Habían transcurrido varias semanas desde su llegada y Alma se sentía ya integrada en la facultad. Además de Shun, Agnetha y Yoko, había conocido a varios alumnos y alumnas con los que formaba una pequeña piña de ayuda mutua, pero, para ella, el más especial seguía siendo Shun. Estar con él era como pasear por la playa en un día de verano, emanaba una calma diferente a todo lo que había visto.

A veces, durante alguna clase particularmente pesada, se sorprendía a sí misma mirándole, fascinada por sus facciones perfectas: su cabello verde oscuro, largo y suave; sus ojos cambiantes según la luz, y su complexión delgada pero atlética. Apenas era unos centímetros más alto que ella, para nada aparentaba su edad, ni por su físico ni por su carácter vital y dulce que encandilaba a todos sus compañeros. Sin embargo, a la hora de estudiar, era muy organizado, serio y concienzudo. Alma había memorizado su gesto de concentración: sacaba la lengua entre los labios y agitaba el bolígrafo con dos dedos como si fuese una pequeña hélice. Era adorable.

Shun se giró y la pilló in fraganti:

- ¿Qué miras, chica nueva?

- Nada, abuelito -los dos rieron con disimulo y devolvieron su atención a la lección de embriología.

Todo el campus se preparaba para celebrar Halloween: en los tablones de anuncios, coloridos carteles promocionaban las fiestas organizadas por las diversas facultades y colegios mayores; el tema estrella de conversación eran los disfraces y los planes para esa noche y los alumnos más entusiastas lucían desde hacía varios días prendas conmemorativas de su fecha favorita del año.

Alma llevaba unos pendientes de murciélagos, cuya purpurina negra brillaba al sol. Shun se acercó para observarlos:

- ¡Qué monada! Son súper kawaii, bueno, como toda tú -dijo, con su gran sonrisa, mientras le rozaba la oreja para tocar el pendiente. Durante unos segundos, ella no supo qué responder. Se ruborizó y bajó la cabeza; era la primera vez que Shun le hacía un cumplido tan directo-. ¿Ya has hecho planes para Halloween? Creo que Yoko y Agnetha van a la fiesta de su colegio mayor, ¿vas a ir con ellas?

- Ehm... Esto... Pues aún no lo sé, no he decidido nada. ¿Qué harás tú?

- He quedado con Hyoga y unos amigos para ir a la fiesta que organizan los de Arquitectura. Sus fiestas tienen fama de ser las mejores de todo el campus. ¿Por qué no vienes con nosotros?

- Me da un poco de corte, no conozco a tus amigos...

Shun rodeó los hombros de la chica con aire jovial:

- Venga, conoces a Hyoga, le caes fenomenal desde que me llamaste "friki". Mis amigos son muy divertidos, lo pasaremos bien. Y a mí... me gustaría celebrar Halloween contigo -la miró a los ojos.

- Bueno, si insistes...

- ¡Genial! ¡A preparar los disfraces! ¡Va a ser un fiestón!

Alma volvió a casa flotando: iba a ir a su primera fiesta universitaria ¡y con Shun! Vale, era un plan de amigos, habría más gente, pero lo importante era que él estaría allí. Se pasó la tarde pensando en su disfraz: la fiesta era al día siguiente, sábado, y todavía tenía que comprar algunos detalles y elegir el maquillaje.

El sábado por la mañana recibió un mensaje de Shun:

"Dime que ya tienes todo preparado. ¡No puedo esperar a esta noche! ¿Nos vemos a las siete en la salida del Metro?"

Alma sonrió y se mordió el labio.

"¡Pues claro! Lo estoy deseando. Halloween mola demasiado."

Los nervios apenas le dejaron comer. Intentó dar una cabezada para llegar descansada, pero no consiguió relajarse, así que a las cuatro comenzó a arreglarse y a las siete en punto estaba en la boca del metro, rodeada por decenas de jóvenes vestidos con los disfraces más variopintos, dispuesta a pasarlo como nunca.

Echó un vistazo a su alrededor, buscando a Shun, sin éxito, hasta que sus ojos se detuvieron involuntariamente en un zombi que caminaba entre la gente, con la piel maquillada en diversos tonos de gris, el pelo cardado y grandes manchas de sangre artificial. No sabría decir si era un chico o una chica, pero, aun con aquellas pintas, era una belleza. Sus enormes ojos estaban enmarcados por unas ojeras moradas y sus labios, entreabiertos en un gesto de duda. Sus piernas eran largas y esbeltas y, cuando le dio la espalda, Alma pudo admirar su trasero, ceñido en unos vaqueros oscuros llenos de desgarrones. Con esfuerzo, apartó la mirada y se giró para seguir buscando.

- ¡Alma! -escuchó la voz de su amigo antes de localizarle entre la multitud. El zombi se le acercaba saludando.

- Shun... ¿Eres tú?

- Sí, ¿qué te parece mi disfraz? -los rotos estratégicamente dispuestos de su camiseta andrajosa dejaban al descubierto parte de sus trabajados hombros y la silueta de sus brazos fibrosos, pero el peinado y el maquillaje le daban un aire más andrógino de lo habitual que hizo a Alma ser consciente de cuánto le gustaba esa ambigüedad que a veces dejaba entrever con su sonrisa y su aire algo aniñado. Shun le parecía único, masculino de una manera despreocupada, sin necesidad de exhibir lo "macho" que era, como tantos otros chicos, y expresando sus emociones sin miedo a lo que los demás pudiesen pensar.

- Estás genial. Con el pelo así, eres como el hijo secreto de Elvira y Johnny Bravo -bromeó ella, todavía un poco conmocionada, toqueteándole un mechón.

- ¡Pero bueno! Pues tú pareces la final girl de una peli slasher...

Ambos se echaron a reír y él la tomó de la mano para guiarla entre el gentío hasta una zona más despejada de la avenida, donde les esperaban los amigos de Shun. Alma reconoció a Hyoga, con pijama sanitario verde, mascarilla y un bisturí ensangrentado en la mano como un cirujano psicópata.

- ¡Hola, Hyoga! ¡Qué guapo estás!

- Eh, ¿más que yo? -Shun hizo un mohín coqueto.

- Es imposible estar más guapo que tú, abuelito... -la chica rio con gusto.

- Pues tú tampoco estás nada mal -contestó el rubio, mirándola con admiración y haciéndola sonrojar. Ella había cambiado los vaqueros por una falda de colegiala, cinturón de tachuelas, top corto, medias rotas y botas de hebillas. Como complementos, colmillos falsos, largas uñas postizas y una diadema con orejitas para convertirse en una temible mujer lobo, pero ahora que lo pensaba, parecía más bien un remedo de Clawdeen Wolf.

- Estos son Shiryu y Seiya -cortó Shun, señalando a los chicos que estaban junto a ellos. Shiryu, el del pelo largo, estaba disfrazado de Wally con gruesas gafas de pega incluidas, y Seiya, un castaño con aire gamberro, llevaba un uniforme de boy scout y un pañuelo azul anudado al cuello.

- ¡Hola! Encantada de conoceros, yo soy Alma.

- Ya lo sabemos -respondió Shiryu con una sonrisa-, Shun lleva todo el semestre hablando de ti -Shun le fulminó con la mirada.

- Bueno, venga, Village People, vámonos, ¡que nos espera la fiesta! -con un gran salto, Seiya les hizo ponerse en marcha mientras todos se tronchaban con su ocurrencia.

El grupo, liderado por el entusiasta Seiya, pasó bajo la gigantesca pancarta suspendida entre dos cipreses que daba la bienvenida a los jóvenes que llenaban los jardines de la facultad de Arquitectura y pronto se encontró en el núcleo del ambiente. La música sonaba al volumen adecuado para bailar en el centro del jardín, convertido en pista de baile; en el perímetro, varias mesas con bebidas y aperitivos atraían a quienes querían sentarse a tomar algo y hablar con más tranquilidad. Los árboles estaban decorados con decenas de globos naranjas y violetas y guirnaldas luminosas, otorgándole a la celebración un aire un poco bohemio que contrastaba con el supuesto espíritu terrorífico de la fecha.

Seiya les guio hasta un hueco entre dos mesas para charlar mientras bebían unos refrescos. Alma estaba encantada con sus nuevos amigos y su primera fiesta universitaria, pensando en cuánto se les notaba que eran de primer año por lo flipados que estaban.

- ¡Vamos a bailar, Almita! -Shun la agarró por el brazo, sacándola de sus cavilaciones, y la llevó hasta la pista.

https://youtu.be/DkeiKbqa02g

El chico zombi se movía bien. Bailaba sin inhibiciones, con los brazos por encima de la cabeza, rodeándola por la cintura, dando vueltas con ella sin preocuparse de nada ni nadie, absolutamente sumergido en la diversión.

Something in you lit up heaven in me
The feeling won't let me sleep
'Cause I'm lost in the way you move, the way you feel...
One Kiss is all it takes
Fallin' in love with me
Possibilities
I look like all you need
(Dua Lipa y Calvin Harris, "One Kiss")

Esa alegría contagiosa parecía ser su estado natural. Alma se sentía hipnotizada por su encanto y por su fachada de ingenuidad y permanente alegría; se dio cuenta de que, por mucho que se negase a reconocerlo, se moría de ganas de besarle... Bailaron, cada vez más juntos, hasta que, decidida a dar el paso, dejó a un lado la timidez y le echó los brazos al cuello, con el corazón latiendo como un tambor.

- Shun, yo...

En ese momento, a la vez que Alma se acercaba a él con una deliciosa expresión de entrega en sus ojos violetas, Shun sintió que alguien le apartaba de ella con una fuerza inusitada. Se giró y se encontró de frente con una chica de cabello dorado, que le abrazó, invadiendo todo su campo visual.

- ¡Shunny, cariño! ¡Cuánto tiempo! –y, sin más, le besó con pasión, sujetándole la cara entre las manos.

Alma abrió los ojos como platos mientras Shun se alejaba, arrastrado por la rubia, que le besaba sin parar ni para coger aire, y se quedó unos segundos allí, sola, rodeada de gente que bailaba, sintiéndose completamente estúpida. Así que Shun tenía novia y ella no sabía nada... Había estado a punto de... Pero ¿por qué no le había contado que tenía pareja? ¡Eh, un momento! ¡Qué tonta! Él no tenía por qué contarle nada de su vida personal, solo eran amigos y ella había malinterpretado sus atenciones, se había ilusionado y había llegado a sentir algo más por él... Con los ojos llenos de lágrimas, salió de la zona de baile, intentando pasar inadvertida para salvar lo que le quedaba de dignidad.

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