CAPÍTULO VIII: "LA DESPEDIDA".
Sábado fatídico en el pueblo de Tajamar, los cuerpos de los dos occisos son enviados a los pueblos donde provenían. Había amanecido y la gente aún se encontraban encerradas en sus casas, tomándose el café caliente y en voces susurradas comentando los últimos acontecimientos y quiénes eran las dos personas halladas detrás de la gran sombra del remolque viejo que se encontraba atracado en la orilla del río a menos de 300 Mts de la casa de mis abuelos. Mi madre esperaba ansiosa a la señora Magali, para que le trajera los últimos acontecimientos de la noche anterior. Se hacían más de las 7 de la mañana y ésta no aparecía con los pescados y el "chisme fresco"...
Mientras amanecía en todo el pueblo, en casa de la Familia Alarcón (familia de Ana Luisa) no pasaban una buena madrugada. Tenían a la mayoría de los miembros amordazados, a su tío lo tenían en la terraza que aún se mantenía oscura y al parecer la iluminación de las afueras era precaria ya que había sido rotas las luces de los postes de en frente. Frente a casa de los Alarcón estaba una casa que no era habitada, al lado una gran pared que tenía más de 30 metros y sus vecinos más cercanos era la familia de Dally quienes a esa hora estaban profundos, no tenían la costumbre de madrugar tanto.
A eso de las 5:30 AM, después de media hora de estar encerrados se escuchan 3 disparos; su tío Maicol el fotógrafo había recibido los impactos de éstas, en la acera enfrente de su casa al lado de la gran terraza que tenían. Su familia no podía hacer nada. Los niños comenzaron a llorar fuerte, atemorizados por los fuertes impactos... los vecinos despiertan con el estropicio, la mayoría de ellos metiéndose bajo las camas de sus habitaciones. La tía (la profesora) es enviada a uno de los cuartos a calmar a los niños para que no hicieran más ruido, mientras la tía costurera de Ana, es llevada a una de las habitaciones donde también le propinan 2 disparos que acaban de inmediato con la vida de ella ... La escena era desgarradora, todos estaban atados, amordazados y con impotencia y turbación...
Pasaron más de 10 minutos después de los últimos disparos y la gente comienza a salir de sus casas, exponiéndose al riesgo... se acercan atónitos despavoridos a la casa de los Alarcón y se encuentran con la fatal escena... Al primero que ven es a Maicol quien había quedado decúbito prono echado en el piso de la terraza con medio cuerpo hacia afuera de la gran terraza, había derramado mucha sangre y no tenía pulso, al parecer no había ya mucho que hacer, tenía 2 impactos en la espalda y uno en la cabeza y se veía que después de caer en la acera de enfrente se movió un metro de su caída. Muchos entraron y con una patada forzaron el cierre de la puerta, todos estaban llorando, Ana estaba desmayada con las manos atadas y la boca tapada, algunas personas pensaron que también le habían hecho algo, pero con unas insuflaciones fue suficiente para traerla de vuelta a la realidad. Soltaron al Padre de Ana quién en medio del llanto les comunicó que fuesen a uno de los cuartos a ver qué había pasado con su hija y si vivía... la Escena no era menos desgarradora que la de Maicol, la Joven mujer estaba echada al lado de una cama sangrada y no respiraba tenía dos impactos en la cabeza que habían causado su muerte instantánea.
Mientras que esto ocurría, en mi casa ignorábamos semejante noticia aterradora; ese día no sonaron las campanas tan pronto sucedieron los trágicos eventos. La gente no había dado aviso al párroco del pueblo para que avisara, las alarmas de la comunidad tampoco sonaron... sin embargo, a eso de las 7:20 AM éstas se reactivaron y las campanas también comenzaron a sonar... algo estaba aconteciendo, me desperté con gran temor entendiendo que era un evento trágico el que ocurría, los vecinos de enfrente tampoco sabían nada y por medio de las ventanas las mujeres de la cuadra se hablaban para ver si alguien sabía que estaba ocurriendo. Mi madre era algo más prudente y no se colocaba a gritar por las ventanas con las vecinas, sin embargo ella estaba con sus "orejas paradas" escuchando a los vecinos hablar, se le notaban los nervios, caminaba de un lado para otro y al yo salir del cuarto con voz fuerte me mandó a encerrarme en el mismo, mientras se calmaba todo.
Ese día la señora Magali llegó a las 9:30, ella había visto la romería de personas en casa de los Alarcón y presenció cómo sus cuerpos eran trasladados a la morgue más cercana. En cada casa de sus clientes iba contando la noticia según lo que había visto y la gran tragedia que era semejante noticia. Mi madre asustada la escuchó y sin pensarlo dos veces nos envió a la finca de mis abuelos a pasar los dos días allá mientras se calmaban las cosas. El lunes tendríamos clases normales o eso por lo menos era lo que se suponía así que le encargaron a mi abuela traernos antes de 7 para estar puntuales en clase. La finca estaba a menos de una hora del pueblo así que no era tan complicado el traslado hasta allá, pero era un sitio más neutral a pesar de quedar en medio de grandes arbustos y montañas.
Fue hasta el lunes que supe de quién se había tratado, lo que me generó un gran impacto... No había visto a Ana Luisa, a mis compañeros de clases, para escuchar sus opiniones Mi madre fue hasta el colegio para averiguar si había clase, lo que le comentaron fue que se tenía estimado que fuesen en la tarde a acompañar a estos habitantes reconocidos del pueblo y familiares de sus estudiantes a su última despedida. Mi madre al principio no quería que nos fuésemos a la finca, de hecho, mis hermanas no asistieron, pero yo si les pedí su permiso porque era mi gran amiga y su duelo me entristecía a mí también.
Después de aquella gran movilización de personas, donde muchas manifestaciones de dolor, repudio y lágrimas corrían de los familiares, vecinos, amigos y habitantes del pueblo... No pude ver más a Ana Luisa. Incluso quise llegar hasta su casa, pero la cantidad de gente que ingresaba y salía no me permitía ingresar a la misma. Me quedé un rato donde Dally y mirando por el patio de su casa para ver si alcanzaba a observar a Ana por allí. No pude lograr verle y quedé muy triste.
Al día siguiente fuimos a clases normalmente pero el colegio estaba cerrado y el portero nos recomendó regresar a casa y regresar al día siguiente. Los profesores no habían asistido a las mismas por temor, muchos de ellos provenían de otros sitios y temían llegar al pueblo en esos días. Fue una semana en la que estuvimos asomándonos, pero las clases no se reactivaban.
El lunes siguiente todo estaba "normal", por lo menos en la escuela, las clases habituales, los profesores, estudiantes.
Ese día nos reunieron en el patio de la escuela, el rector toma la vocería para darnos recomendaciones de seguridad y expresar su dolor con los estudiantes familiares de las víctimas los cuales no habían asistido ese día. Pasaron más de dos semanas para que Ana asistiera a clases y entre llantos y silencios profundos le recibimos todos con un gran abrazo...
Transcurrido un mes de aquel evento desafortunado, mi padre comenzó a charlar con los padres de Ana que sin saberlo se habían convertido en grandes amigos, mas que todo por las palabras de consuelo y los consejos que éste les daba en la iglesia. Se volvieron más creyentes y asistían a diario a la iglesia. Me costaba decirle algo a Ana y solo le sonría, ella hacía un gran gesto por corresponderme con otra sonrisa, pero era evidente que su gran dolor le dificultaba la misma.
Ese año mi padre nos comunica que nos mudaríamos a la casa de los Alarcón, la cual ya había sido tildada por muchos habitantes fanáticos que se escuchaban voces de los difuntos. La idea era cuidar de las cosas que dejarían los Alarcón, los cuales se trasladarían a la ciudad de Barrancas a emprender una nueva vida, mientras que decidían que hacer con la casa. Mi padre la rentó a bajo costo incluyendo cuidar muchos elementos que dejarían en uno de los cuartos de la gran casa. Nadie quería rentarla y ellos amablemente le ofrecieron la misma sabiendo que mi padre había sido un ser espiritual que había estado con ellos en esos momentos tan difíciles y con sus palabras sabias había ayudado a que el dolor fuese menos intenso.
Al enterarme de la noticia me quedé pasmado y no por el hecho de vivir en la "mansión oscura" sino por el hecho de saber que Ana Luisa no volvería más.
Así ocurrió y sin despedirse de sus amigos de colegio abandono Tajamar con su familia, personas como Dally, Christofer y yo estábamos muy tristes por su partida. Dally con su mano pudo hacer el gesto de darle el adiós el cual fue correspondido con una mirada perdida y con una lágrima en sus ojos...
-"Fue muy duro ver que quién fue mi gran amiga, se haya ido de esa forma". Expresó Dally.
Todos partieron en un gran camión tipo estacas modelo 95, que llevó muchas cosas del hogar y trasladó a la gran familia Alarcón a su nuevo destino, lejos del pueblo donde había quedado la mitad de sus vidas.
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