Remember
"Hey Marco,..."
Ya habian pasado años desde que supe de ti.
Estuve vigilándote durante un tiempo, pero ya estaba harto de hacerlo sabiendo que eso le hacía daño a mi inexistente corazón, estuve al borde en que el simple pensamiento de desaparecer se veía tan tentador.
Ya en esos momentos sentía ganas de irme, no ver a nadie y... ¡No sé! ¿Qué se yo? ¿Morir? Los demonios son inmortales. No pueden morir.
Estaba más enojado que nada. Ya malvavisco no me tranquilizaba.
Ese lindo conejo que aún conservo como mascota, no me hace sentir bien, solo llena un pequeño vació que dejaste al ser yo tan idiota como para irme.
Al acariciarlo, me recordaba lo suave de tu cabello, lo tibio de piel, tus ojos tan brillantes, tu gran entusiasmo, tu forma de vestir, el cálido sonido de tu voz... Aun te recuerdo cuando tenías solo 14 años, me agradaba ese chico, el chico seguridad.
Odiaba el cómo te molestaban y el cómo te insultaban por ser tan "perfecto", aunque, yo te veía como mi pareja ideal, aun lo hago, pero sé que cuando mueras no iras al infierno, eso lo dudo, sé muy bien que iras al "cielo" como ustedes lo llaman, reencarnaras y serás alguien distinto, sin recordarme, sin ser como antes, sin recordar jamás tu antigua vida.
Es muy triste.
Hoy, sigo pensando en que hubiera pasado si no hubiera sido tan cobarde como para dejarte, creyendo que estarías mejor sin mí, hasta tu extraña amiga Janna me advirtió de que tarde o temprano me arrepentiría, aun no tengo idea de cómo logró conseguir unas tijeras interdimensionales, seguro y Star las perdió con una apuesta con ella, creo que ella da más miedo que mi padre y yo enojados al mismo tiempo.
Ella viene de vez en cuando, aun con sus 30 años lo hace, al parecer se volvió dueña de una empresa constructora y armamentos de caza, me impresiona el cómo llegó tan lejos siendo ella misma, a la final dejó de venir, seguro ya la atraparon por usar pólvora ilegal en sus armas, tal vez por eso no ha venido a visitarme, según ella, la cárcel es como la escuela reformatoria Santa Olga's, te quitan las tijeras hasta que salgas civilizadamente, en el caso humano, salen después de los 70 años, justo cuando están a punto de morir.
Me siento mal por ella, era buena amiga y gran camarada, tal como solía decir la muerte en sus tiempos de juventud.
No he sabido de Star desde que me fui, se ha comunicado conmigo por el espejo desde que te casaste, preguntando mi estado, que hacía, si necesitaba algo, cosas cotidianas, un día dejó de hacerlo, ella me dijo que se convertiría en reina de Mewni y que le sería difícil comunicarse conmigo, al parecer no mentía, por unos momentos pensaba que podríamos volver y ser novios de nuevo, pero solo fue un sueño pasajero.
Sigo en este estado desde entonces, ya ni recuerdo como era enojarse o si quiera el cómo era el estar feliz, lo único que siento es tristeza, ya no me alimento muy seguido, razón por la cual mis poderes están muy debilitados, soy como una vela que se apaga lentamente con el pasar de las horas por la falta de cera.
Mi madre estuvo preocupada por mi estado, ni siquiera mi asesor de control de la ira ha logrado hacerme devolverme lo que entre demonios llamamos la "chispa", eso nos hace ser volátiles y nos ayuda con nuestro control con el fuego. Sin embargo, esa chispa se fue desde que la depresión me venció, creo que a esto se le llama etapa de la pubertad demoniaca, en esos momentos los demonios como los humanos y los habitantes de Mewni sufrimos cambios tanto emocionales como físicos, en el caso de los demonios eso llega a niveles extremos, eso incluye a la querida depresión.
Estuve deprimido desde entonces, durante mis terapias con varios psicólogos nada parecía funcionar conmigo, trataban con terapias de ira, pruebas de reflejos, tratamientos, pastillas, incluso trataron con algunas cosas que en el pasado me parecieron divertidas, hoy, me recuerdan al dolor de la vida, me recuerda lo divertido que fue todo antes de perderte, generalmente me hacen recordar el pasado, mi pasado contigo. Eso me deprimió aún más que antes.
Mi madre estaba tan impresionada de que nada funcionara que hasta llegué a creer que se sentía de alguna manera angustiada e iracunda.
Mis resultados se supieron en una prueba de control del núcleo.
Fui llevado a una sala de un rojizo carmín, me sentaron en una roca con forma de cráter, el cual no tenía agujero, dicho cráter estaba en el medio de la habitación, me encontraba viendo hacia una pequeña pantalla sin encender, a su derecha estaba la psicóloga de esa ocasión, una vez que me senté conectaron varios cables en mis puntos intravenosos, prácticamente en mis brazos, cabeza y muñecas, los encendieron haciendo que fluyera mi magia para poder manifestar tres flamas a cada lado de mi persona, estas estaban en un punto debajo de lo que mediría una flama normal. Mire hacia el frente notando como la doctora colocaba en la pantalla ese tétrico documental del osito que les enseña a los niños sobre la seguridad en varias ocasiones de la vida.
Lo estuve viendo sin expresión alguna con las piernas cruzadas y mis manos apoyadas en mis pies para mantenerme resto mientras veía dicho documental, no importa cuán tétrico sea, no me causaba gracia o enojo, así fue hasta que pasaron mi parte favorita, la que me encantaba ver siempre, eso pudo sacarme una sonrisa, una muy pequeña, creo que las flamas de mis costados subieron un poco.
Todo bien, hasta que un vago recuerdo llego a mi mente.
Era una de nuestras citas, ese día estaba lloviendo y yo estaba en tu casa, ambos veíamos una película en la sala, era una de terror. Te habías asustado en la escenas en donde le arrancaban los ojos a la chica mientras ella estaba consciente, te habías asustado tanto que no pudiste evitar el abrazarme como un coala, yo solo te acariciaba la cabeza tratando de transmitirte seguridad, como siempre hacia, algo que me encantaba hacer en momentos como esos.
Los días de lluvia dejaron de parecerme tristes desde entonces.
Salí de mis pensamientos notando que el documental no iba ni terminando y ya estaba en medio de un colapso, con ese simple recuerdo me volví a deprimir, esos momentos ya no los volvería a recuperar jamás ni soñando.
Las llamas a mis costados bajaron a un estado crítico, tanto así que simplemente me di vuelta quedando a espaldas de la pantalla, me coloqué en posición fetal y, como en cada segundo de mi vida, comencé a llorar en silenció.
Escuché como habian apagado la pantalla a mis espaldas y el como la psicóloga salía de la sala, la puerta volvió a abrirse y noté a mi madre a mi costado cuando empezó a acariciar mis cabellos, yo solo volví a mi posición tan solo para llorar más fuerte.
Volví a escuchar la puerta abrirse y sentí algo suave que entraba por las aberturas que mis brazos, me incorpore viendo que era malvavisco, lo tomé en brazos y lo comencé a acariciar, como siempre hacia para tratar de verte en mis sueños antes de dormir, me acosté en esa estrecha roca con mi conejo entre mis brazos acunándolo, y simplemente me dormí.
En mis sueños ambos seguíamos siendo pareja, Star era como nuestra casamentera, esos sueños a veces parecían tan reales, que simplemente deseaba no volver a despertar. Tan solo quedarme en ese sueño y seguir con esa fantasía, que no importa que intente, no lograre volverla realidad.
Me sentía feliz en esos sueños, deseaba enserio no volver a la realidad, ya que la realidad era triste y cruel.
Desde entonces comencé a dormir la mayor parte del tiempo, dormía de más, básicamente. Me levantaba tarde y me acostaba temprano, ya ni siquiera me apetecía ir a terapia, pero ya no tenía el coraje de decirle no a mi madre, ya no era como antes, por lo que iba con mucho sueño, y como siempre, malvavisco iba conmigo.
En las sesiones de terapias hacían lo mismo, y yo actuaba de la misma manera, sin emociones, y siempre tenía que ir con la única compañera que he tenido desde un principio: La tristeza.
Un día me recomendaron a usar una de las terapias más arriesgadas y efectivas, que, según la psicóloga, es la que suele usarse como último recurso: La fuerza.
Trajeron a mi padre para la terapia, me encontraba en la sala de espera cuando lo vi entrar, se le veía molesto, más de lo normal cabe decir, por lo que simplemente lo vi entre asustado y confundido, ¿Tan mal estoy?
Mi padre se me acercó y me grito lo estúpido que me veía con el hecho de solo llorar y llorar por todo, que era una vergüenza para la familia, que nunca heredaría el reino actuando de esta manera. Y, aunque tenía la idea de que esto era para ayudarme, no me sentía del todo mejor, solo me sentía peor, todo eso me recordaba a la culpa que sentí al dejarte en estado de coma, y el hecho de haberme ido sin siquiera despedirme, ¿Si eso era lo correcto, por que duele tanto?
Simplemente volví a la misma rutina, llorar sin control ante los problemas.
No sabes lo difícil que es llorar con un tercer ojo en la frente.
Pero ya estoy acostumbrado.
En eso sentí un golpe, tan solo por como respondí ante la situación, había caído de la silla en la que estaba sentado, seguí llorando. Levante la vista viendo a mi padre con una expresión de querer matarme, vinieron varios demonios quienes lo detuvieron antes de que se me abalanzar encima y me atacara.
Solo podía suplicar para que no me lastimara, pedía clemencia ante él como un sucio esclavo.
Eso solo lo enfurecía más.
Lo tuvieron que sedar y lo llevaron lo más lejos posible de mí, dejándome con mi madre, ella se me acercó y me acarició la cabeza con la intención de calmarme, como siempre.
Yo la miré a los ojos y pedí que me comprara ropa nueva, ya que tenía frio.
Ella se quedó sorprendida y me levantó cuidadosamente llevándome al castillo de nuevo, de una vez, y sin decir nada, me adentré a mi cuarto y caí rendido en mi cama, malvavisco me hizo compañía como siempre, lo abracé a mí y me quedé dormido.
Desde ese día no he vuelto a terapia, mi madre ya no está tanto en casa, por lo que no sabe que estoy haciendo.
Ciento que ya se rindieron conmigo con tratar de curar mi depresión, hasta lo más efectivo terminó sin funcionarme. Desde entonces estuve con una rutina de la que no pensaba salir, despertar, comer, bañarme y dormir, esa simple rutina era la que pensaba seguir, no me importaba si era malo para mi salud, solo quería estar en ese sueño con el cual me gustaba soñar siempre, un final que me pareció hermoso desde un principio.
Me hubiese gustado un final así.
Dudo obtenerlo ahora.
Mi madre dejó de aparecer por la casa en las noches desde hace 4 semanas, por lo que eso me dio más libertad de estar en el castillo y distraerme sin necesidad de que me regañen y termine llorando, ya hasta ni yo me reconozco.
Pensaba en seguir con mi rutina normal hasta que supe que me convertiría en el rey, pero eso no eran buenas noticias para mí, cuando me dieron la noticia me dieron varios papeles y peticiones de reuniones, esto me empezó a matar por dentro, ya no tenía tiempo para nada, no tenía tiempo de "morir" en paz, en lo que cabe de la palabra.
Estuve tanto tiempo ocupándome de mis deberes que ya me estaba olvidando de tu existencia, ya no sabía porque estaba tan triste, parecía que ya estaba cambiando y volviendo a ser el mismo.
Cambie mi atuendo, ahora usaba jeans negros, botas más sofisticadas y camisas cuello de tortuga de un tono morado, ya no me apetecía el seguir siendo rebelde, había madurado, de alguna manera.
Parecía que había superado mi depresión.
Hasta que llegaste.
Me habian mandado a recibir un alma que había terminado en el infierno, el saco de huesos conocido como La Muerte había decidido tomarse unas mini-vacaciones, ¿Y quién sería el tonto que tenía que cubrirlo?
Pues yo.
Tomé riendas en el asunto y me dirigí a la celda del convicto al que tendría que explicar su estadía en el infierno, entré a la celda encontrándome con la persona menos esperada.
¿Cómo pudiste acabar aquí...?
Marco...
Leí el informe que tu ángel guardián me había traído, al parecer te encontrabas aquí por asesinar a más de 13 personas en un incendio accidental.
El caso, es que no fue un accidente.
Al parecer es cierto lo que dicen, "Hasta la rosa más bella puede tener espinas". Marco es un gran ejemplo de eso.
¿Cómo un chico que tiene una hermosa familia, un gran trabajo y una hermosa vida por delante termina aquí?
Quité mis ojos de los papeles viendo que estabas en la camilla de la celda encadenado de la pierna izquierda, usabas la misma ropa de cuando le hacías de psicólogo y me ayudabas con mi manejo de la ira.
Te encontrabas en posición fetal llorando, susurrando y pidiendo perdón.
¿Cómo es que llegaste aquí...?
Me acerqué a ti con una expresión seria, no podía estar feliz siendo que estas aquí en un estado indefenso, me senté a tu lado llamando tu atención, cuando me viste tu expresión pude apreciar esa hermosa sonrisa que hasta hoy me sigue cautivando.
Me abrazaste, y sin rodeos me hiciste una pregunta que nunca pensé que respondería.
-¿Por qué me dejaste? – Dijiste casi en un susurro, como si me tuvieras miedo.
Te miré antes de corresponder tu abrazo, estuve tanto tiempo ocupándome de mis obligaciones y tratando con mis emociones, que olvide como eras antes de dejarte.
Había visto tus brillantes ojos, tu radiante sonrisa, tus cabellos tan bien peinados.
Sí.
Así es como te recordaba.
Radiante.
Te sonreí, y respondí lo que mantuve como un secreto desde mi partida lejos de tu existencia.
-Te amé tanto pero tanto, que no desee que un ángel tan bello como tú terminara en el Infierno con alguien como yo. –
Desde ese entonces...
La chispa había vuelto a ser tan ardiente como antes.
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PD: La historia está editada :v
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