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Otra semana paso, y no volvimos a tocar el tema.

La última cicatriz que tenia me la hice antes de conocer a Jimin, y esta ahora no era más que una simple marca rosácea en mi pierna, ¿tanto habia cambiado?

El clima estaba un poco mejor, la primavera al fin daba sus frutos y las calles se veían más verdes y luminosas al atardecer, pero las lluvias seguían.

Entre casi estilando, la lluvia me habia pillado en la calle y no tuve más remedio que correr antes de comenzar a sonrojarme por el frío. Mi cabello goteando y el impermeable empapado, botas de montaña mojadas pero secas por dentro. Saqué el impermeable y lo dejé en un perchero antes de comenzar a avanzar y sentarme en la última silla vacía del local, en la barra.

—Jimin, llegó tu macho— canturreo Kihyun trapeando la entrada, el era un obsesivo con la limpieza y una vez lo escuché gritarle a los cocineros como usar una escoba.

Negué con la cabeza y vi como Jimin se sonrojaba y se encogía, siguiendo su trabajo en la caja lo más rápido posible para prepararme un café. Espere unos minutos, en donde nadie llego a atenderme, debido a que todos me conocían y si hacían algo Jimin al próximo día se encargaba de ensuciarles accidentalmente los uniformes.

Las inscripciones para la universidad empezaban en tres semanas más, y sabía que Jimin había estado dándole vueltas al asunto durante toda la semana. Jimin era tan humilde que la desicion le estaba pasando la cuenta, en vez de aceptar enseguida como mucha gente lo haría, y eso me gustaba de él.

Siento como se gana frente a mi con timidez, y deja la taza con la nota frente a mi. Tomó la nota no sin antes darle un beso en la frente y leí.

Esta bien, acepto.

Sonreí en grande, y sin resistirme, me recosté en la barra y lo abrace con fuerza y con cuidado de no botar mi café, le llene de besos el rostro sin importarme toda la gente que nos esté viendo y el corazón se me lleno de alegría.

Sin duda, Jimin realmente me hacía sentir bien.

Le di un corto pico en los labios y acaricie sus sonrojados mofletes, sonriéndole y mostrando mis encías, logrando contagiarle.

—Cariño, te llevare a casa y empacaras un pequeño bolso, ¿si?— el asintió, sin borrar su sonrisa —La mudanza comienza ahora.

joanne | 180315

5/5

Ay, me voy a dormir.
Buenas noches❤️

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