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1. La venganza comienza.

Hace veintitrés años, en este mismo castillo, se llevó a la cabo la batalla que daría fin al Señor Tenebroso; la batalla de Hogwarts, donde Harry Potter derrotó a Lord Voldemort. El día en el que dijeron adiós a los tiempos oscuros, al igual que se despidieron de cientos de amigos y familiares; fue el inicio de una nueva era, que al inicio fue dolorosa e incómoda, pero lograron acostumbrarse a la nueva vida.

Hoy, 2 de mayo del año 2021, magos y brujas se reúnen en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería con el fin de rememorar a los héroes caídos. Y también para celebrar un día más en paz, agradeciendo los sacrificios y viendo a sus hijos, pensando en que valió la pena haber luchado hasta el fin.

¿A quiénes encuentras en una celebración como esta? Realmente, de todo. Por un lado tienes a los Scamander-Lovegood, y los reconoces rápidamente gracias a los pequeños animalitos que recorren sus cuerpos. Tienen ojos soñadores y sonrisas amables, se posicionan junto a las personas que se quiebran para proporcionar palabras de ánimo. Estas pueden ser algo extrañas, pero cumplen su función.

Mientras tanto, en una esquina, casi con vergüenza, puedes ver a Draco Malfoy observando el Gran Comedor con una mueca. Tal vez recordando los cuerpos apilados en el lugar hace años, imágenes que nunca logrará borrar de su memoria. Muchos se preguntan qué diablos hace un ex mortífago allí, y consumidos por el rencor no pueden pensar en la posibilidad de que Malfoy se sienta muy arrepentido y esta era su manera de demostrarlo. Al menos eso era lo que pensaba Astoria de su marido, posicionándose a su lado para tomar su brazo con suavidad, haciéndole saber que estaba allí para él.

Entonces pasamos de una familia a la que repudian, a una que adoran.

Harry Potter se encontraba al frente, donde todos podían verlo. Su hija menor, Lily Luna, se aferraba a él en un tierno abrazo mientras este charlaba con su amigo Neville Longbottom. La pequeña miraba hacia arriba de vez en cuando, sonriendo orgullosa de tenerlo como padre, pues podía escuchar a las personas hablar sobre él a su alrededor.

Ron Weasley también estaba allí, con el pecho inflado, intentado sobresalir más que su hinchada barriga. Le hacía caras raras a Lily de vez en cuando, sacándole varias risitas.

Mientras, Hermione se acercaba a Ginny y el resto del grupo de mujeres para saludar. Observó con una sonrisa a Minerva McGonnagall antes de darle un suave abrazo. La actual directora de Hogwarts ya estaba lo suficientemente mayor como para ceder el cargo ese año. Había tenido ya demasiadas emociones, en especial con la nueva tanda de Weasley y Potter que llegaron hace unos años.

Se rumoreaba por ahí que el nuevo director de Hogwarts sería Harry Potter. Aunque solo sea un rumor, ¿quién sabe? Era posible.

De pronto, el ambiente estaba muy tenso. Más personas de lo normal se quebraron, llorando en silencio o en tono muy alto. Aunque intentaran controlarlo, se sumían cada vez más en la tristeza. Tan enfocados en ello, no prestaron atención a la mujer con una larga túnica que caminaba entre ellos, su rostro estaba tapado, pero quienes la vieron solo suponían que estaba llorando a sus muertos.

¿Quién era ella? Nadie lo sabía, su rostro no era familiar.

Gracias a que Bellatrix hizo lo posible para acelerar su embarazo, la pequeña bebé había sido dotada de varias habilidades, entre ellas alterar su aspecto físico. Eso, combinado con años y años de estudio de distintos tipos de magia, dieron lugar a la mujer que hoy puede adoptar cualquier aspecto que desee.

Anabelle se inclinó en el suelo de rodillas, depositando la rosa negra que llevaba en la mano en él.

—Madre —susurró—. Espero que logre enorgullecerte con esto.

Volvió a levantarse, esta vez dándole una mirada a todo el comedor hasta chocar con unos ojos muy conocidos. Grises como solo un Malfoy podía tenerlos, era Draco.

El interior de la bruja tembló, y sin poder seguir mirándolo cerró los ojos, llevándose una mano a la cara como si estuviera llorando.

Entretanto, Draco podría jurar que vio a su tía Bella allí, pero era imposible. Bellatrix estaba muerta, y la única otra persona que podría parecerse a ella... También estaba muerta.

¿No?

Claro que sí, vio el cuerpo calcinado. Aunque le doliera, aunque fue difícil de aceptar, así eran las cosas.

Sacudió la cabeza para espantar las lágrimas que habían llegado a sus ojos. Esto llamó la atención de Astoria, quien le miró preocupada por su repentino acto.

— ¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes —le restó importancia, pero se había alejado de ella.

Luego giró para sonreírle un poco, posando una mano en el hombro de su esposa para calmarla. Tuvo un pequeño efecto, ella suspiró quedamente.

