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Capítulo VIII. El gato curioso de Scrhödinger

Ambientación: The Long Sleep - John D. Boswell (Melodysheep) para Timelapse of the Future (Álbum: The Arrow of Time)

Entiendo que los seres humanos, al crecer, suelen olvidar sus primeros tres o cuatro años de vida. A nosotros, los misterios del vacío, nos puede pasar algo similar según nuestras circunstancias. Por ejemplo, yo antes de conocer a Anant (o "Alétheia"), vagué a través del espacio interestelar por mucho tiempo también. Pero ello no lo sé porque lo recuerde. Lo sé, porque para el tiempo en que resoné con el mundo condenado de Hydor, ya había comenzado a morir.

            —¿O tal vez 'extinguirme' sería la palabra más adecuada...? De cualquier forma, eso es a lo que Ellos llaman convertirse en una fantasía. Lo entiendes, ¿no? Debo de admitir: eso sí que es tener un sentido del humor retorcido. ¿A ver si así ves que yo no soy tan mala? —sugiero, al tiempo que le pincho la mejilla al hombre en la cama, en búsqueda de una reacción.

            Regresando a mi historia, ¿me recuerdas dónde quedamos? ¡Ah! Sí.

            Es imposible decir cuánto tiempo pasó, pues cuando vives como yo, mantener la noción del mismo está fuera de las posibilidades. A eso podemos agregar otros factores como la dilatación del tiempo y, ¡pum! Ya me vas entendiendo.

            Para este punto del relato, ya deberías de estar acostumbrado a las cosas raras, ¡así que clavémonos de lleno!

Ambientación: Gymnopédie No. 1 - Erik Satie, interpretado por Rousseau

Día 1/Primer[redactado]

La primera experiencia que fue grabada en mi subconsciente, en el intermedio de Anant haber perdido el conocimiento luego de Hydor, y yo haber abierto los ojos ya en Prehensio: fueron los ecos.

            Al nacer en las manos de Anant, fui definida por el deseo que ella me pidió y el ambiente en el que me encontraba en ese momento, el falso vacío. He ahí, la razón por la que tengo un cuerpo bocetado y soy tan fría.

            Ser capaz de ver los ecos es una experiencia, sin equivocación, parecida a la psicodelia. Si el que quiere observarlos, no es capaz de redefinirlos para darles sentido; lo que avistará será un cuadro de millones de formas sobrepuestas en otras millones, en colores imposibles para el ojo humano. En palabras menos: es una visión enloquecedora.

            Reconozco que esa tan temprana experiencia mía, fue tal cuál así. Cuando Anant me contaba sobre su pasado al ir nosotras a la deriva, no tenía ningún "pensamiento" que no fuera sobre ella; pero en el momento en que se desmayó por la lucha que se libraba entre ella y la Alétheia original, mi subconsciente fue inundado por todas las imágenes deformes de los pasados que lograron alcanzarme.

            Lo siguiente que supe: fue que tenía al cielo púrpura de Prehensio encima, junto a recuerdos no deseados del pasado de ese nuevo planeta rocoso, y que tenía que ir a rescatar a Anant de ser desintegrada por centinelas. Qué curiosa puede llegar a ser la vida, ¿no?

Ambientación: Togetherness I - Tobias Lilja para Little Nightmares II

            Al querer replicar la caminata bípeda de los mado (que vi en los ecos),vino a mí la realización, de que entre esos nuevos recuerdos míos habían cosas que no calzaban con el escenario ante mí. Claro. Eso tuvo que pasar a segundo plano, pues evitar que le dispararan a Anant con un cañón de plasma tenía la prioridad.

            Como pude, aprendí a correr entre tropezones; y para nuestra suerte, mi querida no había llegado muy lejos arrastrándose. Más rápido que tarde, la capa que cubría al cuerpo de Anant apareció en la distancia. Frente a ella, yacía una excavadora minera de hierro descompuesta.

            En retrospectiva, esa mole de diez metros de altura que se había averiado por un inocente toque de su parte, fue el primer gran indicador sobre "lo que ella era en realidad".

            Porque esas máquinas tenían la misión de limpiar el camino, para poder extraer un recurso vital para la civilización que las había creado; la zona circundante al centro de actividad tenía una fuerte vigilancia. Los centinelas, pequeños cubos flotantes con una pequeña abertura para una lente y escáner de tecnología desconocida, fueron activados y enviados a examinar la zona en que se había perdido la señal de una de las maquinarias de limpieza.

            En el momento en que uno de ellos identificó a Anant como una intrusa rebelde y comenzaba a sacar su cañón; yo salí de la selva tomando un salto por detrás de ella. Al interponerme entre el robot y mi compañera, intercepté el rayo del cañón con mi cuerpo: pero antes de hacer contacto conmigo, el plasma se convirtió en nitrógeno gaseoso. Aprovechando la breve pausa que el centinela confundido se tomó para identificarme, le hice frente tomándolo entre mis manos.

            Porque esa cosa no estaba hecha para soportar las bajas temperaturas del falso vacío, lo que tenía dentro y controlaba su funcionamiento hizo ruidos eléctricos. Grietas se formaron en su carcasa metálica exterior y la alarma que había intentado hacer sonar, se calló para bien. Cuando dejé caer al centinela al suelo, la expansión térmica negativa ya había hecho explotar su interior. A su alrededor, escarcha comenzó a formarse.

            ...Y del mío también, como comprobé al mirar mis pies. Hasta había dejado un rastro, desde las profundidades de la selva a sus límites artificiales. Más no tardó en derretirse, pues el lugar era demasiado cálido.

            Con el peligro ya por detrás, con cuidado, me giré para ver a Anant. Lo que encontré al hacerlo, fue la primera impresión que cementó mi anhelo de estar a su lado: por la negrura de su capa, de una clase tan profunda que ni la luz podría escapar de ella, lo primero que encontré fueron sus ojos.

            Sus iris de rosas y azules brillantes, rodeados de un negro igual al de su capa, me contemplaban con asombro y curiosidad; abiertos de par en par. En ellos encontré a un cosmos de posibilidades; expectante por una oportunidad. Al entendernos en nuestras miradas cruzadas, ella desvió la suya para extender su mano y tocar la mía. Me hinqué para seguir admirando su rostro celeste, mientras ella examinaba la curiosidad de mi boceto. Sintiendo cada relieve, admirando cada línea; ignorando a mi gélida presencia.

            Su cabello, un poco más abombado y corto a la altura de la mandíbula; se dejaba fluir hasta desbordarse, fuera de la negrura que intentaba contenerla. Era una forma particular que evocaba a su forma anterior. Al alzar mi mano para ponerla a contraluz, y observar la translucidez de mi "piel"; los rayos de luz se reflejaron sobre ella, de tal forma que parecía de cristales preciosos, a pesar de tener su propio brillo.

            De depender sólo de mi voluntad, nos hubiéramos quedado allí hasta que el resto de centinelas alertados llegaran a por nosotras, si significaba que aquel momento podía durar un poco más; todo era bienvenido. Sin embargo, el peso del conocimiento sobre mi consciencia, sabiendo que Anant se había aventurado por ser incapaz de sentir miedo, me hizo retomar mi responsabilidad y propósito original.

            Con la mayor delicadeza posible, hice que ella me mirara a los ojos otra vez. Mano a mano, la ayudé a enderezarse conmigo y a dejar ese lugar atrás. La verdad es que mi propio equilibrio era pésimo. Eso provocó que cada cierta distancia, tuviéramos que apoyarnos entre las dos para no tropezar con las raíces, o caer en una zanja. Tal vez a ella le ayudó que, entrando en específicos, no tenía piernas.

            Vergüenza fue el sentimiento que conocí, gracias a ese camino de regreso a las profundidades de la selva. Cada vez que nos hice casi caer, o ella tenía que darme apoyo extra; volteaba en su dirección e inclinaba mi cabeza como disculpa. Anant en respuesta, siendo como es, me daba una gran sonrisa y esperaba a que recuperara la confianza. Estoy segura de que no entendía por qué llevaba tanta prisa e insistía en seguir, pero nunca me cuestionó. Esperó en cambio, a que llegáramos a un lugar donde pareciera más relajada, para hablar.

            Al fin, logré dar con una zona menos densa de la selva; en la ladera de la montaña. No había podido encontrar el camino exacto de regreso a donde despertamos, pero ese no era un mal lugar. En la lejanía, los ruidos metálicos de las excavadoras se reanudaban. A nuestra derecha, un riachuelo era el único material conocido para las dos. Aún así, resultaba extraño ver un cuerpo de agua tan diminuto. Anant, todavía tomada de mi mano, nos acercó al susodicho.

            De un poco característico lavanda muy pálido, el espejo de agua que se había formado en un charco, me enseñó algo sobre mí. A diferencia de mi compañera, mi figura era andrógina y carente de rasgos compatibles con la vida. En un sentido literal, mi "piel" era poco más que un material oscuro vítreo. Mi cabello, un pseudo plasma blanco desordenado y flotante.

            ¿Y mi rostro? El boceto de líneas blancas que es mi cuerpo, describía el lugar donde todas las partes de mi rostro debían de estar. Aquello que regresaba mi mirada eran dos cuencas blancas. La curiosidad ganó esa batalla, e intenté tocar mis "ojos" con los dedos. Claro, lo que pasó fue que introduje las puntas en mis cuencas. Significaba eso, ¿que tenía un espacio vacío en mi interior? De hecho, sí. Estaba y sigo vacía por dentro. Esto levantaría una interrogante importante en el futuro cercano. Mientras tanto, Anant se contemplaba con detenimiento también.

            Entonces rompió el silencio.

            —«Estrellita, dime. ¿Qué crees que somos?» —dijo Anant, aún mirando su reflejo.

            Cualquier intento de contestarle fue en balde. En el instante en que me dirigió la palabra, perdí el control de mi cuerpo y caí al suelo. Lo más preocupante, sin embargo, serían las explosiones que siguieron horas después.

Conteo de palabras del capítulo: 1610 palabras

*Como pequeño extra para quienes deseen saber cómo se ve Anant, dejo aquí algunas imágenes creadas con IA y la magia de la edición (imágenes de las portadas) ;) Tengan en cuenta que sólo son representativas (la primera está más enfocada en la imagen de Ekho sobre ella, y el resto son cómo se siente para... ciertos personajes).

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