Capítulo 9 El espacio Magín
—Espera, no pises más allá de la línea plateada —mencionó Tatiana, tirando de la remera de Cristian.
Estaba detrás del tablero llenando la ficha con información del personaje.
El lugar olía a desodorante de piso de frutilla y Cristian era alérgico a él, pero su alergia quedó en segundo plano y se concentró en observar el círculo con un tipo de líquido gris con plateado, este se movía y pequeñas chispas saltaban desde el centro y al fondo había una puerta metálica.
Ingreso con cautela al espacio.
—Me siento raro, como si este cŕiculo me quisiera absorber. ¿Es magia, electricidad? —levantó los pies y pisó con fuerza, moviendo los dedos de las manos y mirando absorto.
—Es magia psíquica ¿No escuchaste lo que expliqué? El espacio Magín reproduce la magia psíquica de quién ingresa a él, sino se mantiene apagado.
—Creo que leí algo al respecto en los documentos de mi madre. Solo los miembros de las cuatro familias la poseen.
—Ven.
Tatiana lo hizo salir del espacio Magín y este se apagó, quedando como un círculo gris ordinario, incluso las pantallas digitales a su alrededor se apagaron. Ella apretó un botón y la pantalla en donde escribía, se encendió.
—Necesito que pongas tu pulgar aquí.
Cristian estiró la cabeza y vio que aparecían sus datos y una foto de él. Apoyó el dedo en donde le indicó y las casillas «Estatus psíquico, Estatus físico, Nivel de creatividad y Nivel de Resiliencia» se rellenaron.
—Buenooo, era esperable tu nivel de Resiliencia 80%, bastante alto, pero claro, eres un Kenneth. Tu estado físico es de 60%, podrías hacer más ejercicio —enarcó una ceja y vio que él entrecerró los ojos—. El estado psíquico es un 60% aceptable y el nivel de creatividad, 60%.
—Creo que psíquicamente es el nivel mínimo, según me has dicho.
—Lo es. Escucha, debes ser precavido, no pases de la raya plateada y lo digo en serio y jamás ingreses solo. Debo estar yo presente, yo te guío y te digo en donde aparecerán los demonios. Respecto al personaje, aún no sabes darle vida. Así que yo te mostraré cómo hacerlo, pero primero, verás cómo funciona todo.
Ella ingresó al espacio y en cuanto puso un pié allí, la pantalla se reinició y aparecieron los datos de su personaje y las casillas de sus estados y niveles. El color del círculo cambió a celeste y un brillo plateado lo cubrió, más adelante de ella, apareció una mujer rubia con traje de batalla de cuero blanco y con un arco dorado.
Cristian abrió grandes los ojos.
—¿¡Pero qué es eso!?
—Mi personaje, claro.
—Pero ¿Cómo apareció ahí?
La mujer volteó y movió los labios pero no se escuchó nada. Un halo blanco la rodeaba.
—Después te explico y presta atención a la demostración. Ahora aprieta el botón rojo de la pantalla, a la izquierda.
Él así lo hizo y cuando quiso preguntar algo, vio que en la pantalla, apareció una imagen de seres grises, al costado de los datos de Tatiana.
—Hay unos seres raros en la pantalla, pero no los veo dónde estás.
—Yo no puedo verlos, tú debes guiarme ¿Dónde están?
Pero antes de que respondiera, algo hizo caer a la joven rubia.
—¡Cristian, dónde está!
—A la izquierda de ella —respondió alterado.
—Anya, a tu izquierda —le habló.
Anya, la chica rubia, apuntó con el arco y lanzó una flecha a algo que no se visualizaba para Tatiana y Cristian vio por la pantalla, que el ser caía herido por la flecha.
—Ya cayó —anunció algo confundido.
—Puedes irte por ahora —dijo Tatiana a la mujer y ella se inclinó, movió los labios y desapareció.
Tatiana salió del círculo.
—Lo malo es que no podemos verlos, aunque no es siempre con todos. Por eso un Maestro literato debe estar manejando la pantalla.
—Ah, no entendí mucho —dijo Cristian rascándose la cabeza y viendo como la pantalla se apagaba.
Ella sonrió y lo llevó a sentarse en uno de los sillones de la habitación.
El sótano contaba con dos sillones grandes, una pequeña biblioteca, un frigobar pequeño y varias ventanas.
—Vamos a comenzar desde el principio —abrió una lata de Coca cola y se sentó a su lado, pasándole una lata de limonada—. Mis padres crearon este lugar, junto a las demás familias, como un intento de frenar la venida de los demonios crepusculares. El que viste en la pantalla, no era más que uno de menor categoría, son atraídos por la magia psíquica, pero los que infectan la mente de los ciudadanos, son muy peligrosos y grandes y no los dejamos que ingresen.
—Nos protegen los amuletos con icor —se señaló el amuleto en forma de lágrima gris y luego el de ella de color celeste.
—Exacto, eso los repele. Los personajes pueden combatirlos —dio un sorbo a la gaseosa y lo miró emocionada—. Son como escudos creados a partir de la creatividad y la magia psíquica, claro que son temporales y sólo se comunican mentalmente con el creador, por eso viste que Anya movía los labios pero no la oías. La idea es atraer a los demonios que están próximos a esa puerta, abrirla de vez en cuando y dejarlos ingresar. Pero sólo unos cuantos, hasta llegar a la Crimson Zone.
—¿Para qué? Eso es muy peligroso.
—Lo es pero si queremos terminar con esos demonios de una maldita vez, debemos arriesgarnos.
—No, ese lugar es terrible —bebió la limonada, se paró y caminó hasta el espacio Magín—. ¿Qué pasa si el personaje muere?
—El demonio ataca al creador —su tono de voz fue casi un susurro y guardó silencio.
Cristian recordó sobre Nicolás y cambió de tema.
—¿Quiénes más van a estar en esto?
—Mi hermano hablará con Alexia y Francis.
—Mmm, es peligroso. Pero no negaré que es interesante ¿Cómo es que le doy vida al personaje?
—Te enseñaré —respondió divertida acercándose a él.
Una fina lluvia había llegado a Anacrom y el atardecer se mostraba con tonos rojizos y amarronados, como las hojas de los arces japoneses que distinguían la ciudad. Todo de a poco se iba vistiendo para el otoño.
Alexia llevaba puesta una saco de lana azul con capucha, una mochila pequeña del mismo color y un paraguas transparente. Caminaba sumida en los sentimientos que últimamente no la dejaban dormir. Miró a la cafetería de enfrente, en donde se iba a reunir con Henry, lo vio charlar con una chica rubia a la que tocaba su mano con cariño y sintió una punzada en el pecho y los sentimientos comenzaron moverse en su mente y se llevó una mano a la cabeza. Volvió a mirar y vio que la mujer se levantaba y como despedida, Henry la beso en la mejilla y Alexia apartó la mirada, no quería ver más.
La gente pasó a su lado empujándola ya que la lluvia estaba más fuerte y ella giró de nuevo a ver y vio a Henry solo, mirando a ambos lados.
Cruzó y él fue a su encuentro, le dio un fuerte abrazo y ella sintió su perfume de menta. Quiso quedarse abrazada, pero el recuerdo de la mujer, la obligó a tomar distancia.
—Buenas tardes, creo que es mejor que entremos.
—Sí, seguro hay una mesa adentro ¿Pasa algo? —preguntó tomándola de la mano.
—Espero no haber arruinado tu encuentro con esa mujer —dijo con frialdad, sorprendiéndose de hablar de eso.
—Ah, no, es sólo una amiga de cuando estudiaba en la universidad. Vamos.
Entraron y el aroma a café y dulces, les inundó el olfato. No había mucha gente y ninguno de los dos reparó en un joven que estaba solo, cerca de la ventana, con un buzo rojo con la capucha puesta, pero él sí, Mikel al verlos bajó la cabeza y se concentró en su vaso de licuado.
—Hace días que no sé de ti, no me contestas los mensajes, nada ¿Estás enojada Alexia?
—No ¿Para qué me hiciste venir?
Ambos estaban sentados al frente del otro y Henry estiró los brazos y suspiró algo frustrado. Alexia miró a la ventana y vio por el reflejo al joven de buzo rojo sentado detrás de ella.
—Estás molesta pero no importa iré al grano. Le conté a Cristian Kenneth sobre el espacio Magín, luego de lo sucedido con Tatiana y ella me dijo que hoy le mostraría el lugar, pienso hacer funcionar de nuevo el Proyecto Magín —anunció lo último con entusiasmo y tomó la mano de ella.
Ella no separó su mano, amaba ese contacto, aunque estuviera molesta y dejó sus sentimientos apartados.
—¿Crees que ahora funcione? Me alegro que hayas convencido a tu hermana de retomarlo luego de lo que pasó.
—Me tomé mi tiempo para volver a planteárselo, pero presiento que con la aparición de Cristian, funcione el proyecto.
Mikel mezcló el sorbete en el licuado de frutilla y dio un sorbo. Detestaba a Henry, luego de lo sucedido con Alexia y desde allí, había intentado de todo para que ella se alejara de él, pero todo había sido en vano, como los esfuerzos de ella por separarlo de Francis.
El teléfono vibró y vio que eran mensajes de Francis, los leyó aunque sabía que no los respondería.
«Mikel ¿Sigues enojado? ¿Por qué no me respondes? ¿Acaso crees que es fácil para mí aceptar que realmente estás vivo? Pasó un año y te lloré todo este tiempo»
Guardó el celular y apretó el puño, no sabía qué hacer, en realidad sí, pero eso le pesaba. Se concentró en la conversación y escuchó que hablaban de él.
—A veces creo que mi hermano está vivo.
—Yo también lo he pensado pero es imposible, por el estado en el que estaba, los demonios crepusculares lo mataron.
—No lo sé —apartó su mano y miró por la ventana—. Los cuerpos de mis padres aparecieron muertos en las habitaciones del hospital, luego de que los llevaran a la Crimson Zone. Los demonios matan la psiquis y eso provoca un paro cardiaco, no devoran los cuerpos, eso hacen los demonios normales. No lo entiendo ¿Por qué no apareció su cuerpo?
—No te mortifiques por eso, sé que es difícil pero él... —volvió a tomar su mano—. Alex yo quisiera que...
—¿Quieres que vaya mañana a tu casa, para hablar sobre reactivar el proyecto? Creo que una reunión con Francis sería lo mejor, esto involucra a todas las familias —comentó cortando la frase de él.
—Claro, bueno, no lo había pensado ¿Te molesta que vaya Francis?
—Por supuesto que sí, por su culpa mi hermano fue presa fácil para los demonios y murió. No creía en la vieja disputa de nuestras familias, pero luego de lo sucedido con Mikel, realmente quisiera golpearlo, pero bueno, esto nos involucra a todos.
—Yo te diré cuando nos veremos porque aparte yo también te extrañaba —dijo para su propia sorpresa.
—Ay, Henry, creo que dejaste en claro tus intenciones la última vez que nos vimos. Ya no le demos más vueltas, porque como vi, ya tienes a alguien más.
—No es lo que piensas, es sólo una amiga.
—Henry, ya somos grandes, te dejo el camino libre y prefiero que sólo hablemos del proyecto y nos concentremos en terminar lo que iniciaron nuestros padres.
Se paró y comenzó a alejarse. Henry quiso detenerla, pero se dio cuenta que iba a ser inútil y volvió a sentarse, dando un golpe a la mesa.
Alexia pasó cerca de Mikel y él quiso abrazarla y pedirle perdón por dejarla sola. Pero en su lugar se quedó aferrado al asiento y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas.
La madre de Francis llevó a su pecho a su hijo y le acarició el cabello como cuando era un niño. Las lágrimas empaparon un poco su cabello y el aroma a frutilla, le despertó recuerdos al joven.
La habitación olía a humedad y el viento que ingresaba por la ventana, fue secando las lágrimas de ambos. Se separaron y él observó todo.
—Hijo mío, este es tu hogar y quiero pedirte perdón por no haberme comunicado más antes contigo.
Lidia Sunderland, tenía el cabello castaño oscuro, los mismos ojos celeste que Francis y la piel trigueña, usaba una blusa roja y un pantalón negro, sus ojos expresaban cansancio y tristeza.
—Lo sé, madre, también sé lo abusivo que es James y siento no haberte ayudado a alejarte de él y sólo centrarme en mi dolor. Pero ahora todo será diferente, James está muriendo.
—Tú eres el único que debe seguir con las tradiciones de la familia, forjar las armas con la magia psíquica y ungirlas con icor, él ni siquiera posee magia y sé que sólo nos ha maltratado a ambos. Pero no te pedí que regreses para enmendar nuestro pasado, sino para revelarte secretos de nuestra familia y nuestra eterna disputa con los Landon.
Se acercó al escritorio y del cajón extrajo una daga dorada que resplandecía, en su mango tenía incrustada piedras azules. Sacó una llave del bolsillo de su pantalón y abrió otro cajón y le mostró una caja con seis compartimentos, en cada uno había una pequeña botella con un líquido rojo en su interior.
—Esto es icor y esta daga te pertenece, puedes ungirla tú mismo. Debí dártela al cumplir los treinta años pero.... ya sabes.
—No importa, mamá, te entiendo.
Francis tomó la daga y la botella, la abrió y salió un tipo polvo rojo claro, su aroma era como metal oxidado.
Su madre lo miró y asintió.
Tomó la daga y vertió un hilo de icor y esta resplandeció de pronto. Cerró la botella y ambos quedaron en silencio, que fue interrumpido por los gritos de James de la habitación contigua.
Ambos salieron corriendo, él con la daga en la mano y al abrir la puerta de la habitación, vieron a un demonio de dos metros, con la piel negra y ojos de igual color sin iris, sus garras estaban desgarrando el estómago de James y emitía gruñidos y alaridos.
—A-yu-da —murmuró el hombre de cabello blanco y contextura delgada.
—Por mí que el demonio te devore, James maldito, me arruinaste la vida, me obligaron a casarme contigo y solo obtuve abusos de ti.
Francis se adelantó, pero su madre lo detuvo.
—No vale la pena, además ya está muy herido.
—Pú-dre-te —murmuró James con su último aliento.
El demonio comenzó a comérselo y Francis se acercó con la daga, la hundió en su espalda y pegó un alarido agudo y cayó desplomado.
Hijo y madre se miraron por un instante, tratando de digerir todo lo sucedido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro