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Capitulo 1

Beijing, China. Un año y tres meses después.

La medianoche cayó sobre Lee Minho como la borrasca que arremetía contra su rostro mientras que escapaba. Las calles de Beijing no estaban tan infectadas pasadas las doce de la noche como al mediodía. Pero Minho no podía dar demasiada certeza de aquello contando con que, en más de trece meses, con suerte había asomado la cabeza fuera de la única ventana de su apartamento.

Siguiendo a la figura de Zhong Chenle, doblo en numerosas esquinas y atraveso incontables calles ignorando la bocina de los autos. Gotas de lluvia comenzaron a latigar su rostro dejando marcas rojas, como arañones de una bestia. No ayudo a su escape que el clima hubiese dejado el pavimento cual piso recien encerrado.

- ¡Vamos Minho, ya llegamos!

Para el menor, las pisadas mojadas de sus persecutores se escuchaban con claridad pese a que, según Zhong Chenle, ya les hubieran pedido el rastro. Sus presencias acechantes y cargadas de ira persistian como el sonido de las respiraciones roncas de los guardias que solían custodiar el pabellón donde estaba su antigua celda en su país natal.

Hacía poco más de un año, Minho podía asegurar que podría jugar como un niño bajo la lluvia de los cielos chinos una vez escapara. No obstante, no contaba con que su bandera fuera a resultar un estandarte maldito que lo condenara a escapar bajo la tormenta para siempre.

- Las piernas - Murmuró para si mismo, quedandose sin aliento. - No siento... las piernas.

Tuvieron que meterse dentro de un deposito de basura cuando sus extremidades alcanzaron un estado febril e insoportablemente acalambrado. Minho se sostuvo la pantorrilla, siseando cuando presiono el musculo para comprobar que un hormigueo le había dormido la pierna. Con Zhong Chenle contuvieron sus respiraciones agotadas lo más posible para no emitir ningun sonido que les permitiera a los otros ubicarlos. En parte haciendole un favor a sus narices, que tendrían que inhalar el olor que desprendían los desechos del barrio.

- Saldremos de esta. - Era la segunda vez en la que Chenle pronunciaba esas palabras desde su escape a China. Pero era desalentador recordar cuantas personas le habian dicho lo mismo antes de perder la vida sin siquiera haber llegado a la frontera. - Es solo un obstáculo más.

Lee Minho ignoro el adormecimiento de sus extremidades y se puso en cunclillas. Se posicionó junto a Chenle y, tan pronto como tomo su lado, miró a traves del hueco que separaba la tapa del cuerpo del contenedor.

La pared de ladrillo al comienzo del callejón no mostraba las sombras de nadie que se acercara. Durante unos cuantos segundos, el silencio del ambiente consiguió engañarlo y generarle una sutil sensación de liberación. Sin embargo, sus ligamentos volvieron a tensionarse cuando un par de figuras distorsionadas aparecieron en el muro.

- ¡Lee Minho! - Escuchó gritar a la figura más joven. A la que más miedo le tenía. Chenle fue inteligente y sello el basurero para que ningúna de las sombras pudiera verlos. Cuando lo hizo, Minho se sintió rodeado por la misma oscuridad que abraza a los peces en el fondo del oceano. - ¡Sal y paga tu deuda!

El sonido de un objeto impactar contra el pavimento hizo que Minho cerrara los ojos y apretara con fuerza los puños sobre sus rodillas. Lo oyó de cerca. Pudo descifrar que se trataba de uno de los botes de basura que habia sido arrojado con brutalidad en dirección a su escondite.

Procuró convencerse de que, el metal que hubiera aterrizado tan cerca, solo habia sido una casualidad. Después de todo era imposible que los hubieran encontrado tan rápido.

Minho apreto los labios cuando abrió los ojos de nuevo. En la oscuridad, no podía divisar ningúna chispa de esperanza.

- No arriesgaste tu vida en el Norte para que acabemos muertos en un basurero. - El susurró de Minho fue tan bajo, que podría haberse confundido con la voz de un pensameinto. - Voy a salir y entregarme. - Cuando se hubo adaptado a la falta de luz, noto como Chenle le dedicaba una mirada asustada. Minho ya había anticipado su desaprobación. - Debo hacerlo.

Desde el exterior, se escuchaba como una de las sombras levantaba las tapas de los contenedores que los antecedían. Las dejaba caer sin cuidado, y su sonido reverberaba en los oídos de Minho cual tambor.

Chenle había elegido como escondite el ultimo contenedor de la calle, pero ambos sabían que, tarde o temprano, el hombre llegaría hacía aquel lugar.

- Dejate de tonterías. Es mi trabajo arriesgar mi vida por la de otros. Me pagaron para que lo hiciera por ti.

- Te pagaron para que lo hicieras por el hijo de estos tipos y te dejaste engañar cuando te dije que yo era ese hombre.

Zhong Chenle era noble, por supuesto que no lo dejarías salir a la boca del lobo después de todo lo que habían enfrentado.

Después de que lo ayudará a escapar de la carcel del Norte, llegar a la frontera de China les habia sacado interminables jadeos de cansancio. Había pasado más de un año desde aquello, pero Minho todavía recordaba con claridad los sucesos acontecidos la noche en la que Chenle apareció.

El mayor se había acercado después de haber estrangulado al militar que inspeccionaba la celda ese dia. Había recibido el karma que merecía. Zhong Chenle lo había asesinado poco después de que hubiera abusado de su autoridad para golpear casi hasta la muerte a su compañero de celda.

Se sintió inseguro cuando el desconocido le ofrecio la mano. Pero las palabras que procedieron a la acción fueron una dulce melodia que lo hicieron depositar en el toda su confianza.

- Solo si te mueves rápido podrás escapar. - Minho recordó. Jamás olvidaría esas palabras, pero tampoco se atrevería a olvidar sus propias mentiras. - Tu familia te espera, Jiwoong.

Chenle había estado nervioso, agitado y sudando. Minho había notado que el chino queria dejar aquel lugar tan pronto como fuera posible.

- Volverás al Sur. Huan Yue y tu padre me enviaron... Nos espera una patrulla para escapar. Tu hermano se pondra muy feliz.

Tal vez Chenle no lo hubiera llevado si hubiera sabido que Minho no respondía al nombre de Jiwoong ni tampoco tenia hermanos. No conocía al tal Huan Yue ni a su padre. Y, contrarió al hombre a quién que buscaba, solo tenía una hermana; Minsoo. Habían pasado dos años desde la última vez en la que la había visto.

Chenle había mencionado volver al Sur como si fuera su hogar. Pero lo más parecido a un hogar que había tenido Minho durante toda su vida, siempre había estado en Corea del Norte. En su pequeña Nampo.

Conocía al hombre a quién buscaba. Sin embargo, no dijo nada. El solo recuerdo de aquel médico provoco que la rabia le despertara la pierna lo suficiente como para que pudiera salir corriendo de alli.

Aquella noche, sin pensar en las consecuencias de sus actos, Minho vió su oportunidad y la tomó. La robo. Y no se sintió arrepentido de haberlo hecho, sino hasta que llegó a la frontera China y vió la decepción en los ojos del joven que ahora desataba su resentimiento golpeando la tapas de los contenedores.

La mañana en la que se enfrento a los ojos de Kim Huan Yue, por primera vez se planteo que quizá el exterior resultaría, para él, tan crudo como el Norte.

- ¿Acaso te pregunte si eras Kim Jiwoong? - Chenle elevo su tono de voz. A Minho se le erizaron los pelos ante la posibilidad de que lo hubieran escuchado. Las pisadas se hacían cada vez más cercanas. Pero no mostraban una aceleración en su ritmo, como lo harían si los hubieran descubierto. - Me fie de información dudosa, y cuando pregunte por el cirujano al que mantenían preso en el pabellón, asumí que Jiwoong era el único. No te lo pregunté porque no fuí cuidadoso...

Esta vez, el estruendo del metal se escucho junto a un alarido que combinaba la furia con tristeza. Chenle terminó la frase en un susurro más cuidadoso que los anteriores.

- No fuí cuidadoso y solo estaba pensando en huir.

La voz de Chenle desbordaba vergüenza cuando, según Minho, su tonalidad debería proyectar orgullo de si mismo. Cuando su verdadera identidad salió a la luz en la frontera, Chenle no se volvió en su contra para atraparlo junto a Huan Yue y su padre. En su lugar, lo empujo de vuelta al coche e hizo chirriar las ruedas para dar comienzo a una persecución que duro semanas.

Los hombres les perdieron el rastro poco antes de llegar a los barrios bajos de Beijing.

Un año y pocos meses habían pasado. Minho quiso suponer que ese tiempo tardaron en encontrarlos. Sin embargo, una corazonada le dijo que sus influencias lo habían ubicado hace tiempo y mantenido en observación desde entonces. Chenle siempre estuvo allí para defenderlo en lugar de continuar trabajando para ellos. Le dió ánimos, comida y un destartalado techo. Los Kim comprendían una discreta mafia especializada en la extorsión y el trafico de personas. Había que tener algo más que solo agallas para participar de sus juegos como un adversario.

Había que tener razones.

- Ya me salvaste la vida lo suficiente. - Sentenció Minho. Nunca supo porque Chenle asumió su error tan humildemente. Quizá detrás de sus acciones, había un pasado de errores que compensar a nivel personal.

Fuera lo que fuera, Minho sabía que estaba endeudado con el chino. No tenía más que perder que su vida para compensarlo.

- No dejaré que te atrapen si podemos acabar con un muerto en lugar de dos.

Una sonrisa, o el fantasma de una, cruzo por el rostro de Chenle en señal de agradecimiento. Un mal presagio se apodero de Minho.

- Hoy no morirá ninguno si haces lo que te digo.

Otro golpe. Otro jadeo bestial. Huan Yue se acercaba al ritmo de un reloj segundero conforme su padre hacía resonar sus pisadas con lentitud detrás de las suyas.

Chenle saco un lapiz USB de su bolsillo y se lo tendió.

- Tiene todos los documentos que puede reunir con información necesaria sobre ti para que consigas trabajo. Iras al sur. - El chino saco su telefono movil y comenzo a teclear a la velocidad del rayo. Su rostro fue iluminado por el azul de la pantalla. Su frente estaba perlada por una capa fina de sudor helado. - Te quedarás con un viejo amigo, Kim Seungmin. Te buscará en el puerto de Incheon.

Minho había comenzado a pensar que los nervios tenían a Chenle balbuceando incoherencias. Hubiera concluido que estaba en lo cierto si la seriedad en sus palabras no le hubiera generado una oleada de pánico y opresión en el pecho.

- Tu también vas a ayudarlo y de alguna forma, vas a ayudarme cuando lo hagas. - Chenle continuaba tecleando. Mechones claros de su fleco le obstruían la vista y sus pulgares temblaban.

- ¿Ayudarlos? - Minho tuvo un escalofrío cuando Chenle guardo el teléfono y se posicionó para salir de su escondite. No entendía como podría ayudarlo a tanta distancia y sin un plan que lo guiara.

Algo le decía que, con ayudarlo, Chenle no estaba refiriendose a nada que estuviera relacionado con librarlo de los Kim una vez que lo atraparan.

- Chenle, ¿De qué estas-

- No hay tiempo. No es importante. Concentrate en salir. - Chenle inhalo todo el aire que sus pulmones pudieron albergar y dejo salir una corta exhalacion temblorosa. - No te preocupes por mi. Todo saldrá bien para ambos si no volvemos a vernos.

Minho tomo la muñeca del chino y consiguió que este lo mirara de vuelta. Planeaba transmitirle su incredulidad; un mensaje implícito que le mostrara lo peligroso que sería que se entregara cuando en sus manos estaba el poder de devolverlo a una vida común y corriente.

A Chenle no parecía importarle lo riesgoso y parecido que fuera entregarse a un suicidio. La oferta de Minho no era una opción y él se había aferrado hacia tiempo a su plan por salvarle la vida.

El chino sabía mejor que nadie lo imposible que era vivir con tantos remordimientos.

- También debo saldar deudas. - Admitio, adivinando los pensamientos del norcoreano. No mentía. Y creía que Minho sería su única oportunidad para comunicarse y pagarselas todas a su antigüo amigo del sur.

Miro hacía arriba y visualizo la tapa del contenedor con decisión reflejada en el rostro. En pocos segundos, aquel metal desaparecería permitiéndoles ver las estrellas.

- Corre hacía el puerto. Consigue que cualquier barco te lleve a Incheon. Corre y no intentes ayudarme.

Minho intento preguntarse si sería posible no mirar atras cuando estuviera afuera y asumiera que su salvador caería en manos de esos hombre. No lo hizo, sin embargo, no tuvo tiempo para dudar de nada porque Chenle empujo la tapa hacia arriba y la hizo volar hacía el otro lado.

Ambos se encontraron con los ojos de Huan Yue. El joven, con el dibujo de un pájaro escalofriante tatuado del lado derecho del cuello, había llegado justo a tiempo para dar inicio a su plan.

Minho no recordaba haber visto nunca tanto despreció en una mirada.

- Corre. - Repitió Chenle.

Tampoco tenía memorias de haberse movido con tanto desespero como aquella vez.


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Hay cambios en las edades en algunos personajes;;;

Bueno, ¡pasen un feliz fin de semana!☝️🤓

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