Cap 3 pt 1: El pijama de los bajones
Despertó con un tremendo dolor de cabeza que le hizo alegrarse de ser abstemia, porque le habría resultado imposible soportarlo unido a una resaca. Se llevó la mano a la frente; la fiesta había resultado un fiasco, ojalá hubiese ido al colegio mayor con sus compañeras...
Había logrado aguantar el tipo delante de Shun y los demás hasta que pudo marcharse sin llamar la atención: bailó, charló y rio como si nada hubiese sucedido, aunque el estómago le dolía y solo tenía ganas de llorar.
Ahora, a solas en su apartamento, se subió la capucha en forma de vaca de su pijama de una pieza y se arrebujó bajo las mantas; era el más suave y gordito que poseía, su pijama de los bajones. Tenía hasta unos monísimos cuernos de peluche y un hocico regordete, seguro que a Shun le haría gracia, con esas manchitas tan simpáticas... Oh, el estúpido Shun. Otra vez él. Se preparó un té americano y volvió a la cama con la taza en una mano y el móvil en la otra. Sus amigas habían incendiado Instagram con las fotos de su fiesta: Agnetha abrazada a un chico disfrazado de vikingo, Yoko lamiendo sal del cuello de un pirata con un chupito de tequila en la mano, Agnetha y Yoko bailando el cancán... Alma sonrió, pese a su malestar. ¡Qué locas estaban esas dos! Pero el mundo las adoraba:
"A Shun99 y a 178 personas más les gusta esta foto."
Estúpido y sexy Shun. Las fotos que él había publicado también le aparecían en su feed: el grupo al completo haciendo el signo de la victoria, Shun subido a hombros de Ikki, una panorámica de las guirnaldas con la casa del terror al fondo... Sabía que no debía cotillear, pero era inevitable:
"14 Me gusta"
A partir de ahí, no fue difícil descubrir el perfil de la chica rubia, pues lo tenía configurado como público y era una usuaria muy activa: además de sus posados en bikini durante las vacaciones o sus cenas en restaurantes, había más de veinte fotos de la fiesta, muchas de ellas abrazada a Shun o besándole la mejilla, con etiquetas como #loveforever, #gfbf y #teamo. Alma rompió a llorar. Entró en el perfil de Shun y buscó alguna foto con aquella chica, sintiendo alivio al ver que tenía que remontarse a algo más de un año atrás para encontrarles juntos, compartiendo un helado en un centro comercial. #iscreamforicecream, #foodporn, #shunxkitty.
Estúpido y sexy Shun, con aquellos ojos de cachorrito y esos hombros marcados. Estúpida Kitty, tan guapa y segura de sí misma. Había que reconocer que hacían un parejón. Podrían tener bebés de anuncio. #shunxkitty... #shitty, pensó ella, y rio entre dientes, sintiéndose como una villana de telenovela ante su ocurrencia.
Encendió la videoconsola y se entretuvo jugando un par de horas; sus compañeros de equipo nunca la habían visto tan agresiva y decidida. Cuando se cansó de destrozar todo lo que se cruzaba en su camino, dejó la partida y se metió en la ducha. El agua caliente le aclaró un poco las ideas: no solo no tenía derecho a enfadarse con Shun por estar saliendo con la tal Kitty, encima se había enrollado con su hermano. Es más, era idiota, porque en parte lo había hecho por despecho. Ahora había quedado fatal ante Shun y encima Ikki podría sentirse utilizado; si alguna vez había tenido la más mínima oportunidad con Shun, la había cagado del todo. Sintiendo un peso enorme en el pecho, cogió el teléfono para escribirle, pero no se atrevió; sin embargo, el móvil hervía de notificaciones: Seiya había creado un nuevo grupo llamado "Halloween, hay que decirlo más" y parecía que todos estaban tecleando por sus vidas:
Seiya: ¡Vaya fiestón anoche! Me duelen los pies de bailar.
Fer: Pues si llegas a llevar tacones, estarías muerto.
Seiya: xD.
Ikki: Bailas como el culo.
Seiya: Al menos yo me muevo, tú eres como una farola.
Fer: ¡Una farola con colmillos!
Kitty: Jajajajaja. Shunny debería daros clases de baile a todos.
Y así doscientos mensajes más que ni miró; se moría de ganas de leer los de Shun, pero se obligó a sí misma a silenciar las notificaciones y salió a correr para despejarse. Con su lista preferida de canciones y el volumen al máximo, se dedicó a sudar sus preocupaciones hasta que una tormenta desmesurada comenzó a descargar sobre su cabeza. Sentada en un banco del parque, se echó a llorar. Y lloró hasta que no le quedaron más lágrimas.
Gracias por leerme. Por favor, si te ha gustado, déjame una estrellita y un comentario. ¡Siempre anima a continuar escribiendo!
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