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11

No se vio a la dichosa pelinegra en todo el resto del día. No hubo muchos cotilleos ni habladurías tras sus espaldas, pues todos en el centro la apreciaban como a un infante sin pecado divino. Sus caras eran el mismísimo reflejo de la aflicción y su afonía mostraba puro respeto a la gravedad de la problemática. La casa se sentía en ruinas.

Esa misma tarde llegó el doctor Lay a dar explicaciones en el comedor.

—¿Dónde está Dahyun? —Jaejoong se apresuró a ser el primero en preguntar y a ser el primero en saber. 

—Chicos, calma. Primero tomen asiento —se estaban preocupando con lo delicado y apacible que resonó su voz. Si bien nada malo significaba, tampoco personificaba algo bueno—. Acabamos de atrapar a Kim Dahyun in fraganti, y es obvio que les debo explicaciones. Más a ti —se dirigió a Jaejoong, quien enrojeció hasta el cuello—. Bueno. No es simple decir esto. A mi me cuesta tener que aceptar la realidad algunas veces. Sin embargo, Kim Dahyun ya venía siendo un caso perdido desde hace mucho tiempo atrás —su voz se opacó con la pesadumbre y la amargura—. Ella... volverá en un par de días.

—¡¿Qué?! —se enardeció Yoona— ¡¿Días?!

—¿A qué se está refiriendo con "días"? —comenzó a atemorizarse Jaejoong. Sin embargo, ese sentimiento le abandonó cuando su rostro pasó a ser un rojo lleno de furia y se dio cuenta del veredicto— ¿La hospitalizarán?

—La entubarán —corrigió el adulto. Jaejoong respiró hondo, intentando mantener su poca cordura y resistió un poco más. Solo lo suficiente para escuchar lo último que daría a conocer el doctor—. Ella ha estado haciendo esa maña durante... No lo sé, y no quisiera realmente hacer consciencia de eso —su semblante entristeció—. De seguro ha bajado algo de peso con ello. Íbamos tan bien...

—¿La alimentarán... por medio de un tubo? —pasmado y fuera de sí se atrevió a preguntar Jungkook.

—Harán que absorba todas las malditas calorías que no ingirió durante todo este tiempo a través de una delgada manguera. ¿No es así, doctor?

—No te exasperes, Jaejoong. Es por su propio bien.

—Quiero ir a verla —demandó el chico.

El mayor se quedó pensante, con la perenne visión del muchacho inquieto sobre él. Lay rebuscaba las diversas posibilidades que conllevaría traerle una visita a la chiquilla, y solo sus latidos tomaron una decisión definitiva.

—Andando.

Jaejoong no necesitó de órdenes para salir despavorido fuera de la casa.

●      ●      ●

No sabía qué hora era. La habitación estaba muy oscura como para divisar las manecillas del reloj en la pared. Solo supo que alguien estaba llorando, y ese alguien era Min.

—¿Yoongi? —musitó con la ronca voz atropellada. Él otro no pareció presentirlo, así que volvió a llamarle por su nombre y se destapó de sus colchas— Yoongi, ¿estás bien?

El llanto paró en seco y el chico se atrevió a mostrar la cara, adornada con rastros de sus lágrimas por las mejillas.

—Duerme, Jungkook.

—Pero estás llorando —comenzó a afligirse.

—Estaba —corrigió de inmediato—. Ya no. Será mejor que no sigamos perdiendo más horas de sueño.

—Pero...

—Jungkook —le reprendió con el brillo de sus ojos. Lo único que podía distinguirse entre lo espeso de la oscuridad en el cuarto.

El menor acalló y observó cómo su amigo volvía al enredo entre las sábanas de su cama, envolviendo su cuerpo como oruga. Iba a sugerirle su ayuda para acurrucarlo y arroparlo más, pero tuvo malas expectativas y prefirió dejarlo tal y cómo le exigieron. Le hubiese devolverle los favores que el de mechones largos le otorgaba sin nada a cambio. Por supuesto. 

Jungkook durmió con un dolor imperecedero en sus entrañas.

●      ●      ●

A la mañana siguiente despertó sin el saludo de su amigo. Supuso que se había encaminado temprano al baño, por lo que preparó sus ropas y una toalla para dirigirse al mismo punto. El baño de las chicas parecía atestarse, mas el de los chicos era una paz encarnada. Una despreocupación.

Al llegar se topó con las espaldas de él.

—Ah. Perdón.

Taehyung le sonrió como respuesta.

—No importa.

Era incómodo. Ambos estaban esperando pacientes y silenciosos a que Min Yoongi abandonara el baño. Con el talón se entretenía el castaño y el pecoso se limitaba mirarse las pantuflas. Y las de él.

—Lindas pantuflas.

Jungkook se abochornó. Sus pantuflas eran muy feas y guarras.

—Prefiero las tuyas —intentó aguantar sus ganas de reír.

La puerta se abrió en un estrépito y Min Yoongi desoló el cuarto de baño, dejando que el vapor se disipara por donde quisiese. Este no pareció no revelar ni exponer algún rastro de pesar por lo de la noche, y aquello alivió al castaño. 

Yoongi admiró a ambos muchachos y delineó una sonrisa en su boca.

—Iré a buscar un secador de pelo a la habitación de Yoona.

—Como quieras —respondió Jungkook, observando como el de largas hebras se alejaba hasta desaparecer tras una puerta.

—Entra.

—¿Ah? —bisbiseó el menor.

—Entra tú primero. Yo puedo esperarte.

—¡Oh! —Jungkook se sintió alagado— ¡No, Taehyung! Mejor será que entres tú. Yo me demoro demasiado. Sería un chiste.

—¿Entonces entramos? —el pecoso le sugirió. Jungkook abrió los ojos como platos y su respiración se cortó. Ya bastante había soportado con los ojos desvergonzados de Yoongi por su trasero el otro día. Quizá su semblante estaba mostrando una duda, no lo sabía realmente. Sin embargo, Taehyung lo tomó de esa forma y se especificó— Puedes ocupar la bañera y yo la ducha.

La idea era ingeniosa y Jungkook muy cohibido para eso. Más con alguien a quien solo sus miradas conocía.

—Me parece bien... Pero acabo de acordarme que dejé mis calzoncillos en la habitación —se excusó, garantizándose de su impecable actuación—. Ve tú —terminó su sentencia, alejándose para que el chico no refutara de ninguna manera—. Calzoncillos...

Al llegar a la habitación en busca de sus supuestos calzoncillos, se le cayó el par de calcetas que llevaba entre sus brazos. Dejó la demás ropa encima del colchón de su cama y se agachó a recuperar su par bajo la cama de su amigo.

—Esto...

Se inmovilizó un segundo.

Estaba viendo un desconcierto bajo la cama de Min: mucha ropa sucia y limpia desperdigada por el suelo, papeles, lápices y una bolsa. Le había llamado la atención esta última, y se mordió la lengua antes de siquiera rozarla con la yema de sus dedos. 

Se azaró.

—¿Qué haces?

Yoongi había vuelto al cuarto.

—Ah. Se me habían caído los calcetines —esta vez dijo la verdad, con una pizca de embuste indescifrable.

—Pensé que ya te estabas duchando.

—No puedo. Dejé que Taehyung pasará primero porque le dije que había olvidado mis calzoncillos aquí —apuntó a los susodichos encima de la cama.

—Pero si él me acaba de pedir que te dijera... que te dejaba pasar a ti primero.

Jungkook percibió un calor en sus mejillas.

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