(3) Andrés y la playa
Narra Mauricio
Me quede viendo las olas que se formaban en el mar, es increíble y relajante estar aquí, ver el agua y sentir la arena, pero, sobre todo, ver a lo lejos como Andrés es mojado por las olas. Esas gotas recorriendo su abdomen desnudo me están ocasionando alucinaciones, es tan sexy siempre, ¿cómo es posible? Suspiré.
—Oye Mau, tierra llamando a Mauricio —Escuché la voz de Liliana y vi una mano agitándose frente a mi cara sacándome de mis pensamientos.
—Eh, ¿Qué? —solo pude decir eso.
—Te decía que esto es muy hermoso, poder estar en la playa después de tanto, pero veo que no te importa lo que yo piense... —me vio fijamente—... tú realmente tienes algo con el guapo de Andrés, ¿cierto?
—Sí, la playa es muy bella, cada vez que vengo me siento como en casa —le respondí ignorando lo que dijo sobre Andrés.
—¿Estás cambiando el tema...? —se detuvo por unos momentos observándome de arriba abajo, para luego negar con la cabeza— Mau, no sabes disimular...
—Están saliendo, ¿verdad? —llegó Beto junto a nosotros y se sentó sobre la arena.
La verdad era que no le habíamos dicho a nadie sobre nuestra relación, porque todavía no estábamos muy seguros de que cómo iba a funcionar todo entre nosotros, ya que nos habíamos vuelto novios muy rápido. Pero Lili y Beto eran buenos para sacar conclusiones.
—Mau, insististe mucho a tus padres de invitar a Andrés y me obligaste a convencer a toda la familia de traer a un "amigo" a un viaje familiar...
—Pues, yo digo que no pregunten cosas obvias —le contesté a Beto sintiendo calor en mis mejillas y ellos rieron.
—Já, lo sabía, pasó algo desde esa noche que estuvieron juntos —exclamó Lili— pero tengo curiosidad ¿por qué no nos habías contado?, ¿por qué no me habías contando?
Solo me encogí de hombros, ni siquiera yo lo sabía bien.
—No hablemos sobre eso, mis padres nos van a escuchar. —susurré.
—No te preocupes, toda tu familia cree que soy tu novia incluso si siempre lo negamos. Tu secreto de ser gay está a salvo hasta que quieras gritarlo al mundo.
Pensaba en que durante este corto tiempo nunca le había dicho a Andrés, directamente, que todavía estaba en el closet con mi familia e incluso lo había traído a este viaje familiar sin ser claro al respecto. Lo único que tenía a mi favor era que acordamos no decirle a nadie que estábamos en una relación hasta estar seguros de que funcionaba, de que nuestras personalidades encajaban bien y no terminaríamos en un desastre. Lo vi correr hacia mí y al ver sus ojos negros no pude ni siquiera imaginarme cómo podríamos terminar siendo un desastre.
—¿Vamos? —escuché a mi novio que había llegado hasta mi invitándome a mojarme en el agua salada.
Lo vi con ganas de decirme algo más pero al ver a Lili y Beto se contuvo, sonreí, caminé en silencio junto a él hasta la orilla del mar donde apenas llegaba un poco de agua. Mis pies se mojaron rápidamente.
—Dijiste que íbamos a divertirnos juntos, pero solo has estado observándome de lejos desde que llegamos —habló sin verme— esto se siente más incómodo de lo que pensé que sería.
—Lili y Beto saben que estamos saliendo —solté, no podía mentirle, no quería hacerlo. Me observó.
—¿Les dijiste?
—Ellos lo descubrieron... creo que no soy bueno ocultando nada. —Observé mis pies y los moví sobre la arena.
—Lo sé —suspiró, no parecía molesto, solo, pensativo.
—Sí, soy así... —me detuve unos segundos y luego continué— me sorprende que mis padres todavía no sepan que soy gay.
—Lo saben, —soltó y fue mi turno de observarlo—, pero no quieren creerlo.
¿Será? Voltee atrás para ver a mis padres, pero solo vi a mi hermanita que venía corriendo hacia mí. Cuando llegó me abrazo por la cintura y le devolví el abrazo. Vi a mi novio por unos segundos, ¿él ya sabía que estoy en el closet? ¿Por eso esta reaccionó tan tranquilo?
—¿Cuántos años tiene? —me preguntó Andrés refiriéndose a mi hermana.
—Tengo 7 —contestó animada Melanie viéndolo— ¿y usted?
—¿usted? —mencionó para sí mismo e hizo un pequeño bufido notándose molesto— tengo 24 años, no soy tan mayor...
—¿y cómo se llama? —me preguntó ahora mi hermanita y vi Andrés tenía una expresión interesante que no podía interpretar del todo.
—Andrés.
—Yo soy Melanie... te voy a llamar Drés —declaró mi hermana.
—No —exclamó mi novio serio.
—¿Por qué no? Suena bonito y es lo que hacemos —explicó refiriéndose a nuestra familia, tendemos a cortar nuestros nombres, Mel, Beto, yo Mau e incluso si solo es una amiga, Lili.
—Entonces te llamaré Mel.
—No —habló sonriendo burlonamente y fue a correr a lo largo de la orilla del mar, luego se sentó en la arena no muy lejos.
No sé cómo es que mi hermana y mi novio se las arreglaron para pelearse tan pronto, sabía que Andrés tiene una personalidad firme, pero, Mel, ella por lo general no es así con nadie, solo conmigo cuando peleábamos por cosas tontas. Aunque era interesante ver como él no podía ganarle a una niña de 7 años que lo estaba molestando a propósito. Reí.
—¿De qué te ríes?
—Mi hermana solo estaba jugando.
—Lo sé, no soy bueno con los niños, nunca sé cómo actuar cuando estoy con ellos.
—Mel solo bromea de esa forma con las personas con las que se siente cómoda, así que le agradas. No te preocupes mucho por eso.
Mi novio me observó y asintió. Luego me mojo con al agua salada que tomó con una de sus manos y Mel un corto tiempo después se unió a nosotros para jugar mojándonos mutuamente. Luego de un rato, cuando dejamos de jugar y reír, uno de mis primos fue a invitarnos a jugar voleibol de playa, ya había puesto los dos tubos enterrados en la arena y la red.
—Nunca he jugado voleibol de playa —comentó mi novio.
—No es tan difícil, de seguro que lo harás bien. —le contesté al pensar en su cuerpo atlético.
—Eso lo dice porque es un As en este deporte, —Lili se entrometió en nuestra platica—, ha jugado desde que era un niño, pero la verdad es que es difícil no resbalar por la arena y al mismo tiempo golpear el balón con fuerza para pasarlo encima de la red.
—Lili, estas exagerando mucho, además no importa solo vamos a divertirnos.
—Eso también lo dice porque siempre nos gana —Lili le dijo a mi novio y me sentí avergonzado por los cumplidos.
Liliana y Beto era los capitanes esta vez, es decir que ellos escogerían a los integrantes de su equipo entre mis primos, Andrés y yo. Quería estar en el mismo equipo que mi novio, pero Lili escogió a Andrés y Beto a mí. Comenzamos con el partido tratando de divertirnos, pero estuvimos jugando por un tiempo más largo del que queríamos, ya que el juego estaba muy reñido porque Andrés y yo estábamos jugando muy bien, a la par, y todos parecían estar muy competitivos y emocionados por eso. No quisieron terminar el partido hasta que alguno de los dos ganara.
—Estoy agotado, me arde la piel, no me dejes jugar de nuevo con tu familia —dijo Andrés acostándose boca abajo sobre una de las camas.
No le dije nada solo me senté en el otro lado de la cama y me recosté sobre la cabecera, también estaba muy cansando y me ardía gran parte de mi cuerpo.
—Lindura... —me habló mi novio levantando su cabeza, vi sus ojos negros y me pareció tan tierno— ¿crees que pueda dormir en esta habitación?
Era verdad, cuando mi familia organizó las habitaciones a él lo dejaron en una habitación solo y a mí me dejaron junto a Beto, ya que era usual estar junto a él en las vacaciones familiares, pero eso podía cambiar si mi primo quería. Estaba a punto de contestarle cuando Lili y Beto entraron a la habitación.
—Mira ahí están acostados, —dijo mi amiga apuntado a nosotros—, el campeón y el perdedor del voleibol de playa. ¿Díganme como se sienten después de ese excepcional partido?
—Cansado —contestó Andrés sin levantarse. Lili me observó esperando mi respuesta, parecía una periodista o reportera.
—Déjalos, ellos no querían competir entre sí y es obvio que Mauricio lo dejó ganar —declaró mi primo.
La verdad es que no sabía si lo había dejado ganar o no, porque para entonces ya estábamos muy agotados y en los últimos minutos parecía que ambos nos estábamos auto-saboteando para perder. Yo solo quería que terminara porque mi novio comenzaba a verse muy cansado.
—Eso lo dices porque no quieres aceptar la derrota, perdedor numero 2. —exclamó mi amiga de forma competitiva. Beto era muy amable y tranquilo así que solo asintió— Ya veremos para la otra. ¿verdad Andrés?
—No cuenten conmigo.
—Oye, Bro, deberías de darte una ducha con agua fría para calmar las quemaduras del sol —le habló mi primo a mi novio— y si quieres puedes dormir aquí con tu novio.
Andrés volteo a verlo.
—O si quieres —contesté rápidamente— yo puedo ir a dormir a la habitación de Andrés. Solo necesitamos una cama. —todos me observaron y me sentí nervioso—... no es por eso... yo no... —balbuceé nervioso
—Yo no necesito dos camas, quédense aquí. —contestó riendo.
Después de un rato mis amigos se fueron y Beto se llevo su maleta y luego trajo la de Andrés, para que tuvieran que estar yendo y viniendo de cada habitación.
—¿Sabes que tus padres no me dejaron dormir contigo porque saben que hay algo entre nosotros? —me preguntó mientras se levantaba a tomar algo de su maleta.
—¿De verdad crees que lo saben?
—Sí, pero no importa estamos juntos ahora y solos —volteo a verme y sonrió de una forma provocativa— lindura, ¿quieres que nos bañemos juntos?
Asentí y fui a tomar mi pijama y una toalla para dejarla sobre una de las camas. Antes de entrar a la ducha me observé en el espejo, la piel de mi espalda, usualmente morena, estaba roja y mi cara tenía un sonrojo sin necesidad de estar avergonzado. Andrés se paró a mi lado, desnudo, no pude apartar la mirada sobre él, los músculos de sus brazos y sus piernas, su cabello negro y su mirada penetrante, el toque rosa que el sol le había dado a su piel blanca, todo eso hizo que me pareciera tan perfecto y excitante. Se acercó a besar suavemente mi cuello para luego alejarse a abrir la llave de la regadera.
—No te lo había dicho pero ese short rojo te queda muy bien, lindura —me dijo acercándose a mí de nuevo y pasando una de sus manos por mi espalda baja, juntándome más a él, me ardió su tacto pero podía soportarlo.
Lo vi a su ojos negros, y levanté mi cabeza, solo estando tan cerca me daba cuenta de la diferencia de altura que había entre nosotros, él es como unos diez centímetros más alto que yo. Entonces comenzamos a besamos, un beso húmedo, puse mis manos alrededor de su cuello y dejó de besarme instantáneamente, estaba rosando sus quemaduras del sol. Sabía como le ardían porque también me ardían a mí. Quité mis manos de su cuerpo.
—Tener sexo va a ser difícil si no podemos poner ni siquiera nuestras manos sobre el otro.
—También estamos cansados como para esforzarnos de más —agregué y me vio de una forma que no pude entender.
—¿Entonces un baño común y aburrido? ¿De qué sirve que estés aquí entonces? —habló caminando a ponerse debajo del flujo de agua.
—¿Ahorrar agua? —le expliqué divertido— quizá sea una baño común, pero no tiene porque ser aburrido, hay muchas formas de divertirnos —lo admiré mientras parecía relajarse con el agua fría— podemos hacernos peinados raros con el shampoo o cantar de formas graciosas o tapar el desagüé y jugar en el charco que se haga...
Mi novio comenzó a reír mientras asentía.
—Ven, quítate la ropa y ven, lindura. Juguemos. Divirtámonos.
Le hice caso y fui hacia él. El agua fría calmó el ardor que tenía en la piel y los ojos negros de Andrés sobre mi cuerpo me ponían más nervioso. Ni siquiera hicimos mucho solo nos enjuagamos y nos quitamos la arena que estaba en lugares que no sabíamos. Al final pasamos un corto tiempo bajo la regadera relajándonos.
Cuando salimos del baño, me puse mi pijama y Andrés solo un bóxer.
