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III. Confrontación

Hasta la llegada de Anacaona a Hogwarts Rose era la única chica Griffindor de su generación, por lo que ambas compartían habitación y nadie mas. Rose le mostró, sonrojada, como tenía la habitación un poco decorada ya que no creía que tendría compañera.

- Está bonita - admitió Anacaona - Te deben gustar mucho las plantas ¿he?

Cientos de masetas con flores y árboles en miniatura estaban decorando la habitación. Habían floreadas con pequeñas flores de todos los colores, otras con solo hojas, frondosas y atractivas a la vista.

- Si, un poco - rio la chica tomando asiento en su cama -, y el pequeño que está sobre tu cama es Plata.

Sobre la cama de Anacaona había una pequeña bola de pelos blanca, que al escuchar ruido, levanto la cabeza, mostrando a un pequeño gato blanco.

-¡Ooww!

Y tras varias caricias a Plata  y anécdotas, la morena ya estaba instalada en la habitación.

Ambas chicas estaban recostada sobre sus camas, comiendo ranas de chocolate mientras Rose le contaba chismes sobre sus compañeros.

-¿Que hay de Francis Davies?

Rose rodo los ojos. 

- Es un buen chico cuando quiere. Tiene un ego tan grande como el sol y sus prejuicios, pero a veces es amable y esas cosas. No me cae taaan mal, a diferencia de su amiguito, Lucius, ese tipo si es un imbécil, te aconsejaría mantenerte alejada de el.

- Entendido - dijo con una rana de chocolate entre los dedos y se lo llevo a la boca. - Ahora, hablemos de lo más importante, - dijo después de tragar y sus ojos brillaron al mencionar el tema - Quidditch.

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Al despertar ese día se sintió ansiosa, siendo su primer día en el grandioso Hogwarts.

Salio junto a Rose hacia el comedor, acomodaba su trenza esponjosa por los risos, mientras la castaña le comentaba sobre cada profesor de hogwarts.

-  El profesor de posiones es un pesado que le da favoritismo a los alumnos de padres ricos e influyentes, lo detestaras de solo escucharlo.

Anacaona sonrió para responderle, sonrisa que borro justo después de doblar una esquina y toparse con una escena que enmudeció a ambas.

Lucius Malfoy y Francis Davies, junto a una chica morena que estaba algo apartada reían viendo como un niño de primer año, palido y de nariz aguileña apuntaba con su varita a un niño de Griffindor de primer año, petrificado frente a ellos.

- Lo que hacía falta - exclamó Rose, cruzada de brazos y claramente molesta - , chicos de quinto año de quince y dieciséis años, riéndose de un pobre niño de no más de once o doce años, ¿Que sigue? ¿ponerlos a pelear en un duelo junto a aquel otro? ¿adoctrinarlos con toda su basura purista? sinceramente, no podrían darme más lástima ustedes tres.

Anacaona sonrió al ver la mirada poco amable que los otros tres dirigian a Rose y ella, saco su varita y dio movilidad nuevamente el niño petrificado.

Este salió corriendo inmediatamente, causando risas en el Slytherin más pequeño.

-¡Ja! ¿donde esta la valentía de los Griffindors?

- Bueno - hablo la Anacaona, manteniendo la varita en sus manos y jugando con ella -, cualquiera se acobardaria si tienes once años y te enfrentas a cuatro personas... o mejor dicho tres personas y un gorila - miro mal a Francis.

-Yo diría que tres gorilas.

-Muy graciosas ustedes dos - sonrió Francis -, son tal para cual, definitivamente ustedes andarán muy juntas.

Anacaona se dedicó a mirar a cada uno con detenimiento, entonces se fijo más en Malfoy, que la miraba de arriba a abajo.

- Bueno - empezó a hablar, con voz arrastrada que causó un escalofrío en la columna de Anacaona -, los cerdos buscan el lodo, si son iguales claro que deben de andar juntas porque sino ¿con quien mas lo haran?

La sensación de gustó al escuchar su voz de deshizo tan rápido como término de decir aquello.

- Dios mio - murmuró ella en español, ganándose toda la atencion -, me dijeron que eras un imbécil, pero no creía que para tanto -dijo ahora en ingles, con una mueca en sus labios.

Levantó la varita y lanzó el hechizo paralizado al platinado y a su primo de manera rápida e inesperada, Rose hizo lo mismo con la morena antes de que esta sacará su varita.

El niño intento defenderlos, pero un expelliarmus lazo su varita lejos de el a manos de Rose quien salió disparada muerta de la risa mientras el niño la perseguía.

Anacaona continuo caminando hacia el comedor, pasando por el lado de los tres petrificados.

- Lo que tienes de lindo lo tienes de indeseable - murmuró en español mirando al platinado antes de continuar su caminata hasta el comedor.

*

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Anacaona caminaba por los solitarios pasillos del castillo. Llevaba un libro de encantamientos en manos y masticaba un chicle de menta que el director Albus Dumbledore había obsequiado a varios niños en la mañana. 

Ya tenía cuatro días en Hogwarts, después de aquel roze con los Slytherins no había pasado nada mas que malas miradas, aunque la chica morena parecía querer sacarle los ojos a ambas Gryffindors. Más de una vez se había topado con Lucius en algún lugar, este le echaba una mirada de repulsion, y Anacaona le guiñaba un ojo, con coqueteria, para confusión del platinado.

Cuando se adentro al baño del tercer piso, se topo con Lucius Malfoy y Narcissa Black compartiendo saliva en un beso.

- Este es el baño de mujeres.

Narcissa se separo de golpe y giro a ver a la morena con verguenza.

- Caona...

-Descuida Narcissa - la miro con una pequeña sonrisa antes de girar al platinado con una mas maliciosa -, solo diré que un orangután albino entró al baño de mujeres y forzó a una pobre chica a besarlo.

La rubia rio, aunque parecía más nerviosa que nada.

- Supongo que significa que no dirás nada.

- Bueno, mi silencio tiene un precio.

La rubia se cruzó de brazos.

- Por dios, Caona.

- ¿Por que tanta familiaridad? - gruño Lucius a Narcissa, quien lo ignoro.

- Hay unos Cheesecake en la mesa de Slytherins bastante apetecibles, quiero dos trozos.

- Estas loca si piensas que...

-¡Bien! - bufo Narcissa.

La morena sonrió con superioridad al chico, y Lucius deseo borrar esa sonrisa de su rostro.

- Bueno, salgan del baño, o al menos tu - apunto al varón.

La pareja salió del lugar y la morena hizo sus necesidades. Salió de allí mientras se secaba las manos y afuera se topo con el mismo Lucius, pero solo el. Miro a ambos lados del pasillo, solitarios.

Mierda.

- ¿Que? ¿Dejaste a Cissy sola? -se burló y el chico se acercó a ella.

- Aleja tu inmunda presencia de ella.

- ¿Por que mejor no se lo pides a ella? De todos modos no te haré caso, yo hago lo que me da la maldita gana ¿comprendes?

Levantó la cabeza, con la frente en alto se enfrentó a la mirada azul de Lucius, quien se acercó más ella para intimidarla.

- Te lo advierto, De leon - gruño sacando su varita.

Pero por la cercanía y gracias a la rapidez de la misma, Anacaona se la arrebato con una mueca burlona.

-¿O que? a que no eres tan valiente sin tu varita.

Fue a acercarse para arrebatarsela, pero la morena, con una mueca burlona y una mirada de superioridad levantó la varita del mismo y colocó la punta en su cuello, dejándolo paralisado y con los ojos bien abiertos.

- De leon...

- Malfoy.

-Dame mi varita.

-Por supuesto, pero antes déjame decirte un par de cosas.

Deslizó la punta de la varita desde su cuello hasta su pecho, apuntando su corazon.

-No me importa quien seas -dio un pequeño golpesito con la varita, poniendo nervioso al platinado -, no me importan tus creencias, no me importa si eres mas fuerte que yo -iba diciendo dando más golpes con la varita -, quien me busca me encuentra niñato, soy capas de muchas cosas, pero nunca podré soportar a alguien que se la pase creyéndose mejor que yo y queriendo humillarme por ello, no tengo miedo de pelear con nadie aunque sepa que perderé de una forma y otra ¿comprendes? - punzó su pecho con la varita - ¡en tu vida se te ocurra dirigirme la palabra nuevamente para continuar desprendiendo mierda verbal! por que me voy a enojar, y te aseguro que ningún docente se enterara de que habrá pasado pues ¿a quien le creerian? ¿a mi? ¿o a ti, con la fama que tienes?

La fría risa de Lucius se hizo oir.

-Quien te viera, ovejita.

- Tengo mis defectos, no estoy orgullosa de ello, pero los tengo.

El platinado cometió un error, intento quitarle la varita, pero fue lanzado dos metros atrás por un leve encantamiento aturdidor.

-Agh - se quejo desde el piso.

La varita callo sobre su pecho, Anacaona lo miraba desde su altura con una sonrisa burlona.

- Hasta mañana, Malfoy. Recuerda hacer ese trabajo de McGonagall.

Y se fue, lanzando un beso al aire para el chico.

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