13. Golpiza.
Voy tarde a clases.
¿Por qué? Porqué me quede dormido en mi clase anterior. Llevo alrededor de seis libros de un grosor considerable en brazos. Clase de Literatura y me han dejado muchos libros—lo cuales de seguro ni leeré ya que el sábado es la fiesta de Treena y el domingo deberé recuperarme de la resaca si en todo caso me dan alcohol aunque nunca haya bebido en mi vida— para leer el fin de semana. Prácticamente me dormí y al despertar tenía una torre de libros frente a mí. Me las arreglo para llevarlos entre mis brazos, los apego a mi cuerpo a la vez que camino a trompicones entre los pasillos vacíos. Podría ir a dejarlos a mi taquilla pero eso solo haría que me retrasara más y en mi inútil morral ya no caben.
Intento avanzar con rapidez cuando de un momento a otro escucho el eco de unas voces. Me detengo de golpe y retrocedo hacia el pasillo anterior. A unos quince metros puedo ver un grupo de chicos con la sudaderas del equipo acorralando a alguien entre las taquillas. Son cuatro babosos: Henry, Loghan, Sam y el inepto de Ross. Miro en todas las direcciones asegurandome de que no haya nadie a parte de nosotros y me aproximo hacia ellos con cautela ya que no parecen notar mi presencia gracias a que están muy concentrados en su víctima. Los tres me dan la espalda lo que no me permite ver quién es el desafortunado.
—¡Oigan! ¿Que hacen?—intervengo lo que es muy tonto de mi parte.
Ross gira su cabeza por encima de su hombro y al verme por el rabillo del ojo una sonrisa fanfarrona se le escapa causando que las comisuras de sus labios se eleven.
—Oh... hola Anders—finge sorpresa. Su actuación es tan real como el hecho de que yo he tenido miles de novias—¿Que te trae por aquí? ¿No deberías estar en clases?
Se vuelve en mi dirección con la barbilla en alto, no se si está tratando de intimidarme o que rayos. Sus secuaces me lanzan miradas amenazantes sin embargo nadie se mueve de su lugar.
—Error. Esa pregunta es algo estúpida ya que ustedes también deberían estar en clases—me acerco con pasos vacilantes hacia ellos.
Ross tensa la mandíbula al ver que su intento de atemorizarme ha fallado. Cualquier otro perdedor como yo correría ante la mirada de alguno de estos chicos pero últimamente yo me he vuelto inmune a ellas. O quizás ya me acostumbre por el simple hecho de que siempre me miran así cuando intento entrenar.
—¿Andy?—una voz agitada surge de por detrás de los bastardos. Una voz que reconocería en cualquier esquina del planeta. Una voz que desde la primera vez que la escuché se ha quedado grabada en mi cabeza como un disco rayado.
La ira recorre mi anatomía en un milisegundo. Dejo caer la montaña de libros junto a mi morral, a mis pies mientras los músculos de mis brazos se tensan. Empuño mis manos para no perder el control pero la cólera ha tomado parte en mí, causando que mi respiración se avive. Ross al ver como mi semblante cambia de un momento a otro suelta una carcajada que solo aumenta mis ganas de romperle la cara de concha que tiene. Pero ahora que lo pienso... el inepto es todo un adonis así que ignoren lo anterior.
Chasquea la lengua en mofa—Ups.—se encoge de hombros. —Creo que tenemos a tu chica... ¿Es tu chica,no?
—Sí, sí lo es—me sorprendo de lo áspera que suena mi voz.
—Bien. ¿Te importa si la tomamos prestada?
Parpadeo. Mi puño duele y Ross se sostiene el tabique sangriento mientras maldice. Parpadeo. Mi pómulo arde. Parpadeo. Estoy en el suelo y dejo de sentir mis costados gracias a las patadas que recibo departe de Ross y los demás. Parpadeo pero mantengo los ojos cerrados. Duele mucho. Más allá de mis quejidos escuchó las súplicas de Drew por que se detengan. Me hago un ovillo inútil en un intento de protegerme. Soy un fracaso. Podría defenderme pero he dejado de sentir mis brazos. Los golpes cesan poco a poco.
Gimo gracias al punzante dolor. Abro mis ojos llorosos y observo la escena que se desarrolla frente a mí. Kian ha llegado acompañado de Sarah. Él tiene a Ross acorralado contra la pared mientras parece hablarle en un tono amenazante. Sarah le grita a los otros tres que al ver que su líder ha caído, se retractan.
De pronto me encuentro entre los brazos de Drew. Ella se arrodilla junto a mí y me sostiene. Me intento reír de lo ridículo que hemos de vernos, pero el dolor lo impide.
—Por Dios, Andrew. Mira lo que te hicieron esos imbéciles.
—¿Tan mal me veo?—trato de bromear.
—Te sangra la nariz y el labio. —informa.
—¿En serio? No siento nada. De seguro tu cercanía es mi anestesia—toso y observo como un tono rojizo asciende por sus mejillas. No siento un dolor específico, no sé exactamente de donde proviene, lo único que sé es que duele. Pero con ella cerca se siente un poquito mejor.
Pone los ojos en blanco—Hasta en las peores condiciones eres poeta.
—Soy... escritor. No poeta— aclaro entre palabras entrecortadas ya que me empieza a faltar el aire.
—Como quieras...
—Eh, Anders—se acerca Kian, seguido por Sarah. —Me encargaré más tarde de esos inútiles. Hay que llevarte a la enfermería antes de que te desangres por la nariz.
—¿Acaso... es eso posible?—entrecierro los ojos.
—No lo sé, no soy médico—se encoge de hombros.—De lo que sí estoy seguro es que serías una muy buena víctima para un vampiro en estos instantes.
—¡Kian!—protesta Sarah—Disculpalo, Andrew. Ha estado viendo Crepusculo últimamente.
No sé si debo impresionarme porque Kian ve Crepusculo o porque Sarah sabe mi nombre cuando antes no tenía ni la más mínima idea de cual era. No lo sé, de veras que el dolor no me deja pensar con claridad.
—Venga, hay que ayudarlo rápido—anuncia Drew.
Con ayuda de Kian me coloco de pie. Al hacerlo me siento palidecer y el pánico se apodera de mi al ver como las gotas de sangre caen de mi rostro hasta mis inertes pies. Por todas las vacas de la tía Molly en Texas, estoy sangrando. ¿Y si sufro una hemorragia? ¿Y si se me ha roto una vena arterial? ¿Y si... y si...? De acuerdo, ya se me acabaron las ideas para exagerar esta situación.
Drew coloca el bulto de hielo con delicadeza sobre mi frente en donde tengo una venda que cubre la herida abierta. Ella está sentada en el borde de la camilla en donde me encuentro acostado. Llegar a la enfermería nos costó ya que sólo conseguía dar dos pasos y ya quería lanzarme al suelo y no volver a moverme. Al final Kian tuvo que cargarme hasta acá. Sarah y él se fueron hace unos minutos ya que deben continuar con su jornada de clases. Kian antes de irse me prometió que las cosas no se quedarían así después de lo que me hicieron. No estoy seguro si tomará la justicia por su mano o se lo dirá al director. Por otro lado Drew no se ha movido de aquí por más que insito que se vaya ya que no quiero que pierda clases, pero a la vez sé que la necesito cerca.
—¿Sabes?... no he dejado de pensar en algo.
—¿Qué es?
—Si te hubiera defendido como se debe y no hubiera sido un torpe cobarde hubiéramos logrado una escena cliché. —trago con culpabilidad pero luego sonrío—Siempre intentan abusar de la chica del protagonista, es típico. Normalmente él tiene músculos y les da una buena paliza y los bastardos son los que terminan en la enfermería, no el protagonis...
Siento los labios de Drew sobre mí. Ella se inclina sobre su torso y me besa con cuidado. Es un beso simple con un toque de dulzura que logra calmar la salvaje marea de enojo que se mueve dentro de mí. El hecho de que mi labio esté herido no hace que deje de disfrutar cada segundo que ella me besa, de hecho creo que he encontrado mi cura.
—Hablas mucho.—dice una vez se separa de mí.
—Ya me lo han dicho—hago un mohín.
—No tienes por qué culparte.—suspira—Hiciste lo que pudiste, no estaba entre nuestros planes que te dieran una golpiza. Por cierto... gracias por defenderme. —deja un beso en mi sien.
—¡Renacuajo!—la puerta de la enfermería se abre de golpe y Blake entra. Le tuve que decir a la enfermera que lo llamara a él pero creo que fue un grave error. Si llamo a mamá me llevará al hospital y hará que me enyesen cada herida por más mínima que sea y si llamo a papá pues me dirá que llame a mamá para que me venga a recoger.
Blake es mi única salida por el momento.
—Pero que rayos te hicieron...—exclama por lo bajo acercándose a mí—Espero ellos estén en peores condiciones que tu. ¿Que les hiciste?
—Le rompí la nariz.—musito.
—¿A todos?
—A uno.
—¿De cuantos?
—De cuatro.
Blake resopla.
—¿Puedo ir a terminar de romperle la cara al imbécil?
—Claro que no. Además es demasiado perfecto, te costará.—niego.
—Oh vamos, la pierna entonces.
—No.
—¿El brazo?
—Tampoco.
—Un dedo, por favor.—suplica.
—¡No, Blake! No vas a golpear a nadie.
—Bien—se cruza de brazos.
—¿Vas a sacarme de aquí?
—A eso vine, ¿No?
—¿Entonces qué esperas? Me duele el trasero de estar tirado aquí.
—Pensé que lo que te dolía era la golpiza, no el trasero— se acerca a mí y me ayuda a ponerme de pie.
—Pensé que lo que tenías en la cabeza era cerebro, no basura. Lo ves, no siempre la vida llena nuestras expectativas. —chasqueo la lengua.
—Me hieres—Blake finge sollozar.
—¿Suena grosero si les digo que son raros?—interviene Drew.
—Nos los dicen a menudo—Blake se encoge de hombros—De hecho, lo somos. ¿Cierto, renacuajo?
—Tú eres el raro. Te he dicho que no me llames así en público, Blakey.
—De acuerdo, de acuerdo. Lo siento—suelta fastidiado.
.
.
Es Sábado y es de noche. Es sábado en la noche.
Y eso significa que hoy hay fiesta. De alguna manera me siento emocionado. Es a la primera fiesta que asisto. O creo que es a la primera a la que me invitan. De todos modos eso no interesa, lo importante es que voy a ir y con Drew.
Quizás se pregunten cómo rayos pienso ir a una fiesta después de haber recibido una paliza el día anterior. La dirección del Instituto se tomo la molestia de informarle a mi madre que había sido golpeado. Minutos después mamá estaba en el pórtico de la casa de Blake azotando la puerta desesperada con su puño. Así que como se imaginan terminé en el hospital para que un médico general me hiciera un chequeo y pudiéramos asegurarnos de que no tenía ningún miembro roto. Mamá suele exagerar las cosas muy a menudo. Una vez estuvimos seguros de que no tenía ninguna herida grave, el doctor me informó que tengo el tabique roto y unos dolorosos moretones en las costillas que debo cuidar para que sanen. Me dió algunos medicamentos y me sugirió descansar.
Así que ayer y hoy me la he pasado tendido sobre mi cama enfrascado en un libro de los que me asignaron ayer para la clase de Literatura.
Drew ha estado ocupada terminando algunos proyectos del colegio pero una que otras veces se asomó por la puerta y me preguntó que como sigo o si necesitaba algo. Le comenté que hoy iríamos a la fiesta y comenzó a reprenderme. Incluso en un momento comenzó a sonar a mi madre lo que me pareció gracioso. Negó miles de veces ir a esa fiesta conmigo principalmente por mi condición física y luego por el hecho de que en casa de Treena estarán presentes esos idiotas. Según Drew es mejor no exponerme a otra de esas golpizas.
Sin embargo me siento mucho mejor, el descanso me ha caído de maravilla y las medicinas han alivianado el dolor por completo. Por otro lado me la he pasado todo el día encerrado en esta miserable habitación con la única compañía de un libro. ¡Por todos los cielos! ¡Es sábado en la noche! ¡Hay que ir de fiesta!
Vaya, el Andy de hace unas semanas jamás se habría imaginado en esta situación.
Tomo mi teléfono y reviso la hora.
8:23 p.m.
La fiesta comienza a las 9:00, lo que significa que debo empezar a prepararme.
Salgo con dificultad de la cama, me saco el edredón de encima y dejo caer mis pies con pesadez sobre la alfombra. Dudo durante un instante en ir a esa fiesta, pero aparto esa idea de inmediato. De seguro hoy sería una noche épica. Me acerco a mi guardarropas. Tomo un jean azul, una camisa manga larga celeste remangada hasta los codos, me pongo unas vans y por último tomo mi hoodie gris por si pura casualidad hace frío.
Me miro al espejo y arreglo un poco mi cabello, que por suerte está dominable. Noto que los moretones en mi rostro son menos notorios que ayer, lo único que sí llama la atención es la pequeña bandita en mi nariz que cubre mi tabique, pero no me preocupo por eso. Tomo algo de dinero y salgo de mi habitación. No le comenté nada a mamá sobre la fiesta ya que sería capaz de quedarse conmigo toda la noche con tal que no fuera.
Recuerdo a Drew. No puedo ir solo, me niego. Además quedamos de ir juntos. Camino hacia su habitación y una vez allí toco la puerta.
—¿Quién?—escucho su vaga voz del otro lado.
—Yo.—contesto con la esperanza de que me reconozca.—¿Puedo entrar?
—¿Para qué? ¿Que quieres?—suena agobiada.
—¿Puedo?
Hay unos segundos de silencio y a continuación puedo escuchar como deja salir un gruñido—Vale.
Abro la puerta y el panorama es algo desconcertante. Drew está en la cama con un pijama puesto, el edredón le cubre las piernas y el portátil está sobre su regazo. Esparcidos sobre la cama hay papeles, libretas y libros de cualquier tipo. Su rizos salvajes se despliegan sobre sus mejillas y su piel se muestra más pálida, como si no hubiera tomado sol en semanas.
—¿Es enserio?
—¿Que?—levanta su mirada y alza una de sus pobladas cejas.
—Es sábado en la noche.—anuncio con ánimo.
—¿Y?—sacude su cabeza como si no entendiera que tiene de especial.
—Y... sucede que estás en pijama—hago una mueca de desaprobación mientras señalo su atuendo.
—Es sábado en la noche... es de noche, por eso estoy en pijama—dice como si fuera algo obvio.
Ruedo los ojos sin poder evitarlo—Vamos, tenemos que ir a la fiesta, Rogers.—uso un tono suplicante.
Su semblante se torna serio, una línea recta divide sus labios y sus párpados demuestran que no le ha agradado para nada lo que he dicho.
—Te dije que no—el monótono que utiliza me asusta. —No pienso ir a esa fiesta y tú tampoco deberías ir. No estás en condiciones.
—Pero si me siento bien—replico.
—Ya dije que no. Además tengo que terminar estos trabajos...
—Has estado todo el día con eso. No te hará mal tomarte un descanso.
—Pero....—está por reprochar pero se detiene—¿Sabes?... tienes razón. Creo que debería tomarme un merecido descanso—cierra el portátil de golpe y lo deja a un lado causando que yo sonría ganador.
Eso es.
—Genial, ahora solo tienes que buscar lo que te vas a poner.—comento entusiasmado—No demores tanto ya que hay que salir...
Me detengo al ver que ella deja caer su cabeza sobre la almohada y se cubre con el edredón hasta los hombros.
—Buenas noches.—dice antes de cerrar los ojos.
— Son las ocho de la noche. ¿Ya vas a dormir?
—Sí, estoy cansada. Tu fuiste el que sugeriste que tomara un descanso. Por cierto, te lo agradezco.—argumenta con los ojos cerrados.
Suspiro—No puedes hacerme esto. Hay que salir a divertirnos...
—¿Podrías cerrar la boca? Estoy intentando dormir. Cuando salgas cierra la puerta—hunde la cara aún más en la almohada.
—Bien. No quería hacer esto, pero me no me queda otra opción. Vas a venir conmigo a esa fiesta—afirmo.
—Oblígame.
Me acerco al borde de la cama cauteloso con el propósito de que ella no descifre mis planes. Aparto el edredón dejando sus pies al descubierto y antes de haga cualquier movimiento, tomo sus descalzos pies entre mis manos. Están fríos.
—¡¿Pero que...?!—intenta exclamar.
Halo de ella fuera de la cama pero es más rápida y logra aferrarse.
—¡Andy! ¡¿Qué estás haciendo!? ¡Suéltame!
—¿Te gustan las cosquillas?
—No... espera, no. Andy, no. No por favor. No lo hagas—empieza a suplicar.
—Entonces ven conmigo.
—No.
—Bien.
Ella se hace un ovillo sobre la cama en un intento de protegerse, sin embargo mis dedos logran alcanzar sus costados. Los muevo en todas las direcciones y ella comienza a reír. Recibo algunos golpes de su parte pero realmente soy inmune después de lo ayer.
—¡De... détente!—pide ahogándose en su propia risa. —¡Andy... por favor! ¡De... acuerdo! —suelta de pronto y me detengo.
—¿Vas a venir conmigo?
—¿No me vas a hacer más cosquillas?
—No si vienes...
Antes de que termine la frase ella me lanza la almohada en el rostro lo que logra desbalancearme y caigo fuera de la cama sobre el alfombrado suelo de la habitación de Jade.
—Te odio por esto, pero iré para que me dejes en paz.
—No me odias, solo estás enojada. Pero después de que vengas conmigo, no me importa—bufo colocándome de pie.
—¿Podrías salir? Bajo en unos minutos.
Normalmente cuando una chica dice "en unos minutos" se refiere a varios siglos. Aún sigo sin comprender por qué son tan complejas a la hora de arreglarse. Al parecer cualquier punto del planeta parece ser la pasarela de Miss Universo por lo tanto agradezco haber sido hombre. Pero cuando Drew dice "en unos minutos" se refiere a "unos minutos" Creo que en menos de lo que esperaba, ya estaba junto a mí en el living, lo que me sorprendió.
Se puso un vestido negro que resalta su delgada y frágil figura a la vez que la hace ver más pálida. El vestido es manga larga y corto arriba de las rodillas, sencillo, sin ninguna clase estampado acompañado con unas botas bajas del mismo color. Drew no usa tacones. Los rizos de la parte frontal de su cabello están recogidos con algunos prendedores, dejando caer la azabache melena sobre sus hombros.
Creo que estoy babeando un poco.
Ella me da un zape en la cabeza—No me mires así.
—Lo siento. ¿Nos vamos?
—¿Puedo quedarme?
—No.
—Entonces vámonos, baboso—dice acercándose a la salida de la casa.
—¡Blake! ¡Me llevo tu auto!—anuncio a gritos para que pueda escucharme en dónde sea que esté y tomo las llaves de la mesa de centro.
—¡¿Llevas a la chica?!—pregunta desde su habitación.
—¡Sí!
—¡De acuerdo! ¡Ten cuidado!
—¡Sé cuidarme!
—¡Tú no! ¡Cuidado con el auto, ni un solo rayón! ¡Vuelve antes del amanecer!
Drew suelta una carcajada junto a mí y yo me limito a rodar los ojos.—¡Bien!—cierro la puerta detrás mi.
Veamos qué es lo que nos depara la noche.
#LecciónDelDía: "Sábado en la noche" tiene muchos significados. Para algunos puede ser "Fiesta, fiesta, fiesta" Cómo para otros puede ser "dormir, dormir, dormir" o como en mi caso... "escribir, escribir, escribir"
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