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Capitulo Extra

Narra Mauricio de 24 años

Observé a mi familia, todos estaban sonriendo y yo me sentía nervioso, mis manos sudaban y mis mejillas estaban ardiendo, entonces escuché el sonido del mar y sentí la arena debajo de mis zapatos que me hundía un poco en cada paso que daba. Observé a Drés quien también me sonreía y me sentí un poco más tranquilo. Además, ese traje blanco le quedaba tan bien. Este día nos casaríamos y todos los presentes estaban tan felices, incluso mis padres, quienes habían aceptado nuestra relación desde hace tiempo.

Llegué al lado de mi novio y observé por una última vez a mi familia y mis amigos antes de fijar mi vista solo en Andrés. Mis abuelos, mis tíos, mis primos, mi hermanita, Beto, Liliana, Valdo y María, de verdad, me sentía afortunado de que todos estuvieran aquí para presenciar este día tan especial para mí.

—Amor —me llamó mi futuro esposo, voltee a verlo y me hundí en sus ojos negros- ya es tiempo, ¿no crees? Los papeles y el juez ya están aquí.

—Sí, tienes razón —reí. Y Ambos asentimos al juez para que comenzara la ceremonia.

—Estamos aquí reunidos para oficiar la boda civil entre Andrés Flores Ruiz y José Mauricio Ibáñez Molina. Quiero pregúntales, ¿asistieron libremente y por su voluntad a casarse en matrimonio a través de las leyes del estado?

—Sí —ambos contestamos con una sonrisa.

—Bien, ahora les leeré el capítulo 3 del código civil federal, de los derechos y obligaciones que nacen del matrimonio: "Articulo 162. Los cónyuges están obligados a contribuir cada uno por su parte a los fines del matrimonio y a socorrerse mutuamente..."

Mientras lo escuchaba no podía evitar hacer comentarios al respecto en mi mente como: "Sí, en definitiva ayudaré a Drés siempre que lo necesite." "Sí, viviremos juntos como esposos. Wow, esposos, seremos esposos después de esto, esto está pasando, de verdad está pasando." Volteé a ver a mi futuro esposo, él estaba sonriendo y su cara estaba iluminada de una forma en la que nunca había visto. Inhale y exhalé para tranquilizarme y poder seguir escuchando al juez.

—"Los derechos y obligaciones que nacen del matrimonio serán siempre iguales para los cónyuges e independientes de su aportación económica al sostenimiento del hogar..."

Escuché atentamente todo lo que estaba leyendo el juez acerca de todos los derechos y obligaciones que conllevaba un matrimonio según la ley y mi respuesta seguía siendo "sí" a todos y cada uno de ellos, nada de eso sería una carga o problema si iba a estar con Andrés. Para este punto solo estaba esperando poder declararlo mi esposo. Pero antes de la firma de las actas, fue el momento de leernos nuestros votos y ponernos los anillos mutuamente. Tomé el papel en donde escribí mis votos para no olvidarlos y vi a Andrés a los ojos.

—¿Quieres empezar tú? —le pregunté a Drés, él negó.

—Hazlo tú —me hablo con la voz un poco temblorosa, él también estaba nervioso. Asentí.

—Andrés, Drés, yo siempre supe que eras tú, desde la primera vez que te vi en esa fiesta de navidad, —comencé a hablar y leer por momentos mis notas—, no sé porque, pero siempre supe que podía confiar en ti. Tú dices que soy un chico que trata de ver lo mejor de las personas y crees que solo pude estar contigo porque solo he visto lo mejor de ti, pero, la verdad es que siempre has sido una excelente persona, lo supe desde el primer momento y lo confirme cada uno de los días que hemos estado juntos. Tú, mi Drés, eres el mejor hombre con el que me pude topar en mi vida, creo que fue el destino el que hizo que nos encontráramos y por eso prometo no dejarte ir nunca. Lo único que quiero es estar a tu lado en todo momento, sobretodo, en los momentos en los que más me necesites. Por último, solo quiero decirte que, como sabrás, la familia es importante para mí, ahora no solo serás parte oficial de mi familia sino que podremos formar una familia juntos —reí nervioso—. Andrés, eres mi amor más profundo, no puedo esperar a vivir en nuestro futuro juntos y prometo que te voy a amar para siempre, mi chico sexy.

—Mau, Mauricio, —comenzó a decir sus votos—, recuerdo aquella vez en la fiesta de año nuevo cuando nos besamos por primera vez, yo me sentía atraído a ti, pero solo esperaba obtener una sola cosa de ti, tu bien sabes qué. Pero tú me has dado más que eso, más de lo que cualquier otra persona en el mundo estaría dispuesto a darme, no solo tu amor, no solo sexo, no solo diversión, me has mostrado que hay mas sobre mí que eso y me has mostrado que existe un mundo mejor que en el que vivía antes de conocerte, porque siempre ves lo mejor en las personas y de todas las situaciones que enfrentas, es por eso que quiero pasar lo que resto de mi vida a tu lado, junto a ti, mi Mau, mi lindura, —ambos reímos—. Nunca te lo he dicho de esta forma, pero volviste mi mundo que estaba solo en blanco y negro en uno de colores brillantes y eso fue posible porque apareciste justo en el momento que estaba a punto de rendirme y esconder mi corazón para siempre, pero aquí estoy, dándote mi corazón frente a todas estas personas para que lo cuides y para cuidarte, para que lo ames y para amarte en todo momento. Estoy agradecido de haber decidido ir a esa fiesta y estoy feliz de que ahora te vuelvas mi esposo, mi chico de la playa. Te amo más de lo que imaginas y también espero ese futuro que planeamos juntos.

Ambos tratamos de contener nuestras lágrimas mientras decíamos nuestros propios votos y escuchábamos los del otro, pero cuando terminamos, ninguno de los dos pudimos evitar sollozar mientras firmábamos y poníamos nuestras huellas digitales en las actas que el juez puso sobre la mesa. Nos aceramos a darnos un corto abrazo en el momento en el que Beto y Lili firmaban también, ya que eran nuestros testigos, porque nos pidieron, es decir, nos exigieron serlo, y su razón fue que: "ellos fueron los que vieron nuestro amor desde el inicio", a parte, se volvieron novios gracias a nosotros.

Luego de todo eso, el juez nos dijo que oficialmente ya éramos esposos. Y Andrés y yo nos dimos un corto beso en los labios, nos abrazamos y reímos. Voltee a ver a nuestras familias y, entonces, lo supe, todos de verdad, compartían nuestra felicidad. Fuimos a comer mariscos y disfrutamos la tarde, de la playa, el sonido del mar, el sol y la celebración de nuestra boda. Todo se sentía tan mágico o quizá era solo que había comenzado a tomar alcohol desde que inició.

—Siempre quise casarme en la playa, ¿lo sabías?

—Sí, amor, me lo dijiste muchas veces, —me contestó Andrés con una sonrisa—, estas un poco ebrio.

—Eso no es verdad, esposo.

—Sí, lo es, esposo, —me contestó y yo reí, estaba tan feliz de escucharlo llamarme así—, si sigues bebiendo no podremos disfrutar de la luna de miel. No me gustaría perderme eso, ¿sabes, esposo?

—Yo tampoco quiero perdérmelo, esposo.

Así que dejé de beber luego de eso y solo disfrute de mi familia y mí, ahora, esposo. Hasta que se hizo de noche, y todos nos fuimos a descansar. Cuando llegamos a la habitación de hotel estaba un poco más sobrio. Me paré junto a la ventana para observar las olas que se formaban en el mar.

—¿No te parece interesante que a luna de miel es el único día que todos saben que tendremos sexo y están bien con eso? Hoy tendremos sexo con el consentimiento de todos —habló Andrés mientras se acercaba a mí y me abrazaba por la cintura. Yo sonreí.

—¿Por que de repente tan filosófico? O, acaso... ¿estás desarrollando un nuevo fetiche?

Escuché su risa y recargué mi cabeza sobre su hombro.

—Lo dices como si desarrollara fetiches a cada rato, no es eso, solo que mañana cuando nos vean, todos sabrán que nosotros estuvimos toqueteándonos por todos lados e intentando procrear aunque no podemos. Será interesante ver sus caras.

—Ah, Drés, ahora, no voy a poder tener sexo, por pensar en eso... gracias -Bromeé y mi esposo quiso volteara a verlo, así que me giré.

—Entonces, esposo, pensemos en otra cosa.

—¿Cómo en qué? —pregunté y él tomó mi mentón con una de sus manos y acercó mi cara a la suya.

—En que te amo mucho y amo tus labios y amo el hombre en que te has convertido, licenciado.

—Así es, ahora somos esposos, mi estimado lic.

Ambos sonreímos y nos dimos un corto beso. Estaba tan feliz de estar junto a él y de haberme graduado de la universidad hace un año. Andrés vio el mar por unos segundos y luego me vio a los ojos.

—Yo creo que quien si tiene un fetiche que quiere hacer eres tú, dime, lindura, ¿te gustaría tener sexo en la playa? —Esa pregunta no me la esperaba, ¿quería que tuviéramos sexo en el mar?

—No creo que eso sea legal...

—Pero, entonces, ¿si te gustaría? Y no me vayas a mentir, José Mauricio.

—Sí, creo que sí —le contesté casi sin pensar y me sentí avergonzado por confesar uno de mis más profundos secretos. Mis mejillas ardían, como siempre.

—Já, lo sabía. ¿Intentamos tener sexo en la orilla del mar?

—¿Y ser arrestados en nuestra luna de miel? —le respondí y por la expresión que hizo creí que él se había dado cuenta de lo que me estaba pidiendo, pero...

—Tienes razón, no es una buena idea... —asentí—... así que será mejor ahorrar para ir a una playa privada o, simplemente, ser arrestados otro día que no sea tan importante.

—¡Drés! —le reclamé mientras trataba de no reír por su ocurrencia.

—Mauricio. Sabes que estoy jugando, nunca querría que mi esposo tuviera un historial criminal, aunque te haría ver tan sexy.

—¿No soy sexy, ahora? —le pregunté mientras mi esposo se separaba de mi y se iba a sentar en la orilla de la cama.

—Claro que sí, ese esmoquin blanco te queda muy bien, pero te verías más sexy sin la camisa y el pantalón.

—¿Tú crees? —le pregunté mientras me desabotonaba mi camisa.

—Sí, ven te ayudo, lindura —me dijo, para después tomar el cinturón de mi pantalón, jalarme hacia él y desabrocharlo.

Me quité la camisa y Drés me observó detenidamente y levantó su rostro viendo mi abdomen y luego mi cara, nos detuvimos por unos segundos, yo sabía que quería besarme, así que me agaché un poco para acercar mis labios a los suyos. Y ese beso fue uno más profundos que hemos tenido, fue uno en el que pude saborear lo dulce de su boca. Sentí sus dedos tocando delicadamente mi espada y pasé mis manos por la suya y recordé que él aún tenía su camisa puesta. Sin dejar de besarlo estuve desabrochando su camisa y al final, nos separamos un poco para que él se la pudiera quitar. Fue en ese momento en el que pase mis manos por su espalda y sentí el sudor de en su piel, no lo juzgaba, porque estábamos en la playa, hacía mucho calor y Drés siempre había sido muy ardiente.

—Deberíamos ducharnos primero —propuso mi esposo, aunque su respiración sonaba un poco agitada.

—O quizá las dos cosas al mismo tiempo.

—Sí, me gusta como piensas, esposo.

Nos ayudamos a quitarnos lo que nos quedaba de ropa, entre besos y caricias. Y luego nos metimos a la ducha, el agua fría contrastaba el calor de mi cuerpo y los besos y caricias de Andrés equilibraban el ambiente. Tratamos de bañarnos y concentrarnos en limpiar nuestro cuerpo, pero estábamos más concentrados en el cuerpo de otro, nada que no haya pasado antes. La verdad era que el sexo en la ducha no era el mejor, pero, el agua recorriendo mi cuerpo me recordaba al agua del océano y escuchar la respiración agitada de Andrés el sonido de las olas del mar golpear sobre la arena. Me gustaba como mis dedos resbalaban al tocar a Drés, la delicadeza con la que mi esposo me tocaba con sus manos mojadas. Me gustaba la humedad del cabello mojado de Andrés que mojaba su cara y hacia que gotas de agua resbalaran por su cuello y hombros.

Luego de un corto tiempo, él cerro la llave de la ducha y salimos besándonos hasta la cama, no nos detuvimos a secarnos, pero no me molestaba la humedad y a Drés tampoco. Nos quedamos por un tiempo solo besándonos y tocando nuestros cuerpos de forma tranquila y cariñosa. Me gustaba sentir el calor de su cuerpo junto al mío y sus manos recorriendo mi espalda y bajando por mi abdomen. Cuando pasaron un par de minutos Andrés se levantó para tomar el lubricante, puso un poco sobre sus dedos y se acercó a ponerme lubricante y luego él se lo puso.

Fue el momento de unirnos, no es algo que no hayamos hecho antes, pero esta vez se sentía diferente ya que acabamos de casarnos y estar junto a él era algo que siempre quería hacer, disfrutar estar junto al otro era algo de lo que nunca iba a quejar. Algunas personas dicen que estando con sus parejas sienten que van al cielo, pero mi amor por Drés me llevaba hasta lo más profundo del océano, me dejaba sin respiración, como si estuviera debajo del agua. Amaba a Andrés de la forma más intensa que podía imaginar y siempre iré hacia él sin importar que tuviera que cruzar todo el océano.

Ambos llegamos al orgasmo y pude decir que fue uno de los mejores encuentros que tuvimos desde la primera vez que estuvimos juntos. Me acerqué a besarlo y abrazarlo y él me rodeo con sus brazos. Luego de un tiempo, ambos notamos que las sabanas estaban mojadas y decidimos quitarlas y dormir con solo en el colchón, agradecí que estuviéramos en la playa y que hiciera calor, sino el frio nos haría tener un resfriado. Por lo pronto lo único que necesitaba era el abrazo de mi esposo.

—No puedo creer que seas mi esposo, aún recuerdo cuando te pedí matrimonio —le dije a Drés mientras escuchaba como su respiración se tranquilizaba.

—Fue en esa fiesta de año nuevo hace cinco años. Nunca creí que alguien que me pidiera ser su esposo la primera vez que nos besamos. Nunca creí que me fuera a enamorar de la forma en la que estoy de ti, Lindura.

—Por lo menos siempre he sabido que yo te amé primero.

—Y yo siempre te he amado más.

—Eso no es verdad, ¿cómo puedes decir eso?

—¿Alguna vez te he contado lo mucho que te he cuidado desde el inicio?

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—No es como que no lo haya hecho antes, pero antes de tener sexo contigo me hice todas las pruebas de ETS, para estar seguro de que todo estaba bien y que no te ibas a contagiar de algo por mi culpa.

—Ah, es por eso que me decías que esperara un poco...

—Sí, afortunadamente todo salió bien, aunque siempre traté de ser responsable con los chicos con los que salía, sobre todo, quise serlo contigo, porque tú confiabas en mí de una forma que nadie más había hecho y no quería defraudarte. Así de mucho te he amado desde siempre.

Ese nuevo descubrimiento sobre Andrés, me conmovió mucho, sobre todo porque es un gran acto con el que se cuido a sí mismo y a mí. Aunque nunca lo mencionó, eso solo me hacia preguntarme si habrá hecho más cosas por mí de las que no me había dado cuenta. Pensar que sí me hacía sentir tan amado, así que me acerqué a su cara y nos hundimos en un beso profundo y sentí como él me apretaba más a su cuerpo, suspiré un poco, me gustaba el contacto con su piel y me pregunté si íbamos a tener sexo de nuevo. Detuve el beso para verlo a los ojos, sus ojos negros y profundos, me seguían gustando tanto como la primera vez que lo vi. Y por la expresión de su cara deduje que también quería volver a tener sexo. Así que lo volví a besar y bajé una de mis manos hasta debajo de sus caderas.

