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Cap 22: Brasil os sienta bien

Shiryu y Shunrei estaban de viaje de novios en Natal, disfrutando de sus primeros días de casados gracias a la generosidad de Saori, que había decidido enviarles en su avión privado a conocer las playas de Brasil. Sin embargo, Seiya no se resignaba a no felicitar a su gran amigo en el día de su cumpleaños, así que había conseguido conectar con ellos por videoconferencia aquella noche, a pesar de las doce horas de diferencia horaria, no sin antes reunir a todos los demás frente al ordenador.

Después de un par de intentos fallidos, por fin las caras sonrientes de los recién casados aparecieron frente a sus amigos.

- ¡Shiryu, Shunrei! ¡Qué guapos estáis! ¡Brasil os sienta bien! ¿Qué tal lo estáis pasando? -saludó Shun, siempre agradable.

- ¡Hola! ¡Esto es precioso! –respondieron ellos, con el sol matinal a sus espaldas.

- ¡Felicidades, Shiryu! ¡No creas que te has librado de la fiesta, te la haremos a la vuelta! -Seiya no estaba dispuesto a perder ni una sola ocasión de celebrar algo.

- Madre mía, chicos, aún no me creo que estéis casados -admitió Alma.

- ¡Ni yo me creo que vosotros no lo estéis! -se la devolvió Shunrei con una carcajada- Y, por cierto, vaya chupetones llevas por todo el cuello... ¡Shun, sé más discreto! -Alma se subió el cuello de la camiseta, muerta de vergüenza, en un intento absurdo de ocultar las marcas que Shun y Hyoga le habían dejado durante sus juegos de fin de semana.

- ¡Shunrei! No digas tonterías... -intervino Shun, riendo, pero con las mejillas rojas.

- Tiene razón, Shun, no deberías hacer a Alma pasar este mal rato -le provocó Hyoga, guiñándole un ojo.

- También es verdad que los siguientes deberían ser Seiya y Saori -continuó Shunrei, en tono malicioso, sonrojando ahora al castaño-, al fin y al cabo, ella cogió el ramo...

- ¿No-nosotros?

- Seiya, no te hagas el disimulado, os vimos en la fiesta, se os nota un montón que estáis juntos -dijo Shiryu.

- Es verdad, ya lo sabemos todos, ¿a qué esperáis para hacerlo oficial? -inquirió Hyoga, con normalidad. Parecía dispuesto a pinchar a todos sus amigos.

- Bueno... -Seiya se rascó la cabeza, con aire abochornado-, nos daba un poco de corte después de tanto tiempo...

- ¡Pero es estupendo! Ahora solo nos falta emparejar a Hyoga e Ikki -Shunrei estaba encantada.

- ¿Entre ellos, dices? -bromeó su marido.

- Ikki, te vimos muy acaramelado con Seika durante la fiesta -recordó Shunrei-, ¿tú también tienes alguna noticia que darnos? -Seiya dirigió una mirada llameante a su amigo antes de desaparecer en la cocina.

- ¡No! Nos llevamos muy bien, pero nada más; no soportaría tener a este como cuñado, ¿os lo imagináis?

Seiya surgió por detrás de todos, llevando en la mano una tarta con un montón de velas encendidas:

- Y yo preferiría subir y bajar las escaleras del Santuario caminando sobre las manos... Cuidado, no os queméis. ¡Vamos a cantarle "cumpleaños feliz"!

- Madre mía, Seiya, es que no dejas pasar una -murmuró Shiryu, cubriéndose la cara con la mano.

- No seas muermo, mi amor -le reprendió Shunrei-, Seiya es tu mejor amigo y ya sabes que disfruta mucho en las fiestas.

Después de amenazar a Shiryu con todo tipo de planes disparatados para su cumpleaños y de desearles lo mejor durante su viaje, finalizaron la llamada y Seiya entregó a cada uno una porción de tarta, que degustaron sentados en torno al kotatsu.

- ¿Salimos un rato? -propuso el castaño- Es sábado, me apetece bailar...

- Por mí, sí -accedió Ikki-; dame media hora para ducharme y cambiarme y nos vamos.

- ¿En serio tenéis cuerpo para salir? Yo aún no me he repuesto de la boda de Shiryu... -confesó Shun con una sonrisa angelical.

- Lo tuyo es normal, te metiste con Alma en el dormitorio y no se os volvió a ver en todo el fin de semana... Mira cómo le has dejado el cuello, no quiero imaginarme el resto... -Seiya le apuntó con el dedo mientras recogía los platos y ella se sonrojaba hasta la raíz del pelo.

- Y sabemos exactamente lo que estabais haciendo... -dijo Ikki.

- Ahora que lo pienso, Hyoga también desapareció -rememoró Seiya, pensativo-. A lo mejor estaban los tres juntos... -bromeó, estallando en una gran carcajada compartida por Ikki y por Hyoga.

Sofocados, Alma y Shun se sumaron a las risotadas generales, acentuadas cuando Hyoga, con su habitual deje de glacial indiferencia, dejó caer:

- Claro que lo estábamos, ¿no veis cómo se han puesto de rojos cuando lo has dicho?

- ¡Ya me parecía! -Ikki retiró los vasos para llevarlos a la cocina, sin dejar de reír la broma de su amigo- Por cierto, Tatsumi estuvo buscándoos un buen rato, creo que alguien le dejó el pie como una tarrina de helado...

- Se lo ganó a pulso, el muy idiota. Solo me arrepiento de no haberle congelado la calva -comentó el rubio al tiempo que limpiaba la mesa y lanzaba un beso a Alma y Shun disimuladamente.

Por debajo del kotatsu, la mano de Shun se deslizó hasta posarse en el muslo de su novia, que miró al infinito y esbozó una sonrisa distraída mientras susurraba:

- Se nos va bastante la cabeza...


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