Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 46: El Cielo


—Dios— Dice mientras suspira al separarse del beso — Lo que mi preciosa novia ordene — Respondió besándome el cuello mientras nos llevaba a la habitación. Yo solo pude sonreír llena de felicidad ante la forma que él me había llamado, la cual a partir de ahora, era la correcta.

Una vez en la habitación, me dejo suavemente encima de la cama para colocarse él encima, sonriéndonos mutuamente y con una mirada llena de amor, notando como a este se le juntaba la lujuria mientras con su boca seguía repartiendo un camino de besos que iban desde mi cuello hasta mis clavículas.

— ¿Estás segura de esto, Luna? Puedo esperar y lo sabes — Me preguntó mientras me miraba a los ojos, buscando mi más profundo deseo.

— Más que segura — Respondí al instante y levanté mi cabeza para besarlo.

Mis manos inconscientemente ascendieron hasta su pelo donde lo agarre con fuerza para profundizar el beso. Una de sus manos se colocó en mi cintura aferrándose a ella con fuerza, haciendo que soltara un leve jadeo. Me resultaba fascinante la manera en la que él siempre era muy atrevido, pero al mismo tiempo muy delicado, haciendo que por muy fuertes que sean sus acciones, nunca me llegaba a hacer daño.

Me avergoncé cuando me empezó a sacar los pantalones, llena de inseguridades y vergüenza por saber que él me iba a ver sin ropa. Inconscientemente, empecé a cerrar mis piernas.

— De eso nada princesa, a mí no me vas a cerrar las piernas — Dijo colocando una mano en cada rodilla, y haciendo presión para que estás se volvieran a abrir poco a poco.

Tapé mis ojos con mi antebrazo, avergonzada de pensar en lo que Max estaba viendo por estos momentos. Esa frase dicha por él, tuvo un gran efecto en mi ser, siendo este presente en mi parte íntima, la cual se puso aún más sensible.

— No te avergüences conmigo, Luna. Eres hermosa — Me sacó el antebrazo de mis ojos, y estos vieron inmediatamente lo cerca que estaban los iris contrarios — Desearía que te vieras como te veo yo — Dijo antes de besarme, sin necesitar nada más que ese beso para transmitir todos los sentimientos que rondaban por nuestra anatomía en esos instantes.

Poca a poco la ropa iba desapareciendo de nuestro cuerpo, mientras nuestras bocas y cuerpos parecían imanes. Me coloqué a horcajadas encima de él, haciendo que ambos soltáramos un gemido cuando nuestras partes se tocaron sin ninguna tela de por medio.

— Hace mucho que esperaba este momento— Jadeé en su oído de manera inconsciente mientras le besaba el lóbulo, sabiendo que era ese uno de sus puntos débiles, y acertando al ver que su agarre en mi culo se hacía más fuerte.

— ¿Y la Bea que se avergonzaba donde está ahora? Creo que me gustaba más ser el dominante — Bromeó, a lo que yo le di un golpe, volviéndome tímida por su comentario — Créeme que yo lo he esperado mucho más — Dijo esta vez serio, mientras me tumbaba para volver a estar yo debajo de él. Se acercó hasta mi cuello para dejar otra vez besos húmedos en la zona — Aun así— Dio dos besos más acercándose a mi oreja mientras yo me deshacía en suspiros — Nunca sería capaz de hacerte daño, tú eres mi prioridad — Su mano empezó a descender desde mis pechos hasta mi barriga, haciendo de mí un manojo de suspiros — Siempre. — Concluyó mientras su mano llegó hasta mi clítoris, para empezar a hacer movimientos circulatorios. Inmediatamente, mi espalda se arqueó y un agudo gemido salió desde mi garganta.

Sus dedos enviaban olas de placer por todo mi cuerpo, y yo, solo podía aferrarme a él y soltar gemidos, los cuales se agudizaban cada vez más por su aumento de velocidad.

— ¿Lo hago bien? — Preguntó Max con altanería en mi oreja. Yo únicamente fui capaz de asentir levemente. — Bea, palabras — Me pidió besándome el cuello. 

— S-sí — Apenas respondí antes de gemir cuando hizo más presión en mi zona íntima. Este hombre me estaba volviendo loca, y yo estaba dispuesta a seguirle el juego.

Mientras él me torturaba el clítoris, mi mano empezó a descender por su tonificado abdomen hasta llegar a su miembro, empezando a bombardearlo mientras escuchaba sus gruñidos nada más lo toqué.

— ¿Lo hago bien? — Lo imité, causando que ambos soltáramos una carcajada. Pasé mi pulgar hasta la punta de su entrepierna y empecé a masajear en la zona. Max gimió, asombrado de lo que estaba haciendo.

— Luna, aún estamos haciendo los preliminares y me estás tentando de sobremanera — Gruñó mientras me miraba profundamente.

— Pero te necesito — Le susurré a lo que él lanzó una suave risa mientras su cabeza descansaba en el hueco entre mi hombro y mi cuello.

—Eso no ayuda para nada — Susurró mientras me besaba la zona — Y por mucho que mi cuerpo me esté torturando, soy un hombre de palabras, te he de preparar. — Finalizó la pequeña conversación, mientras sus dedos descendían desde el clítoris, poco a poco llegando a mi entrada, en donde empezó a introducir uno.

Yo me removí incómoda ante la nueva sensación, siendo esta más fuerte cuando un segundo se le unió. Max empezó a besarme para que me olvidara del dolor, y al poco tiempo, era yo quién movía las caderas en busca de más contacto. Max sonrió en medio del beso cuando notó mis desesperados movimientos, y acatando la silenciosa orden, sumó un tercero. Mis manos se dirigieron hacia su cuello mientras mis piernas se enrollaban alrededor de su cintura y de mi boca salían pequeños gemidos, pues lo que sentía empezaba a resultar incluso adictivo.

— Hazlo — Le dije a escasos centímetros de sus labios una vez nos separamos. Él lanzó otra suave risa.

— Pareces una adolescente hormonal amor, necesito ponerme el condón. — Se levantó, dejándome una sensación de vacío cuando sus dedos se alejaron de mi anatomía. Cuando cogió el pequeño envoltorio de plástico de la mesita de noche, se volvió a colocar entre mis piernas, y lo abrió sin dejar de mirarme, haciendo del momento uno mucho más íntimo de lo esperado.

— Ahora si, Luna. ¿Preparada?— Preguntó, buscando de nuevo mi aprobación. Yo asentí con una sonrisa y él me correspondió, suspirando antes de alinear la punta con mi ya húmeda entrada.

Ambos suspiramos de manera fuerte cuando se empezó a introducir mientras me penetraba, haciendo que mi cabeza se hundiera con la almohada y mi espalda se curvara ante el sentimiento de estar llena.

Cuando estábamos haciendo los preliminares, él siempre era muy suave y se aseguraba de todo, y ahora, estaba siendo igual de gentil. Se detuvo cuando estuvo dentro de mí por completo. Mirándome fijamente con esa mirada llena de lujuria.

— ¿Todo bien? — Preguntó al ver como suspiraba y tenía el ceño fruncido

— Se siente raro, pero no duele, tranquilo. — Le aseguré.

— Entonces todo bien — Aseguró mientras empezó a bajar con un camino de besos hasta mi duro pezón, el cual empezó a rodear con la lengua. Yo solo maldecí su nombre ante tal placer, dejando de lado la extraña intromisión de su miembro en mí.

Poco a poco, sin dejar de prestarle atención a mi pezón, volvió a salir de mi interior para volverse a meter, oyendo como de su garganta brotaba un gemido causante de nuestra fricción.

— Mierda Bea, de verdad que lo haces todo bien — Aseguró antes de volver a atacar mis labios y hacer otra penetración, esta vez con un poco más de velocidad y fuerza. Mis ojos se cerraron con fuerza y me aparté rápidamente de sus labios cuando llegó al final, pues tocó una parte dentro de mí que hizo que solo pudiera chillar su nombre por el placer que sentí.

Él sonrió pícaro, cómo quién había encontrado la solución, y volvió a darle en el mismo exacto punto, haciendo que me mordiera el labio y que mis ojos se fueran hacia atrás.

— Te presento a tu punto G — Me habló antes de volver a arremeter. Yo solo era un manojo de gemidos y frases incoherentes, incapaz de pensar en nada más que no tuviera que ver con el hombre que me estaba haciendo ver las estrellas en ese mismo instante.

— Mierda, M-Max — Intenté decir entre gemidos.

— ¿Qué pasa, lunita?— Preguntó mientras se encontraba en la misma situación que yo, siendo gemidos y gruñidos lo único que salían de su garganta.

— Más — Pedí — Por favor, más — Rogué. Al momento, mi pedido fue otorgado.

Estuvimos así un rato, hasta que su mano alcanzó mi clítoris al ver todos los espasmos que mi cuerpo tenía y lo poco que quedaba para que terminara. Empezó a hacer movimientos con sus dedos mientras sus penetraciones no cesaban, haciendo que mis gemidos, que debido a las penetraciones ya eran suficientemente altos, se incrementarán cinco veces más, llevándome al bonito orgasmo. Al poco tiempo, él se corrió también mientras gruñía mi nombre, para luego, colocarse a mi lado abrazándome por detrás y dejándome pequeños besos en el cuello.

Suspiré a gusto entre sus brazos, con una calma nunca antes vivida, sintiendo como el hombre que me había hecho llegar al cielo de diferentes maneras, estaba detrás de mí besando mi nuca y brindándome calor. Se estaba tan a gusto en esos momentos que no quería que eso se acabará nunca.

— Por cierto, ¿Qué haremos con nuestros padres? — Preguntó Max después de un rato de cómodo silencio. Yo me giré aún estirada para encararle

— Como no, tú siempre arruinando el momento — Le regañé riendo mientras le daba un golpe con la almohada. Poco después caí en lo que él había preguntado.

¿Qué haremos con nuestros padres?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro