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VII. Mantén a tus enemigos cerca

Narcisa caminaba junto a Lucius, ambos tomados de la mano. Hacia ya un tiempo que ambos no salían, parecía que el rubio estuviera muy ocupado con sus deberes escolares, por lo que pasar tiempo de calidad con su novio era un soplido calido en medio de un frío invierno para la dulce joven enamorada.

- Malfoy.

Pero como una filosa e indeseada aguja llegó Anacaona a reventar la burbuja de la pareja.

- Ah, De león.

El rubio le lanzó una mirada de disculpas a su novia, quien torció el gesto con amargura.

- Claro - comprendió al instante. Anacaona le sonrió con amabilidad y con una perfecta sonrisa fingida la rubia se la respondió.

- Será rápido - le prometió la morena.

Observó como ambos se dedicaron una mirada de hastío y empezaron a alejarse. Sintió una espina en el pecho, Narcisa no era tonta, era consciente de la belleza de Anacaona. Ella sabía que aún no había encantado del todo a Lucius, pues ambos salían por órdenes de sus padres y habían prometido, por el honor de sus  familias y la pureza de su estirpe enamorarse el uno del otro, pero ¿Y si la mestiza conseguía lo que ella no podía? Para Narcisa era normal fijarse en los los pequeños detalles, notaba las miradas que Lucius solía lanzarle a la lejanía de un rencor y disgusto tan profundo que hasta se sentía pasional, cuando murmuraba y se quejaba con Francis sobre ella.

Definitivamente, Anacaona era un peligro para su relación.

Por otro lado Lucius y Anacaona iban hacia la biblioteca, Lucius más adelante que ella pero ninguno se quejaba de la lejanía entre ellos. Cuando estuvieron dentro notaron cómo todo estaba solo, ni Madame Pince se encontraba en el lugar.

- Se que hay que buscar, quédate ahí - espetó la chica apuntando una mesa de trabajo de cuatro sillas.

El rubio la miro con mala cara pero no objeto nada, tomó asiento guardando sus comentarios hirientes y el pensamiento de que ese día Anacaona se veía un poco más decente.

¿Alguna poción? ¿Una crema?

Cuando la morena se acercó a él con un enorme libro pensó que en definitiva se veía más radiante, su piel estaba limpia y brillosa, su cabello igual y los labios lucían humectados, detalles en los que era inevitable fijarse si uno de sus pasatiempos era inspeccionar a las personas para luego hacerles un desaire humillante, pero ese dia lamentable su lengua de serpiente debería guardar los comentarios sobre el aspecto.

- El libro de la vida mágica, vol. uno por Filian Spug - mostro ella, acercándose con un pesado libro -, el primer volumen se encarga de recolectar toda la información hasta ahora conocida de la flora fantástica. 

Era tan pesado que tuvo que dejarlo caer de golpe a la mesa, ganándose una mirada hastiada de Lucius.

– ¿No sabes usar tu varita a caso?

– No siempre es bueno usarla – murmuró ella.

Lucius torció los ojos.

– Parece que tú mitad muggle te está afectando.

– Piensa lo que quieras, pero cuando cumplas treinta y estés panzón o escuálido y enclenque porque no usabas el más mínimo músculo para algo, me reiré de ti – dijo con humor.

– De todos modos - decidió dejar pasar el comentario- ¿Cómo sabías que ese libro estaba aquí? Eres nueva, no tienes tanto tiempo aquí como para ya saberte toda la biblioteca.

– Consulte con un chico del séptimo año.

– Oh.

Empezaron a realizar el trabajo, en un ambiente tenso y de muchos desacuerdos.

– ¡Es muy poco!

– Creí que haríamos un resumen sobre este asunto directamente.

– Es una investigación, no un relato personal.

Para cuando el sol se ocultó ambos apenas tenían un pergamino con 4 párrafos lleno de tachaduras y tinta derramada. Cuando Madame Pince se acercó para avisar que deberían irse ya ambos chicos empezaron a discutir.

– ¡Eres un bruto! No hemos hecho nada por lo tonto que eres ¡No sabes hacer una investigación sobre algo tan simple!

– ¿Yo? Estas demente. El problema aquí es que tú crees tener la razón y la última palabra de cómo se deben hacer las cosas – le refutó serenamente recogiendo sus cosas.

– Jodete.

– Sigue dirigiendo insultos asi hacia mi y voy a arrancarte la lengua - amenazó a la chica, quien  retrocedió un paso ante el fuego en la mirada de Lucius.

Anacaona tomó su bolsa escolar y salió a paso apresurado de allí, dejado a Lucius solo, pero con el leve aroma de su perfume en el aire deleitando al rubio. Cuando Lucius salió de la biblioteca y se dirigió a su sala común se acordó de Narcisa, la hermosa rubia a la que estaba prometido, pero decidió no ir con ella, no mientras el aroma e imagen de Anacaona se había alojado en su mente.

Por otro lado Anacaona llego a la sala comun de Gryffindor, donde su amiga Rose estaba sentada terminando unos trabajos y esperándola.

– ¿Estás bien? – pregunto con cuidado, dirigiendole una mirada breve antes de volver a su trabajo.

Caona soltó un largo suspiro antes de tirarse en una silla junto a ella.

– Si – bostezo –, Malfoy es un idiota, lo tipico.

– Creí habértelo advertido.

– Más o menos... Pero siento que en el fondo no es tan malo.

Las cejas arqueadas de Rose hicieron querer retractarse, pero fue tarde. Los labios de la chica se abrieron para decir algo pero volvió a cerrarlos de golpe. Dejó de lado su pluma y pergamino para prestarle atención a su amiga.

– Es que – continuo, sintiendo sus mejillas quemarle –, no es por nada realmente serio, es que me ha dado advertencias sobre sus compañeros, sigue siendo un idiota, pero-.

– ¡No te creo!- la interrumpe Rose.

– ¡Sigue siendo un idiota claro! Pero, pero...

– Malfoy es un idiota y punto, Caona, no hay peros intermedios.

A la morena no le quedó más opción que aceptar lo dicho por su amiga, aquel día concluyó con un interrogatorio en sus habitaciones sobre lo ocurrido en la biblioteca y Caona confesando a su amiga lo ocurrido en las tres escobas, en los pasillos de Hogwarts y en la lechuceria, quiso guardarse todo aquello para si misma, pero sabía que no llegaría a ningún lado guardando secretos de su interacción con un potencial futuro mago oscuro.

– Lucius Malfoy... ¿amigo o enemigo?

Rose caminaba por toda la pieza diciendo aquello, mientras su cabeza parecía seguir digiriendo todo lo dicho por su amiga.

Finalmente se detuvo frente a su amiga y le señaló acusatoriamente.

– Debes aprender a usar la maldita cabeza.

Lejos de ofenderse comprendió lo que su amiga quería decirle, así que tomo una sabana de terciopelo sobre su cama  y se envolvió en ella desde la comodidad de su cama, con la atención puesta en la castaña.

– A pesar de ser Gryffindor y mestiza, mantienes emparejamiento político con los Davis y eso es un punto muy gordo a tu favor, acércate a el, y trata de mantenerte informada sobre todo lo que pueda suceder allí afuera.

–¿Los Davis no podrían encargarse de aquello?

–¿Que te asegura que los Davies te mantendrán informada? ¿O que puedan estarlo? Te aseguro que las relaciones y la información que manejan los Malfoy no tienen punto de comparación alguna.

Se sentó junto a ella, sonrió con astucia y un brillo de aventura en los ojos.

– Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más, el podría ser uno de aquellos, pero sea cual sea debes mantenerlo cerca de ti, Caona.





















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