CAPÍTULO IV: "SUBIDOS EN EL ÁRBOL".
El año escolar transcurría rápidamente, todos estábamos con muchas actividades curriculares; los niños apenas teníamos el tiempo justo para ver media hora de nuestra franja infantil diaria. La profesora Marta al parecer nos llevaba en tirria, nada pareciese satisfacer sus expectativas. Yo pensaba y me decía a mí mismo:
"¿Pero si soy excelente alumno, porque me ha de tratar de igual forma que estos perdedores?".
Era cierto que a pesar de mi modesta forma de vida, no poseía esas cualidades de humildad propias de la gente de Tajamar, era algo engreído; aunque poco se lo demostraba a los demás, sentía que estaba más avanzado que el resto de la clase.La única buena característica que si sentía, era mi sentido de ayuda y orientación a los más necesitados; para ese entonces prestar mi ayuda o asesoría a los que en clase se sentían como en un laberinto (bastante perdidos), a la vez me servía para repasar las lecciones aprendidas, excepto con matemáticas que nunca fue de mi agrado, aunque realmente en esta materia mis notas no eran para nada malas, sentía que aprendía esa asignatura para salir del paso y ya, no me llenaba como si lo hacían las materias de Lenguaje, Ciencias o Geografía.
Una mañana de un martes, en la primera semana del mes de junio y ya acercándose el primer período de vacaciones; la profesora Marta se ausentó en todo ese día por calamidad doméstica, según las lenguas viperinas de mis compañeros de clase (a mi no me constaba), su marido le había sido infiel con una prima y estaban en un proceso conciliatorio en la comisaría de familia por la custodia y los recursos que éste debía girar a sus hijos, los cuales al parecer los tenía descuidados y olvidados...
Precisamente el rumor surgió por Ana Luisa, increíblemente ésta chica en clases no aportaba nada, parecía muda; pero para la difusión de noticias sin confirmar si que era muy buena. Yo debo admitir que no entendía muy bien esto de procesos conciliatorios, ni mucho menos que funciones tenía un organismo público como las comisarías de familia; pero escuchaba atentamente lo que se especulaba y se hablaba a viva voz en pleno salón de clases.
En la primera hora no tuvimos ningún acompañamiento de parte del cuerpo docente de la institución educativa. Fue en la segunda hora que una profesora del aula contigua a la nuestra se percató que estábamos sin acompañamiento docente, aunque más bien ella se percató de ello por el escándalo que teníamos en clases. Algunos estaban jugando al "stop" (un juego muy didáctico y popular en esas épocas), otras niñas haciéndose "trenzitas" en sus cabellos y hablando de "noviecillos"; algunos hicimos mesa redonda para hablar del tema de la profesora.
Ana Luisa y Christofer estaban en la parte de atrás hablando de una forma muy cercana, coqueta y silenciosa, no se podía comprender de qué rayos estaban hablando, sus labios no se podían leer. Muchos especulaban que eran novios, pero al no contar ellos con gran popularidad, era muy poco lo que se decía de los gigantes del salón. Ana comentó el tema que era punto de discusión en la mesa redonda donde yo estaba y se retiró a su puesto habitual a charlar con Christofer, yo me quedé en la mesa de discusión, sobre todo escuchando lo que decían y sin opinar nada al respecto, porque habían temas que de verdad ni entendía. También habían compañeros de clase que estaban en el patio jugando y ningún profesor se percataba de ello.
Ya transcurridos como 15 minutos de la segunda hora llega la profesora de Artes a colocarnos actividades mientras se sabía algo de la profesora Marta, creímos que la "chivata"profesora de al lado tuvo que opinar algo en coordinación para que nos enviaran a la "profe" a interrumpirnos la diversión.
Después de un rato de estar haciendo dibujos, figuras con plastilina, entretenidos y controlando la hiperactividad con el desarrollo de artes, se acerca el coordinador estudiantil y nos autoriza marcharnos a casa porque al parecer la profesora no llegaría ese día. Los más inquietos del salón quedaron en irse a un parque a las afueras del pueblo donde también quedaba otra escuela y la idea era poder entrar a jugar o comer frutas como mangos,que para esa fecha había cúmulos de ellos en ese lugar, además en esa institución habían chicas lindas y algunos tenían en mente ir a ver a las mismas, los compañeros de estudio más grandecitos tenían noviecitas por allá.
Yo la verdad era muy sosegado y le evitaba a mis padres cualquier incomodidad o susto por desaparecerme así, sin embargo, ese día accedí ir con ellos. creo que comenzaba a llegar esa etapa medio rebelde de la preadolescencia.
La mayoría de los fuimos a la escuela a las afueras del pueblo éramos hombres ;sólo dos chicas nos acompañaron y una de ellas era Ana Luisa, que fue más por acompañar a "Chris", como cariñosamente le llamábamos al gigante del salón y la otra era Norma, hermana de uno de los compañeros de clase, la cual fue más bien fue obligada por su hermano Elvert (otro compañero de clases) para que sus padres no se enterasen que ese día no habíamos salido temprano por la eventualidad de la docente.
La caminata era aproximadamente de unos 40 minutos desde la escuela nuestra a la salida del pueblo, Ana y Chris se quedaron un poco rezagados y cuando giré mi rostro hacia atrás pude notar como se tomaban de sus manos.
<< Al parecer si pasaba algo entre ellos>>.
Fue allí cuando sentí mis primeros celos infantiles, yo era quien le ayudaba con sus tareas, quien la animaba en clases a que respondiera (así dijera una locura), también insultaba a los demás si se burlaban de ella cuando escasamente hacía algún aporte en clase... ¿y viene ella a fijarse en Christofer?, no había derecho.
Llegamos a la otra Institución educativa y nos colamos por la parte trasera de la misma, por una cavidad de una pared que estaba a medio caer. Era un sitio gigante. Sus Terrenos eran de mas de 20 hectáreas, habían algunas aulas que estaban bastante separadas y existían muchos espacios para que las personas pudiesen "volarse de clases" o ingresar fácilmente.
Recuerdo que me subí a un árbol de mango junto con Ana y Chris. Subimos en medio de las grandes ramas hasta un sitio alto, donde nadie se percatara que estábamos allí; comenzamos a jugar y charlar, mientras comíamos mangos. El grupo restante se esparció por la institución, algunos se quedaron viendo un torneo de Básquetbol que se realizaba en ese entonces y otros se fueron por las orillas del río donde se citaban con las noviecitas a charlar y a darse unos "buenos besitos"...
Eran otras épocas, estoy más que seguro que ninguno de los que estaban allí, tenían una vida sexual activa, pero se notaba que ya quedaba poco para ello, ya estaban esos sentimientos desaforados de querer abrazar, besar e incluso tocar a las chicas. En mi caso aún no tenía estos sentimientos, solo me gustaban las chicas bellas, las más femeninas, más específicamente Rina, que con su rostro llamativo, esa sonrisa gigante y espontánea y esa forma de vestir siempre tan elegante, con sus adornos en sus cabellos y ese labial suave que se colocaba, se ganaba mi corazón de crío. Lo extraño era lo que me estaba aconteciendo con Ana Luisa, quizás no era la chica más bella, es más tenía facciones toscas, agresivas, era muy callada y sus pecas me parecían que le restaban belleza facial, pero aun así al verla con mi amigo Chris sentí unos celos enormes.
Estando en el gran árbol de mango, se me ocurrió preguntarle a Ana por los extraños sucesos de aquella vez. Christofer al parecer sabía de algunos de ellos y no se sorprendió en lo absoluto.
- "¿Ana por qué te ausentaste durante una semana? , ¿que te ocurrió?". Pregunté con gran inquietud.
-"la verdad me cuesta contarle a la gente mi vida, porque nadie me cree. Chris, sabe algo de lo que me ha acontecido y él nunca me ha juzgado por ello. Siento que si existe otra persona que pueda entenderme y respetarme eres tú. Así que te voy a contar, pero prométeme que no me juzgarás, ni le contarás a nadie, es algo muy delicado y esa semana no ha sido la única vez que me ha pasado esto". contestó Ana un poco exaltada.
Antes que Ana Luisa procediera con su relato, recuerdo que pasé mucha saliva por mi garganta, intuyendo que lo que iba a escuchar no iba a ser de mucho agrado.
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