Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Fichas por convivencia

—No sabía que mamá había sido una Campeona —digo intentado ocultar mi sorpresa. Es cierto que el señor y la señora Hickinbottom me dijeron que mamá había sido un fantasma poderoso, sin embargo, nunca mencionaron nada de... ¿Campeona? ¿Enserio?

El entrenador Pote usó un pañuelo con dibujos de flores para sacudirse la nariz.

—Tu madre —intervino esta vez Alis—, fue la que liberó al asesino de los tres Legendarios.

¿Asesino de los Legendarios?

—¿La madre de Ana? —soltó Peter también sorprendido.

Siento como si una flecha atravesara mi pecho. Como si me hubieran arrojado un balde de agua fría a mi cuerpo desnudo y sin vida. Pero nada de eso estaba pasando. Observo a la multitud de campistas, todos dirigiéndome miradas acusadoras. Mi corazón palpitaba muy deprisa.

Una chica me está señalando y me titula como una traidora mientras que otro grupo murmura cosas que puedo escuchar perfectamente:

—Es igual a ella.

—Tiene que irse.

El entrenador Pote parece estar bajo un encantamiento de congelación. Pues no movía ni un solo músculo.

De repente, una piedra va dirigida hacia mi cabeza, pero una pared de fuerza la detiene justo a tiempo.

—No te atrevas —soltó Alis poniéndose delante de mí.

—Vamos a calmarnos todos —pidió Peter levantando ambos brazos—. Ella es la hija de la Campeona traidora... perdón... quise decir, de una Campeona de esta región que ha sido culpada por crímenes atroces —soltó Peter, con mucho nerviosísimo, como tratando de buscar las palabras correctas—. Esto no significa que ella sea culpable. Mírenla ¡por los Legendarios! Ni sabía lo que había hecho su madre.

—¡Es una traidora! Y los que están con ella también lo son —soltó Joan, con malicia.

Quiero lanzarle mis dagas a ese maldito.

—Entonces somos unos traidores también —soltó Peter.

Alis asintió.

¿Qué hice para merecer la ayuda de Peter y Alis?

El entrenador Pote nos condujo a la parte de atrás de la tarima, donde aguardamos sin decir ni una palabra. Pude escuchar como los campistas celebraban el anuncio del entrenador Pote, donde aseguraba que iba a obsequiarles dos fichas a todos los campistas para calmar las aguas. No obstante, no lo hizo para mantenerme con vida, más bien quería asegurarse de que nadie le arruinara su show.

El tiempo pareció ser eterno. En varias oportunidades, Peter intentó persuadirme para que nos largáramos del campamento, algo que para Alis parecía una estupidez, ya que corroboraría mi culpabilidad. Yo estoy de acuerdo con ella, así que decidimos aguardar y esperar que el entrenador Pote nos diera permiso para retirarnos. Algunos campistas obtuvieron fichas por solo dar unos cuantos cumplidos a los feos atuendos del entrenador, mientras que otros lo lograron usando muy bien sus poderes. Fue el caso de Yois, que voló tan alto que lo perdimos de vista. También participó un novato que ruge como varios animales y sus dientes cambian de tamaño. Solo Andra, la niñita que puede sacar sus ojos, tuvo que pagarle al entrenador, por hacerle perder el tiempo.

El espectáculo terminó con una novata Sanguinaria que, besando a dos voluntarios, hizo que estos bailaran tango y se golpearan mutuamente. Estaban como hipnotizados.

—Este año se han esmerado muchísimo. Han dado un espectáculo preciosísimo. Los adoro así de grande —siguió el entrenador Pote.

Y con esas palabras se retiró en medio de aplausos, silbidos y gritos. Luego, la banda acompañó con una pieza musical.

—¿Siguen aquí? —soltó el entrenador Pote al vernos.

—Queríamos saber si usted... ya sabe... ¿Qué deberíamos hacer? —preguntó Peter.

—No lo sé. No es mi problema —le respondió tajantemente el entrenador—. Lo que si te puedo decir es que, si me permites aconsejarte, no debes juntarte con personalidades tan inciertas. —Y me dirigió una mirada severa. Luego se retiró

Cuando tuvimos la oportunidad de escaparnos de la multitud, nos encaminamos al patio de comida, pues Peter tenía mucha hambre. No sé qué pensar. ¿Mi madre era un fantasma? ¿Una campeona? ¿Una traidora?

Dimos unos cuantos pasos por el centro de los rótulos y nos guiamos por la flecha que indicaba: «Patio de comidas». En poco tiempo, llegamos a una extravagante feria con centenares de mesas: algunas con sus respectivos toldos y otras no. Muchos carteles advertían los alimentos que estaban disponibles y su valor, en fichas.

Hay varios toldos que son más grandes y lucen colores dorados. Peter me explicó que la mesa pertenecía a los más valiosos. Según él, en el campamento, los fantasmas que consiguen más fichas ganan honores, entre ellos, está esa mesa.

Escogemos una mesita que está solitaria y no pido nada para comer, no tengo apetito. Por otro lado, Alis pide una canasta de pan de Centinela, mermelada y manteca.

—¡Dos fichas por media docena de pan!

Peter protestaba mientras que Alis pagaba sin hacerse mucho drama. Mientras tanto, en la mesa del lado, a una campista se le escapó algo de su plato y se fue dando brincos hasta que se perdió de vista.

—Las patas se pinchan con los tenedores, novata —gruñó Panick—. Que sea la última vez que se te escapa la comida del plato.

Panick se sienta junto a los otros entrenadores. Para ellos hay un toldo de color perla. Cuando Panick está lo suficiente lejos de nosotros, Peter nos dice que el entrenador de la motosierra es un Trompeto que estuvo muy cerca de ganarle a Quiteira el puesto de campeón. Seguido a esto, uno de los campistas que estaba cerca eructó logrando que la mesa se moviera varios centímetros; fue justo el momento cuando Peter bajó el volumen de su voz para decirnos que Panick tenía un selecto grupo, donde se formaban los mejores campistas.

—No me interesa —se apresuró a decir Alis—. Yo no lo necesito. Y vos tampoco Ana, si tu madre fue una campeona, vos también tenés el potencial para serlo —Alis hizo una pausa rápida, como buscando las palabras correctas, y luego dijo—: Y no te preocupes Ana. Si tu madre hizo lo que hizo, esa fue tu madre. Vos tenés un libro en blanco para escribir tu historia.

—Si Ana... —continúo Peter—. Es cierto que yo sí había escuchado que una Campeona había liberado al asesino de los Legendarios. Aunque debo decirte, también, que nadie sabe si es cierto. Si ese tipo estuviera suelto, ya nos hubiera eliminado a todos, ¿no es cierto? —Peter esperó que alguien respondiera. Yo no lo hice, pero puede tener razón—. Para mí, está muerto ¡Ah! —gritó Peter cuando mordió el pan.

—¿Qué te sucede?

—El pan me electrocutó.

—¿Qué esperabas? Es de Centinela —dijo Alis como si aquello fuera muy normal—. Centinela es la mujer panadera de los relámpagos.

Mientras todos están concentrados en sus alimentos, yo sigo pensando en lo que Peter y Alis me dijeron. No sabía que mi mamá era una traidora... no sabía que los Legendarios habían sido asesinados. Espero que las palabras de Peter sean una realidad; espero que todo sea un invento. No obstante, una gran parte de mí se pregunta por qué mi madre le ocultó a los señores Hickinbottom sobre su título, ¿acaso no era algo por lo que sentirse orgullosa? Al menos claro que todo eso de la traición fuera verdad ¿acaso quería protegerme de ella misma? No lo sé ni quiero pensar en eso. Por suerte, Alis y Peter no volvieron a tocar el tema.

Decido dedicarle tiempo a los valiosos, que están haciendo bastante ruido desde su mesa reservada. Entre ellos, está Orl y su amigo Mannu, una chica con una enorme argolla verde en su nariz y un par de hermanos que tienen tatuado un león y un águila en el cuello. Están disfrutando sus ricos alimentos. Tienen pollo frito, papas horneadas, pasteles de chocolate, hamburguesas, salchichas, queso derretido.

—¿Cómo hago para ser valiosa como ellos? —le pregunto a Peter.

—¿Eh?

—¿Qué tengo que hacer para ser uno de los valiosos? —repito.

—Ganar muchas medallas e insignias.

—¿Y cómo se supone que vamos a ganar medallas e insignias?

—Tenés que ser muy buena. Ganar muchas competencias, superar las lecciones... Bah, es muy difícil.

Alis y Peter no tardaron mucho en vaciar sus platos. Pues Peter parecía haberse quedado sin temas de conversación y un silencio incómodo hizo que se concentraran, aún más, en terminar los alimentos.

Antes de levantarme de la mesa, pienso que es necesario hacer algo. No se me hace fácil hacer esto, pero siento que es mi deber:

—Gracias por lo que hicieron —digo muy rápido.

Peter y Alis compartieron miradas por unos segundos. Luego, Alis con una sonrisa, dijo:

—No tenés nada que agradecer. Hiciste lo que nosotros hubiéramos hecho por vos.

Entonces fue cuando recordé que Alis, de su forma, confiaba en nosotros. Al parecer, ayudarla a romper la maldición Bulgueroni resultó suficiente para ganarme su lealtad; o algo parecido. Por otro lado, es cierto que Peter ya era mi amigo, teníamos muchos años conociéndonos. Lo de Alis para mí es una novedad, ¿se puede hacer amigos así de rápido?

No sé cómo funciona eso de la amistad. Así como tampoco sé cómo funciona esto de enterarse de los secretos más oscuros de mi familia. ¿Qué se supone que debo hacer ahora que he descubierto que mi madre es una traidora?

Traición... traición... traición... esas palabras taladran mi cerebro, haciéndome mucho daño. ¿Estoy admitiendo qué mamá lo hizo? ¿Por qué lo hiciste? ¿Con qué necesidad?

Respiro profundo. No pienso pagar por algo que no hice. No permitiré que estos sentimientos absurdos me afecten. Haré las cosas diferentes. Me volveré la mejor fantasma del mundo, incluso mejor que tú, y lo haré bien.

Solo faltaron un par de horas para darme cuenta de que, para sobrevivir en el campamento, solo era necesario una cosa: fichas. Eroc, mientras nos daba un recorrido por el campamento, nos explicaba que hay cuatro formas de conseguirlas. Las dos primeras formas dependían de toda la caravana en general. Las fichas de convivencia, eran concedidas luego de evaluar las buenas relaciones que se mantenían con los compañeros del campamento (algo en lo que soy muy mala). Normalmente a nosotros los Sanguinarios no nos podían quitar fichas por peleas y esas cosas, pero los entrenadores, guías y capitanes tenían el poder de evaluar cuando las cosas se sobrepasaban.

—¿Entonces no podemos desafiar a los otros novatos? —preguntó Glo.

—Sí, claro que sí. Hay muchas peleas entre una caravana y otra. Pero debo advertirles que deben tener cuidado con quien se están metiendo, pues los Iluminados son algo delicados.

—Los Iluminados son los preferidos de la Campeona —dijo Ferrum—, prácticamente son intocables.

—Lo que quiero decir —aclaró Eroc algo nervioso—, es que cada caravana tiene sus reglas, ¿tu nombre es Ferrum, cierto? Bueno, digamos que Ferrum y Yois se desafían y uno termina con un ojo morado; pues ese es un caso donde nadie les quitará puntos... ya que los Sanguinarios somos así, tenemos esa naturaleza... pero no pasará lo mismo si un Sanguinario le pone el ojo morado, sin razón alguna, a un Trompeto.

Quedó claro.

—¿Cuál es la otra forma de ganar fichas? —preguntó Glo.

—Las fichas de supervivencia —respondió—. Se les otorgan cuando finaliza el campamento. Si logran sobrevivir a todo, ganaran una buena cantidad de fichas. Si alguno de ustedes falla en alguna prueba. Todos perderán puntos.

Por alguna razón y en ese momento preciso llegó Andra, y todos la observamos fijamente. Tenemos que admitirlo, ella es la débil del grupo.

—¿De qué hablan?

—De las fichas que vamos a perder si tú no logras sobrevivir en el campamento —dijo un chico con anteojos. No lo había visto anteriormente. Pensándolo bien, hay varios novatos que nos acompañan a todos lados y no parecieran decir ni una palabra nunca.

—Estábamos diciendo —dijo Eroc— que se suele dar más puntos a las caravanas que permanezcan con más supervivientes.

—¿Y las otras fichas?

—Se ganan de manera individual. Sus entrenadores, al ver un buen desempeño en las actividades, prácticas y competencias, pueden otorgarles fichas; en algunos casos les pueden dar medallas o insignias.

—Faltan las más importantes —dijo Ferrum.

—Sí. Esas son las fichas por terror y solo se obtienen en la competencia más difícil de todas. Donde los Sanguinarios, Iluminados y Trompetos se enfrentan por el botín: 1000 fichas. —Eroc estaba muy esperanzado—. Si ganamos, ya estarían asegurándose pasar a la segunda categoría. Se necesitan más de 100 fichas para poder clasificar.

—¿100 fichas? —soltó Andra sorprendida—. ¿Y si no consigo esa cantidad de fichas?

—En caso de no conseguir las 100 fichas, también sirve una insignia.

—¡Mi nombre está en esa tabla! —soltó de repente Yois muy emocionado, señalaba algo que estaba a unos metros de distancia. Era el tablón de clasificación y anuncios. Como una estampida, fuimos a ver nuestros nombres en el tablón gigantesco. Había una lista de los novatos Sanguinarios con letra bastante garabateada:

NOMBRE FICHAS

ANDRA 19

ALIS 23

ANA 28

DERLING 23

FERRUM 25

GLO 22

JODRA 23

JORG 23

LEUX 22

NALDRO 24

SARA 21

VIK 24

YOIS 28

Yois y yo vamos a la cabeza.

Justo en ese momento, Ariam llegó a tiempo para repartirnos a todos 10 fichas. Luego nos dijo, con un tono algo persuasivo, que con ellas podíamos comprar golosinas, entrar a las prácticas, a las competencias; apostarlas. Lo que quisiéramos. Sin embargo, no debíamos malgastarlas porque sin ellas, seríamos expulsados de inmediato.

Después explicó el sistema uno por uno, que consistía prácticamente en que cada punto que ganábamos en el campamento era convertible a una ficha. Cada ficha que gastábamos era un punto menos. Es decir, hablar de fichas era equivalente a hablar de puntos. Luego de esto, hizo una pausa, como esperando que nos largáramos de una buena vez, pero recordó que tenía que repartirnos unos mapas.

Una vez que culminó, pude ver las fichas con más atención: tienen dos caras como las monedas; una «F» mayúscula por un lado y por el otro, el dibujo de cuatro pájaros.

Guardo las fichas en mi bolsillo y leo los carteles luminosos. No quiero aprender nada de los zombis, tampoco quiero practicar la posesión de espadas filosas. Hay una flecha que dice «competencias». Quiero ir ahí.

Perdí una ficha en la competencia de tiros. Se supone que debía atinarle a un círculo rojo para multiplicar mi apuesta por tres. Sin embargo, los cuchillos que me dieron, no me hicieron caso. Prometí volver con mi juego de dagas.

Alis ganó tres fichas en un desafío con una novata de los Trompetos, que hacía paredes fabulosas de piedra. Apostaron para ver qué pared aguantaba más los cabezazos de Ferrum, que resultó tener gran capacidad para romper cosas.

Cuando el sol estaba por ocultarse, decidimos volver a la cabaña. Pasamos por el centro de las flechas y rótulos, donde estaban dispuestos unos tarantines. Por detrás de estos, estaban los novatos haciendo fila.

Ariam estaba entretenida con, por lo menos, doce campistas que la atiborraban de preguntas. También, a un lado, están los consejeros (o guías) de los Trompetos.

—¿Puedo cambiarme si quedé asignada a los Sanguinarios? —preguntó una niña.

—Es imposible cambiarse de caravana una vez que los Legendarios te han elegido...

—Pero mi mamá es una Trompeto... yo quiero controlar el agua como ella.

—Que tu madre sea un Trompeto no significa que vos también lo seas. Cada fantasma es diferente y único —explicó Ariam con desdén.

—Pero...

—¡Ya, niña! —soltó Ariam, desesperándose—. Supéralo, quieres. ¿Quién quiere hacer otra pregunta?

—Yo —dijo un campista de los Trompetos.

Ariam hizo un ademán para indicarle que podía continuar.

—Escuché un rumor sobre un... sobre un...

—Continúa —apresuró Ariam.

—Sobre El más buscado. ¿Es cierta su existencia? ¿Tenemos que estar prevenidos?

¿Quién es El más buscado?

—Es cierto, pero no debes preocuparte.

Él más buscado resultó ser el tipo que robó las reservas de fichas más grandes de todos los tiempos, o eso me dijo Glo, la niña rechoncha de nuestra caravana.

—Sí... pero eso no es lo importante —aclaró Glo—, dicen que dentro de la bóveda había por lo menos 50 medallas. Con poderes que solo puede usar la Campeona. Por eso es considerado una amenaza.

Glo les dirigió una mirada de desaprobación a Yois y Vik, la novata que tenía una herida en la pierna. Luego dijo:

—Ana, nos enteramos que vos sos hija de la campeona traidora. Andra y yo somos, por decirlo de alguna forma, creyentes de que todo es una farsa. Nadie ha visto Al come... perdón, al asesino de los Legendarios nunca. Nosotras creemos que tu madre es inocente. —Observó de nuevo a Yois y a Vik—, aunque hay otros chicos que creen lo contrario, no te preocupes... tu madre fue la penúltima Campeona de los Sanguinarios y la mayoría de nosotros creemos en ella.

—No me importa si ellos piensan eso —respondo y me siento muy agradecida—. Yo no sabía nada de esto, me tomó por sorpresa. Me da gusto que no todo el mundo me odie. Y me da más gusto saber que mi madre fue una Sanguinaria.

Y fue cuando lo entendí. ¡El espejo! Mi madre me había dejado un espejo, la pista que necesitaba para descubrir mi verdadero destino: ser una Sanguinaria.

No continué escuchando la ronda de preguntas porque Peter apareció. Él venía acompañado de un grupo de Trompetos y estaba comiendo unas golosinas. Sin pensarlo, Peter se unió a nosotras y le hizo caso omiso a los comentarios de sus compañeros, que parecían desaprobar su compañía (yo).

—No le hagan caso. Prueben los caramelos de fuego y hielo —dijo.

Alis y yo nos despedimos de Peter cuando Joan (a quien Alis y yo bautizamos como el brazos-de-trol) y su amigo, que tenía una enorme cicatriz en su rostro, llegaron alardeando las fichas que se habían ganado en una competencia de fuerza bruta.

—Fue pero tan fácil... estos novatos son muy débiles y estúpidos —soltó Joan.

—Te recuerdo que tú también eres un novato —dijo Ariam rompiendo el momento de Joan.

Por los días venideros los novatos fuimos adaptándonos a la forma aterradora de vivir en el campamento. Algo que para el resto de los campistas parecía normal, para la gran mayoría de los novatos resultaba novedoso. Era difícil acostumbrarse a las constantes desapariciones de los campistas más grandes. Ellos se desvanecían para, segundos después, aparecer y darles un buen susto a los fantasmas que caían. Luego ellos se divertían gritando un gran «NOVATO» para que sufrieras una vil vergüenza delante de todos los presentes.

La primera semana en el campamento fue la más divertida de todas. Poniendo a un lado los desagradables encuentros con Joan y el chico de la cicatriz, que no desaprovechaban una oportunidad para recordarme la traición de mi madre. Durante las lecciones principales, con nuestros guías, tuvimos la oportunidad de conseguir dominar más nuestros poderes. Ariam había llevado aquel día unos escudos especiales que soportaban cualquier ataque. Todos los novatos usábamos el poder de la posesión para dirigir nuestras armas a los escudos. Alis, por su parte, no había avanzado casi nada con la posesión de objetos, pero sus paredes de fuerza eran cada vez más potentes. Ella se estaba volviendo muy fuerte y lo mismo podía decir de Peter, pues él, aunque no se atrevía a practicar con nosotras, compartía su triunfo cuando lograba hacer mover la tierra sin estornudar. Algo que me hizo pensar que Peter estaba en el lugar correcto y que los Legendarios no se equivocaban.

Un martes caluroso decidimos que estábamos preparadas para intentar, de nuevo, ir a las competencias, así que decidimos aventurarnos por una carrera de velocidad que Ferrum nos había recomendado.

Algo perdidas, caminábamos por un sendero con vías de tren mientras Alis se limpiaba la cara con un pañuelo que acababa de cambiar, por una ficha, a un tipo algo sospechoso. Ese sujeto aseguraba que la tela tenía la habilidad de absorber un lago entero.

Seguíamos caminando por el (interminable) sendero que separaba el centro de los rótulos del patio de competencias cuando escuchamos un pitido, parecía venir de un tren. «¡Fuera del camino!», nos advirtieron varios gritos que provenían de por lo menos una docena de campistas.

Brinco y dejo el lugar antes de ser atropellada.

Un tren de siete coches, estampado con grafitis, se detuvo.

—Eso estuvo cerca —dijo una voz conocida desde el techo — ¡Suban!

Alis también está tirada en el suelo, llena de tierra y hojas muertas. Yo me burlo y ella se queja como siempre.

—¿Van a subir o no? —nos preguntó la misma voz. Era Peter. Está montado en el tren. Pero no en los asientos, que están abarrotados de campistas, sino, por encima del techo. Puedo ver sus zapatillas deportivas y su cara pálida sonriéndonos.

—¿Qué haces ahí? —le pregunto.

—Voy a las competencias —dijo él.

—Nosotras igual.

—Bueno, suban...

Subimos al techo del tren junto a Peter. El conductor, un hombre algo pequeño y de grandes orejas, nos saludó desde abajo:

—Bienvenidos al tren de Otos. Yo soy Otos —dijo el conductor—. Es un coche sin elegancia, pero útil. Solo los que poseen buena suerte, tienen la fortuna de montarse en el tren. No es algo que suceda todos los días. Hablando de días, los sábados no trabajamos. Mi tren llega a todas partes del campamento. No hay estaciones ni horario... solo voy a donde ustedes pidan.

—A las competencias, por favor —pidió Alis.

—Agárrense fuerte.

Avanzamos muy rápido y tuve que aferrarme al techo con los dos brazos. Mis manos se deslizaron por el metal y cuando estaba a punto de caer, un chico me sostuvo. Salvándome.

—Cuidado novata, no queremos que sufras un accidente —dijo el chico sin soltarme la mano. Es un Trompeto que tiene unas manos con escamas gruesas y garras poderosas.

—Gracias por ayudarme.

—No, por nada —dijo con acento gallego y me ayudo a incorporarme.

El chico tiene el cabello aplastado hacia adelante y tiene una mirada misteriosa. Además, tiene tatuado los brazos y guarda el tótem de Trompeto dentro de un agujero en su oreja.

—Es muy guapo —me susurró Alis con una sonrisa pícara. Concuerdo con ella.

El tren se detuvo en la estación «competencias», donde la gran mayoría de campistas se bajó.

En el lugar, hay muchas canchas divididas por líneas blancas. Hay campistas lanzando rayos a unos círculos de madera. Hay otros saltando en unos bloques que tienen números, un hombre que se convierte en una rana muy fea parece estar ganando. Un grupo de Sanguinarios hacen algo con unos escudos invisibles.

Los ojos de Peter brillan y, por un instante, pienso que su ceja teñida también lo hace.

Cuando vamos avanzando, un grupo de campistas nos ofrece canjear puntos por golosinas.

—¡Rateros! —soltó Peter—. No confíen en esos. Son fantasmas muy tramposos. Muchas veces esos dulces estallan o desaparecen cuando intentás consumirlos. En el campamento no todos los fantasmas son buenos (si es que se le pueden llamar así). Lo que quiero decir es que también hay fantasmas que...

—Hacen cosas de las que se arrepienten —completó Alis mientras escondía su pañuelo y le dirigía una mirada furiosa a Peter.

—Alis... yo estoy hablando de El más buscado. No de la mamá de Ana. No soy tan estúpido...

—¡Peter!

—¿Qué?

—Está bien Alis —digo finalmente—. No me afecta.

—¿No te causa curiosidad? —soltó Peter, volviendo a ser tan imprudente como solo él puede serlo.

—¿Qué? —le digo.

—¿Conocer al más buscado? ¿Preguntarle como lo hizo?

Si soy sincera... sí. Quisiera conocer a ese más buscado. Quisiera ver esas medallas que robó. De igual forma, miento:

—No.

Nos inscribimos en la competencia de carreras, pagando dos fichas. Éramos 12 competidores y la ganancia serían 20 fichas. Las reglas eran sencillas: hay que llegar al otro lado y el primero en alcanzar la meta, gana.

Todos los que participamos somos novatos, Alis y yo somos las únicas Sanguinarias. Joan, su amigo, Peter y otros siete, son los Trompetos.

El entrenador, cuyo apodo es Fuerte-Fuerte, dice:

—Preparados... listos... ¡Ya!

Avanzamos, Alis corre y usa su poder para hacer aparecer un campo de fuerza enfrente de una novata que estaba rodando; cuando volteé, para ver si había funcionado, veo a la novata volando por los aires. Continuamos en la carrera y me pongo en forma de fantasma para desviar varios ataques que vienen de un chico que arroja ráfagas de aire hacia mí. Alis lo manda a volar también. Somos buenas en esto. Peter, por otro lado, nos lleva ventaja, junto con otros dos... a uno de ellos lo reconozco al instante, es Joan y está recortando camino por los árboles.

Intento no distraerme y sigo corriendo muy deprisa. Alguien, que lanza pedazos afilados de corteza de árbol, logra darme en el brazo derecho. Mi brazo sangra pero no me impide continuar. Le sigo la pista a ese par y lo hago lo más rápido que puedo.

Sigo avanzando por medio del bosque y me encuentro con Joan, convertido en fantasma. El muchacho de la cicatriz, quién resultó llamarse Ritcher, tiene atrapado a Peter entre una especie de raíces que salen de sus manos.

—Se nos unió la traidora —comentó brazos-de-trol—. ¿Venís a salvar a tu amiguito?

—¡Déjenla!

—Si sos amigo de una traidora eso te convierte en un traidor —soltó el amigo de Joan.

Peter intentó liberarse, pero Joan fue más rápido: lo golpeó con su enorme puño, haciéndolo sangrar instantáneamente.

Saco mis dagas.

—Vamos a enseñarle a este novato como se hacen las cosas en el campamento —le dijo Joan a su amigo

Yo me preparo para intervenir.

—Ana, dejá. Esta es una pelea de hombres.

Me siento insultada.

Segundos más tarde, el amigo de Joan tocó la madera de un árbol y su aspecto cambió súbitamente. Ahora no solo sus manos terminaban en forma de raíces de árbol. Ahora él se había convertido en un muchacho de color marrón y fuerte como un tronco. Sin preverlo, se arrancó tres trozos de madera de su brazo y...

La pared de Alis apareció justo a tiempo. Bloqueando el ataque dirigido a mí.

—Ana... ¿estás...?

Esta es una pelea de todos. Me lanzo en contra de Richter y corto las raíces con mis dagas. Este grita de dolor e intenta darme una patada con el pie de madera. No lo permitiré. Me convierto en fantasma y me atraviesa, sin causarme daño.

Peter, como pudo, se liberó y esquivó tres puñetazos de Joan, que es bastante lento con su transformación.

No habían pasado cinco minutos cuando Alis y yo logramos contener a Ritcher, para que la pelea fuese más justa.

Joan aprovechó un despiste de Peter y le da un puñetazo en el estómago. La sangre de Peter volvía a salir y desaparecía constantemente. Mientras un fantasma está en su forma no corpórea, su sangre se vuelve gaseosa. ¿Pero si Peter no aún no se ha transformado en fantasma? ¿Cómo es posible que su sangre...?

¡Espera un momento!

—¡Aaaa! ¡Aaaa!

Alis y yo lo entendimos. Soltamos a Ritcher de forma instantánea, dejándolo caer en el piso. Luego, nos alejamos rápidamente sin siquiera mirar hacia atrás.

Ritcher corre hacia Peter y sucedió: ¡Chiiiiiis!

Las orejas de nuestro amigo se incendiaron anunciando su transformación fenomenal. Su cuerpo brilló de color rojo vivo y provocó que la tierra se partiera en dos. Un puñado de árboles salió volando, llevándose consigo a Joan y a Ritcher.

Alis y yo nos tambaleamos por el terremoto y Peter cayó al piso.

—¡Ayuda!

Joan se encontraba atrapado entre dos gigantes maderos.

Yo como puedo, recupero el equilibrio y corro a buscar a Peter. Él se apoya en mí. Pesa más que antes y necesito la ayuda de Alis, que viene en camino. La cara de Peter está hinchada por los golpes. Ese no es nuestro único problema:

—¿QUÉ...? ¿Qué ha sucedido? —Ariam apareció junto a una mujer corpulenta—. ¡Te lo dije Fát! Esos tres no pueden estar juntos.

—Es la primera vez que los Trompetos se atacan mutuamente, eso solo pasa en los Sanguinarios. —Fát parece algo hipócrita—. Chicos, me decepcionan.

—Han perdido muchos puntos de convivencia —soltó Ariam gruñendo como de costumbre—, habla con el capitán Fát.

Recuerdo que Eroc nos dijo que nosotros los Sanguinarios teníamos permitido pelear... no sé si las mismas reglas aplican para los Trompetos.

—Tienes que ponerle carácter Fát. No puedes permitir que esto pase de nuevo.

Soy yo o me parece que Ariam es muy entrometida.

Fát asintió con su enorme cabeza haciendo que su maraña de pelos se saliera de control.

De repente una figura distorsionada de Eroc apareció (con un ojo más grande que el otro y sin un brazo). No era Eroc de carne y hueso. Era como transparente. Como una sustancia algo gaseosa de color blanco, como un ánima.

—Hola novatos —nos dice y nos enseña una sonrisa. Le faltan varios dientes.

—¿Cómo estás Fát?

—Muy bien Eroc ¿Y tú qué cuentas? —respondió la mujer.

Eroc tuvo que pensar un tiempo prolongado para responder.

—Claro, sí... uso mi transfiguración por algo sorpresivo que está ocurriendo en este momento. Estamos en el centro del campamento, la Campeona está aquí y, al parecer, atrapó al más buscado. ¡Vengan!

Y desapareció dejando una nube de humo en su lugar. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro