22
Se despertó con una hálito caliente en su rostro. Sentía cómo los dedos se paseaban delicados por la piel expuesta de sus chupadas mejillas, y la sangre que subía hasta estas con el contacto. Sus pestañas fueron acariciadas también. Cada lunar que adornaba su rostro fue arrullado con ternura, y cuando una presencia encima de su rostro le anublaron sus sentidos, despertó por completo.
Se sobresaltó al encontrarse con Taehyung, rozando narices.
—Terminé tu retrato.
Jungkook le empujó y se incorporó en el respaldo de la cama, pestañeando más de una vez para percatarse de la situación. Todavía había rastro de somnolencia en él.
—¿Retrato? —le preguntó y este le alzó su lienzo. En él se apreciaba el rostro plácido de Jungkook, dormido sobre su almohada. Era como ver el reflejo de su rostro. Supo exactamente cómo captar sus muecas y los músculos sobresalientes de su cuello, sus notorias clavículas y cada sitio de sus lunares— Oh... —se rascó la nuca y sonrió abochornado— Está intachable —vio también una sonrisa en los labios de Kim—. Felicitaciones.
—Gracias —sonó campante.
Cuando el mayor se levantó de la cama, no pudo evitar preguntarle.
—¿Por qué a mí? —miró al suelo— Digo... Ya me habías respondido una vez y debe ser hostigoso oír la misma pregunta, pero aún no puedo comprenderte. ¿Por qué me dibujas? A mí... Dentro de todas las...
Levantó su mirar y él ya no estaba. Se había ido.
Jungkook suspiró y asumió que ya era hora de levantarse. Le dio un último vistazo a la obra de Taehyung y agarró las misma ropas holgadas de siempre, sin olvidarse de su vital gorro de lana. Se encaminó al baño y decidió por tomarse un baño de burbujas, ya que resultó ser el último de los muchachos en entrar.
Se estaba haciendo tarde para desayunar, así que intentó regocijarse de todo lo que la calidez de aquel baño le legaba esa mañana. El jabón le embetunaba en un aroma cítrico pero primaveral. Se estaba relajando en sobremanera, devolviéndole el letargo en su interior. La exquisita quemazón en sus huesos le recordaba a las mantas de su cama, y cerró los ojos. Se imaginó encima de una nube de la gloria, flotando en un atardecer. Se profesó como una pluma cayendo ingrávida en los céspedes, y cuando abrió sus párpados se ahogó.
Rápidamente se horrorizó y se sentó, respirando dificultoso.
Se agitó e intentó reencontrar su quietud. Abandonó completamente la bañera y se secó áspero con su toalla, apurándose a vestirse. Dejó sus hebras secas con la misma toalla y se colocó su azulado gorro de lana. Se abrigó los rígidos y cadavéricos pies tortuosos en frío con unos calcetines. Se ató los lazos de sus desgastadas zapatillas y partió al comedor. Bajar las escaleras se sentía como pisar en escalones de cristal. Quizá fueron sus piernas aún debilitadas con la turbación vivida en la bañera, porque estaban tambaleando.
Al introducirse en la sala, Taehyung ya le había guardado un asiento junto a él.
—¿Alguien me dice qué hora es?
—¿Para qué quieres saber? —preguntó Sandara a Dahyun.
—Por nada. Es solo que siento que es muy temprano...
—Supe que hubo un reemplazo en la cocina por hoy —justificó el pecoso—. Llegó más temprano que de costumbre, así que se esmeró en tener todo listo para cuando llegásemos. Son las siete con cinco.
Taehyung lo había mencionado tan impávido que la reacción de la pelinegra fue una total paradoja frente a lo dicho. Una completa contradicción. Sus ojos parecían salirse de órbita al enterarse de la hora. Inesperadamente se puso de pie y todos le quedaron mirando pasmados.
—Dahyun, siéntate a desayunar —oyó llamar el altavoz.
—¡Pero todavía no son las ocho! —contestó visualizando la cámara en una esquina de la habitación— ¡Yo desayuno a las ocho!
—Ocho o no, todos debemos desayunar. No te acomplejes más.
—¡Pero les estoy diciendo que desayuno a las ocho! ¡Antes no...! —tiritaron sus cuerdas vocales.
—¿Por qué no antes? —la voz se tornó dura y desapacible, apunto de perder la paciencia al no recibir respuesta inmediata— Dahyun, ¿estás haciendo un ayuno intermitente? —Todos miraban a la menor encogiéndose de hombros, pidiendo a gritos desaparecer. Apretaba sus párpados y empuñaba sus manos— Dahyun. Come ya —regañó, enviando alarmas al cerebro—. Ya.
La chiquilla trabucó y demoró en sentarse. Miraba a un punto fijo e inexistente en la mesa, sin mostrar su rostro bajo esa selva negra. Pero Jungkook sabía que estaba pálida como fantasma, cerca de las lágrimas.
—Sigo enferma... —se susurraba a ella misma— Sigo enferma...
● ● ●
Taehyung y Dara habían abandonado el comedor y se encaminaron al jardín como ya les era habitual. Jungkook aprovechó esos instantes para acercarse a Dahyun luego de su pequeña recaída.
—Dahyun —le llamó suavemente—. ¿Todo bien? —conectó su mirar con los ojos cristalizados de la chica.
—Ah. Sí... Es solo que aún no me acostumbro a que me regañen —se trenzó el cabello y rió con notoria pena—. Es difícil. No siempre actúo como debería, pero me cuesta mucho...
—No te cuesta nada, Dahyun —le sobó y dio palmaditas reconfortantes en la espalda—. La voz en tu cabeza es la que le cuesta desprenderse de ti. Debes saber que eres valiente y no eres una presa fácil para esas calumnias de la mente. Ella es solo un mal residente dentro de ti —le habló con el semblante más franco que pudo ofrecer—. La vida se vive solo una vez, mira bien, y ante cualquier problema existe una solución. Menos para la muerte —se enfrascaron entre palabras—. Esto es solamente otro obstáculo en el camino, y sé que no soy nadie para decirte esto... pero quería que lo tuvieras claro. Me gusta verte sonreír. Me gusta tu alegría aquí. Eres como un rayo de luna en la noche —la chica se enterneció y aguantó las lágrimas. Si cerraba sus ojos por un segundo, podía imaginarse a su hermano mayor susurrando líneas reparadoras en su oído, acariciando su largo cabello mientras lo peinaba—. Si crees que has caído una vez más, siempre habrá tiempo para volver a levantarse. No lo dudes.
—No lo dudaré —mostró las dulces perlas de su boca y llevó un mechón detrás de su oreja—. Gracias, oppa. Te quiero mucho, ¿sabes?
—¿Me quieres? —imitó una vacilación, asombrado— ¿Me quieres mucho?
—No me hables como bebé. Ya tengo diecisiete —le empujó y ambos rieron para luego abrazarse.
Obviamente el asir no duró lo suficiente con la llegada inmediata de Kim Jaejoong.
—Dahyun, Jungkook —interrumpió algo receloso—. Yoona y yo encontramos una cuerda para saltar. Podremos quemar una que otra caloría. ¿Quieren unirse?
—¡Claro! ¡Llévame! —Dahyun brincó y trepó por la espalda del rubio, usándolo como mula. Dejó atrás cualquier pesquisa de depresión y el chico enrojeció.
Esa tarde saltaron hasta que las gotas de sudor les corrieran por la frente, sus corazones rebotaran como balones y su sangre viajará como rayo por las venas.
Llegada la cena, todos estaban colorados menos Sandara y Taehyung. Ellos habían pasado la mayoría del día recorriendo lo jardines. Kim le había echado un vistazo de vez en cuando a lo que hacían los demás, sin enterarse de que Dara solo tenía ojos para él y solamente él.
Jungkook sentía dicha. Esa fue la primera vez que se sentó a comer junto a Kim Dahyun.
Taehyung no quiso ni verlo.
● ● ●
—¿Ahora te sientas con Dahyun?
Estaban sentados una vez más en el tejado, pero ignorando a las estrellas.
—Ah, sí —sonrió amplio, recordando como la chica jugueteaba con las patatas y el aderezo. Sin embargo, borró la curva línea de su boca en cuanto notó la despectiva mirada del pecoso—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? —repitió incrédulo, rozando lo irónico— Ya no te sientas conmigo —se apuntó a él mismo, reafirmando—. Dijiste que querías salir de esta conmigo, ¿no?
—¿Eso qué tiene que ver con que me siente a su lado? —le miró igual de escéptico.
—¡Pues mucho! —se quejó, sonrojándose de enfado— Lo mínimo es que te sientes a mi lado.
—Oh, qué infantil acabas de sonar —no pudo retener lo que su cabeza quería vociferar—. ¿Por qué estás diciéndome esto de todos modos?
—¿Porque me siento apto para decírtelo?
—Vaya ridiculez.
—No nos hemos visto en todo el día. Solo nos vemos por la noche, aquí —se refirió a la noche, a las estrellas, al oscuro manto que cubría sus cabezas, a ese tejado.
—Bueno —razonó el castaño—, tú estás todo el día persiguiendo la falda de Dara. ¿Qué esperas que haga? ¿Irrumpir en su relación?
—¡No tenemos una relación! —explotó.
Jungkook sobresaltó, sintiendo un frío por los débiles huesos.
—¿C-Cómo...? —murmuró— Entonces ¿qué son? —su entrecejo continuó por arrugarse— ¿Al menos sientes algo por ella, Tae?
La réplica le turbó.
—No lo sé —exhaló—. Debo descubrirlo.
¿Descubrir qué? ¿Amistad? ¿Conexión? ¿Cariño? ¿Amor? Jungkook se estaba poniendo en la terrible posición de la chica y sintió lástima por ella. No se merecía la indecisiones de Taehyung, quien no aparentaba dar todo de sí en esa pasión. Jungkook se entristeció, y no quiso seguir escrutando el semblante de su amigo en alguna muestra de modestia.
—La vas a herir —fue lo último que salió de sus labios antes de alejarse de Taehyung e intentar conciliar el sueño de una vez por todas.
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