Capítulo 27: El tiempo corre
Un año y medio después:
Me fui abriendo paso por el pasillo del Instituto que tantos recuerdos tenía almacenados entre sus paredes, hasta que vi a una chica con melena color azabache y me acerqué a ella.
— ¡Bea! Necesito tu ayuda, ¡Me va a dar un ataque! — Me chilló Emma desde su taquilla al ver que iba hacia ella, haciendo que en mi rostro se formara una sonrisa ladeada.
— A ver, dramática, ¿Qué pasa ahora? — Le respondí rodando los ojos y con una sonrisa expandida por todo mi rostro
— ¡¿Cómo que qué pasa?! — Suspiró desesperada. Con su grito atrajo la mirada de varios estudiantes que pasaban por los pasillos. Yo les sonreí un poco incómoda antes de volver a fijarme en mi amiga. — Hoy es nuestro último día instituto, en el cual te recuerdo que has pasado dos años de tu vida aquí dentro, y con ello esta tarde viene la graduación, y eso significa... — Dejó la frase suspendida para que yo le respondiera lo que ya me había dicho mil veces antes.
— Que te has de poner guapa para que el grandísimo Eloy se fije en ti — Le respondí con voz cansada rodando los ojos. — Sabes de sobras que él y yo somos amigos, ¿De verdad no quieres que te ayude con eso? — Le pregunté por décima vez desde que le empezó a gustar Eloy.
— Y dale con eso, si tú me ayudaras, no tendría gracia — Dijo frunciendo la nariz — Sobre la respuesta anterior, estás en lo cierto, esta noche voy a hacer que Eloy se fije en mí de una vez por todas. Y de paso que tú te intereses por alguien — Añadió mientras cerraba su taquilla con un golpe seco
— Pero Emma, ya te he dicho mil veces que — Le dijo entre suspiros cansados
— Que no quieres nada con nadie — Acabó la frase por mí — Pero Bea, ya ha pasado más de un año y medio, ¿No crees que es hora de empezar a dejar de lado y olvidarte de Max? — Opinó de la manera más delicada posible. Hasta ese momento, el tema de Max había surgido en nuestras charlas varias veces.
— No puedo, sabes que me gustaría, pero no puedo. — Le respondí antes de que sonara el timbre, obligándonos a despedirnos y emprender el camino a mi siguiente clase.
Hacía un año y medio desde que se había ido. Un año y medio desde que mis labios tocaron los suyos. Un año y medio desde que me sentí completa por última vez. No había sido el peor año de mi vida, pero definitivamente no había sido el mejor. Con el paso del tiempo me di cuenta lo importante que se había convertido ese chico amargado que conocí en el salón por primera vez, llegando a dolerme el corazón cada vez que pasaba al lado de su habitación o cuando nuestros padres lo mencionaban. Poca a poco los recuerdos cada vez se me hacían más borrosos e incluso estaba empezando a olvidar como era su voz, su roce... Y eso hacía que la situación en general doliera incluso más.
Y por si fuera poco, había pasado un año y medio desde que recordé el que para mí era el recuerdo más traumático. Actualmente, iba cada miércoles con un psicólogo, no solo para el terror que le tenía a las tormentas, sino para tratar con todo lo que mi traumático pasado podría haber ocasionado en mí.
Cuando me acordé de ello, indagué más por internet sobre el caso, encontrando al instante decenas de noticias sobre el terrible accidente que ocurrió el veintiséis de abril, y que dejó a un muerto y a una niña huérfana. Sin embargo, las noticias no dieron mucho de sí, ya que debido a la desaparición de mi padre después del acontecimiento, y de no encontrar ninguna pista durante años, cerraron el caso. Así que, aunque no me acordara de cómo había sido la pelea final, tenía mis teorías de que fue lo que ocasionó la escapada de mamá de casa, y con ello, su muerte.
— Hola Beita, ¿Ya sabes como te vestirás? — Me preguntó Joan mientras se deslizaba hacia su sitio, haciendo que saliera de mi pequeña y deprimente ensoñación.
— ¿Y tú? ¿Ya sabes que le regalarás a tu amorcito por vuestro quinto mes?— Le pregunté de repente.
Joan y yo nos habíamos vuelto muy íntimos desde que Max se fue. Fue él quién estuvo más por mí cuando peor lo pasé, y yo fui quien estuve con él cuando salió del armario. Nos contábamos todo, desde problemas familiares hasta amorosos. Yo sabía lo duro que había sido para él el salir del armario, no por el hecho de lo que pensaría su familia, pues ellos estuvieron junto a Joan desde el primer momento. A Joan le costó porque no podía llegar a imaginase formando parte del colectivo, le costaba siquiera planteárselo. Fue difícil salir de su pequeña burbuja, en donde no hacía más que culparse por algo que no debía, por ser quién era.
Sin embargo, ambos salimos adelante, juntos como habíamos estado durante el último año. Y aunque él fue testigo de como mi romance daba a su fin, yo pude presenciar como el suyo salía a flote. Al principio fue extraño verlos juntos, pues Joan y yo siempre habíamos hablado de como el peli-castaño tenía un gusto culposo por Luke, mi otro amigo. Siempre decíamos que ellos dos tendrían una historia de odio a amor, debido a que Joan y mi otro grupo de amigos nunca se llevaron especialmente bien.
Fue por eso que, cuando vi el corazón de Joan perteneciendo a alguien más, me sorprendí. Aunque con el paso del tiempo, me di cuenta de lo feliz y lleno que se sentía Joan, así que yo también me sentí feliz por ellos.
Luego, en el segundo año apareció Emma en nuestras vidas, una chica sencilla y divertida que se cambió de bachillerato de manera radical, para poder perseguir su sueño. Desde el primer momento ella encajó con nosotros dos a la perfección, creando ahora mi segundo grupo de amigos.
— Cielo no me cambies de tema. — Soltó una carcajada — Sabes de sobras lo que le regalaré a Pablo — Añadió mientras los ojos le brillaban y una tonta sonrisa se le escampaba por el rostro.
— Sigo pensando que Luke y tú seríais mejor pareja — Comenté a modo de broma haciendo un puchero
— Ya, pero él no está en mis opciones, ya lo sabes. — Siguió el juego mientras rodaba los ojos — Es por eso que decidí olvidarlo. — Dice ahora con una mueca, cambiando el tono de la conversación completamente.
— Bueno, pero ¿Al final qué? Dime que te pondrás el vestido de la foto que me enviaste — Cambió de tema rápidamente haciendo que lanzara una carcajada a pleno pulmón
— ¿El rojo? — Le pregunté insegura de cuál fue exactamente la foto que le envié
— Bea y Joan, u os calláis o vais uno a cada punta de la clase — Nos advirtió el profesor bajando sus lentes con el dedo índice.
— Si, perdón — Dijimos casi en un susurro los dos.
— Ese mismo, te hace unas curvas increíbles. Te ves genial con él. — Me susurró Joan. Yo asentí con la cabeza, dando a entender que ese era el vestido que había escogido.
Hasta que acabaron las clases, Joan y Emma no dejaron de taladrarme con el tema de la graduación, mientras que con los otros chicos, los cuales hablé por WhatsApp debido a que ya estaban haciendo primero de carrera, me dijeron que solamente venían por el alcohol gratis y por estar conmigo.
— Por fin de vuelta a casa — Mencionó Emma suspirando, mientras se dejaba caer en la cama como si hubiese acabado de correr un maratón. — Pero aún no podemos descansar — Se recriminó a sí misma recomponiéndose rápido para levantarse y dirigirse a su armario, el cual abrió de par en par.
Estuve en su habitación, estirada en su cama con edredones decorados con encaje, rodeada de paredes de color rosa pastel y llenas de fotos de Emma y pósteres un buen rato. Su indecisión era tanta, que yo me llegué a arreglar mientras ella aún seguía por su tercera opción.
— ¿Puedes ayudar un poco? Llevo probados cinco vestidos y en todos has dicho lo mismo "Te queda muy bien" — Dijo saliendo del baño por quien sabe cuantas veces lo había hecho ya en lo largo de una hora mientras me imitaba con voz molesta.
— Emma, con cualquiera te verás bien.- Le dije ya agotada de tener que opinar sobre vestidos. — Mírate, te pongas lo que te pongas te verás bien — Le intenté convencer por quinta vez
— ¡Pero yo no quiero que me quede solo bien! — Se quejó y yo solo suspiré enterrando mi cara en la cama.
— Ponte el negro, te queda mejor y te define más la cintura — Opinó Joan mientras entraba en la habitación como mi salvación
— Gracias a dios, algo de ayuda — Me picó Emma mientras se volvía a meter al dichoso baño, mientras yo y Joan lanzábamos una carcajada incrédula.
— Pero bueno... ¿Qué hermosura tenemos aquí? — Dijo refiriéndose a mí, yo únicamente le sonreí mientras me acomodaba en la cama.
— No sé si este vestido está bien, estoy un poco incómoda, ¿No crees que enseño mucho?— Confesé mis inseguridades buscando su aprobación
— Bea, serás la que mejor se vea de la fiesta, estás estupenda — Dijo con sinceridad mientras se sentaba en la cama conmigo
— Tú tampoco estás nada mal — Contesté honestamente mientras miraba el bonito traje que se había puesto.
— Bueno, dejémonos de cháchara que tenemos una fiesta a la que ir — Concluyó Emma después de un rato en el que estuvimos esperando a que ella se acabara de preparar.
Los tres nos montamos en el nuevo coche de Joan, quién hacía poco había cumplido la mayoría de edad y se había sacado el carnet de conducir.
Cuando llegamos al instituto con el Ford blanco, estaba irreconocible. Unos focos enormes enfocaban la entrada, con un inmenso cartel que ponía: "Graduación 2022".
Entramos sin saber qué esperarnos, y para nuestra sorpresa, al entrar al polideportivo, lugar donde se celebraría la graduación, estaba todo decorado con serpentinas y globos de colores dorados y blancos. Había mesas con comida y bebida junto con una mesa de DJ al lado de la pista de baile.
Estaba todo precioso, más de lo que nunca hubiera podido ni imaginar. Incluso estaba muchísimo mejor que la graduación del año pasado, en donde mis amigos fueron, pero esta vez, de graduados.
Una vez dentro, Emma nos arrastró a James hasta las sillas, donde todos estaban esperando a que el director diera su discurso, el cual empezó con rapidez. La graduación en sí fue algo breve, con cada alumno pasando y dando sus últimas palabras enfrente de los que a partir de ese momento, eran sus excompañeros. En esos pocos, pero intensos minutos, hubo desde risas hasta un par de lágrimas, dándonos a entender que este, de verdad era el fin de nuestra vida en ese instituto.
Una vez la ceremonia acabó, esta dio paso al baile, en donde todos nos juntamos entre las luces y la música que salía de los altavoces. Fue entonces cuando vi por primera vez a mi otro grupo de amigos, los cuales se nos acercaron y nos felicitaron por habernos graduado. Fue muy divertido juntarnos todos y empezar a bailar, mientras el alcohol que uno de nuestros compañeros había puesto en las bebidas a escondidas nos empezara a hacer efecto.
Ese fue uno de los momentos en los que de verdad, volví a sentir después de tanto tiempo aquella felicidad que tanto añoraba, así como el sentimiento con el cual tenía una relación amor-odio cuando te quedabas sin oxígeno de tanto reír.
— ¿Joan estás bien? — Escuché a Emma preguntar, haciendo que me dé cuenta de que Joan había dejado de bailar y se había quedado mirando la pantalla de su teléfono fijamente
— Eh, sí — Dijo empezando a mirar hacia los lados — Ahora vuelvo — Añadió de forma extraña mientras se daba media vuelta para alejarse. Emma me iba a decir algo, mientras que en su cara se percibía preocupación, cuando alguien cogió a Emma por el hombro, siendo de manera sorpresiva, Eloy. Le indiqué a ella que no se preocupara, que ya me encargaba yo. Ella asintió algo indecisa antes de girar su rostro y encontrarse con el de Eloy, haciendo que de repente su cara cambiara de color drásticamente.
Me alejé de la pista de baile con una risa socarrona mientras me encaminaba hacia donde Joan se había ido momentos antes, para al poco rato, encontrármelo sentado en una de las mesas de una clase de primero, de cara a las ventanas y de espaldas a mí.
— Joan, ¿A que no sabes qué? Eloy se ha acercado a Emma en la pista de baile y ahora están bailando juntos. Deberías de haber visto su cara — Le comenté mientras me acercaba a él, quién seguía de espaldas a mí. Me senté a su lado, también encima de la mesa.
— M-me alegro — Dijo con una pequeña sonrisa en el rostro. Cuando me giré para seguir hablándole, me quedé impactada al ver el rastro de lágrimas por su cara y los ojos rojos.
— ¿Has estado llorando? — Pregunté sorprendida al verle la cara
— No es nada, ve a disfrutar en la fiesta — Me respondió mientras se limpiaba el rastro de las lágrimas
— No me pienso ir hasta que te vengas tú conmigo y ambos nos la pasemos bien — Le respondí pasándole un brazo por su espalda.
— Un amigo de Pablo me ha mandado una imagen y — Se calla durante un momento y traga grueso para luego suspirar —Eran él y Pablo besándose. — Confesó antes de volver a romper en llanto. Yo solo apoyé mi cabeza en su hombro mientras con la otra mano, la que estaba envolviéndolo desde su espalda, le acariciaba su antebrazo. Joan no se merecía esto, nadie lo hacía.
Era incluso difícil de creer, yo los había visto a los dos juntos y de verdad parecía que había amor, por parte de ambos.
— ¿Pero no puede ser una foto antigua? ¿Y por qué te la ha enviado? — Pregunté intentando salvar la situación y no precipitarnos antes de tiempo.
— No, la ha borrado, supongo que eso sí que fue por error. — Suspiró con la voz rota — Pero al ver que yo había visto la foto me envió un audio en el cual le preguntaba a Pablo sobre mí y — Cerró los ojos e hizo puños con sus manos, arrugándose parte de la camisa la cual ahora estaba por encima de los pantalones medio desecha. — Él decía que era no valía nada y que me había estado haciendo los cuernos desde el primer día. — Suspiró rendido, haciendo que se me escapara algún que otro insulto, que sinceramente, ese sujeto merecía.
— Oye, os estaba buscando — Una tercera voz se unió a nuestra conversación.
— ¿Luke?— Pregunté cuando al girarme lo vi apoyado en el umbral — Ahora vamos, tranquilo — Quise evadir el tema para que Joan estuviera tranquilo, pero uno de sus tembleques por el llanto lo delató.
— ¿Joan? ¿Estás llorando? — Preguntó ahora Luke sin saber bien qué hacer
— No, me están sudando los ojos, ¿Tú qué crees? — Contestó Joan mientras se giraba para encarar también a Luke. Su respuesta hizo que tanto Luke como a mí se nos escapase una pequeña carcajada. El más alto se acercó a mi querido amigo y le retiró las lágrimas con suavidad, haciendo que me empezara a sentir un poco fuera de lugar.
— ¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? ¿Acaso no te caigo mal? — Preguntó, aunque pareció más un susurro hacia Luke
— Joan, nos enfadamos cuando teníamos siete, considero que ya va siendo hora de que maduremos ¿No crees? — Dijo con una sonrisa burlesca — Aparte, si te has ganado el corazón de esta loca, por algo será — Añadió refiriéndose a mí.
Poco a poco vi como ellos dos empezaban a estar dentro de su pequeña burbuja, cada vez hablando más bajito. Esa fue mi señal de volver de nuevo a la fiesta y dejarlos tener su espacio de intimidad.
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