— ¡Malfoy! —lo llamaron de pronto, era Ronald Weasley, y su expresión de desagrado no podía ser más obvia—. ¿Qué haces aquí?

Draco había rogado interiormente antes de ir que nadie preguntara eso, porque era difícil de responder. Las palabras simplemente no saldrían por las buenas, menos con el carácter que poseía.

Se sentía culpable, aunque intentara mermar el sentimiento, siempre estaba ahí.

—Pensé que la entrada era a todo público —terminó respondiendo, alzando una ceja con mirada pedante.

Astoria respiró hondo, mirando para otro lado. Su marido no puede calmar su orgullo ni por un segundo en su vida.

Ron soltó un bufido.

—Pues sí, pero...

—Ronald —Hermione apareció de la nada y le dio un muy poco disimulado golpe en el brazo—, ¿qué haces?

Entonces miró al par ante ellos, siendo muy buena actriz al fingir que no los había visto antes. De todas formas sus mejillas tomaron algo de color.

—Oh, hola.

—Hola —correspondieron al saludo a coro, Hermione era menos molesta que la comadreja.

Y se formó un incómodo silencio entre los cuatro, donde los varones tenían una infantil batalla de miradas.

Ginny pasó junto a ellos, caminando apresurada. Preguntaba a todos lo mismo.

— ¿Alguien ha visto a la directora McGonnagall?

Harry se rió mientras se acercaba — ¿Se te perdió una mujer de más de cien años, Ginn?

Ella lo miró sin gracia mientras era rodeada por uno de sus brazos.

—La busco porque debe dar el discurso. Estaba conmigo, pero alguien la llamó y...

Fue callada gracias a la estruendosa explosión que retumbó en el comedor. Tanto Harry como ella tuvieron el acto reflejo de dirigirse hacia sus hijos en posición de ataque.

Al mirar hacia arriba, el cielo de mentira que se levantaba sobre sus cabezas pasó de ser un día agradable, a tormentoso y lleno de rayos que parecían ser capaces de caer sobre alguien y matarlo.

Pero lo aterrador fue lo que cayó de allí.

Un cuerpo, que no tardó en dejar un charco de sangre a su alrededor. Y lo peor, era Minerva McGonnall.

Harry, con la respiración entrecortada, se acercó para verlo con lágrimas en los ojos. Su estómago se revolvió, por lo que tuvo que apartar la mirada. Quería echarse a llorar, esa mujer lo había cargado de bebé, y estuvo junto a él durante tantos años.

— ¿Cómo...? —Ginny apenas podía soportar el llanto mientras se abrazaba a su hija.

—No lo sé —admite el hombre con un nudo en la garganta.

Nuevamente el sonido de una explosión que hizo a todos saltar, solo que ahora algo de humo verde salió de la boca del cuerpo inerte. Se dispersó sobre este, para luego formar una frase que todos pudieron ver.

Todos aquellos llamados héroes, teman, porque voy por ustedes. Sepan que no son héroes para todos. Esto apenas comienza.

Y, para el terror colectivo, la marca tenebrosa apareció. La voz de una mujer resonó en la cabeza de los presentes, erizándoles el vello a todos.

El Señor Tenebroso está muerto, y podrán haber encerrado a muchos de sus seguidores, pero aún estoy yo. Haré que se arrepientan de ese día hace veintitrés años.

Luego de que la voz de callara, aun fue difícil que todos salieran del shock. Una vez lo hicieron, la histeria colectiva se espació, con algunas personas llorando y otras gritando.

Ron, por ejemplo, se dirigió hacia el pálido Draco Malfoy para tomarlo del cuello de su camisa. Solo entonces el rubio salió del shock que le provocó aquello.

— ¡¿Qué sucede contigo?! —bramó empujando al pelirrojo.

—Fuiste tú, asqueroso mortífago. ¡Por eso viniste!

Astoria pegó un gritito, negando repetidamente con la cabeza.

—Por supuesto que no, ¡no vinimos por eso!

— ¡Cállate!

Ahora, de un solo empujón, Draco se lo sacó encima mientras lo miraba furioso —No le hables de esa manera.

Una castaña se acercó para intentar calmar a Ron, Hermione le susurró al oído.

—No puedes ir culpando a la gente así.

El otro solo se acomodó la ropa mientras bufaba.

—Es el único mortífago aquí, Mione, ¿no es sospechoso? ¿Para qué más vendría? —farfulló y giró hacia su amigo en busca de ayuda.

Él hasta entonces solo miraba sus zapatos manchados con la sangre de Minerva, pero luego levantó la vista hacia Draco. Sus ojos solo decían una silenciosa disculpa.

—Tal vez.

Anabelle observaba la escena donde rodeaban a su primo, una pequeña mueca en sus labios. Ese no era el plan, Draco nunca iba a esas reuniones. Pero de todas formas le servía para seguir escondiéndose.

Lo lamento, Draco, pero luego te lo recompensaré.

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