Y así una gran parte de la noche nos la pasamos hablando, riendo y diciéndonos cosas lindas, otra simplemente no podíamos hablar porque estábamos ocupados con nuestras bocas. Sinceramente fue una de las mejores noches de mi vida.

Por la mañana después de desayunar con nuestra familia en el hotel, ambos fuimos a caminar por la playa en la orilla del mar, estuve disfrutado tanto de la sensación del agua mojando mis pies y de su mano sosteniendo la mía, que apenas y me di cuenta que Andrés me estaba dirigiendo a un lugar en especifico. Se detuvo frente a una casa, me paré a su lado y la observé, me pareció conocida, pero no sabía por qué.

—Esta va a ser nuestra casa, esposo —me dijo y voltee a verlo, estaba confundido.

—¿Qué? ¿Enserio?

—Como esposos que somos, necesitamos una casa propia y tú siempre quisiste vivir en la playa, así que desde que decidimos vivir juntos conseguí esta, aunque aún tenemos que pagar la mitad del precio —lo escuché y nunca había sido tan feliz, iba a vivir frente al mar como siempre había soñado.

Observé la casa de nuevo, pero ahora con más detenimiento: La casa era blanca, tenía dos pisos, una gran ventana con cortinas blancas en el de abajo, un gran balcón en el de arriba y el sol del día se reflejaba en el vidrio de la ventana.

—¿Así que esta era tu sorpresa? Me encanta. Te ayudaré a pagar lo que hace falta, te daré todo mi dinero ahorrado y el que esté por ganar.

—Lo pagaremos juntos, Lindura, no te adelantes. Y, te voy a decir una cosa más, porque parece que no te has dado cuenta: recuerdas cuando venimos aquí por primera vez junto con tu familia y te dije que si seguíamos juntos en el futuro esta podría ser nuestra casa...

—¡No puede ser! ¿Es... es esta casa? —Drés asintió y sentí como mi pecho se calentó, la forma en la que él me demostraba que me amaba y me amó desde el inicio me hacía sentir una gran felicidad. Me acerqué a besarlo de la forma más profunda que pude estando en público y ambos sonreímos en medio del beso.

—Aunque nunca me había imaginado vivir en la playa, tú hiciste que amara y anhelara vivir aquí contigo, —me comenzó a explicar mi esposo cuando dejamos de besarnos—, Lindura, no hay otro lugar en el que me gustaría estar, solo contigo me siento pleno y feliz, y sé que si estoy contigo mi vida será la mejor de todas sin importar en donde estemos.

—Te adoro mucho, Drés —le dije me acerqué a besarlo y no pude evitar comenzar a llorar, el me hacia tan feliz, aunque a veces no sabía cómo decírselo.

—Drés, aquí podremos vivir siempre y tener nuestra vida de casados, formar una familia si queremos, adoptar una mascota y nos divertirnos, ¿no te parece que vivir en la playa sería como vivir eternamente en vacaciones?

—Lindura, no te olvides que también tendremos que trabajar, hay que terminar de pagar la casa.

—Lo sé, pero déjame soñar un poco.

Me recosté sobre su hombro y pude ver nuestro futuro, ese en donde la mayoría de los días eran felices y nos divertíamos juntos, en donde trabajamos y nuestras vidas se complementaban bien; en donde ambos nos amábamos todos los días hasta el final. Y sabía que era lo que iba a pasar, porque mientras estuviéramos juntos, la vida iba a ser la mejor.


Hola, ¿como los trata la vida?

Sé que me tarde mucho en publicar esta parte final que prometí desde el inicio, pero estuve en medio de un bloqueo creativo que no parecía querer irse, además de que no quería despedirme de estos personajes, no podía concebir que esto era lo ultimo que iba a escribir sobre ellos.

Pero, por fin terminé y espero que hayan disfrutado leyendo este ultimo capitulo y toda la historia.

Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer, votar y comentar. Espero que nos leamos luego.

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