Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap 21 pt 3: Pasaremos así todo el fin de semana

Todo sucedía con una lentitud onírica: sin parar de besarla, Hyoga le pasó un brazo por la nuca y el otro por la cintura, ayudándola a sentarse; a su derecha, Shun la sujetó por la barbilla para despejar el camino a su cuello mientras le acariciaba los pechos por encima del vestido, hasta conseguir que sus pezones se erizasen de placer. Se dejó llevar, perdida en aquella realidad que parecía inventada, sintiendo las manos de ambos chicos deslizarse sobre su piel, desde los tobillos hasta los hombros.

Hyoga se desabotonó la camisa con parsimonia y ella terminó de retirársela, mirando aquellos gélidos ojos azules y pensando que debía de haber hecho algo muy importante en vidas anteriores para merecer estar ahí con dos chicos de semejante atractivo. Se giró para besar a Shun, jugando con su lengua una y otra vez, y después, movida por un instinto desconocido, le empujó suavemente hacia el rubio. Sin dudarlo, Hyoga abrió la boca y comenzó a devorar la de su amigo mientras Alma les observaba, extasiada. Pero no estuvo sin atenciones mucho tiempo: enseguida, se volvieron hacia ella, perdiéndose los tres en un nudo de labios, lenguas y dientes que empezaba a arrancarles jadeos y gemidos.

Alma no conseguía pensar en nada. Notó que un par de manos le bajaban las bragas mientras la reclinaban en la cama, con las piernas abiertas y dedos y lenguas por doquier. Ya no sabía quién de los dos le besaba qué parte del cuerpo: toda su piel se había convertido en una inmensa zona erógena, su ser entero reaccionaba a cada estímulo. Sintió una serie de suaves mordiscos en sus labios vaginales y, por fin, la caricia de una lengua ardiente sobre el clítoris, que le hizo gemir y retorcerse. Una boca contra la suya la silenció: era Shun, que le sonreía con aire travieso:

- ¿Te gusta? -ella solo asintió- ¿Y a ti, Hyoga?

- Es el postre perfecto -dijo él, besándole para darle a probar los fluidos de Alma de su propia boca.

Relamiéndose, Shun la colocó a gatas sobre la cama para tener mejor acceso a sus zonas sensibles y, como si ambos se hubiesen puesto de acuerdo, la atacaron por turnos, lamiéndola de arriba abajo una y otra vez y besándose entre ellos, hasta que el temblor de las piernas de Alma les anunció su primer orgasmo. Arqueó la espalda y dejó escapar un grito, mientras el rubio penetraba en su vulva con la lengua tan profundamente como le era posible y Shun le frotaba el clítoris con dos dedos. Con la respiración agitada, se desplomó sobre las sábanas, sonriendo.

- A-ahora... os haré disfrutar yo -alcanzó a decir.

- Llevo meses esperando oír esas palabras –Hyoga se echó en la cama junto a ella.

Con una expresión maliciosa, Alma le quitó los pantalones y la ropa interior.

- ¡Hey, eres rubio natural, después de todo! -bromeó, pasándole las uñas por el vello púbico y besándole el cuello.

Con un jadeo, él apretó más los dedos de la chica en torno a su erección. Shun atenuó las luces, se deshizo de su ropa y guio con suavidad la cabeza de Alma para que le diese placer. Ella engulló su miembro, sin dejar de masturbar a Hyoga, que no tardó en acomodarse para colaborar con ella.

Ahora era Shun quien gemía, sintiendo los labios y las lenguas de los otros dos pugnando por darle placer. Intentó apartarse antes de perder el control, pero le sujetaron, impidiéndoselo, y continuaron lamiendo y succionando por turnos hasta que alcanzó el clímax, completamente sonrojado. Contempló las caras que acababa de ensuciar, mientras ellos compartían las últimas gotas de su premio en un beso interminable, y después les sujetó del pelo para hacerles separarse y se dirigió a Alma:

- Cómele la polla a mi amigo como acabáis de hacer conmigo.

Excitada al oírle emplear aquel lenguaje, ella asintió; Hyoga se situó al borde de la cama para tomarla por la barbilla y Shun se colocó tras ella y, sin más preámbulos, la penetró y comenzó a darle con energía. Le gustaba la sensación de compartir a su chica con su amigo, pero le gustaba aún más ver lo mucho que ellos dos lo estaban disfrutando. No podía reprimir un escalofrío de puro placer cada vez que sus ojos se cruzaban con los de Hyoga, que respiraba agitadamente, con la trenza de Alma enrollada en torno a su muñeca derecha, al tiempo que ella recibía su falo en la boca.

- Shun... -murmuró ella cuando paró para tomar aire-, quiero follarme a Hyoga...

- No creo que él se niegue -respondió, animándola con un azote y retirándose.

El aludido se tumbó y, con una sonrisa perversa, extendió la mano hacia Alma, que se situó sobre él, se quitó el vestido, mirando a su novio una vez más, e inició un movimiento pausado, mientras Shun la besaba y él la sujetaba por las caderas. Se sentía bien: todo sucedía con fluidez entre ellos, como si fuese lo más natural. Shun le posó la mano en la espalda, obligándola a recostarse sobre el pecho de su amigo, y le regaló otro par de palmadas y unas palabras que acrecentaron su deseo:

- Me gusta ver cómo te follas a Hyoga... Quiero que le eches un polvo que no pueda olvidar jamás...

- Joder... -musitó él- Voy a soñar con esto cada noche...

- Bien, porque no hemos hecho más que empezar –

Con un destello morboso en sus ojos verdes, metió los dedos en la boca del rubio y, una vez bien mojados, los deslizó entre las nalgas de su novia, llevándolos a la entrada que quedaba libre. Ella dio un respingo al notar la intromisión, pero Hyoga la sostuvo por la espalda y la cintura. Shun hizo caer un hilo de saliva que extendió con su propio miembro y, con cuidado, apuntó y presionó. Los otros dos se quedaron quietos, a la espera de un nuevo avance por su parte.

- Muñequita, ¿sigo? -le preguntó, acariciándole la nuca.

- Sí... quiero hacerlo con los dos a la vez... -Hyoga jadeó al oírla y Shun se relamió.

Ayudándose de unas gotas de lubricante, empujó un poco más, sin dejar de observarla. La encontraba más hermosa que nunca, con la trenza medio deshecha y la boca entreabierta, abrazada por Hyoga, que le besaba la frente para ayudarla a relajarse y habituarse a la sensación de ser doblemente penetrada. Los dos chicos se sonrieron con complicidad. Según iba adentrándose en el cuerpo de Alma, la oía suspirar, inmóvil, y notaba la presión que la erección del otro ejercía, estrechando aquella vía de una forma deliciosa. Por fin, tras unos segundos que se le antojaron eternos, consiguió hundirse hasta el fondo y ambos comenzaron a moverse alternativamente; como si volviese a la vida de pronto, ella irguió la cabeza y dejó escapar una sola palabra:

- Sí...

Volvió a recostarse en el hombro de Hyoga, ronroneando de placer, mientras ellos se acoplaban uno al otro en sus embestidas, cuidando de no lastimarla. Supieron que habían encontrado la sincronía perfecta cuando los gemidos de Alma se intensificaron y sus manos arañaron las sábanas. En respuesta, los chicos se apretaron aún más contra ella, jadeando y resoplando.

- ¿Te gusta? -preguntó Hyoga en un susurro.

- Es el cielo... -respondió ella, con los ojos cerrados.

- Hay... un hueco tuyo que no he probado todavía... -ella le besó, asintiendo- Shun... Me muero por hacérselo por detrás a tu novia...

- Si ella quiere, te cambio el sitio, pero cuando me corra... Quiero dejártelo relleno -propuso él-. ¿Te apetece que Hyoga te dé por el culo, Almita?

- Lo estoy deseando... -murmuró ella.

Shun incrementó el ritmo y la fuerza de sus movimientos, acercándose al orgasmo con la visión de la espalda de su novia perlada de sudor entre los brazos de su amigo, y al fin estalló con un gruñido, entrando en ella tan profundamente como le era posible. Con lentitud, se retiró y sonrió al contemplar el delgado hilo de esperma que escurría entre las piernas de Alma hacia los testículos del rubio.

- Cuando quieran, señores.

Ofreció la mano a Alma para ayudarla a incorporarse y ella se echó de lado en la cama, de espaldas a Hyoga, que le levantó una pierna en busca del ángulo adecuado y la penetró sin dificultad. En sus labios apareció una sonrisa idéntica a la de Shun al sentir aquel pequeño conducto completamente lubricado con la corrida de su amigo.

- Joder, Shun, esto es una puta maravilla -afirmó, con voz ronca.

- Para mi mejor amigo, solo lo mejor -dijo él, besando a ambos antes de salir al baño a asearse un poco.

Cuando volvió, los encontró en la misma postura, haciéndolo despacio, con las bocas juntas para ahogar los gemidos que a ambos se les escapaban.

- No sé qué me flipa más... si ver cómo lo hacéis, o hacerlo con vosotros -admitió.

Se agachó frente a ellos, observando cómo Hyoga entraba y salía del culo de Alma y comenzó a lamerle el clítoris, abusando de la ventaja de conocer todos sus puntos débiles y su ritmo preferido. Ella se estremeció al sentir su lengua y le acarició el pelo, elevando progresivamente el tono de sus ardientes gemidos hasta que llegó al clímax por segunda vez.

- Dios, me vuelvo loco oyéndote... -dijo Hyoga- No tardaré mucho...

Permitió a Alma bajar la pierna que le había estado sujetando y llevó la mano a sus pezones, lo cual la hizo temblar, todavía en las postrimerías del orgasmo. Notando cómo cada empujón le situaba más y más cerca, ante la morbosa mirada de Shun, la embistió una última vez y se quedó rígido, vaciándose en ella y estremeciéndose por la intensidad de su propio placer. Alma llevó un brazo hacia atrás para acariciarle el cuello y el cabello, mientras él y Shun, recostado delante de ella, la besaban con ternura. Agotados por todas las vivencias de aquel día, cayeron rendidos sin siquiera cambiar de postura sobre las sábanas.

En algún momento de la madrugada, Alma abrió los ojos, abrazada por los dos, y sonrió al recordar lo que había pasado apenas unas horas antes. Exhausta, pero feliz, volvió a adormecerse enseguida, con los labios de Shun sobre la frente y el cálido aliento de Hyoga en la nuca.

Despertó a primera hora de la mañana, al sentir mojados el cuello y los hombros. Eran los chicos, que, con las cabezas aún húmedas tras una ducha, habían decidido retomar el juego en el punto en que lo habían dejado por la noche.

- ¿Qué hacéis? -preguntó ella, intentando abrir los ojos.

- ¿No es evidente? Despertarte -respondió Hyoga, mordiéndole la barbilla.

- De acuerdo, pero dejad al menos que yo también me duche.

- No tardes o empezaremos sin ti -le advirtió Shun, guiñándole un ojo.

No mentía: cuando volvió, les encontró besándose mientras se masturbaban mutuamente. Les miró en silencio, sin celos, feliz de compartir a su novio con alguien importante para él, e intentó cerrar la puerta para darles algo de privacidad, pero Hyoga la oyó y le hizo un gesto para que se uniese a ellos.

- ¿Te duele, Almita? -preguntó cuando la tuvo a su lado, acariciándole los glúteos.

- Pues no, y todavía puedo caminar... -bromeó.

- Entonces, juega con nosotros un rato...

- La verdad es que anoche se nos fue bastante la cabeza -comentó Shun al agarrarle la cintura para besarle el cuello.

- Y se nos va a ir más... -afirmó ella.

Con aire de niña a punto de cometer una travesura, murmuró algo en el oído de Shun, que dejó escapar una risita y asintió.

- Eh, ¿qué estáis planeando? -preguntó Hyoga, justo antes de que Alma le silenciase con su boca.

Entre los dos, echaron al rubio en la cama y se situaron uno a cada lado, masturbándole y acariciándole mientras él les abrazaba y gemía, dedicado solo a disfrutar, hasta que su miembro estuvo completamente erecto y las primeras gotas de líquido preseminal hicieron brillar el glande. Ella las lamió y se las ofreció a su novio en un fogoso beso cuya visión provocó un escalofrío a Hyoga.

- Estoy tan cachondo que casi me duele -confesó, con los ojos entornados.

