Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5

Jungkook fue el primero en despertar ese segundo día. Se fue directo a la ducha, se cepilló los dientes y se contempló frente al espejo antes de decidirse en esperar a los demás para tomar desayuno. Con un libro en la mano y el canto de los pájaros se acomodó en la banca del ante jardín, con una colcha de algodón. Las páginas corrían igual de rápido que los minutos y no se percató de la hora.

—Así que aquí estabas —se oyó la voz de Ahn Hyojin, la enfermera. Paramédico suave como lavanda y recta como mandamiento—. Ven a desayunar, Jungkook. Te estamos esperando.

Se presentó en la mesa y ya estaban todos esperando por él. Jungkook se puso colorado al darse cuenta que no darían bocado si faltaba alguien en el comedor, y eso provocó un gusto dentro del castaño, quien fue directo a sentarse a un lado de Min Yoongi.

—No te vi en la mañana —declaró este.

—Desperté primero. La mañana estaba muy silenciosa y aproveché un libro antes de desayunar.

Yoongi solo asintió con su cabeza y articuló una afirmación con sus labios sellados. Inició, al igual que todos, a comer de su cuenco de avena con leche y Jungkook se detuvo en seco. 

Recordó las horas pasadas, como el césped frío le recibía, las arcadas lo asaltaban y cómo las humildes manos pálidas de Yoongi lo arropaban ante el frío de la noche. Su primera nefasta noche en aquella "casa".

A continuación vio las famélicas caras de sus camaradas y bajó a analizar su bienllegada comida —no tan bienllegada ante los metódicos ojos de Jungkook—. Se veía muy apetecible y gozoso al paladar. Jungkook la amaba tanto como la repudiaba, y aquello lo volvía un chalado con pinta. Se tomó su tiempo regodeando y se prorrogó hasta terminar siendo el último de todos. Costó lo que tuvo que costar realmente, pero pronto daría pasos más agigantados. 

Iban camino al piano cuando el paramédico Kim Kibum se presentó a Yoongi.

—Oye, Min. Superaste los cien puntos ¿Sabes qué te ganaste hoy? —el nombrado abrió grande los ojos y un brillo pareció querer esclarecerse con la noticia— Puedes llevar a alguien contigo si así lo quieres. Ya sabes las reglas —le alagó con unas palmadas en la espalda para luego retirarse tras una puerta.

—¿Qué...? ¿Puntos? ¿Reglas?

—Jungkook, ven que te explicaré —se aproximó al piano y, estando ambos sentados, Yoongi complació su ambiente con notas interpretadas por la habilidad de sus dedos, los cuales respondían cien por ciento a su ánimo: alegre—. Aquí contamos con puntos. Los puntos que acumulas por hacer buenos actos o por comer debidamente se te adquieren, se calculan y hay un tope. Al momento en que te hacen saber de tu triunfo, se te recompensa con una salida; puedes salir con alguien a donde desees. Puedes ir solo si así lo prefieres. Sin embargo, hay que regresar antes de la cena.

—¿Eso es todo lo que debería saber?

—Supongo que sí. Cuando creas que hay algo que no te cuadra, te enterarás de todos modos. El mundo empequeñece aquí, Jungkook.

Cómo las palabras salían tan naturalmente de su compañero de cuarto le parecían estar copiosas en franqueza que acabó por fascinar al castaño, quien no se imaginaba a él mismo tantos meses bajo el mismo techo que los otros. 

—¿Y a quién planeas llevar contigo? —curioseó Jungkook.

—A ti. Por supuesto.

●     ●     ●

Se subieron a la bicicleta que el centro le cedió y pedalearon por la ciudad. La brisa pegando en sus rostros no se sintió nunca tan bien, el sol recayendo en sus cabezas era un deleite, el rosado que se subía a sus mejillas se palpaba emotivo y sus piernas se fortificaban con el gozo. Se sentían libres. Al mirar a su derecha se apreciaba la playa en pleno día, las palmeras siguiéndoles las espaldas y la serenidad de sus alrededores les acogieron. La bicicleta fue la mejor opción; además romper con el hastío, quemaba calorías.

Al menos eso recorría por los pensamientos de Jungkook.

—¿A dónde vamos, Yoongi?

Alcanzó a escuchar el bufido juguetón del piloto.

—Te sorprenderás.

—¡Ah, vamos! ¡Me acaloras con el viaje y me dejas así! Mejor dime —se quejó el castaño, quien de pie tras Yoongi le tamborileaba sus hombros.

—¿Te gustan las papas fritas? —preguntó de repente.

Jungkook enmudeció y la bicicleta culminó con su rumbo. Habían llegado a una tienda de comida rápida.

—¿Intentas sacar partido de mis terrores o...? —se empezó a ofender. 

—No, no, no. Nada de eso, tonto. Mira: —se bajaron de la bicicleta y la encadenaron a un poste para asegurarla— solo te quiero enseñar una lección de vida que fui aprendiendo con el tiempo, y me ha mantenido con vida hasta entonces.

—A ver. ¿Cuál? —desafió con la mirada y sus brazos cruzados, expectante.

—Jungkook —se le acercó con la voz baja y le recitó—. No se vive para comer; se come para vivir —le tomó de la mano, entrelazando los dedos para tirar de él y obligarlo a caminar—. ¿Bien?

Entraron a la tienda y se dirigieron a la barra, donde Jungkook no tuvo la oportunidad de siquiera elegir lo que le apetecía. Yoongi pidió para él lo mismo que prefirió a su paladar. Jungkook le reclamó por ello y sin evitarlo, acababan en risas y burlas. 

—Entonces quieres llenarme como alcancía.

Yoongi le propinó un golpe en la cabeza. —No, inepto. ¿Que no ves cómo trato de que te mejores? —Jungkook le rodó los ojos— No seas pesado. Venga, saquémonos una foto para el recuerdo —se levantó de donde estaba y se acomodó bien pegado a Jungkook en su asiento, le abrazó por los hombros y ambos sonrieron a la cámara del celular. Al momento llegaron los pedidos y se fotografiaron junto a estos con mofa y guasa—. Todo un modelo. Ahora a comer, me muero de hambre. ¿Tú no? —Jungkook no musitó y cogió el plato colmado de papas fritas— ¿Hm?

—Puede que un poco —trató de disipar el relieve de la pregunta.

—Ay. Te ruge el estómago.

—No tanto —se guardó su sonrisa y mordiendo su labio inferior se avergonzó. 

—Conozco muy bien esa sensación —afirmó mordisqueando una papa—. Luego de la típica rutina de consumo y ayuno intermitente, llega el momento en que empiezas a comer más. Cuando esto pasa y comienzas a resquebrajar ese típico ciclo endemoniado, empiezas a experimentar esa sensación tan afamada conocida como "hambre extrema".

—Nunca he escuchado de eso —Yoongi le ofreció una papita y Jungkook abrió la boca para él.

 —Ocurre cuando empiezas con la rehabilitación. Te acostumbrarás —le aseguró con una sonrisa y le incitó a empezar a comer con confianza. 

Era increíble. Jungkook no lo admitiría en voz alta, pero creía fervientemente que aquella era la comida más satisfactoria de las que ha tenido últimamente. Se sentía seguro de alguna forma con Yoongi. Este le regalaba unas vibras amistosas y despreocupadas, como si difundiera la calma en el apocalipsis dentro de Jungkook. Con él no se preocupaba de lo demás. Con él todo era correcto.

Se repitieron la porción.

Después de un refrescante y frío jugo de mango se animaron a subirse otra vez en la bicicleta. Esta vez se dirigieron a un parque no muy lejos de allí. Jugaban niños pequeños y muchos otros andaban en patineta. Corrieron y aullaron como si alguien los persiguiera, rodaron por el verde césped y rieron como si les faltase el aire. Estaban fuera de sí y se embelesaban con ello.

—¡Ay! ¡Me entró un mosquito a la boca! —chilló Min y lo escupió. Jungkook se sujetó la barriga por las insoportables risotadas.

Cinco minutos después se tendieron boca arriba en el pasto, mirando a las nubes y buscando la normalidad en sus pulmones. Jungkook exhaló al aire.

—¿Cuántas calorías crees que tiene un mosquito? —observó las nubes.

—Hm... —roncó— No más de unas treinta. Son muy pequeñas —le siguió la mofa a Jungkook y rieron agotados. 

—Yoongi, ¿cuántos años tienes?

Este se demoró unos segundos en responder.

—Veinte. ¿Tú?

—Dieciocho...

Yoongi se rió de él y Jungkook ladeó su cuerpo para mirarle.

—¿Puedo saber cómo terminaste en el centro? —le preguntó con la voz tan bajita y suave como pétalo, como si temiese que con aquella sola pregunta chispeara algo en Yoongi.

Y así lo hizo.

—No. Mejor cuéntame de ti.

Jungkook deformó su mueca y el mayor se ladeó también para fulminarle, paciente a la réplica.

—Yo me había presentado a una audición y... simplemente no fui lo que ellos buscaban —se rascó la nuca en señal de incomodidad—. Me dijeron que no era la imagen que esperaban: delgado, buena musculatura, alto, más expresivo de lo que les mostré. Lo intenté de todos modos, pero no pude evitar deprimirme. Ese papel era todo por lo que había luchado hasta ahora.

—¿Sigues aspirando a ese papel?

—No. Ya no —respondió seguro de sí—. Seré mucho mejor que eso. Les demostraré a todos los jueces de lo que se perdieron. Me lo juré a mi mismo.

Min le estudió con detenimiento y se resignó a continuar mirando las nubes. Jungkook también posó boca arriba. 

—Entonces ¿ya sabes qué hacer con tu vida?

—¿Me hablas de este mismo instante? —no pudo ver como Min asentía con la cabeza, pero sí le percibió— Pues... no.

—¿Cómo que no? Tienes un objetivo aquí. No estás encarcelado en ese centro de rehabilitación por nada —agravó su tono para imponer más de su severidad—. Escucha —se sentó y conectó con la mirada del joven—: tu objetivo será salir sano y salvo de ese centro. ¿Me escuchas? —Jungkook solo le veía remoto y Yoongi no pudo aguantarlo— Vas a salir de esa puerta con un peso estable y con las ganas de seguir luchando por lo que tanto te esmeras, ¿bien?

El castaño se incorporó lentamente junto a él y asintió, como un niño obedeciendo a su padre. Sin embargo, Min Yoongi no era su padre.

—¿Somos amigos, Yoongi?

Al chico le extrañó el cambio en el rumbo de la conversación, pero no pudo evitar la dulce curva en sus labios.

—Claro.

—Y dime, Yoongi. Tú crees que... —titubeó un poco antes de rozar el antebrazo del mayor— ¿Tú crees saldremos juntos de rehabilitación?

No hubo palabra ni gesto, solo el viento les pasó de largo y movió sus cabellos, anunciando la llegada de las seis en punto con las nubes ligeramente grises y aterciopeladas. Sus ojos continuaban por encontrarse y supieron que ya era la hora de obtener una respuesta.

—No te prometo nada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro