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CAPÍTULO I: "NUESTRO PRIMER ENCUENTRO".

Aún recuerdo esas épocas de antaño, cuando solíamos recorrer medio pueblo jugando con los vecinos, con conocidos y hasta desconocidos; cuando no temíamos de peligro alguno y nuestros padres nos autorizaban a jugar << "sin irse tan lejos">>. Esas corridas bajo la inmensa lluvia, los cuales a la luz de los relámpagos nos refugiábamos en las grandes terrazas de las casas ajenas, pensando que ocultándonos allí nada nos podría pasar. Había unas terrazas de algunas casas que poblaban cierto sector del pequeño pueblo, dichas terrazas eran gigantes, solían tener desagües en los tejados como especie de grifos, algunas con figuras de animales, gárgolas, seres mitológicos, dioses o figuras ancestrales; allí nos quedábamos a disfrutar de ese baño frío y delicioso que salía de las fuentes, y que nos agradaba tanto sentir en nuestro cuerpo; por  el efecto que ejercía el "chorro" en caída libre de algunos metros de altura.


El pueblo estaba bañado por río, ciénagas, fuentes de agua, pero también poseía terrenos semidesérticos, los cuales solían ser parajes solitarios sobre todo a medio día; donde no se vislumbraba un alma en sus calles, pero esas tardes de lluvia se convertían en un sitio mágico donde grandes y chicos jugábamos bajo la majestuosidad de la misma.


Los jóvenes y adolescentes e incluso muchos adultos, se tomaban las calles y armaban canchas improvisadas de fútbol, ya fuese con balón profesional o la famosa "bola e' trapo". Existía también para esa fecha "la fiebre" del Baseball, ya que teníamos grandes referentes en las ligas mundiales de este deporte y muchos lo jugábamos de forma aficionada (algunos imaginándonos en el diamante y haciendo el "Home Run" de la victoria), esto lo hacíamos sobre todo en épocas de  lluvia; aunque algunas veces también jugábamos bajo ese inclemente sol que se posaba en el pueblito de "Tajamar" ,  la quemada en nuestra piel era fuerte. A mi cabeza vienen tantos recuerdos de juegos, peleas, discusiones sanas, reconciliaciones, carreras, risas, llantos, resbalones y un sinnúmero de experiencias y fantasías que en la imaginación de un niño eran poderosos momentos de felicidad.


Iniciaba el año 1998, los niños comenzábamos a padecer de un mal que nos quitaba mucho espacio para la recreación: <<el arranque del año escolar>>... Muchos de nosotros sufríamos con las levantadas temprano, con esas corridas para que el portero no nos dejara por fuera de la escuela; así le evitaríamos a nuestros padres una asistencia por queja de parte de coordinación escolar. Las tardes eran dedicadas a repasar las lecciones y hacer las actividades que nos habían dejado para la casa; aunque en mi caso sacaba tiempo para la franja infantil, ésta la presentaban en la televisión nacional en el horario de 3:00 PM a 4:30 PM.


Eran épocas muy duras, sobre todo si eras niño, o así por lo menos lo veías desde tu percepción de crío, porque solo pensabas en jugar. Épocas en las que la tecnología apenas comenzaba a tener auge y en pueblitos tan pequeños como Tajamar , no todos teníamos la oportunidad de disfrutar de ellas. Todo nos tocaba manual: << tomar las clases y escribirlas, luego repasarlas, tener cuidado de no tachar porque los profesores revisaban el orden y la estética de tus cuadernos y útiles escolares>>. También recuerdo que los televisores en muchos casos eran manuales y sus colores no tan buenos, es más, algunos aún teníamos televisión a blanco y negro. Las primeras computadoras solían llegar de grandes compañías como donaciones a través y por medio del ministerio de educación. Los dictados de los profesores eran claves para determinar cómo estabas en retención auditiva, caligrafía y ortografía. Pareciese muchas veces que se desahogaran con nosotros de sus problemas personales, ya que nos dejaban cansadas las muñecas de nuestras manos por tan largos relatos. Niños que en nuestra época solo queríamos jugar, comer, jugar otra vez, volver a comer, jugar una vez más, ver televisión, y dormir; todo esto sin querer pensar en madrugar, sin tener que responder por tareas, por dictados, por sumas, restas, multiplicaciones y demás operaciones aritméticas que nos torturaban.


Comenzamos ese año escolar y recuerdo que llegaba el quinto de primaria a mi vida, solía destacarme frente a otros niños, éstos por su hiperactividad no prestaban ni la más mínima atención en clases. Sin embargo, así me destacara, nunca me gustó madrugar y soportar las extensas e interminables 6 horas de jornadas diarias, sentía que ya me fastidiaba verle la cara a la maestra; ella terminaba con una asignatura y comenzaba con otra y así sucesivamente. Era un "calvario". 


No eran tiempos como los actuales en los que tenías muchísimos profesores, eran máximo cuatro o cinco instructores: La Maestra integral : <<la que dictaba más de 6 asignaturas y también líder de grupo>>; El profesor de Educación Física:<< El que te ponía a correr como loco bajo el inclemente sol veraniego>>; El "profe" de Computación: << El ídolo de muchos por manejar esos aparatos sofisticados>>; La profesora de Artística: <<La también conocida como "maestra hippie", pero también las más divertida de todos los educadores>>; y por último, pero no menos importante... la "teacher" de Inglés: << La que nadie le entendía, alias la "wachu, wachu">>.


Recuerdo ese lunes que iniciamos, yo estaba novato en esa escuela y para mí todos eran unos completos extraños; excepto Manuel, el chico de cabellos rizos, con una especie de afro rubio (muy característico de un futbolista famoso de nuestro país en esa época), sus ojos eran de color ámbar como la miel, de tez blanca medio pálida, con algunas pecas faciales; era el único que venía de mi anterior escuela y era muy cercano a mí... Como era evidente tendría que sentarme con él por ser el único a quién conocía. 

Yo me encontraba en el Top 3 de los más pequeños del salón y también de los de menor edad. 

Dentro de un grupo de jovencitos de tez morena (más que todo por las fuertes asoleadas que tocaba después de salida de clases y en educación física), solía estar en el Top 5 de los más "claritos" del salón.


Ese primer día eché un vistazo hacía atrás, puesto que estaba siempre sentado en los primeros "pupitres" del aula, era muy pequeño y después no veía bien el pizarrón, por esta razón me ubicaba adelante. Cuando hago el giro de 180 grados suelo divisar unas figuras gigantes en las últimas sillas: Christofer y Ana Luisa, ( después conocería sus nombres). Era para mí extraño que siendo nosotros niños y en promedio de unos 10 años de edad, con estaturas no muy pronunciadas de unos 1,50 CMS., estuviesen esos señores ahí detrás; parecían adultos, de estaturas que superaban el metro con setenta centímetros...


Pasaron aproximadamente dos meses después de iniciar clases y ya estaba adaptado, tenía grandes amigos (más que todo aquellos que nos sentábamos en las primeras sillas). Fue para esos días que por primera vez me tocó interactuar con Ana Luisa...

Teníamos un trabajo grupal donde profesora reunió a los niños más destacados con los que ya a esas alturas iban con promedio deficiente en todas sus clases, esto con el fin de nivelar los conocimientos de todos sus alumnos. 


Odiaba el hecho de tener que reunirme con esa niña misteriosa, callada, amargada y gigante que se sentaba detrás y la cual solo conocía que se llamaba Ana Luisa. Sentía que me hubiesen desprendido de mi grupo exclusivo: "El súper trío dinámico"... como si fuese poco, éramos el único grupo que teníamos dos integrantes (ella y yo); los demás estaban divididos en tres personas. Era un trabajo para Biología o Ciencias naturales, como se denominaba la asignatura en ese entonces.No recuerdo muy bien el tema, pero recuerdo que tocó irme para la última silla con Ana Luisa y hablarle de cómo haríamos para presentar dicho trabajo. 


Recuerdo que sentía cierto temor por esa chica, la cual poseía una tez clara, de cabello castaño largo (algo rojizo), abundante y liso, con pecas en su rostro, de labios muy carnosos y apariencia "fortachona", brazos un poco gruesos y manos gigantes; no tenía idea de su edad, pero le calculaba exageradamente 20 años de edad, mas que todo por su gran estatura y corporalidad; más tarde descubriría que estaba a punto de cumplir 15 años de edad. También recuerdo que para mí era como una de mis tantas primas: "las ya adultas", porque a ella se le divisaban unos senos grandes y unas caderas anchas. Yo le quedaba por el pecho y sentado junto a ella me sentía como David y Goliat. Recuerdo que tenía ese pasaje bíblico en la cabeza, me decía a mí mismo: 

-" Si esta niña me va a pegar u otra cosa, sé que David en la Biblia le ganó a Goliat, así que no me dejaré atemorizar por su apariencia"-.

Pero para sorpresa mía la chica era de pocas palabras y aparentemente tímida. 

-"Hola Soy Juan, ¿como te llamas tú?".- Pregunté.

-"Mi nombre es Ana Luisa". -- Me contestó.

Ella solo se limitaba a responder lo que le preguntaba.


Tomé la iniciativa en el diálogo, y le propuse reunirnos en la tarde del viernes en la biblioteca del pueblo para buscar un libro de Biología; allí podíamos realizar la investigación y hacer los carteles que el lunes a primera hora nos tocaba presentar. Sin embargo y para sorpresa mía, ella me dice que no tiene permiso de salir de su casa, que solo podía ir a la escuela... 

Algo ya no empezaba a gustarme. 


Me fui solo a la biblioteca y allá me encontré con muchos de mis amigos y sus grupos de trabajos. Les conté aquella situación, que estaba preocupado porque la nota era grupal y si Ana me salía con nada, mi nota sería insuficiente. Yo era muy obsesivo con sacar los mejores puntajes siempre y no solo tenía facilidad en el estudio siempre vivía compitiendo con los que siempre estaban "pisándome los talones".


Lo que me contaría uno de mis mejores amigos acerca de esta misteriosa niña me dejaría atónito. 


Mi amigo "George", quién gozaba de mucha popularidad en el pueblo, por ser rubio, de ojos azules, de muy buena apariencia física, de cabello lacio, a la altura de los hombros, usando un famoso corte de la época ("el honguito"); además provenía de familia política y de clase media-alta. Cuando me contó aquello le di mucha importancia a sus más que "chismes populares", por ser alguien aparentemente de clase y tener clara sus ideas... Así que para mí se convirtieron en argumentos sólidos que me dejarían perplejo y con temor de acercarme a ella nuevamente.

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