Número 18 vs Vegeta
Capítulo 2
¿Qué tal si hablamos de la batalla entre Vegeta y Androide 18? ¡Qué enfrentamiento tan emblemático! Me hace pensar en algo más allá de la mera lucha física. Verás, en ese momento, ambos estaban impulsados por motivaciones profundas y complejas.
Vegeta, con su orgullo Saiyan y su sed de poder, se enfrentaba a un desafío que iba más allá de lo físico. Estaba luchando contra sus propios demonios internos, tratando de demostrar su valía, no solo como guerrero, sino también como individuo. Por otro lado, Androide 18 representaba una fuerza diferente. Su aparente calma y frialdad ocultaban un sentido de libertad y autonomía. Ella luchaba no solo por sobrevivir, sino por afirmar su propia identidad en un mundo que constantemente intentaba controlarla.
Entonces, ¿qué podemos aprender de esta batalla? Bueno, creo que nos enseña que la verdadera fortaleza no siempre reside en la fuerza bruta o en el poder superficial. A veces, viene de la autoaceptación, de comprender nuestras propias debilidades y trabajar para superarlas. Vegeta pudo haber sido derrotado físicamente, pero su lucha interna continuaba. Y en ese proceso de autodescubrimiento y crecimiento, encontró una forma de redimirse y convertirse en algo más que un simple guerrero.
En aquel momento, recuerdo que llegamos a una carretera donde descendimos por causa de número 17. Era un escenario montañoso, la carretera serpenteaba audazmente a través de las colinas escarpadas, abrazando los contornos de la tierra. Las montañas estaban cubiertas por una manta de vegetación exuberante que traía consigo un olor terroso. El sol estaba en su apogeo y pintaba el paisaje con tonos dorados y plateados, creando un juego de luces y sombras que daba vida a cada roca y árbol a lo largo del camino. Y el viento, soplaba acariciándonos el cuerpo con frescura, mientras el canto de los pájaros inundaba nuestros oídos.
Allí, 18 preguntó:
—17, ¿por qué aterrizamos en mitad de la nada?
—Ya que no llevamos prisa, pensé que podríamos disfrutar del viaje —respondió.
Me fue imposible notar cómo a 16 le importaba muy poco lo que aquellos dos discutían y hablaban. Y como supuse, le vi interesado en algo mucho más curioso: la naturaleza que nos rodeaba. Sonreía maravillado, y, la verdad, admito que me conmovió un poco.
18 cruzó sus brazos, y añadió:
—O sea, que caminaremos...
—Eso suena muy aburrido, número 18 —contestó 17—. Me refería a que esperemos hasta que pase un auto y nos guste, para así poder robarlo.
—Los chicos aman los viajes, ¿no es así? Solo escúchate, parece que aún tuvieras algo de humano ahí adentro.
—16 y 23 saben de lo que hablo, apuesto a que les gustaban los autos antes de que Gero los transformara.
—Negativo —respondió 16—. Yo nunca fui un humano.
—¿No fuiste hecho a partir de un ser humano? —preguntó 17 con curiosidad, mirándolo.
—Eres un androide totalmente distinto a nosotros —replicó 18.
—¿Y tú, 23? —preguntó 17.
—Sí, yo fui hecho a partir de un humano, pero no me interesan los autos. Digamos que la mayor parte de mi tiempo lo pasaba viendo televisión.
—Definitivamente, 23, eres un aburrido —respondió desinteresada 18.
No me importó.
—Vaya, vaya... No es el tipo de lugar en que esperaba encontrarlos, pero qué más da. —Vegeta había llegado con una sonrisa muy soberbia en su rostro. Sabía lo que venía.
Vegeta, en ese momento, irradiaba una presencia imponente y majestuosa, no se negeba. Aquella figura esbelta y musculosa estaba envuelta en su traje de combate. Su cabello amarillo se alzaba en picos hacia el cielo como una corona de ébano. Llevaba una postura erguida y desafiante, proyectando una confianza inquebrantable, como si estuviera convencido de su superioridad sobre cualquier adversario que se le cruzara en el camino. Cada gesto, cada mirada, destilaba una arrogancia, como si el mero hecho de estar presente fuera suficiente para intimidar a sus oponentes. Y aquella sonrisa, arrogante y autosuficiente, jugaba en sus labios, como si cualquier desafío a su autoridad solo serviría para alimentar su orgullo y su sed de victoria.
—Pero miren quién vino... ¿Pero qué diablos le hiciste a tu cabello? —dijo 17, al ver que estaba convertido en Super Saiyajin y ellos no sabían nada de eso.
—Ya lo averiguarás muy pronto —respondió él con confianza—. Debo admitir que su partida repentina me dejó muy intrigado, ¿cuál es su destino?
—La casa de Goku, o donde sea que esté, para acabar con él —respondió 17.
—Tal como lo pensé, pero nunca llegarán tan lejos porque yo, Vegeta, acabaré con ustedes ahora mismo. —Se señaló con el pulgar, enfatizando aquello.
17 y 18 sonrieron. Y lo admito, yo también lo hice.
—Y no es broma —añadió Vegeta—. Adelante, ríanse mientras puedan.
—Oigan amigos, Vegeta es demasiado engreído ¿no creen? Debe de tener que ver con lo de Saiyajin, siempre se la pasan alardeando, y siempre pierden muy rápido, es una pena —dijo 17, provocándolo.
—¡Cierra la boca, desgraciado insolente! ¡Acabaré con todos y cada uno de ustedes! —Aquello lo había enfurecido, y una vena sobresalía de su frente—. ¿Empiezo con ustedes, niños? —refiriéndose a mí y a 17—, o ¿contigo, niña? o ¿tú, grandulón? ¡O mejor aún, acabaré con todos ustedes al mismo tiempo!
Levanté una ceja. Aunque ya había escuchado ese tono desafiante de su parte varias veces, verlo dirigido hacia nosotros despertó un deseo aún más fuerte de patearlo.
—Eres muy confiado —comentó 18.
—¿Qué dijiste? —preguntó Vegeta, furioso.
—Adelante, quiero ver qué tan fuerte eres. 16, ¡hazlo! —ordenó 18.
—Negativo —respondió 16 con calma.
La respuesta de 16 dejó a 17 impresionado y su rostro mostró confusión. Parecía incapaz de creer que alguien pudiera rechazar un desafío a la pelea.
—El grandote no es tan idiota después de todo. Puede ver lo peligroso que soy —declaró Vegeta, y solo pude rodar los ojos. Era absurdo lo que decía, aunque él no lo supiera.
—¿Por qué no quiere pelear? No lo entiendo... —comentó 17.
—No lo sé —respondió 18, malhumorada—. ¿Y tú, número 23?
Me pregunté qué debería hacer. Si intervenía, cambiaría por completo el curso de los eventos. Y aunque me hubiera encantado patear el trasero de Vegeta, con toda su arrogancia, sabía que debía abstenerme.
—No —respondí fríamente y con firmeza.
Vegeta estalló en carcajadas y dijo:
—Vamos, ¿a qué le temen? Decídanse de una vez y no me hagan esperar.
18 se mostró aún más molesta y, con los brazos cruzados, se acercó a Vegeta para retarlo:
—Bien, señor engreído, juguemos solo tú y yo.
—¡Bien! Pero no creas que soy un caballero como los idiotas terrícolas, especialmente cuando sé que no eres una mujer, solo eres una cosa.
18, más obstinada que nunca, se lanzó contra Vegeta, quien contrarrestó sus ataques, defendiéndose y atacando. Ambos luchaban con gran velocidad y al mismo nivel, pero yo sabía quién ganaría esta pelea. 18 solo estaba descargándose y probando a Vegeta. Estaba jugando, lo supe por la leve sonrisa que se asomó en su rostro en medio de la batalla sobre el asfalto.
Se alejaron rápidamente de nosotros, pero sabía lo que sucedería aunque no pudiera verlos: una persecución en vuelo, autos destrozados y campos arrasados.
Después de unos aburridos 30 minutos, 18 regresó junto a Vegeta.
—Vaya, al fin regresaron —dijo 17 con una sonrisa.
Vegeta balbuceó algo sobre hacerla pedazos, mientras extendía la mano hacia ella. Un camión se aproximaba por la carretera y se detuvo detrás de 18. Ella parecía tentarlo a atacar, y sabía que Vegeta no dudaría en hacerlo. Cuando atacó, casi como si el tiempo se hubiera detenido, rápidamente me dirigí hacia el conductor, lo saqué del vehículo y, con la misma rapidez, lo coloqué en un lugar seguro. Ni 18 ni Vegeta notaron mi ausencia en cuestión de segundos, pero 17 y 16 sí; ambos se habían impresionado de mi velocidad, aquel hombre huyó del lugar corriendo.
Al verlos, así expresé:
—Es alguien inocente que no merece morir. Mi objetivo es únicamente Goku, no la humanidad. Lo emocionante no es acabar con vidas, sino enfrentarse al más fuerte, y Vegeta no lo es en este momento. Por eso, rechacé el desafío.
Ellos me miraron atónitos, pero no objetaron nada.
Seguimos observando la pelea; el humo llenaba el aire, y como era de esperar, 18 evadió el ataque sin dificultad, algo que Vegeta también sabía. Su objetivo era demostrarse como alguien despiadado, pero era hora de presenciar el verdadero enfrentamiento. Pobre Vegeta...
En cuestión de segundos, 18 golpeó a Vegeta con contundencia, dejándolo herido y tambaleante. Aunque su furia era evidente, logró lanzar un potente golpe al estómago de 18, al menos eso parecía. Sin embargo, ella respondió con una patada igual de veloz, que lo dejó sin aliento y aturdido. Con solo un dedo índice, lo levantó, y por alguna razón extraña, sentí una satisfacción al ver el merecido castigo que recibía, a pesar de saber que su orgullo no se vería afectado aún.
Cuando se encontró de frente a ella, su ceño se frunció de rabia, pero en un abrir y cerrar de ojos, fue golpeado en el rostro y enviado de cabeza contra la montaña. El grito de dolor de Vegeta resonó, y justo en ese momento llegaron todos los guerreros Z. Sin embargo, era evidente que, a excepción de Trunks, ninguno estaba a la altura de la pelea, y aún así, sabía que Trunks sería superado; sus niveles de poder estaban demasiado bajos.
Todos mostraban rostros tensos y preocupados mientras Vegeta emergía de la montaña con serenidad. Trunks se alegró al verlo, pero Vegeta no sentía ninguna felicidad al encontrarse con ninguno de ellos; los consideraba inútiles y una molestia. Con el último comentario mordaz por parte del príncipe Saiyajin, 17 se acercó a la pelea, anticipando lo que estaba por ocurrir si alguno de los guerreros z intervenía. Por si acaso había alguna diferencia en el tiempo, me uní a él, alerta. Nadie debía morir aquí aún, así que era crucial evitar cualquier problema relacionado con el tiempo. 17 aplaudió, provocando la mirada furiosa de todos.
—Ese comentario fue magnífico —dijo 17, respondiendo a la última frase de Vegeta—. Por tu forma de luchar, se nota que eres el legítimo príncipe de los Saiyajin.
—No necesito halagos de chatarras como ustedes —respondió con soberbia. Sonrió y añadió—. Solo están jugando a ser niños tontos.
17 ignoró su comentario y continuó:
—Como todos sabemos que ustedes son guerreros marciales, quiero decirles algo importante. Supongo que nadie interferirá en la pelea de Vegeta y número 18. Si lo hacen, con mucho gusto participaremos en la pelea.
—Estos tipos siempre respetan sus principios como luchadores. Jamás se meterán en esta pelea —aseguró Vegeta.
—Así me gusta —dijo 17, sonriendo.
La pelea continuó con el primer golpe de 18, que impulsó a Vegeta hacia atrás. Este contraatacó rápidamente, enviando a 18 al suelo antes de recibir una poderosa ráfaga de energía. 18 gritó de dolor. Me fue difícil preguntarme si en verdad sentía. Y aunque estaban luchando al mismo nivel, la situación se volvía cada vez más desfavorable para Vegeta. Escuché a Piccolo, preocupado.
—Ese robot va a matar a Vegeta... vean la lucha, el androide está presionándolo cada vez más a Vegeta, y mientras él se agota, ellos no muestran señales de cansancio.
Tenía razón. En ese momento, Vegeta comenzaba a parecer patético. Y como lo había previsto, 18 quebró su brazo izquierdo en cuestión de segundos. Gritó de dolor.
Trunks, desesperado, se transformó en Super Saiyajin y se lanzó hacia la pelea rompiendo la promesa que se había dado, desenvainando su espada, pero 18 se defendió con un solo brazo, rompiendo la espada en el proceso. 17 se acercó a él, tal como había prometido, y lo atacó por la espalda, derribándolo. Los demás comenzaron a avanzar, pero no me atreví a detenerlos. Simplemente no podía.
Así que decidí dejar que todo siguiera su curso, ya que todavía no había ocurrido ninguna alteración significativa en la línea temporal, más que mi presencia.
Todos descendieron hacia la batalla, excepto Krilin, quien se acobardó y temblaba en la carretera. Lo miré desde la distancia y le dije:
—No bajes a luchar. Cuídalos mientras todo termina.
Él me miró confundido, pero no dijo nada. Estaba demasiado temeroso para actuar. Sin embargo, pude escucharlo exclamar impresionado:
—¡Derrotaron a Trunks incluso cuando estaba convertido en Super Saiyajin!
Era cierto. Trunks yacía en el suelo, y en cuestión de segundos, Piccolo y Ten Shin Han también fueron derrotados, mientras Vegeta intentaba salvarlos sin éxito, detenido por 18. Trunks se levantó nuevamente, aún transformado en Super Saiyajin, e intentó atacar a 18, pero ella lo arrojó contra Vegeta de manera sencilla y elegante, dejándolo inconsciente.
—Son muy fuertes —tartamudeó Krilin.
Sonreí y respondí:
—Sí, lo son. Pero Vegeta se lo merecía —Y no había otra verdad más que esa—. Somos fuertes, pero llegará un momento en el que nuestro poder no se comparará con el de otros guerreros. Quizás nos volvamos simples chatarras.
—Tú... tú eres diferente a ellos. ¿Por qué los sigues? —cuestionó Krilin.
—Sé que soy diferente. No queríamos luchar, pero Vegeta insistió soberbiamente. Sigo siendo un androide con un objetivo, como todos los demás: derrotar a Goku. No lucharé contra un oponente inferior a mí, por eso no he participado en la pelea. Ahora, si me disculpas, iré con 16... Esto terminará pronto. Quizás algún día luchemos juntos, o contra ustedes...
Mis palabras quedaron en el aire, refiriéndome al futuro y a los oponentes que aún estaban por aparecer.
Caminé lentamente hacia 16, sonriendo al verlo rodeado de animales. Se puso rígido al verme, asustando a las aves.
—No necesitas ocultar nada conmigo. Sé que te gusta la naturaleza y que no te agrada verla destruida. También sé que cuando 17 dijo que podrías ser débil, no era cierto. Eres más poderoso que ellos, pero no que yo. No estoy seguro de cuál es mi poder real, ni a quién puedo compararme, pero puedo sentirlo.
—¿Cómo sabes todo eso?
Me di cuenta de que había hablado demasiado.
—Está en mi dispositivo de información. El Dr. Gero no pudo cuantificar mi poder. No luché, porque me agradan ellos y Goku, pero debo cumplir mi misión.
—Me agradas —respondió él, sonriendo.
—Solo no se lo digas a 17 y 18. No les gustaría sentirse inferiores —dije, y él asintió.
17 y 18 regresaron al asfalto, habían derrotado a todos con facilidad. Se acercaron a Krilin y conversaron un poco. 18 besó la mejilla de Krilin, dejándolo confundido y sonrojado, y luego se dirigieron hacia nosotros.
Al llegar, 17 dijo:
—Vayámonos.
Asentimos y comenzamos a volar. Después de unos minutos en el aire, nos adentramos en una región donde el frío se manifestaba de forma implacable. La nieve era como un manto blanco impoluto, que cubría el paisaje y reflejaba la luz del sol con destellos cristalinos. El viento soplaba con fuerza, y llevaba consigo pequeños copos de nieve que danzaban en el aire antes de posarse suavemente sobre el suelo. El ambiente estaba impregnado de una serenidad gélida, donde cada respiración se convertía en una pequeña nube de vapor que se desvanecía rápidamente en el aire helado. La carretera serpenteaba entre montículos de nieve, marcando su camino con una franja oscura en contraste con el blanco que la rodeaba.
—¿Qué les parece ese auto? —17 señaló un auto, como una especie de Volkswagen Combi, en buen estado.
—Olvidemos eso. Será mejor que sigamos volando —respondió 18.
—No hay necesidad de apresurarse. Todavía tenemos tiempo —dijo 17, desviándose hacia el auto.
—Parece que no nos queda otra opción que seguirlo —añadió 18 imperturbable, y 16 y yo simplemente la seguimos...
Mi papel en este nuevo mundo parecía desconocido. Pero en esa batalla me di cuenta que, tal vez, era mantener la línea del tiempo que pendía de un hilo por mi presencia. No mentiré, me vi atrapado en un dilema moral y existencial, enfrentando la dualidad de mi naturaleza pasada y mi presente como parte de los enemigos en esta saga de Dragon Ball Z; me di cuenta de que mi transformación en androide no solo implicó un cambio físico, sino también una transformación interna.
¿Cuál es mi verdadero propósito en este nuevo mundo? ¿Soy simplemente un instrumento de destrucción sin voluntad propia, o tengo la capacidad de tomar decisiones y forjar mi propio destino?, eran las preguntas que me surgían. Había un filo delgado entre lo humano y lo artificial. Al menos, había algo bueno, conservaba mi capacidad de pensar y sentir, de cuestionar y buscar respuestas, incluso si está oculto bajo capas de programación y deber.
¿Qué pasará con Goku?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro