16
Yacían todos ahora en la sala de talentos, distrayendo sus sentidos de la realidad por unos segundos. Dahyun enlazaba sus poemas con los de Yoona, Dara se internaba en los píxeles de un videojuego estrambótico, Jaejoong improvisaba rasgueos y Taehyung pintaba.
Jungkook no hacía nada.
El pecoso se fijó en cómo el castaño se sentaba cerca del piano y respiraba profundo. No podía ignorarlo.
—Oye —se le acercó y él le miró sin emoción alguna—. ¿Qué haces? —la pregunta le pareció ridícula al menor. No había articulado palabra— ¿Por qué mejor no me acompañas? —ambos se observaron. Jungkook sentióse incrédulo, y Taehyung se propuso a aclarar sus intenciones ante el semblante del chico— Te estoy invitando a pintar conmigo.
A Jungkook le sorprendió la llamada y terminó por pararse de la silla a seguirle los pasos a Taehyung. Él le tenía listo un banco a su lado, un lienzo, pinceles y pinturas. Mientras el pecoso se acomodaba en su silla, Jungkook no pudo evitar notar de una vez por todas aquello que dedicaba tanto a su arte, y se pasmó.
Era él.
—Me dibujaste —confirmó mirándole iluso, señalando el lienzo y Taehyung asintió indiferente al desconcierto de Jungkook—. ¿Por qué? —quiso saber de inmediato.
—Porque te miro mucho —admitió sin más
Jungkook estaba boquiabierto, algo abochornado por la sinceridad llana del otro.
—Pero... ¿Por qué? —repitió.
Kim le dedicó una sonrisa y con un sutil ladeo de su cabeza le pidió que lo siguiera. Subieron por los escalones que rechinaban al mero toque y se dirigieron a la habitación que compartían. Allí Jungkook se mantuvo quieto en medio del cuarto y Taehyung rebuscaba algo dentro del armario alto donde guardaba sus prendas. Sin embargo, ocultaba algo más que ropa allí.
Uno, dos, tres retratos de él se le fueron mostrados.
—¿Te gustan? —le preguntó orgulloso de sus piezas.
—Por... ¿Por qué a mí? —se atrevió a demandar con tremenda intriga.
Taehyung se lo pensó unos segundos. Si bien sabía la razón de sus pinturas, no planeaba la explicación de ninguna de estas.
—No... lo sé —se sinceró encogiéndose de hombros—. Creo que eres singular.
—Soy igual que cualquier otro demente.
—No —se apresuró a intervenir—. Ningún humano es igual a otro.
Jungkook no pudo esconder una sonrisa.
—Pareces muy inteligente para hablar tan poco...
—Prefiero guardarme mis pensamientos —le sonrió acercándose. Jungkook acalló y se perdió en los nudos de su cabeza una vez más—. ¿Te sientes bien? —le devolvió los pies a la Tierra.
—Ah. S-Sí, es solo que... —no tenía una excusa para su despiste.
Taehyung suspiró, sin perder nunca su temple. —Vamos —llevó uno de sus brazos alrededor de sus hombros para incitarlo a poner marcha—, no quiero verte así. ¿Qué tal si te invito a mi salida de mañana? ¿Hm?
—¿Y cómo sabes que saldrás mañana?
—Tengo todos mis puntos contados —pícaro curvó la línea de sus labios.
● ● ●
Ese día le despertaron con el peluche encima del entrecejo otra vez.
—Jungkook~ Despiértate, ¿quieres~? —con aflautada voz le habló Oso, sacudiendo su cuerpo de un lado a otro— Ve a bañarte para desayunar. Hoy tendrás un día estupendo con Taehyung~ Levántate —le pidió. Sin embargo, al pasar dos minutos exactos, la paciencia del Oso fue nula— ¡Ya! ¡Levántate pues! —le destapó y le zarandeó aún más.
Jungkook gimoteó de letargo, mandando manotazos a lo que sea que lo estuviera molestando.
—Taehyung... —apenas abrió los ojos.
—Vamos, ¡arriba! —le tomó de los brazos, sobrecogido por lo brusco, para dirigirlo directo al baño y empezar a desvestirlo— ¡A bañarse!
—P-Pero ¿y mi ropa? —tartamudeó.
—Aquí —apuntó a un montón de ropa en el suelo—. No sabía qué elegirías, así que te traje eso —Ya le había sacado la playera y estaba apunto de bajarle los pantalones, sin siquiera sentir mero pudor.
—¡Ey! ¡Puedo solo! —le pisó un pie.
—¡Ya, ya! Pero te apresuras, ¿sí?
Taehyung se retiró del baño y Jungkook pudo echarse una ducha sin interrupciones ni incomodidades. El agua tibia caía exquisita en él y supo que ese día iba a ser provechoso. Quizás, hasta distinto a lo que fue con Yoongi cuando lo tuvo a su lado. Estaba emocionándose. Taehyung demostraba una excitación tan exultante que no pudo dejarla pasar desapercibida. Fue contagiado con la repentina euforia del pecoso. No sabía con exactitud cómo es que se animaba a salir con él, si apenas se conocían. Las veces que entablaron una conversación o palabras se podían contar hasta con los dedos de las manos. Era extraño, pero no menos insaciable.
Jungkook estaba ansioso.
Salió del baño con sus típicas ropas holgadas, fuera de tendencia, cabello chascón, zapatillas desgastadas y gorro de lana. Volvió a organizar su armario con simpleza y bajó a desayunar con los demás. Apenas Taehyung le vio llegar, le invitó a acercarse. Tenía un lugar esperando junto al de él.
—Buenos días, chicos.
—Buenos días, Kibum —al unísono todos saludaban.
—Kim Taehyung —se cruzó de brazos y reconstituyó una sonrisa en su boca—, hoy tienes permiso para salir a dar un paseo fuera del centro. Tienes los puntos suficientes.
—Claro —devolvió el gesto.
—Dime a quién piensas llevar contigo y así podré registrarlos.
—A Jungkook —le pasó un brazo por los hombros y le rozó con la yema de sus dedos el borde de su oído, cosa que hizo sobresaltar al castaño.
—Entendido.
—¿Y a mi cuándo me va a tocar, Kibum? —Sandara alzó la voz— ¿Tengo los puntos suficientes siquiera?
—Lo siento, Sandara. Me temo que no debido a lo que hiciste la última vez. Obviamente tuvimos que descontar puntos, ¿sabías? —la muchacha solo exhaló exageradamente y se deslizó por el respaldar de la silla, enfurruñada.
—Yo puedo invitarte en cuanto me dejen salir, si quieres —simpática le intentó alegrar Dahyun.
Sandara rió por lo bajo e irónica. —Pasará mucho tiempo para que te permitan dar un paso fuera de esta casa —rodó los ojos—. Además, de seguro saldrás con Jaejoong ese día.
Tal comentario ruborizó las caretas de ambos mencionados.Sin embargo, no cabían dudas en su noción; pasaría un buen tiempo para que Kim Dahyun saliera de allí.
Fue cuestión de media hora para que Jungkook y Taehyung tomasen una bicicleta luego de desayunar y empezar a pedalear lejos de ahí. El pecoso tomaba el mando y Jungkook volvía a agarrarse firme de los hombros de él. Otra vez, no tenía la mínima idea de adónde se encaminaban y, cuando estaba a punto de preguntarle, Kim se le adelantó.
—¿A dónde quieres ir?
A Jungkook le arrebató el hecho de ser él quien propusiera un destino, y no le dio muchas vueltas. Estaba fascinado.
—Al supermercado —Taehyung había disminuido la velocidad de sus pies y giró a verle con tremenda duda— ¿Qué?
—¿Al supermercado? ¿Por qué? —intentó aguantar las risas.
—No creas que quiero comprar algo. No tengo dinero e imagino que tú tampoco —apresuró a admitir—. Siempre me ha gustado ir allí a admirar las cosas... —rascó su cabellera, algo abochornado con la sinceridad con la que se estaba abriendo— Miro pero no corrompo. Toco pero no compro. ¿Entiendes?
Taehyung no aguantó sus risas. —Sí, sí. Ya comprendo —retomó su pedaleo—. De hecho, me parece divertido. Iremos directo para allá.
—¿Crees que soy un desquiciado?
—¿Por empezar a suponer que esa no es la única razón por la que te gusta visitar el supermercado? —no pudo ver el asentimiento del muchacho detrás de su espalda, pero pudo conjeturar su contestación— Eres un desquiciado, pero uno refinado.
Jungkook juró no haber soltado una carcajada tan libre esa vez.
—Dios... —continuó por buscar oxígeno— Entonces te mostraré todas mis mañas dentro de ese lugar.
—Enséñame tu todo.
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