuello, inspirando y sonriendo, feliz por haber pasado la noche a su lado, hasta casi rozar su piel con los labios...
Shiryu se asomó en aquel instante, con el pelo revuelto y vestido solo con el pantalón del pijama.
- Ah, estás despierta –susurró-. Iba a prepararme algo para desayunar, pero quizá podríamos despertar a estos gandules y tomar algo por ahí, ¿qué te parece?
- Esto... sí, claro, sin problema –respondió ella, volviendo rápidamente a su posición anterior e intentando no mirarle el torso. Sin duda, Shiryu también debía de haber sido deportista, a juzgar por su musculatura.
- ¡Arriba, espabilad! ¡Que nos vamos a desayunar! –gritó el cinéfilo, aporreando la mesa con ambas manos para acentuar su mensaje.
- ¿Comida? ¿Dónde? –Seiya despertó y saltó como un resorte, con los ojos abiertos de par en par.
A cinco manzanas del piso había una pequeña cafetería que servía buenos desayunos, así que fueron hasta allí caminando. Las cosas parecían haberse descongestionado entre Shun y Alma, que volvían a bromear juntos para tranquilidad de Ikki, a quien hacía feliz ver bien a su hermano. Comieron entre risas, comentando las películas del día anterior y destripándole a Shiryu el final de todas las que afirmaba no haber visto, en venganza por no haber dejado a Seiya poner "Ataque a los titanes". Después de desayunar, cuando llegaron de nuevo al edificio donde vivían los chicos, Alma miró la hora.
- Bueno, gracias por la velada de cine y por el desayuno, pero tengo que irme a casa. Mañana hay clase y no he repasado nada...
Seiya se ofreció a acercarla en coche, pero Hyoga intervino con tono serio:
- No, Seiya, es mejor que la lleve Shun; tienen una conversación pendiente.
Ante la categórica afirmación del rubio, él ofreció a Alma un casco y la llevó a casa en su moto, en medio de un silencio sepulcral. Ella no sabía de qué hablar ahora que estaban a solas y le daba vergüenza agarrarse a su cintura y él se sentía un poco cortado notando los pechos de la chica en su espalda cada vez que frenaba, así que para ambos fue un alivio llegar a su destino. Shun aparcó y, en voz baja, la invitó a dar un paseo. Llegaron hasta un parque, todavía callados y con los cascos en las manos, y se sentaron en la hierba, contemplando aquel domingo lleno de vida: jóvenes jugando con frisbees, familias paseando a sus perros, niños deslizándose por los toboganes...
- Perdona por haber sido tan borde–comenzó ella, mirando a lo lejos -. No me gusta que estemos distantes.
- No pasa nada. Supongo que los dos metimos la pata, pero me gustaría explicarte lo de Kitty, si te parece bien –con aquel tono implorante y esos ojazos, nadie podría negarle nada, pensó ella-. Es mi ex: estuvimos saliendo durante unos meses el año pasado, pero creo que ella estaba más enamorada de mí que yo de ella... No me entiendas mal, es una gran chica y me cae muy bien, pero yo no puedo darle lo que busca. Simplemente, no lo siento así. Llevábamos mucho tiempo sin vernos y, cuando se me echó encima, no supe reaccionar; supongo que no quise decepcionarla y me dejé llevar por el momento... Anoche se lo aclaré y creo que no le ha sentado muy bien, pero no puedo dejar que se forme falsas esperanzas –le dirigió aquella preciosa sonrisa y Alma sintió que su corazón se esponjaba de felicidad-. Ahora tú: ¿qué pasó con el "señor Lobo"? –hizo unas comillas con los dedos mientras se reía.
- Ehm... Esto... Es que... –no había manera de explicarlo sin descubrirse; las palmas de las manos se le humedecieron y notó las mejillas abrasadas por la vergüenza- Cuando Kitty y tú empezasteis a liaros, me quedé más colgada que una percha y me marché, me encontré a Ikki en el pasaje del terror, estuvimos charlando y una cosa llevó a la otra...
- Ya veo. Ikki es muy guapo, ¿verdad? No me extraña que te apeteciese besarle. ¿Y en qué punto estáis ahora? –su tono intentaba ser neutral, pero dejaba traspasar un ápice de amargura... ¿Estaba celoso?
- ¿Punto? ¡¿Qué punto?! ¡No estamos en ningún punto! –Alma movió las manos con nerviosismo- No pasó nada más ni va a pasar... él ya sabe... que a mí me gusta otra persona –le miró a los ojos como si fuese una náufraga y él el capitán del único barco a la vista.
- Oh, vaya, pobre Ikki... Bueno, siempre le quedarán Agnetha y Yoko, que son muy fans de sus pectorales... –proclamó, con tristeza fingida- Y a esa persona... ¿le gustas tú?
- Pues la verdad, no lo sé.
- Yo creo que deberías preguntárselo –opinó él, haciendo chocar juguetonamente su hombro contra el de ella.
- Tienes razón; debería mandarle un mensaje ahora mismo, ¿verdad?
- Sí, claro, ¿por qué no? –Shun parpadeó, sorprendido y temeroso del posible resultado del farol que se acababa de marcar.
La chica sacó su teléfono móvil y, cuidando que él no pudiese ver el destinatario ni el contenido, redactó el mensaje. Transcurrieron unos segundos interminables durante los cuales ambos contuvieron el aliento, pero finalmente Shun sintió el teléfono vibrando en su bolsillo y respiró con alivio al leer:
"Disimulas fatal, bésame de una vez", con dos hileras de emojis burlones.
- ¡Lo estoy deseando! –respondió de viva voz, levantando la mirada para encontrarse con los labios de Alma, que ya se le acercaba con tal ímpetu que ambos cayeron sobre la hierba bajo el sol de mediodía.
Shun llegó a casa a última hora de la tarde, aún más contento que de costumbre, se marchó directo a su dormitorio y se echó en la cama, preparado para soñar toda la noche con lo que había sucedido hacía apenas un rato.
No pudo contener las ganas de escribirle un último mensaje:
"Todavía estoy alucinando, gracias por el día de hoy."
La respuesta llegó en unos pocos segundos:
"Eres adorable, ya te echo de menos."
Sonrió al leerlo.
"Mañana me va a costar no besarte en mitad del aula, muñequita."
"Ni se te ocurra, chico guapo. Eres un caballero."
Un caballero... No se imaginaba cuánta razón tenía. Pero aquello era el pasado. Ahora era un estudiante de primer año de Medicina que se estaba enamorando de una compañera... Y se sentía mejor que nunca. Mandó un montón de besos y emojis como último mensaje y se levantó para lavarse los dientes y ponerse el pijama.
Bueno, queridas lectoras, como veis, Shun y Alma han hablado como seres racionales y a partir de aquí la cosa se va a ir poniendo calentita. Si no te gusta el Lime o el Lemon, no continúes leyendo e imagina que son como Ken y Barbie, criaturas asexuadas que se toman de la mano por toda la eternidad para mirarse a los ojos y tienen hijos por partenogénesis. En cambio, si disfrutas con ese tipo de temáticas, creo que no te defraudaré... A su debido tiempo.
Gracias por leerme. Por favor, si te ha gustado, déjame una estrellita y un comentario. ¡Siempre anima a continuar escribiendo!
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