Shun, con aquella expresión en la cara que los otros dos estaban aprendiendo a temer, empujó a Alma en el colchón y le abrió las piernas.

- Toda tuya, amigo mío.

Hyoga no se hizo de rogar: se situó sobre ella, que a esas alturas estaba tan excitada como él, la penetró de una estocada, entrando con fuerza, jadeando y disfrutando una vez más de la sensación de estar con la novia de su amigo mientras él les observaba. Probando distintos ángulos, encontró uno con el que presionaba el clítoris de Alma en cada estocada y se centró en él, hasta que notó algo frío cayendo entre sus nalgas. Era Shun, que, con los dedos untados en lubricante, había decidido preparar a Hyoga aprovechando sus propios movimientos de vaivén.

- Shun, tienes mucha manía de sodomizar a la gente sin avisar -bromeó el ruso, todavía un poco tenso por la sorpresa.

- Lo hablaré con mi terapeuta...

Con cuidado, continuó introduciendo primero uno y luego dos dedos entre las piernas de su amigo, que se mordía el labio sin dejar a su vez de embestir a Alma.

Cuando le notó suficientemente dilatado, Shun sustituyó los dedos por su pene y le sujetó por la cintura para que se detuviese un instante. Con la mano libre, apuntó y empujó con suavidad, metiendo apenas el extremo y arrancando un jadeo al rubio.

- Te va a encantar -le susurró Alma al oído mientras le acariciaba el pelo-, Shun te lo va a hacer muy bien...

Los tres permanecieron quietos y en silencio, hasta que Hyoga llevó la pelvis hacia atrás, dando a Shun permiso para continuar; él untó un poco más de lubricante a lo largo de su erección y logró introducir todo el glande.

- A tu ritmo, patito -dijo, instándole a seguir.

Despacio, Hyoga retomó su movimiento, de manera que al avanzar penetraba a Alma y al retroceder era él mismo quien hacía que el miembro de Shun se hundiese más y más profundamente en su interior; con un poco de esfuerzo, en un par de minutos fue capaz de alojarlo entero y sonrió, orgulloso de sí mismo.

- Ahora me toca -anunció Shun, embistiendo a su amigo y transmitiéndole el impulso con el que él, a su vez, hacía gozar a Alma.

Durante varios minutos, el único sonido que se escuchó en aquel dormitorio fueron los gemidos de los tres jóvenes, que, acoplados por fin en un ritmo adecuado para todos, habían perdido la noción del tiempo y cualquier preocupación por el mundo exterior. Alma, cuyos dedos estaban entrelazados con los de Hyoga, sentía que aquello era más de lo que podía soportar: sepultada bajo los cuerpos de los dos chicos y con sus tobillos sujetos en alto por Shun, apenas podía moverse, pero la visión de aquellas caras crispadas de placer y el roce sobre su clítoris en cada acometida la excitaban tanto que sabía que no tardaría en llegar al orgasmo. Shun, que la conocía bien, se apercibió de ello en cuanto sus miradas se cruzaron y agarró a Hyoga del pelo para asegurarse de que no perdiese detalle:

- Mira cómo se corre mi novia mientras te la tiras... Te está apretando la polla, ¿verdad? -él solo asintió.

- No puedo evitarlo... -murmuró ella entre gemidos, liberándose de las manos de Hyoga para clavarle las uñas en los costados, con los ojos cerrados y el gesto tenso.

- Joder, vais a matarme entre los dos -jadeó el ruso, notando el primer latigazo de su propio orgasmo.

Las últimas contracciones del clímax de Alma dieron paso al comienzo del de Hyoga, que la besó, llegando con la lengua y con su miembro tan dentro como le era posible, y continuó mordiéndole la boca sin parar mientras intentaba recuperar el aliento. Shun esperó hasta que ambos estuvieron algo más calmados y, entonces, apretando la cintura de Hyoga entre los dedos con tal fuerza que le marcaba la piel, le embistió sin darle tregua hasta que él también se corrió.

- Ya os dije que se nos iba a ir más la cabeza... -vocalizó Alma, a duras penas, mientras Shun se echaba junto a ella.

- Pasaremos así todo el fin de semana -respondió Hyoga, en un susurro, con la cabeza apoyada sobre su pecho.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro