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Capítulo 32: El viaje


Joan

Las siguientes noches por fin pude dormir, después de llevar días sin poder hacerlo gracias a la culpa y el sentimiento de no ser suficiente que llevaban varios días ya recorriendo por la sangre. Era un malestar general que me carcomía mis pensamientos, y lo hicieron en mayor cantidad cuando decidí guardarme esos sentimientos para mí.

Luego de hablarlo con quienes más confianza tenía, me di cuenta de que tan equivocado estuve. No fue hasta que sentí esa presión y nube de sentimientos esfumarse, que me di cuenta de la importancia que tenía el pedir ayuda cuando esta era requerida.

Claro estaba, que las dudas seguían en mi mente, y no era para menos. Después del beso, ambos nos quedamos observándonos mutuamente, hasta que uno de sus amigos, Martín si no me equivoco, entró, rompiendo el momento y la pequeña burbuja en la que estábamos en un microsegundo. Desde entonces, no hemos vuelto a mantener contacto.

Y aunque también me siento culpable por ello, pues yo también tenía parte de culpa debido a que yo tampoco empezaba ninguna conversación, no sabía ni que escribir. No habíamos mantenido una conversación desde que teníamos siete años, y era como intentar entablar una conversación con un extraño, un extraño con el que me besé.

Esa charla, la cual había necesitado desde hace demasiado tiempo, hizo que durante los siguientes días del viaje, todo fuera mucho más fluido, y mejorara significativamente. Disfrutando así, todas las excursiones y sitios que visitamos.

Estando ya a la mitad de nuestro viaje, específicamente en Galicia, me desperté en un día que ya empezaba a asemejarse a la rutina, pues eso de despertarse con la luz colándose por la ventana de la pequeña cocina, era lo que había estado haciendo por la última semana y media.

Por fin podía decir, que llevaba unos días pudiendo dormir sin preocupaciones colándose en mis sueños y atormentándome por las noches. Tan bien, que pude despertarme lo suficientemente pronto como para ser el primero en hacerlo, cosa que normalmente era muy extraño en mí. Pero fue sorpresa lo que sentí cuando vi que mis creencias no eran correctas, pues parada en la cocina, al lado del teléfono que siempre colgaba de la pared de la caravana, Bea estaba manteniendo una conversación con alguien en la otra línea.

— De acuerdo, entonces lo dejamos así. Nos vemos pronto — Hizo una pausa mientras miraba a la lejanía y se humedecía los labios — Y no te preocupes, todo saldrá bien con él. — Concluyó antes de colgar.

Yo me levanté de mi cama, una vez supe que Bea había terminado con la llamada que había estado manteniendo a través del teléfono fijo que estaba pegado a la pared del vehículo, cerca del principio del salpicadero de la cocina.

— ¿Con quién hablabas? — Le pregunté una vez estuve a su lado. Ella pegó un bote al escuchar mi voz y se giró rápidamente con una mano en su pecho, sin recuperarse del susto todavía.

— ¿Tú planeas matarme del susto algún día o qué? — Me respondió de manera agitada — No era nadie relevante — Dijo y le quité importancia a la llamada, aunque el "todo saldrá bien con él" y el "nos vemos pronto" quedaron grabados en mi mente.

Estaba claro que Bea me estaba ocultando algo, pero, ¿El qué? Hasta ese entonces, tenía la certeza de que por parte de ambos, nos teníamos la suficiente confianza como para explicárnoslo todo. Sin embargo, entendía que había temas los cuales ella prefería guardarse para sí sola. Al fin y al cabo, si ella pensaba que requería mi ayuda, me lo acabaría contando.

— ¿Te hago un café? Me iba a hacer uno para mí — Preguntó cuando estuvo ya más calmada, sacándome de mis pensamientos.

— Sí, me harías un favor, yo estaré preparando todo para la excursión de hoy — Le informé después de reflexionar sobre algo óptimo para aprovechar el rato.

Una vez todos estuvimos preparados y Emma por fin se despertó, emprendimos nuestro camino hacia nuestra próxima parada, la cual era una hermosa cascada que encontramos por internet, después de buscar un par de sitios interesantes que visitar.

— Bueno, ya sabéis el plan de hoy ¿No? — Nos preguntó Emma desde el asiento del copiloto.

— Sí, primero vamos a ver la cascada, en donde pasaremos toda la mañana, seguidamente de un picnic, el cual está situado en la zona indicada para tener las vistas de las cascadas de fondo y sobre las cinco de la tarde, volveremos a la caravana para emprender de nuevo el viaje hacia el camping, de nuevo — Respondí yo, quién me sabía el planning de memoria.

— Me parece increíble que ya haya pasado una semana y media y que nos vayamos a ir a la siguiente comunidad autónoma por la noche todos juntos — Comentó Bea, quién apareció desde atrás, situándose entre el asiento del piloto y del copiloto.

— ¿A qué te refieres con todos juntos? — Solté una carcajada, divertido por su expresión — Ni que uno se fuese a quedar aquí — Me seguí riendo y volví a mirar al frente mientras las otras dos se miraban entre sí por un momento antes de reír conmigo. Lo encontré raro, pero seguí mirando hacia enfrente.

Después de un rato escuchando canciones con auriculares Emma aparcó la caravana, y al ver por la ventana me quedé impresionado, era el sitio más bonito al que había viajado jamás.

— ¡Vamos que quiero ser la primera! — Chilló Emma mientras nos tiró con fuerza hacia fuera de nuestro vehículo nada más este paró.

— Búa, esto es increíble — Expresó Bea sus pensamientos nada más salir, y tenía razón, las vistas eran increíbles.

— Os dije que esta última parada en Galicia sería lo mejor — Respondió Emma mientras se acercaba corriendo a la orilla del final del lago y dejaba las toallas en la arena.

— ¿Tú crees que es legal bañarse aquí? No hay casi nadie — Me preguntó Bea a mi lado mientras caminábamos hasta donde se había colado Emma con las toallas, quien ya se estaba desvistiendo.

— Sí, he visto un cartel en la entrada que lo decía, además de en varios sitios en internet — Le comenté, asegurándole que lo que íbamos a hacer era cien por cien legal.

— James — Me llamó la atención, quedándose parada cerca de las toallas

— ¿Pasa algo?— Pregunté al verla inmóvil mientras se mordía el labio inferior, como queriendo decir algo, pero sin saber si lo podía decir o no. Por su nerviosismo, pensé que me explicaría lo de la llamada que había escuchado un poco por encima esta mañana.

— Simplemente, recordarte que pase lo que pase estaremos contigo y que lo hemos hecho con la mejor de las intenciones — Confesó antes de darme un beso en la mejilla e irse con Emma rápidamente, dejándome ahora a mí, inmóvil y confundido. ¿A qué se había referido? ¿Acaso tenía algo que ver con la llamada?

La fría agua del lago me saludó cuando entré en ella después de estar un rato fuera reflexionando las extrañas palabras que mi amiga había soltado, la cual ahora, actuaba como si nada hubiera pasado.

El resto del día fue estupendo, estuvimos un buen rato haciendo turismo y nadando por las cascadas. Incluso pudimos llegar a conseguir una de las mejores mesas para comer. Era increíble la poca gente que había en ese precioso sitio teniendo en cuenta la época en la que estábamos.

Durante ese día, fue como en esos momentos en los cuales sientes que lo que dicen que cuando te lo pasas bien el tiempo pasa volando, es totalmente verídico. Ya el sol se estaba poniendo cuando parecía que solo habíamos estado allí durante quince minutos.

Es por eso, que con algo de melancolía, recogimos nuestras cosas para volver a ir a nuestra caravana, la cual se encontraba medio escondida entre tanta vegetación.

— Me lo he pasado genial, no puedo esperar a dormir, estoy reventado — Comenté una vez emprendimos nuestro camino de vuelta al camping.

— Sobre eso... hay algo que te hemos de comentar — Me comentó Bea algo extraña, miro a Emma y tiene la misma expresión.

— ¿Y bien? — Pregunté, un poco harto ya de tanta insinuación y misterio

— A partir de hoy, si todo va bien no dormirás solo — Soltó Emma de golpe, haciendo que dejara de ordenar los vasos y me girara rápidamente a encararla. ¿Acaso era este el misterio que había estado rondando por esta caravana durante todo el día? ¿Alguien más se unía a nuestro viaje?

— Alguien vendrá con nosotros durante todo lo que queda de viaje — Continuó Bea, respondiendo inmediatamente la pregunta que no me había dado tiempo ni a preguntar.

— ¿Y se puede saber quien es?— Pregunté — Porque una cosa es clara, y es que yo no voy a dormir con un desconocido — Me negué rotundamente ante esa extraña idea. Sabía que Emma podía llegar a tener ideas alocadas, ¿Pero Bea? Me sorprendía que ella hubiera aceptado formar parte de eso

— Ya lo verás — Contestó Emma

— ¡No me podéis hacer esto! ¿Cómo voy a dormir con un desconocido? ¿Qué no veis lo mal que suena todo? Si es alguien conocido vuestro que duerma con vosotros, no conmigo — Les repliqué mientras me giré para volver a colocar los vasos restantes.

Nada más lo hice, escuché las carcajadas de ambas brotar de sus gargantas. Dejé el último vaso soltando un suspiro cansado.

— ¿Y por qué os reís si se puede saber?— Respondí ya agotado, con el único interés en dormir. Respondo ya un poco molesto

— No te preocupes, no tiene mayor relevancia — Le quitaron peso al asunto. Yo solo rodé los ojos y seguí con mi faena de ordenar la cocina.

Una vez llegamos al preciado camping, nos dividimos las tareas que teníamos pendientes para hacer. Mientras que ellas dos se fueron a la lavandería para lavar toda la ropa que habíamos usado, la cual sorprendentemente era bastante, quedamos en que yo iría al pequeño supermercado a comprar todo lo que se nos había terminado.

Y así fue, con mi pequeña lista en el móvil fui buscando estantería por estantería hasta tachar todo lo que estaba escrito. Salí del sitio un poco cargado, con dos bolsas recargadas de comida y otros objetos que necesitábamos.

Cuando llegué a la caravana me extrañé porque había una luz abierta, pero conociendo a Emma, seguro que se la dejó abierta antes de ir a la lavandería, pues justamente se trataba de la luz que estaba situada en su habitación.

Entré en la camioneta y me fui a la cocina para enchufar el móvil, debido a que después de la larga excursión y de las interminables fotografías y videos que habíamos tomado, este se me había quedado sin batería.

Aproveché el que aún no se había cargado para ir a hacerme un café y empezar a colocar los productos que necesitaban ir dentro de nuestra pequeña nevera. Cuando volví, este ya estaba cargado y pidiéndome la SIM, cosa que hice al momento, empezándome a llegar decenas de notificaciones de cosas que habían pasado en mi ausencia.

Me senté en la pequeña mesa que estaba al lado de la cocina revisando todas las notificaciones, hasta que vi una que resaltó de las demás e hizo que tuviera que volver a mirar para verificar que era real. Un "Lo siento" se podía ver escrito como mensaje escrito por Luke hacía poco más de cinco minutos.

— Dios, ¿Ahora me vienes con esto? Luke eres lo peor — Pensé en voz alta y tiré el móvil a la mesa sin saber cómo reaccionar al mensaje.

De repente me llegó una nueva notificación al móvil, haciendo que cómo un desesperado, volviera a coger el móvil rápidamente

"Estás ahí?"

¿Cómo puede ser que dos palabras puedan crear tantas emociones? Lo releí varias veces y como tonto enamorado sonreí.

— No, ha pasado de mí por demasiado tiempo, un perdón no sirve, céntrate Joan— Me recriminé a mi mismo al darme cuenta de la pequeña sonrisa que se había asomado por mi rostro, para después resoplar, con el móvil entre mis manos y sin saber qué hacer.

— De veras que lo siento —

En ese momento me quedé congelado. Eso ¿había sido en la vida real?

Luke:

Escuche como alguien entraba a la caravana, pero no le di importancia, ya que seguramente era Emma o Bea así que me quede con el móvil en la habitación principal, pensando si debería o no escribirle algo antes de verlo de nuevo. Había llegado hacía menos de media hora, así que ya había colocado todo en el sitio que Emma me indicó y simplemente los estaba esperando en una cama la cual era bastante cómoda.

No iba a mentir, estaba cagado de miedo, no sabía que iba a hacer cuando lo viese, nos habíamos estado esquivando durante lo que me pareció una eternidad, pero estaba demasiado confundido como para siquiera saber qué decirle. Envié un pequeño mensaje a su número, el cual concentraba todas mis preocupaciones en dos palabras. En esos instantes solo esperaba que lo que me había dicho Bea durante nuestra pequeña charla por la mañana fuera verdad.

— Dios, ¿Ahora me vienes con esto? Luke eres lo peor — ¿Ese era Joan? Me pregunté alarmado al escuchar esa frase que sonó desde el otro lado de la caravana, seguido de un golpe seco. Me levanté y fui hacia la cocina. ¿Qué había hecho yo? Sabía que había estado un poco afectado por nuestra falta de comunicación, pero ¿Tanto?

Desde el pasillo lo vi, en una pequeña mesa, con el rostro apoyado en la mesa y el móvil a unos escasos centímetros de él. Volví a abrir la aplicación de logo verde para volver a enviarle otro mensaje.

"Estás ahí?"

Escribí sin saber bien que poner, notando la vibración de su teléfono apenas un segundo después. Vi como rápidamente cogió el móvil, como si estuviera deseando que un mensaje le llegara, mientras se crea una sonrisa en su cara, la cual rápidamente cambia a una cara seria.

— No, ha pasado de mí por demasiado tiempo, un perdón no sirve, céntrate Joan— Se recriminó para después resoplar, sin apartar aún la mirada de su teléfono. Sonreí debido a su comentario y supe que era hora de que por fin lo volviera a ver, cara a cara.

—De veras que lo siento — Dije en voz alta y todo se congeló por un minuto. Cuando pensé que no me había escuchado y estaba a punto de repetirlo, se giró con los ojos incluso más abiertos que al recibir el mensaje.

Nos quedamos mirando el uno al otro, durante un buen rato, sin saber qué hacer o decir. Continuó siendo así hasta que con algo de timidez y confusión habló, dejándome escuchar su aterciopelada voz después de casi un mes sin haberlo hecho.

—¿Luke? —Preguntó atónito, a lo que yo asentí con una pequeña risita — Y-yo um esto... ¿No habrás escuchado lo que... — Preguntó nervioso evitando mirarme a la cara

—¿El comentario que has hecho? — Le digo con una sonrisa ladeada. Veo como baja la mirada y las mejillas se le tiñen de un precioso color rojo

—Sí... Eso — afirmó de manera avergonzada

—Pues siento decirte que si, cariño —Le respondí apoyándome en los reposabrazos de su silla

—Y-yo... ¿Cariño? — Preguntó alzando su mirada nerviosa por fin y conectándola con la mía. Espera, ¿Cariño? ¿Le había llamado Cariño?

—Eh... Perdón no sé por qué lo he dicho— Me reí de manera nerviosa — Voy a ordenar las cosas, aún tengo muchas cosas sin ordenar — Dije nervioso mientras él me miraba confundido. Rápidamente, me giré y volví a entrar en la pequeña habitación, empezando a dar vueltas nervioso sin poder creer que en menos de cinco minutos ya había metido la pata de esa manera.

—Pero que he hecho... Dios soy estúpido, acabo de llegar y ya he metido la pata — Me recriminé en voz alta, sin darme cuenta de que él estaba a mi lado, no hasta que escuché una pequeña risita, haciendo que mis mejillas se coloraran al darme cuenta de que ahora había sido yo el pillado mientras decía algo sobre el otro.

—Creo que hemos de hablar, ¿No? —Me preguntó Joan, cuando tuve el valor de mirarlo, mientras estaba sentado en la orilla de la cama

—Yo... Sí, claro... Tienes razón — Acepté nervioso y me senté con él en la cama. —Yo, bueno supongo que mereces una disculpa —Dije pasándome la mano por la nuca y mirando hacia abajo —De verdad lo siento pero —

—No te preocupes, ni siquiera sé por qué has venido aquí, ahórrate el discurso, sé que no quieres nada. — Me interrumpió, dándole a mis palabras un significado que no era el que yo quería darle.

—¿Q-qué? No, no es eso — Intenté arreglar las cosas y resoplé —Yo os acompañaré en el viaje —Le comenté

— Ah, pensaba que habías venido por mí, ya veo que no —Susurró de manera suave, pero lo escuché perfectamente mientras bajaba la mirada.

—Joder no paro de cagarla — Suspiré queriendo dejar de ser tan inútil, era un hecho que los nervios me estaban haciendo pasar un mal rato — A lo que me refería es que he venido porque tú estas — Empecé de nuevo mojándome los labios. Él levantó la mirada de nuevo, volviendo a tener su atención en mí — Yo... Siento no haber contactado contigo, estaba confundido y no sabía qué hacer... Pero... Creo que me gustas y — Empecé a decir, pero Joan me interrumpió cogiéndome por la camisa y besándome. "Dios echaba de menos sus labios", eso fue lo que pensé cuando lo acerqué más a mí colocando mis manos en su cintura.


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