Capítulo V. Apoptosis improvisada
Ambientación: The Spectre - Brandon Boone para Slay the Princess
El tiempo es la señal de algo más grande.
En los tiempos de Alétheia, existió un fenómeno lumínico que nunca podrías imaginar. Poniéndose en marcha en las primeras etapas del invierno, dicho suceso orilló a la kníde a estar en el "lugar incorrecto en el momento equivocado"; pero sería más adecuado decir, que Anant —la estrella dorada— conoció a la criatura equivocada.
La humanidad cree que con las todopoderosas armas que son el pensamiento y la percepción, adquirió ventajas: el compañerismo, la simpatía, la pertenencia... La sutileza, la organización, la fabricación. Entonces, responde esta pregunta, "amo".
—En tiempos difíciles, sin saber si saldrán victoriosos o no, lo apuestan todo en las habilidades que han pulido sus ancestros hasta ustedes. ¿Y cuándo esos tiempos complicados se vuelven extremos? ¿Qué pasaría? —una vez más, espero una respuesta que nunca llega. No puedes evitar ser así de inservible—. Te ayudaré: las víctimas sobrepasarían a aquellos que sobrevivieren. Eso es lo que pasó en Hydor.
El privilegio de tener estabilidad climática es algo que una minoría estadística miserable conocerá. Y por eso, este es el punto en que las comparaciones ridículas con lo conocido tendrán que parar; como deseabas. Tu universo, con una lentitud que no puedes capturar, se acerca a un estado de caos ordenado absoluto. La vida misma ha sido posible por los primeros síntomas de este. Así, el tiempo no juega en favor de nadie, pues nunca jugó.
Luego de aparecer las formas de vida avanzada —como los ancestros de los kníde—, una perturbación gravitacional debido al tránsito de un cuerpo desconocido, hizo que su órbita se volviera demasiado elíptica y su eje cambiara. Lo que le siguió, fue nada más que la mayor extinción masiva que se haya visto ahí. Esos ancestros, y los consecuentes kníde, lo llamaron el Gran Cataclismo.
—«¿Por qué?» —tendrías que preguntar ahora. Yo respondería—. No lo sé. Tal vez.
Una primavera en que las temperaturas suben el doble a triple de la media. Seguido de un verano, en que el cielo es sólo tormentas planetarias violentas por medio año; con un ligero toque de oscuridad total, sólo interrumpida por el rayo.
Y cuando al fin llega el invierno, el hielo que antes no podía coexistir con tan altas temperaturas ni en los polos comienza a formarse. Dando un periodo corto de amenidad, para luego extenderse tan fuera del círculo polar que las nubes que solían caracterizar a Hydor desaparecían por completo.
Sí. Tal vez podría haber sido eso.
—¡Pero jamás lo sabremos! Los ecos de Hydor desaparecieron con él, y eso equivale a no haber existido en primer lugar. Entonces, ¡asómbrate! Este mundo posee un logro único: haber sido promovido al rango de una disparatada idea. ¿Te suena familiar? Recuerda mi presentación. ¿Acaso no dije que cobraría tu memoria como compensación, por atar a Anant a tu corazón? Prepara tu mente para lo que vas a escuchar, porque no es nada alejado al destino que te depara ante mi presencia.
Ambientación: Hitching a Ride (The Spectre II) - Brandon Boone para Slay the Princess
La descripción apropiada para los desiertos polares del impío invierno del exoplaneta, era: «No había ni una sola alma viva en millones de kilómetros a la redonda». Lo que la presencia casual de un cuerpo en el falso vacío tiene potencial de desencadenar, en algo tan pequeño como un mundo llamado Hydor, tiene limitaciones sólo donde lo marcan Ellos. Y de ser algo tan insignificante como un organismo vivo al igual que tú, no encontraría consolación en esos límites. ¿Has escuchado sobre los agujeros negros? Tales objetos no necesitan de misterios del vacío para existir. Piensa en la implicación.
Por todo el caos descrito, en tiempos precarios y finales de la vida de un planeta, había sacrificios que debían hacerse. ¿Quieres saber cómo el ancestro de los kníde logró sobrevivir a su propio hogar? No. No lo creo. Sólo diré: con el poder de las estrellas almacenado en sus cuerpos, los kníde necesitaban sufrir una muerte atroz y significativa por el bien común.
En el momento más frío de la estación, cuando ni el abrazo cálido del ecuador era suficiente para todos los que vivían; en un espectáculo de semanas de extensión, el océano se iluminaba por las noches con las últimas voluntades neón de miles de millones que velaban por un futuro como el de antaño.
Visible desde el exterior, este enérgico suceso tenía el objetivo de brindar el calor necesario a las corrientes oceánicas, para no sucumbir ante la glacial vista de una lejana Estrella Madre. Los que en otrora solían predar las vidas de los kníde para conservar las suyas, adquirieron una nueva sabiduría instintiva con el tiempo: sus permanencias en ese caótico sistema planetario, eran sólo posibles por la intervención de su antiguo alimento.
—Así, los kníde perdieron el miedo ante cualquier cosa que se te pudiera ocurrir. Era demasiado privilegio para una especie tan patética. Si esos meduzoides terminaron por desconocer el temor a lo incierto, ¿sería esa particularidad lo que le permitió a Alétheia tocar a la «estrella dorada», sin un sola duda? —resurge un conflicto subyacente en mi «interior»—. No, sólo fue una razón que contribuyó. Ella, quien desencadenó una tragedia que la trascendería: su decisión de mirar a las estrellas estaba fundamentada en la búsqueda de consolación y olvido.
Con la radiación que se estaba acumulando en sus sensibles y duraderos cuerpos, los kníde mayores, como la madre de Alétheia, liberaban ese calor mortal desde las profundidades. Así, regresaban al agua de otro encuentro cercano con el punto de no retorno: la congelación absoluta a nivel global. ¿No crees que era una forma fascinante de superar con éxito al afelio, y llegar vivos al siguiente año? O, bueno, casi vivos.
Alétheia quedó devastada con la muerte de su progenitora, claro que sí. Cuando ella debiera estar acompañando a los otros jóvenes como ella; desangrando su seiva en el enorme océano para que los küeit —seres parecidos a plantas— salieran de su letargo, trayendo a muchas más criaturas curiosas de vuelta; estaba cerca a alguno de los polos, admirando el cielo estrellado.
—Y lo que pasó después, bueno, ¿quién mejor que Anant para contarlo? Al final, todo lo que he contado de su travesía: de cuando era un punto dorado en el falso vacío y la "estrella" extra en el cielo. De Hydor y su destino. Todo eso, lo basé en lo que ella me confió alguna vez. Interpretaciones por aquí y allá de por medio para lo pasado; estas palabras suyas, son lo más veraz que encontrarás sobre el día final de ese lugar extinto.
Ambientación: Strange Sea - John D. Boswell (Melodysheep) para Life Beyond Chapter 2
Tiempo después de que Alétheia y Anant tuvieran su encuentro, en medio de la vorágine que se suscitaba en Hydor al yo aparecer ante él, algo en el interior de mi amada se fragmentó al sentir mi presencia. Una realidad decadente, invisible para todos hasta mi aparición, había sido revelada. Pasados unos momentos de contemplación, "Alétheia" comenzó a decir sus reflexiones:
«Las auroras alcanzaron a nuestro cinturón de nubes. La Estrella Madre está más cerca que nunca, pero no podemos sentir su calidez. ¿Dónde está el resplandor del cielo nocturno? El que nos guiaba a través de la oscuridad. Pero el exterior es tan agradable... ¿Por qué huimos de este cielo azul y las aparecidas?»
«No. Esas kníde no son aparecidas, pues nunca murieron. Todo fue un sueño extendido: las tormentas de diamantes siguen ahí, el hielo que nos comía vivos era una alucinación, el aire nunca nos pudo hervir. Los compañeros con los que formamos nuestro hogar aún juegan, los puedo escuchar. Se unen a nuestro baile abisal, compartimos nuestro calor y vida, unimos nuestras fuerzas para vernos otro día».
«Ascienden sus cuerpos congelados en el tiempo, atraídos a una nueva estrella en el cielo».
—Estos fueron los pensamientos cuyo llamado atendí. No fue una sensación, tampoco un sentimiento. ¿Existe siquiera una forma para describirlo? Tal vez: "atracción". Una atracción irresistible hacia lo que no puedo ser.
"Alétheia" logró atraerme hacia ella desde el cielo, tal como había pasado una vez antes, y me sostuvo con delicadeza. A pesar de haber ganado en la carrera por su esencia fragmentada, me consoló y dijo:
—«...Hay algo en ti, y algo en mí, que nos unió en este día. Es imposible saber cuándo este final empezó, pues el tiempo sólo está en los ojos del observador. ¿Qué clase de cambio nos queda para percibir? Cuando este hogar al que llamamos Hydor, se ha transformado en una amalgama de todo lo que fue y podría ser. ¿Dónde inicia y dónde termina lo que creía saber?»
«¿Qué fue real y qué fue creado por su deseo? Puedo sentirlo en lo profundo de este cuerpo. Lo que queda de la kníde original me desea un destino más ruin que el de este océano y sus habitantes. La voluntad que debía cumplir para ella... Nos hace caer hacia nuestra estrella: los demás se evaporan, todo su rango imaginable de sensaciones y emociones de desesperanza resuenan en mis nervios».
«Excepto, que su anhelo nos aleja también: los glaciares avanzan sin piedad hacia nuestros últimos refugios, las corrientes se detienen, nos sumimos en la oscuridad eterna. Sólo puedo atestiguar el último sacrificio desesperado de mi- ¿Su-? ¿"Nuestra" especie? Esta sensación de desolación y tristeza al pensar que no volveré a verlos. Que desgarra mi cordura y me hace desear no seguir... No es mía. Es de ella. De Alétheia».
«Pero ese también es "mi" nombre».
«Desde que te vi, estrellita, me hiciste recordar un pasado diferente al que creía tener. Ahora sé: la respuesta que busco a cierta pregunta, aquella que me acompaña desde antes de conocer a Alétheia y ser ella, sólo puedo encontrarla en compañía de alguien como yo. Ese que vagaba entre mundos».
«Lo siento. No puedo ofrecerte nada más que compartir una pequeña parte de este "yo" contigo. La parte de la Alétheia original en mí, quiere perecer con este mundo. Pero necesito encontrar la solución a este anhelo, ese que nos hizo resonar. Entonces, pequeña alma que vino del cielo, dame valor para encontrar nuestro verdadero hogar, juntas».
Esos fueron los sentimientos que "Alétheia" depositó en mí. Y no importa cuánto tiempo pase, encontraré la forma de cumplir las promesas que le hice.
Conteo de palabras del capítulo: 1517 palabras
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