Prólogo.
Cuando Bellatrix Lestrange escapó de Azkaban, fue recibida por su hermana Narcissa Malfoy en la mansión de esta última. Tiempo más tarde, Rodolphus Lestrange, su marido (al cual detestaba con todo su ser) llegó pidiendo refugio, aprovechándose de que su matrimonio con Bella lo unía a la familia. Aunque ella se lo negó miles de veces, Narcissa se apiadó de él, mientras que Lucius solo disfrutaba ver a Bella tan impaciente por la presencia de ese hombre, por lo que de igual manera aceptó.
Pasó el tiempo, Rodolphus no hablaba durante ninguna comida, solo en las reuniones de mortífagos y jamás se dirigía específicamente a Bella. Ese tiempo fue como un alto al fuego para ambos, salían ganando fingiendo la inexistencia del otro.
Un día Narcissa logró que Bella se aseara como el ser humano que se suponía que era. Ella misma ingresó a la ducha con su hermana y talló su espalda para deshacerla de la mugre que Azkaban le había dejado, peinó sus cabellos con delicadeza. Ambas olvidaron por un momento que posiblemente, en algún instante, una banda de aurores podrían entrar a la casa y llevarlas a Azkaban a las dos.
Bella pareció rejuvenecer luego de que el maquillaje ocultara sus ojeras, el acondicionador suavizara sus rizos y el agua limpiara su piel. En la cena Rodolphus no pudo evitar mirar de reojo a su ''esposa'' cada que podía. Había olvidado... o más bien no sabía que ella era tan hermosa. Su estúpida defensa era un no puedo resistirme a esto si he estado tanto tiempo en la cárcel, se supone que estamos casados. Era simplemente aberrante.
Voluntariamente se propuso para preparar bebidas para todos, y nadie se lo negó puesto que necesitaban tomar algo para hacer pasar el mal sabor de lo que sucedía. Si bien dudó al último momento, mirando con los ojos entrecerrados al vaso de Bellatrix, terminó haciéndolo de todas formas. Tal vez siquiera llegue a enterarse, se dijo.
Cuando ya todos iban a dormir, aquella droga comenzada a dar efecto. Bellatrix caminaba tambaleándose, su cabeza le daba vueltas y, finalmente, antes de desmayarse, pudo ver los ojos de su supuesto marido llenos de deseo, por primera vez mirándola a ella así, como un animal.
Y fue un maldito animal con ella. La utilizó, dormida, una Bellatrix indefensa a su merced y nadie lo supo. Solo en una situación así alguien como él podría con Bellatrix. Al término simplemente se vistió y salió rumbo a su habitación como si nada hubiese sucedido.
A la mañana siguiente Bella estaba adolorida, pero no se le ocurrió por qué diablos estaría así. Siguió con su usual vida, siendo sádica, todo su mundo girando entorno al Señor Tenebroso, hasta que semanas más tarde, el caos se desató en la habitación de Bella.
—Oh por Merlín —Narcissa se llevó una mano al pecho mientras Bellatrix vomitaba en el inodoro como por quinta vez—. Bella, estás embarazada.
Los ojos de la mortífaga se abrieron como platos, desorbitados. Escupió, luego se levantó y se tocó la barriga con una mueca de furia.
— ¡¿Cómo diablos quieres que esté embarazada, Narcissa?! ¡Si no he hecho nada! ¡Maldita estúpida!
Narcissa observó a su hermana un buen rato mientras ella intentaba calmar su respiración, pero cada vez era aún más sonora y rápida. Entonces Lucius llegó al lugar, curioso por los gritos, aunque claro que no lo demostró.
— ¿Hay algún problema?
—La estupidez de tu esposa, eso es un problema —rugió Bellatrix antes de voltearse y vomitar nuevamente.
— ¿Perdón? —alzó una ceja hacia su esposa. Ella se relamió los labios antes de acercarse y susurrarle la situación—. Oh... eso explica porqué el bastardo se fue con tanta prisa.
La de rizos alocados se volteo, lo señaló con un dedo tembloroso — ¿Qué has dicho?
—Rodolphus —arrastró la palabra como solo un Malfoy podría y caminó fuera del baño con las manos en la espalda—. Se fue, escapó. Y he descubierto que tomaron mis ingredientes de la despensa, uno en especial... uno muy fuerte.
Pasaron cinco segundos antes de que estallara. Bellatrix comenzó a gritar y lanzar cosas; casi le arranca la cabeza a Draco cuando él se asomó a mirar. Gritó aún más cuando Narcissa le dijo que eso era malo para el bebé. Gritó y se golpeó contra la pared hasta quedar agotada.
Ahora tenía una pequeña mierda creciendo en su barriga, ¡y para más gracias a la mierda de su marido!
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