La Historia No Contada
Capítulo 14
Al despertar, lo primero que vi fue la cápsula abierta a mi alrededor. Me miré las manos y noté que algo era diferente: ya no vestía el traje verde y negro diseñado por el Dr. Gero. Ahora era azul oscuro, con detalles plateados, y en mi pecho resplandecía el símbolo de la Corporación Cápsula. Confundido, traté de recordar qué había pasado, pero todo se reducía a una imagen: Cell aplastando mi cabeza sin piedad.
Frente a mí estaban Bulma y su padre, mirándome con una amplia sonrisa.
—Bienvenido a la vida de nuevo, Número 16. —Bulma fue la primera en hablar.
No respondí al instante. Observé a mi alrededor y luego di un paso fuera de la cápsula, acercándome a los ventanales del laboratorio para ver mi reflejo. Al menos mi apariencia seguía siendo la misma.
—¿Qué sucedió? —pregunté al fin, tratando de ordenar mis pensamientos.
—Cuando decidimos repararte después de la pelea con Cell, estabas... en muy mal estado —comenzó diciendo el padre de Bulma con un tono grave—. Sabíamos que la situación era crítica y no estábamos seguros de que Gohan o cualquiera de los demás pudiera vencerlo. Por eso —continuó él, con una leve sonrisa—, tomamos la decisión de clonarte y mejorar tu sistema como una medida de emergencia. Necesitábamos una copia que fuera incluso mejor que la original.
—¿Clonarme? —pregunté, un tanto desconcertado.
Bulma intervino, asintiendo con una sonrisa orgullosa:
—Así es. Duplicamos todo, tu cuerpo, tu sistema y te dimos algunos ajustes. No sabíamos si Cell ganaría, así que creímos prudente prepararnos. Eres un prototipo especial, Número 16.
Me tomé un momento para asimilar esa idea. La noción de ser un "prototipo" y no solo una simple réplica era difícil de entender.
—¿Qué clase de ajustes? —pregunté finalmente, mirándolos a ambos.
El padre de Bulma cruzó los brazos, su expresión mostraba satisfacción.
—Añadimos una batería cuántica como la de tus hermanos. Es un dispositivo que te otorgará energía ilimitada, al igual que a ellos.
—¿Energía ilimitada? —repetí. Sentí admiración hacia su ingenio—. ¿Por qué... por qué tanto esfuerzo para mejorarme?
Bulma me miró.
—Queríamos darte una ventaja por si todas nuestras opciones se acababan. Ahora tienes la capacidad de adaptarte, de mejorar en cada combate y de volverte más fuerte en cada combate y práctica —agregó ella con una ligera sonrisa—. Incluso te hicimos más humano de lo que ya eras, Número 16.
Volví a mirarme en el reflejo, captando detalles de esta nueva versión de mí. Por alguna razón, una pequeña sonrisa se asomó en mi rostro.
—¿Cómo es que tengo los recuerdos de mi dispositivo anterior, incluso mi muerte? —pregunté, asimilando toda la información proporcionada.
—Logramos salvar los restos de tu cabeza anterior y rescatar la memoria. Toda la información fue transferida para que nada se perdiera de lo que alguna vez fuiste —explicó Bulma, con el mismo brillo inteligente de su padre.
Asentí. Sabía que ellos no eran mis creadores originales, pero de algún modo, les debía mucho.
—¿Cell ha muerto o he despertado para cumplir la tarea de su exterminio?
—No hay necesidad —respondió el Dr. Brief con una sonrisa. —Gohan lo derrotó. Y no solo eso: tus hermanos, Número 17, Número 18, y Número 23 están vivos.
No mentiré, despertar y descubrir que Cell había sido derrotado, que mis hermanos seguían vivos, y que yo, de algún modo, había regresado a la vida... era como si el destino me hubiera reservado un papel distinto al que me programaron. Estábamos vivos. Ese solo hecho me llenó de una paz inesperada. No éramos una creación única ni una herramienta de aniquilación; ahora éramos parte de algo más grande, no solo armas sino seres con una nueva oportunidad, una verdadera posibilidad de encontrar otro propósito.
Según la información que el Dr. Gero había dejado en mi, gracias a Número 23, las cosas habían salido como se había previsto. No despertaba para continuar la batalla, sino para vivir de verdad. Tenía libertad y ahora podría descubrir el verdadero sentido de mi existencia. Pero, había otro problema, mi memoria terminaba hasta ese conflicto con Cell. No había nada más ¿Cuál era la continuación de la historia?
—¿Hay algún problema en ir a buscarlos? —pregunté, entendiendo que, fuera la respuesta que hubiera, debía encontrarme con mis hermanos.
—Ninguno —me aseguró Bulma—. Eres libre. Puedes vivir como desees.
—Muchas gracias Bulma, Dr. Brief —dije, inclinándome un poco en señal de respeto hacia ellos.
Y, sin más palabras, me dirigí a la salida. Me impulsé y salí volando, notando cómo la energía fluía por mí sin interrupciones. Había vuelto a la vida, con recuerdos, con fuerzas renovadas y, ahora, con una libertad que nunca antes había experimentado.
Después de dos semanas de relativa paz, ya nos habíamos acostumbrado a la tranquilidad. Aunque claro, sabíamos que no duraría, y precisamente por eso propuse entrenar juntos cada día para fortalecer nuestras habilidades. A pesar de que nuestro poder había aumentado, aún estaba lejos del nivel de Cell en su combate final, y aunque detestara admitirlo, la idea de enfrentar algo como Majin Boo nos hacía ver como aficionadillos. Así que entrenábamos, buscando mejorar y alcanzar un nivel en el que realmente pudiéramos protegernos.
—Lo han hecho bien —dije, al ver a Número 18 y 17, completamente exhaustos en el terreno. Aún así, ninguno de los dos había bajado la guardia.
—Todavía no superamos tu nivel —replicó Número 18, con el ceño fruncido.
—Esto no acaba hasta que terminemos contigo, Número 23 —agregó 17, con una sonrisa socarrona que solo hablaba de su propio orgullo.
Segundos después... un impacto.
Apenas tuvimos tiempo de levantar nuestros campos de energía y protegernos de la tormenta de poder que nos azotó. Nos miramos entre nosotros, confundidos y alerta. Y cuando el polvo empezó a despejarse, pude distinguir dos figuras en el cielo. Me costó creerlo.
Uno de ellos era un chico de cabello corto y rojo, con ojos azules y una expresión de suficiencia. Vestía como nosotros, incluso su altura era parecida a la de Número 17. A su lado estaba una chica de cabello castaño, corto y peinado con un flequillo; su atuendo era más una versión del androide 19, pero el parecido a nosotros era inconfundible. Ambos sonreían de una forma inquietante, hasta que el chico finalmente habló.
—Hay alguien que quiere verlos... —soltó el chico.
—¿Y ustedes quiénes rayos son? —preguntó 17, claramente molesto.
La chica hizo un gesto de disculpa antes de responder, con un tono despreocupado:
—Perdón por la falta de formalidad. Mi hermano —señala al chico a su lado—, es el androide Número 21, y yo soy la Número 22.
—¿Número 21 y 22? —preguntó 18, perpleja—. ¿Cómo es posible?
El chico, Número 21, sonrió con un aire condescendiente:
—No tenemos tiempo para responder a todas sus preguntas. —Sin previo aviso desaparecieron, y en un instante, estuvieron justo frente a 18. Alzaron sus manos en su dirección, diciendo—: ¡Encierro de energía!
Una esfera azul rodeó a 18 antes de que tuviera oportunidad de reaccionar. Intentó liberarse, pero era inútil; la habían atrapado sin esfuerzo; En otro segundo, él y su hermana desaparecieron y reaparecieron juntos, con 18 aún atrapada en la esfera.
—¡Déjenla en paz, desgraciados! —exclamó 17 furioso.
Número 21 soltó una carcajada, con los ojos llenos de desdén hacia nosotros.
—Sabemos que no vendrán con nosotros por las buenas. Así que, si quieren recuperar a su hermana, tendrán que ganárselo.
Estaba desconcertado. No solo porque estos dos androides aparecieron de la nada, sino por lo que representaban. ¿Número 21 y 22? En el universo de "Dragon Ball Z", sabía que la número 21 se trataba de una versión que asemejaba los rasgos de Majin Boo, pero el otro, ni siquiera existían. La historia original jamás mencionaba algo así de lo que estaba observando.
Pero ahí estaban, con aquellas sonrisas arrogantes... más allá de lo que debería ser posible. Esto no era solo una anomalía; era una señal confirmatoria de que mi presencia aquí había causado un cambio, una desviación del curso normal de la historia que conocía como la palma de mi mano, y que, no solo había visto cambios en los sucesos anteriores, sino que ahora me mostraba una línea alternativa que no conocía.
Había repetido cientos de veces la saga de los androides y Cell en mi mente, cada combate, cada giro inesperado. Sabía hasta el más mínimo detalle de la historia de Dr. Gero, su venganza contra Goku, la creación de sus androides y, por supuesto, su fracaso final. Tal vez, al absorber mi conocimiento, Gero entendió cómo y por qué fallaría su plan original y decidió crear una versión mejorada, una línea de androides que pudiera anticiparse a sus errores.
Y, sin embargo, ¿por qué? ¿Qué veía él al escarbar en mis recuerdos? Para alguien como Gero, quien estaba obsesionado con el control absoluto del mundo, esta sería una mina de oro, una oportunidad para alterar el curso del destino a su antojo, construyendo incluso, un ejército de androides con ventajas que los guerreros Z jamás verían venir. Eso explicaría por qué ellos sabían tanto de nosotros y por qué parecían superiores en fuerza y velocidad. Estos no eran androides reciclados de su viejo proyecto; eran algo diferente, una extensión de su ansia de perfección, creada específicamente para adaptarse y superar cualquier resistencia, incluso la nuestra.
No me gustaba lo que esto implicaba. Los eventos que debían ser predecibles ahora eran un territorio desconocido. Peor aún, Dr. Gero no había perdido tiempo en aprovecharlo. Pensé en lo que significaba ese cambio. Si Gero había podido utilizar mis recuerdos para rediseñar su plan y sus creaciones, entonces podría haber modificado cualquier cosa, cualquiera de los futuros combates. No solo nosotros estábamos en riesgo. Cada pieza del tablero, cada luchador, cada sacrificio podría ser diferente. Le había dado a Gero una ventaja.
No sabía qué otros trucos tendría preparados, pero una cosa estaba clara: esto no se trataba de "Dragon Ball Z" como yo lo conocía. No era una historia que pudiera predecir o controlar. Era real, y nosotros, éramos ahora los únicos capaces de resistir el peso de un destino alterado... un destino que, en algún retorcido sentido, yo mismo había ayudado a moldear.
Pero, ¿meterse con mis hermanos? Eso había sido la gota que colmó el vaso. No iba a permitir que se llevaran a 18.
Entonces, con un grito de furia, lancé mi ataque más potente:
—¡Cañón Súper Letal!
La explosión de energía se dirigió hacia ellos. Aquellos androides se tomaron de la mano y, con un movimiento combinado, desviaron mi ataque como si nada. La explosión se desató a lo lejos, iluminando el área como una segunda luna, mientras ellos seguían ahí, intactos, con una sonrisa arrogante en sus rostros.
—Veo que tienes algo de poder después de todo —dijo Número 22, con una voz envenenada de sarcasmo—. Pero vamos a devolverte el saludo. —Ambos alzaron sus manos y gritaron—: ¡Unión Perfecta!
De sus manos apareció una esfera de energía gigantesca, como la que Freezer usó contra Trunks, pero esta vez, era de un azul profundo, y el poder que sentí en ese momento era incomparable.
17 y yo intercambiamos una mirada rápida. Sin pensarlo, levantamos un campo de energía conjunto, tratando de soportar el impacto. Pero cuando la esfera colisionó contra nuestro escudo, empezó a desgarrarlo lentamente. Intentamos resistir, aumentamos nuestra energía al máximo, pero fue inútil. La esfera se abrió paso, y la explosión nos lanzó al suelo como si fuéramos muñecos de trapo.
El dolor fue abrumador, y ni siquiera podía moverme. A mi lado, 17 estaba en las mismas condiciones. Frente a nosotros, los dos intrusos reían mientras Número 18 gritaba de desesperación. No pude soportarlo más.
A pesar del dolor, me levanté una vez más tambaleante, reuniendo toda la energía que me quedaba.
—¡Esferas del Destino! —grité, lanzando dos enormes esferas de energía que se dirigieron hacia los hermanos.
Número 21 ni siquiera parpadeó. Alzó la mano y gritó:
—¡Es inútil! ¡Bankai!
Sus esferas de energía chocaron con las mías. Solo duraron un instante antes de consumirse, y luego, me golpearon directamente. Salí disparado a varios metros, y cuando finalmente caí, el dolor fue como un golpe que me atravesó hasta el alma. Era como volver a enfrentar a Cell, impotente. Cerré los ojos, consciente de que había sido derrotado, y con un último pensamiento antes de desmayarme, supe que estos androides eran más de lo que jamás habíamos enfrentado.
Nota: Chicos espero le este gustando la historia.... Saludos recuerden comentar y votar...
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