Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XI. Una prisión en sincronía

Ambientación: The Shifting Mound (Movement IV) y The Unknown Together - Brandon Boone y Amelia Jones para Slay the Princess

Continuación del día 1/Primer [redactado]

No nos movimos de ese campo por horas. No era que el paisaje nos haya mantenido ahí; Anant y yo nos habíamos dejado llevar por nuestra conversación. Tanto así, que la noche estaba lo suficiente entrada para que ocurriera el punto de quiebre. Estuvimos hablando de las cosas que podríamos hacer en el futuro, y cuando salió el tema sobre si este planeta tenía habitantes pensantes como los kníde, regresó a mi mente la imagen de los mado.

            Luego de empezar a relatarle a mi esposa sobre mis "extrañas visiones" —vamos, que aún no sabía qué era un eco—, y cuando iba a llegar a la parte sobre lo que estaba fuera de lugar sobre Prehensio; un ruido estridente comenzó a resonar desde el fondo del valle: las alarmas de la mina se reactivaron. Y a diferencia de cuando Anant fue erróneamente identificada como una mado rebelde, y llegué para salvarla; una gran cantidad de centinelas comenzaron a operar y escudriñar el área de la mina y las faldas de la montaña.

            Tuve un mal presentimiento, y me paré frente a mi amada para evitar que se moviera. El problema no tardó en hacer presencia, pues unos segundos después de hacer lo anterior, una gran explosión generó una onda de expansión tal, que ni siquiera los grandes árboles pudieron soportarla. Porque dejé caer mi cuerpo sobre Anant para protegerla, cuando voltee de nuevo hacia el taladro y su mina, todo a su alrededor comenzó a soltar chispas y mal funcionar.

            Los centinelas, que antes se empeñaban en cazar a los intrusos que habían explotado una bomba cerca del almacén de combustible; ahora giraban y disparaban con sus cañones sin control. Algunos empezaron a acelerar a tales velocidades en dirección a nosotras y la montaña, que tuvimos que esquivar tres. Pero lo más impresionante, fue otra cosa.

            Aquello era una entidad desconocida para Anant por las circunstancias de Hydor; y ajena para mí como todo, al provenir de ningún lugar. Su sonido era el de miles de espíritus voraces, haciendo crujir al sustento de su vida; atrapado en un ciclo sin fin de retroalimentación positiva: fuego, aquél con una cantidad igual de conquistas monstruosas, y esencias otorgadas. Su presencia es tan o más rara que la vida misma.

            Toda esa destrucción estaba pasando tan rápido, que nosotras, aquellas que habían atestiguado la desaparición inexplicable de un sistema estelar entero, no pudimos hacer mucho más que clavarnos en donde estábamos para observar a un nuevo apocalipsis pasar. Antes de que el fuego y el humo obstruyeran nuestra vista, y ahogaran el sonido del infierno que se estaba desatando allá abajo; alcanzamos a observar cómo el taladro, que no había sido operado en todo el día, comenzaba a reactivarse.

            —Amo. No puedes dimensionar lo que aquello significaba para Prehensio, y es mejor si nunca lo haces. Esa máquina tenía un apodo en particular. Uno que llegaría a compartir mi inoportuna Anant, gracias al causante de todo ese desastre: el asesino de mundos.

            La máquina en cuestión, era controlada por un centro de mando subterráneo dentro de la mina. Desafortunadamente, el plan deficiente de los rebeldes no contempló desactivarlo por completo con la consola de control; así que cuando esta quedó destruida por el derrumbe de la explosión, y el asesino de mundos se reactivó por la estática de los centinelas sin directiva clara; el destino de todos ya estaba sellado.

            Un destello blanco iluminó al cielo como sus soles no hacían desde tiempos muy distintos, que quedaron atrás; y con su rayo de plasma y ondas gravitacionales, comenzó a hacerse paso hasta el núcleo metálico, con la intención de no dejar nada atrás. En menos de 15 minutos, Prehensio se quedaría sin su corazón de hierro.

            Cuando quisimos ver qué había pasado con la máquina, de forma de obelisco invertido suspendida en el aire, la pared de fuego estaba por consumirnos. No lo pensé dos veces antes de volver a proteger a Anant con mi cuerpo, e intentar evitar que ese calor la tocara con mi gelidez. Sin embargo, ella tenía otros planes.

