09
—Yoongi, ¿te encuentras bien?
Negué con la cabeza incapaz de mirar a Jimin, sentía una impotencia tan terrible que por primera vez en mi vida quería llorar hasta dormirme y envolverme en mis sábanas, ocultarme del mundo y desaparecer para siempre.
Jimin se fue con una mueca en su rostro. Y yo al estar tan impactado no pude sacar más que conclusiones terribles sobre lo que Jimin podría estar pensando de mi.
¿Desde cuando me he vuelto tan pendiente por eso?
Apreté mis puños y solloce débilmente. Sentía mis mejillas calientes pero estaba pálido, y ninguna lagrima era capaz de salir de mis ojos. Un nudo en mi garganta me hacia sentir peor y quería gritar.
No llores, por favor.
Odio verte así.
Jimin se sento y aparto mis manos de mi rostro, acaricio mis mejillas y me miro preocupado.
—Mi madre llamó.
Jimin no entendió, arrugó la frente y ladeo la cabeza como un niño.
—Quiere que vuelva a Daegu.
Jimin abrió la boca sorprendido y se la cubrió rápidamente. No fui capaz de descubrir que fue lo que pasó por su cabeza y no estoy seguro si sus ojos se aguaron o no, ya que me abrazo con fuerza y oculto su rostro en mi hombro.
—¿Te iras?
Susurro. Me quede en silencio y rodee su cintura con mi brazo, no sabia que decir porque ni yo estaba seguro de que hacer. Estaba tan perdido que hasta había faltado a mi primera clase.
Jimin busco mi fría mano al ver que no le respondía y entrelazo sus pequeños dedos con los míos, estaba temblando ligeramente al igual que yo, e intentaba calmarme al acariciarme el dorso de la mano con su pulgar.
—No quiero irme.
Dije luego de un rato con la voz a punto de quebrarse. Jimin levantó la vista y me sonrió de forma triste con un leve destello en los ojos.
Intentaba no echarse a llorar, al igual que yo.
Estire una de mis piernas en el pequeño sillón para dos y apoye mi espalda en la pared, mientras Jimin se acurrucada en mi pecho sin soltar mi mano.
Estuvimos horas en esa posición, el acariciando mi pecho y yo su cabello, enredandolo entre mis dedos. Durante esa tarde no hubo café, ni notas, ni datos, ni palabra, solamente el ambiente triste y nuestros dos cuerpos dándose calor en un abrazo que no se rompió hasta que tuvieron que cerrar la cafetería, en donde me tuve que separar de Jimin.
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