—Linda pijama, lindura —me dijo tomándome suavemente de la cintura y acercándome él para besarme.
—¿No vas a ponerte algo más?
—No, ¿por qué? —preguntó levantando las cejas.
Yo no le dije nada pero me sentía muy nervioso, mis mejillas ardían más de lo que podía soportar al pensar que tendría que verlo apenas con ropa por el tiempo que estuviéramos despiertos en la noche y cuando nos levantáramos por la mañana. Me sentía incluso más avergonzado de saber que yo estaba usando un pijama. Él estaba tan sexy y yo me sentía como un niño.
—¿Estás incómodo? —me preguntó y yo negué.
—No es eso —me recosté sobre la cama sintiendo de nuevo el ardor en mi espalda.
Mi novio me siguió acostándose a un lado en la misma cama mientras sonreía. Ambos seguíamos sin poder tocarnos, pero tenía muchas ganas de recostarme en su pecho y estoy seguro que él también se moría por poner sus manos sobre mí. Nos observamos directamente a los ojos por un tiempo.
—¿No te importa que sea un closetero? —quise saber.
—Uh, esa palabra, ¿no crees que es un poco fuerte para ti?
—¿Fuerte?
—¿Tienes permitido decir esa clase de palabras lindura? Ser un "closetero"... el closet es para la ropa.
—¿No te importa? —pregunté de nuevo
—Tus padres lo saben, ya te lo dije, por eso se empeñan tanto en no dejarnos solos... además ¿no estás siendo demasiado obvio? Me trajiste a este viaje familiar al que no traes a ningún otro amigo, hombre, y solo traen a Liliana, pero ella es como la familia según sé.
—¿Entonces? No me has respondido, ¿a ti no te importa?
—No te puedo a obligar decirlo, para algunas personas es más fácil que para otras. Mis padres no... —se detuvo a pensar unos momentos— bueno no importa, incluso si a mí no me gusta ocultarme, no puedo arrastrarte a eso solo porque yo quiero. Pero me gustaría que en algún momento, si sigues siendo mi novio, poder gritarle al mundo que estoy saliendo contigo, sin tener que pensar en tus padres o en tu familia.
—Entonces, sí te molesta un poco... debería decírselos... —hablé mientras me preguntaba a mi mismo si realmente podría hacerlo.
—Sí, pero no tiene porque ser pronto, por ahora me conformo con que tu familia ya no esté segura de que Liliana es tu novia. Además me gusta esta sensación de estar haciendo algo prohibido a escondidas de tus padres.
Reí, era bueno saber el punto de vista de Andrés, me sentía más tranquilo. Me acerqué a besarlo suavemente en los labios tratando de no tocar nada más y hacerle daño.
Por la mañana cuando ya habíamos desayunado con la familia, ambos fuimos a caminar por la playa. Caminamos tanto que llegamos a un lugar tan alejado que ninguno de mis familiares podía vernos, entonces nos tomamos de las manos y nos sonreímos mutuamente.
—Esta puede ser nuestra casa, esposo —habló al detenerse frente a una casa de dos pisos con una gran ventana y cortinas blancas, el sol se reflejaba en el vidrio.
—¿Qué?
—Cuando me pediste matrimonio, dijiste que querías vivir en la playa, y podríamos vivir aquí en el futuro, si es que todavía decidimos estar juntos.
¿Cómo puedo explicar la felicidad que sentí al escuchar eso? Andrés estaba planeando una vida a mi lado y recordaba bien lo que le dije aquella noche. Las palabras no me salían así que solo lo vi y él a mí. Luego de un tiempo asentí lentamente y pude ver una de sus más bonitas sonrisas. Y se acercó para besarme lentamente.
La playa, el mar y Andrés eran todo lo que me encantaba en la vida. Durante todo el viaje e incluso cuando estábamos volviendo no podía dejar de pensar en esa casa con la vista directa al mar y a Andrés a mi lado.
Hola^-^, ¿como están?
Un dato que quizá no quieran saber, es que este relato ha sido el que mas me ha costado trabajo editar, la primera versión estaba un poco muy desordenada, así que tuve que cambiarle y adaptar varias cosas, además de que este es el relato mas largo de todos.
Bueno, da igual, díganme, ¿que les pareció? ¿les gustó?
Bien, sin mas, que decirles por ahora, nos leemos luego :)
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