            —Este es el fin otra vez —dijo con tranquilidad—. Puedo sentirlo. Este lugar ya no será el mismo dentro de poco. Mi magnífica Ekho: no hay nada que no pueda confiarte, incluso algo tan fundamental como mi esencia fragmentada. Pero ante algo como esto, no necesitas sacrificarte por mí.

            Con un semblante tranquilo y agraciado, me rodeó y caminó en línea recta hacia el fuego sin un atisbo de duda. Desesperada, intenté detenerla. Ella podía no sentir miedo, por a quien había relegado: no impedía el que estuviera a punto de ser consumida por el terror de perderla, tan pronto como habíamos reafirmado nuestro juramento. ¿Qué pasaría con nuestras promesas y vida juntas?  Pero ya era tarde, las lenguas de las llamas envolvieron su figura para no dejar nada atrás. Su figura desapareció en la luz, con el mismo misticismo y efimeridad, de su aparición en el cielo de Hydor ante Alétheia.

            ...O eso pensé que pasaría. En realidad, el fuego, al no poder alimentarse de ella, comenzó a rodearla como... Si sólo fuera un pequeño obstáculo en el que no había necesidad de perder el tiempo.

            —Este calor es insoportable —dijo, mientras observaba cómo podía tomar las flamas entre sus manos—. Con que esta es la razón por la que pude sobrevivir el espacio inhóspito de allá fuera.

            Volvió a reír. Era su señal de que algo le resultaba agradable. El incendio ya nos había "tomado" a ambas. Sólo luz y altas temperaturas quedaban a nuestro alrededor. Más, no había podido con nosotras: la frialdad mía y su invulnerabilidad. Así, decidí reír con ella. Resultaba bastante obvio y lógico que no había nada en ese mundo que nos pudiera hacer daño, cuando ni el falso vacío pudo hacerlo. ¡Cuanta razón tenía!

            —¡Es mi turno de guiarte a algún lugar, ¿no crees?! ¡Puede que este planeta vaya a dejar de existir muy pronto, pero no significa que no podamos despedirlo! —gritó Anant, pues el hambre de las llamas era ensordecedor.

            Me lancé a sus brazos en señal de aprobación. Con eso, ella me volvió a cargar en sus brazos y comenzamos a levitar. Ante mis ojos, se veía como la diosa del fin del mundo: resurgiendo de las profundidades como una belleza etérea y bondadosa para tomar de vuelta un mundo apóstata. Al salir al fin de entre las llamas, volvimos a perdernos en nuestras miradas por un momento. Ese cosmos de infinitas posibilidades en sus ojos, y mi vacuo interior dócil.

            No existen palabras para describir la alegría que me desbordaba al ver este nuevo capítulo de nuestras vidas iniciar. Bajo la luz del asesino de mundos, la pasión de la entidad insaciable a nuestros pies, y la impiedad de las Leyes del Universo a nuestro alrededor; nuestros labios se volvieron a juntar en un segundo beso.

            —«Una acción osada», pudieras pensar amo. Y tienes razón, nadie en ese mundo nos hubiera perdonado por expresar nuestro amor en un momento así.

            La buena noticia tal vez, es que cuando pudimos volver a suspirar al separarnos, la ruina había desaparecido. La naturaleza había retomado su lugar como si nada hubiera pasado —en apariencia—, y la mina volvía a estar en completo silencio. Detrás de mí, las primeras luces del alba se reflejaron en el rostro de mi esposa.

            —Increíble, ¿no lo crees? Nada de eso fue una ilusión, pero habíamos regresado al punto de inicio —digo. Comienzas a hacer ruidos guturales, como si estuvieras ahogándote otra vez—. ¡Asómbrate ante el logro de la presencia de un tercer misterio del vacío como nosotras en Prehensio! El inicio de un nuevo día antes de la destrucción absoluta: el bucle se había reiniciado. Así fue como nuestro segundo día ahí quedó inaugurado; con un mundo condenado por completo distinto, esperándonos.

            Al Anant darse cuenta de que todo se había reiniciado, dijo una reflexión al aire.

             —Ekho. Para ti, esa interrupción de la muerte de este mundo... ¿No te recordó a Hydor?

Conteo de palabras del capítulo: 1309 palabras

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro