Un Héroe
Capítulo 12
El resplandor azul de las pantallas iluminaba el laboratorio. El zumbido de los equipos era constante y llenaba el aire. La luz tenue de las lámparas colgantes proyectaba sombras alargadas sobre las mesas llenas de herramientas, componentes electrónicos y pantallas parpadeantes con datos incomprensibles para cualquiera fuera de nuestra familia. Las estanterías estaban abarrotadas de piezas metálicas, circuitos y herramientas de precisión, en conjunto de un aroma a aceite y metal caliente que se mezclaba con el inconfundible olor a café que siempre acompañaba nuestras largas noches de trabajo. Mi padre estaba inclinado sobre una consola, sus gafas reflejaban líneas de código que desfilaban rápidamente sobre ellas.
Me acerqué, sosteniendo una taza de café humeante.
—Gracias, Bulma —dijo, tomando la taza sin apartar la vista de la pantalla.
Observé los datos que se desplegaban ante nosotros. Las líneas de programación eran intrincadas. Habíamos pasado semanas descifrando y replicando cada detalle. Me acerqué a la mesa que estaba a su lado para revisar una serie de circuitos. Mis manos se movían con destreza, conectando cables y ajustando pequeñas piezas del proyecto que teníamos en nuestras manos, pero mi mente estaba lejos, atrapada en el peso de lo que habíamos decidido hacer.
—Papá —dije, rompiendo el silencio y sin apartar la vista del circuito—. ¿Crees que tomamos la decisión correcta?
Mi padre hizo una pausa, y oí como sus manos se detuvieron sobre el teclado. Pude sentir su mirada fija en mí, aunque no giré para encontrarme con sus ojos.
—No lo sé, Bulma —respondió finalmente, con un tono de voz que delataba la misma incertidumbre que me carcomía por dentro—. Pero si alguna vez llegara a ser necesario, al menos estaremos preparados. Nunca creí que hubiera alguien más inteligente que yo... Esos doctores... creo que habían descubierto algo que podía cambiar el mundo, evolucionarlos si así lo deseaban.
—¿Crees que será suficiente? —pregunté, sabiendo que cualquier mínimo error podría cambiar nuestros planes.
Mi padre asintió.
—Hemos asegurado cada bit de información. Si algo llegara a suceder, podremos... ya sabes.
Miré hacia la cápsula abierta en el centro del laboratorio, vacía pero preparada. Las luces intermitentes alrededor de ella parecían latidos, esperando despertar algo en su interior.
—Es arriesgado —comenté, recordando las advertencias y los peligros asociados.
Él sonrió, esa sonrisa tranquila que siempre me había reconfortado.
—Lo sé, pero a veces, las decisiones difíciles son necesarias. Nunca se sabe cuándo podríamos necesitarlo.
Asentí, comprendiendo la gravedad de nuestras acciones. Era un peso, uno que conllevaba una responsabilidad y que enmarcaba una tensión que se unía a la mismísima electricidad del laboratorio.
—Bueno, al menos estamos preparados —dije, buscando optimismo en mis palabras.
Me mordí el labio. Era un gesto que había adquirido con los años cada vez que algo me inquietaba. La idea de estar "preparados" era tan vaga como inquietante. Sabía exactamente a lo que se refería, pero el hecho de que ninguno de los dos lo mencionara en voz alta solo hacía que la situación pareciera más siniestra.
—El proceso fue... más complicado de lo que esperaba —continuó mi padre, tomando un sorbo de su café y volviendo a enfocar su atención en la pantalla—. No sé si seremos capaces de replicar todos los componentes con la misma exactitud.
Asentí. Yo era consciente de las implicaciones de sus palabras. La tecnología con la que trabajábamos era sofisticada, más allá de lo que cualquier otra persona en la Tierra podría imaginar. Habíamos logrado copiarlo todo, o al menos, casi todo. Sin embargo, había detalles que escapaban incluso a nuestra comprensión, detalles que podían hacer que todo nuestro esfuerzo fuera en vano, si alguna vez nos viéramos obligados a... activarlo.
—Lo importante es que logramos conservar la información esencial —dije, intentando sonar más segura de lo que realmente estaba—. Siempre podemos hacer ajustes si... bueno, si es necesario.
Mi padre asintió con lentitud. Le miré con una sonrisa nerviosa, viendo el reflejo de los códigos que parpadeaban moviéndose con rapidez, pero él los seguía con la misma calma que había tenido toda su vida, una calma que envidiaba en momentos como este.
—El archivo de memoria se ha transferido correctamente —dijo él, casi en un susurro—. Al menos, esa parte está segura.
Sentí un escalofrío recorrerme la espalda. No quise pensar en lo que significaba tener ese archivo guardado, escondido en lo más profundo de nuestros servidores, como un testimonio de lo que habíamos hecho. Mis ojos se desviaron otra vez hacia la cápsula metálica en el rincón del laboratorio. No había nada visible que indicara su contenido, y sin embargo, sabía exactamente lo que se encontraría dentro.
—Papá, si algo sale mal... —mi voz tembló un poco, pero lo disimulé con un tosido—. Tenemos que asegurarnos de que nadie más pueda encontrarlo.
Mi padre giró la cabeza y esta vez sí me miró directamente. Su expresión afable, en ese momento se endureció por la preocupación.
—Lo sé, Bulma. Por eso tomé las precauciones necesarias. Si algo sale mal, solo tú y yo podremos acceder a la información. Nadie más. Además, he corregido los errores de esos doctores, nada debería salir mal.
Asentí, sintiendo un nudo en el estómago. No era común que mi padre mostrara ese nivel de seriedad, y eso solo reforzaba el peso de lo que estábamos manejando.
—Solo queda esperar y ver cómo se desarrollan las cosas —agregó—. Depende de si los chicos logran derrotar a Cell o no, incluso, es posible que ni tengamos que utilizar este recurso.
Me alejé unos pasos, al acabar el ensamblaje que hacía, viendo la computadora central reluciendo en perfectas condiciones.
—¿Crees que alguien más sospeche? —pregunté en voz baja.
Él negó con la cabeza.
—No lo creo. Hemos sido discretos. Es mejor mantener esto entre nosotros, al menos por ahora.
Guardé silencio. Sabía que lo que hacíamos era controvertido, pero también entendía la necesidad de tener un plan de contingencia. Suspiré, y caminé hacia el otro computador a espaldas de mi padre. Me senté, y continué trabajando en los últimos detalles.
—Eres un genio, papá —dije, al revisar el trabajo que había adelantado el Dr. Brief.
Mi padre asintió sin más. Ese día mi padre y yo finalizamos nuestro trabajo, ambos éramos conscientes de que el destino de algo muy importante estaba, literalmente, en nuestras manos. Pero ninguno de los dos se atrevió a mencionar su nombre, ni a pensar en lo que podría suceder si alguna vez teníamos que activar lo que habíamos creado. Y esperábamos que no fuera necesario.
Lo que Goku había dicho dejó desconcertados todos, incluso a Gohan. Era cierto que mis datos jamás habían registrado que Gohan pudiera ser tan poderoso, perolos datos que Gero me había suministrado de los recuerdos de Número 23, mostraban un resolución completamente diferente. La verdad, no tenía ni idea de cómo se podía lograr ese hecho, y ahora más que la intervención de Número 23 había cambiado la historia por completo. Si me lo preguntaban, era una locura creer que pudiera tener una resolución igual.
La expresión en el rostro de Gohan cambió y mostraba preocupación. Goku voló hasta nosotros y, dirigiéndose a su hijo, le preguntó:
—¿Verdad que puedes hacerlo, Gohan?
—¿De verdad quieres que pelee contra Cell? —preguntó su hijo, aún sin poder creerlo.
Goku asintió con una sonrisa serena en el rostro.
Las dudas comenzaron a surgir entre los demás, y yo mismo consideré que la idea de Goku era una locura. Sin embargo, Gohan, tras un momento de reflexión, decidió quitarse la capa y avanzar hacia Cell. Ambos se miraban con una intensidad, como si cada uno tratara de medir al otro. Vi entonces las intenciones que ya conocía: Goku tomó una semilla del ermitaño y arrojándosela a Cell, logré detener la trayectoria de la semilla antes de que llegara a su destino. ¿Acaso había perdido el juicio?
La sorpresa fue generalizada, y con razón. Darle una semilla a Cell significaría que recuperaría toda su energía sin esfuerzo alguno. Un movimiento imprudente, por decir lo menos.
—Goku —le llamé con firmeza, mi mano aún extendida hacia la semilla—. Esto es un error.
Goku me miró, sorprendido por mi intervención.
—¿Por qué intervienes? —me preguntó confundido y con el semblante serio, como si en algo le hubier ofendido—. Cell necesita recuperar sus fuerzas si Gohan va a enfrentarlo en serio.
Lo miré con la misma seriedad que memostraba Sabía que mis palabras necesitaban llegar a él, incluso si sus intenciones fueran nobles.
—Porque conozco lo que sucede cuando tomas decisiones precipitadas como esta —le respondí, manteniendo mi tono tranquilo pero resuelto—. No solo por lo que sé como androide, sino por lo que se me implantó de Número 23. Goku, la historia ha cambiado, y no necesariamente para bien. ¿Tu crees que Cell necesita de esto? Creeme que hoy gente morirá.
Goku no se inmutó, ni siquiera por lo que había dicho. Ese orgullo saiyajin, aunque no quisieran aceptarlo, podía ser un motivo de perdición. Lo mismo que los llevó casi a la extinción.
—¿Qué quieres decir? —preguntó, su tono mostraba cautela, al menos.
—Ya sabes que Número 23 no es solo un nombre o un número en mi sistema —le expliqué—. Es una parte de mí, una conexión con una realidad diferente. En esa realidad, Gohan fue capaz de derrotar a Cell, pero bajo circunstancias distintas: Un Cell que había absorbido solo a Número 17 y Número 18, pero este ha podido absorber a Número 23 también, cambiando el ritmo de los acontecimientos. El resultado jamás será el mismo. Permitir que Cell recupere sus fuerzas con la semilla del ermitaño es algo que podría costarnos caro. ¿Estás dispuesto a correr ese riesgo?
Goku me miró. Sabía que analizaba lo que le había dicho. Pude ver la lucha interna en su mirada pese a eso, pero aquella mezcla de su confianza en Gohan y la incertidumbre de mis palabras estaba despiertas.
—Siempre he creído en Gohan —dijo finalmente—. Él tiene el potencial para ser el más fuerte de todos nosotros. Si no lo pongo a prueba ahora, ¿cómo podrá superarse?
Goku estaba convencido, pero sabía que no podía ignorar los datos de Número 23.
—Gohan es fuerte, eso es innegable —admití—. Pero no es solo su fuerza lo que importa, sino el contexto en el que esa fuerza se despliega. En los recuerdos de Número 23, Gohan derrotó a Cell porque había una serie de eventos que lo llevaron a ese momento, eventos que ahora están alterados. No puedes subestimar las consecuencias de eso. Cell no necesita de esto, pero tu hijo si la necesitará.
Goku permaneció en silencio por un momento, antes de finalmente bajar la mirada a la semilla en mi mano.
—¿Estás seguro de lo que dices? —preguntó de nuevo—. Lo que dices tiene sentido, pero... —hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras—. ¿Por qué no debería confiar en mi instinto, como siempre lo he hecho?
Sabía a lo que se refería. Miré por un momento a Goha, a Cell y luego a Goku. Le sonreí.
—Si me equivoco te devolveré la semilla del ermitaño, pero si no, sabrás entonces que he tenido razón y deberás decidir que hacer con el destino de todos nosotros, entonces. Solo te pido que no te precipites.
—Está bien —dijo Goku, aceptando mi propuesta.
Retrocedí a mi posición. Esperanzado de que se tenga la mejor resolución para toda esa locura.
Entonces, el ki de Gohan comenzó a expandirse de manera asombrosa. Mi sistema nunca había registrado un poder tan abrumador en él. Su mirada se había endurecido y mostraba una determinación que resultaba sorprendente. Todos estábamos atónitos; algo había cambiado en Gohan, algo que desafiaba toda lógica. Pero a veces, la lógica humana se queda corta frente a lo inesperado.
Gohan se preparó para luchar y fue Cell quien atacó primero. Sin embargo, Gohan lo detuvo con facilidad, esquivando varios golpes con una destreza impresionante. No mostraba ninguna emoción, su rostro permanecía imperturbable ante cada embate de Cell. Mi computadora detectó un cambio repentino en el poder de Cell, su velocidad aumentó, y de inmediato golpeó con fuerza a Gohan, atrapándolo por el pecho y lanzando una serie de ataques implacables. Gohan gritó de dolor, mientras los demás observaban con creciente preocupación. Pero Goku... solo sonreía. Sabía lo que podía significar esa expresión.
Cell lanzó a Gohan desde el aire, enviándolo al suelo con brutal facilidad. Pero, para mi sorpresa, Gohan se levantó con una sonrisa en el rostro. ¿Qué estaba ocurriendo? Eso era algo que no entendía del todo. Gohan se preparó de nuevo para el combate, justo cuando Cell descendía hacia el suelo. La expresión en el rostro de Gohan no cambió; se mantenía confiado, decidido.
Cell, sin perder tiempo, comenzó a lanzar una ráfaga de energía, transformando el campo de batalla en un espectáculo de fuego y destrucción. Gohan esquivó los ataques con una agilidad asombrosa, pero Cell apareció de la nada y logró golpearlo con fuerza, presionándolo sin descanso. Sin embargo, Gohan parecía resistir.
Aquella pelea la observé, analizando cada movimiento, cada fluctuación de poder. Esa batalla era diferente a la que Goku había enfrentado. No solo se trataba de poder, sino de experiencia, de algo más profundo que no podía ser calculado ni predicho. Y mientras veía a Gohan luchar, me di cuenta de que había más en él de lo que cualquiera de nosotros había anticipado. ¿Podría ser que... su verdadero poder estaba emergiendo, justo en este momento? Según los recuerdos de Número 23, era tal cual lo que pensaba, pero no podía reconocer la magnitud de lo que se sabe con lo que se observa. Ambos eran monstruos.
Vi como Gohan cayó entre las rocas, las cuales explotaron por el impacto. A pesar de la golpiza que había recibido, no había perdido la confianza. ¿Por qué? Parecía que todo esto le resultaba una pérdida de tiempo, lo cual era un insulto para Cell. ¿Qué le sucedía? Cell lo golpeó una, dos veces, presionándolo contra el suelo, tomándolo para propinarle una serie de golpes incesantes. Le gritaba que se enfadara. Estaba ocurriendo lo mismo que en la historia original, ¿por qué? ¿Acaso la voluntad de una persona no se quebraba con el tiempo o el curso del entorno? ¿Tanta fuerza de voluntad poseía?
Allí, entonces, vi como Gohan golpeó el rostro de Cell, haciéndolo caer al suelo. Cell se levantó, limpiándose la sangre de la boca; era la primera vez que veía sangrar a Cell por un ataque. Con el ceño fruncido, Cell lanzó una técnica extraña que, según Krilin, era la misma que usaba Freezer, pero Gohan la esquivó. Sin embargo, se descuidó, y Cell lo tomó por la espalda, apretándolo con tal fuerza que le causó un gran dolor. Me sentí impotente ante lo que observaba. Miré a Goku, pero este no mostraba ninguna señal. ¿Debía intervenir? ¿Qué debía hacer?
Después de unos minutos, Cell lo soltó, y Gohan cayó al suelo sin fuerzas. Entonces, Cell comenzó a dirigirse hacia nosotros. ¿Qué planeaba hacer?
—¡Alto! —gritó Gohan.
Cell se acercó a Krilin y, levantando la mano, le quitó las semillas del ermitaño. Luego volvió hacia donde estaba Gohan. Apreté los puños, pero Gohan se lanzó al ataque, solo para ser derrotado de nuevo. Estábamos perdidos. ¿Debía actuar? Eso era lo que todos mis circuitos me decían, pero... Según la información que tenía en mi cabeza, mis acciones no servirían de nada, ni siquiera mi último recurso que, según los datos de Número 23, Bulma y el Dr. Brief habían extraído la bomba en mi interior. Pero... Cell no lo sabía, podía usar ese mismo recurso solo para darles una oportunidad.
Entonces, sin que Cell se diera cuenta, me lancé al ataque y lo tomé por la espalda, apretándolo con todas mis fuerzas. Lo vi atónito. Sabía lo que tenía que hacer: hacerle creer que tenía una oportunidad de eliminarlo. Escuché a los demás acercarse y grité, lo mismo que debía decir según la historia original:
—¡No se acerquen! Tengo una bomba y la activaré para explotar junto con Cell.
—¡¿Qué?! —gritó Cell, sorprendido.
Todos quedaron estupefactos, pero era lo mejor que podía hacer.
—¿Qué dijo? —preguntó Goku.
—Dentro de mi cuerpo tengo una bomba diminuta, pero extremadamente poderosa. Es mi última esperanza... —allí estaban los mismos diálogos y expresiones que Número 23 había señalado—. Ustedes también quedarán atrapados si no se alejan de aquí. Todo esto volará en pedazos. Espero que me disculpen...
Lo siguiente era dirigirme a Cell:
—¡Cell, no me importa que seas el androide más poderoso! Pronto quedarás hecho polvo, miserable. Nosotros, los androides, solo fuimos creados para cumplir la ambición de conquistar el mundo, ese era el pensamiento de ese científico loco, pero con esto todo desaparecerá —Cell intentó zafarse, pero no pudo, comencé a acumular energía, y con un gesto rápido, lancé la semilla de ermitaño que traía conmigo hacia Gohan—. Listo, sabía que te serviría.
—¿¡Qué es lo que haces, maldita chatarra!? —vociferó Cell, sin entender nada de lo que sucedía.
—16, lamento decirlo, pero nunca podrás explotar —explicó Krilin—. Lo sé porque Bulma me lo contó. El Dr. Gero nunca insertó una bomba en tu cuerpo; pensó que sería lo mejor para la misión.
Le sonreí a Cell, eso que decía Krilin, lo sabía. Le hice un gesto a Gohan para que se comiera la semilla, diciéndole:
—Si no renuevas tu fuerzas, sino peleas con la fuerza que necesitas para defender a tus seres amados, los perderás a todos. Sé que no eres como tu padre, pero vale la pena serlo, si con ello logras proteger a quienes amas.
Cell me mira con una sonrisa en el rostro. Su expresión se relajó, sabía que tenía aun victoria. Y, como el problema de los fuertes siempre ha sido subestimar a los demás por dicha confianza sobre su poder, dejó de removerse, diciendo:
— Te confieso, Número 16, que siento una verdadera pena en lo más profundo de mi ser. Aunque dudaba que muriera con una simple explosión, fue una idea infantil —dijo Cell mientras se zafaba de mi agarre. Colocó su mano en mi pecho y lanzó un poderoso ataque que destrozó mi cuerpo por completo.
Por primera vez, sentí algo parecido al dolor mientras mi cuerpo se esparcía en pedazos. Comprendí que este era el final. Cell puso su pie sobre mi cabeza. Pensé que podría rescatar a mis hermanos, pero no lo logré... Perdónenme, Número 17, 18 y 23. No he podido ser el hermano que debía ser; de verdad quería derrotarlo, pero no pude...
Se suponía que debía ser mi fin, pero...
—Número 16, según tengo entendido, fuiste un experimento fallido del Dr. Maki Gero —agregó Cell—. Es impresionante que llegaras hasta mi torneo, incluso. No vale ni siquiera la pena asesinarte. No hay sangre que corra de ti.
Con una patada, envió mi cabeza lejos del lugar. Choqué contra una montaña, cayendo al suelo, donde uno de esos extraños chicos que llegaron al inicio del torneo intentó moverme, pero solo gritó de la impresión. Cell pensaba que eso sería suficiente, pero era un robot; aún podía vivir sin mi cuerpo. Activé mi sistema en modo visión para poder ver, al menos, la lucha, consumiendo menos energía. Sé que estaba gravemente herido, pero podía perdurar así por mucho más tiempo.
Varios Ki aparecieron en mi radar, todos provenientes de Cell, pero con un poder inferior al suyo, aunque aún muy potentes. Sabía que se trataba de los Cell Jr. El ataque contra los guerreros Z había comenzado, y yo no podía ayudarlos como en la historia original.
Allí sentí los Ki de los guerreros aumentar, era la señal de que estaban peleando. La luche fue intensa, pero contra todo pronóstico, pude sentir sus energías agotándose. Estaba seguro de que, al menos, Goku estaría dándome la razón. Aunque eso no importaba si estaban perdiendo. De pronto, me preocupe, el Ki de Piccolo se mantenía con fuerza, pero después de un tiempo, incluso ese poder comenzó a decaer sin desaparecer por completo.
De repente, el Ki de Gohan comenzó a incrementarse de formas inimaginables. Algo estaba ocurriendo. El poder de Vegeta también aumentó; sentí que estaba a punto de usar la técnica que había empleado contra Cell antes de su perfección. El estruendo de ese poder hizo rodar mi cabeza, hasta quedar en un aposición en la que podía observar la pelea, aunque aún no podía verla del todo por los obstáculos del terreno. Sin embargo, supe que Krilin había caído porque su poder desapareció de mi radar. Luego cayó Vegeta, y después Goku. ¿Qué demonios estaba pasando? era lo que me preguntaba. Pero entonces, Vegeta volvió a levantarse para seguir luchando.
Vi a Mr. Satán acercarse junto con otras personas, parecían que iban a irse, y pensé: "¡Es mi oportunidad!"
—Esperen, por favor, se los suplico. Antes de que se vayan, quiero que me lleven con ese niño. Necesito hablarle. —Ellos solo se veían asustados—... se los suplico, lo hago para salvar la Tierra.
—Vamos, no bromees, ¿no ves que Cell está al lado de ese niño inocente? —dijo Mr. Satán, mientras el comentarista agregaba: —Sí, él tiene razón... no podemos permitir que Mr. Satán se acerque a un lugar tan peligroso.
Sonreí, sabiendo lo que debía decir, mirando a Mr. Satán.
—Estoy seguro de que quieres ayudar en algo, ¿no es así? Después de todo, eres el campeón mundial de las artes marciales.
—Mr. Satán es el campeón, pero de los seres humanos. Ninguno de nosotros va a quedarse a ver esta pelea de monstruos como ustedes —gritó el periodista.
—No digas tonterías. No me importa que ellos sean monstruos; no son mis oponentes adecuados. Solo voy al hospital para después pelear con ellos —respondió Mr. Satán, intentando ocultar su propia humanidad.
—¡Campeón! Te lo suplico... —agregué con esperanza.
Mr. Satán temblaba ante la decisión. Se acercó con algo de valor, me tomó y mandó a callar al periodista. Era una buena persona, estaba esforzándose solo por llevarme. Lo curioso era, que la línea temporal parecía resistir los cambios.
Mr. Satán comenzó a correr entre las explosiones de energía, y al verlo tan asustado, le dije que solo debía arrojarme cuando estuviera más cerca. El Ki de Gohan seguía aumentando, pero él permanecía estático en su sitio. Sabía lo que debía decirle; el chico solo necesitaba un impulso.
Entonces, cuando estuvimos lo suficientemente cerca, Mr. Satán me lanzó, y caí cerca de Gohan. Como debía de ser.
—Número 16... —me observó Gohan, quien lloraba.
—Gohan, escúchame... No es un pecado pelear contra la injusticia; al contrario, es una buena obra. Recuerda que hay oponentes que jamás entenderán con palabras. Solo tienes que liberar la furia que está en tu espíritu. Entiendo cómo te sientes, pero ya no tienes que soportarlo más...
Cell se acercó, riéndose, y luego dijo:
—Eso fue un buen consejo, pero yo lo estoy haciendo a mi manera, ¿entendido, Número 16?
Suspiré y comenté, ignorando a ese monstruo:
—Recuerdo unas palabras de una gran persona: "La vida te da muchas lecciones, pero dependiendo de tus decisiones en los momentos indicados, puedes cambiar el rumbo de la historia para bien o para mal." Gohan, protege a los seres vivos y a las plantas de este mundo que tanto amé...
Y entonces, al fin sucedió lo que tanto se había prolongado...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro