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007. ᴛʜᴇ ᴄʟᴏꜱᴇɴᴇꜱꜱ

Diciembre, 1975

Maia tenía una de las peores desgracias, el insomnio. Era muy común para ella que de forma inesperada le costara conciliar el sueño y para su pesar esa noche le pasó. Se había ido a acostar con la intención de descansar pero cuando pasaron un par de horas y no hubo indicios de sueño se levantó a servirse agua para ver si eso la ayudaba a despejarse un poco. Siempre supo que su mente era su peor enemigo y quería intentar dejar de pensar en sus padres y la maldición que se le venía encima.

—¿Interrumpo algo?

Maia se sobresaltó por la repentina voz, agradeció a Salazar por no haber sufrido algún accidente como escupir o ahogarse con el agua. Tragó, dejó el vaso en la encimera y se giró con lentitud, su vista encontrándose con James recargado en el marco de la puerta.

—No, solo bebía agua —suspiró y se volvió hacia enfrente nuevamente. Estaba nerviosa, estar a solas con él, desde el año pasado, lograba hacer que su corazón se acelerara, para su suerte, James era tan ciego que nunca se daba cuenta.

Para él, Maia era solo la hermana melliza de su mejer amigo, no podía pensar en ella de alguna otra forma —eso se lo repitió él mismo tantas veces en la cabeza, hasta que se convirtió en su mantra— por que creía firmemente en el código de amistad, además, sus ojos siempre estuvieron sobre Lily Evans, no tenía tiempo para pensar en alguien más que no fuera la bonita pelirroja.

—Yo tampoco puedo dormir, lo intento pero no logro pegar el ojo —James habló en voz baja, intentando no despertar a sus padres o a sus amigos.

Maia volvió a girarse, viéndolo a la cara. No le gustaba saber que alguien tenía conocimiento sobre su problema para dormir y menos que esa persona fuera James.

—¿Por qué asumes que no podía dormir? —preguntó sin emoción, deseando que él se diera la vuelta y se fuera o que al menos se alejara de la puerta para que ella pudiera salir.

James no quería admitirse así mismo lo mucho que le afectaba que ella se dirigiera a él con indiferencia, no esperaba que se conviertieran en mejores amigos pero ya llevaba siendo amigo de Sirius seis años, por lo tanto conocía a la pelinegra de mucho tiempo atrás y ella nunca daba el brazo a torcer, no se abría con ninguno de los merodeadores, Peter Pettigrew podría ser una excepción porque Maia mantenía un compañerismo cordial con él pero a pesar de eso, hasta con el rubio regordete actuaba un tanto indiferente. James no entendía la forma en que se sentía pero tampoco quería permitirse ahondar en el sentimiento agrío.

Así que James alejó sus pensamientos de la cabeza y se enfocó en la conversación que, para su sorpresa, deseaba lograr con ella.

—¿No es el caso? —sonrió divertido, intentando aligerar el ambiente.

—No, solo me desperté con sed, no es algo que te importe —Maia se quedó pensando en si eso había sonado más cortante y grosero de lo que había planeado, confirmó sus sopechas cuando el rostro de James decayó. Pensó que él simplemente se enfadaría y saldría de la cocina pavoneándose, pero para su sorpresa, James habló cosas que la tomaron con la guardia baja.

—¿Por qué eres así? —su cuestionamiento provocó que el ceño de ella se frunciera— Me refiero a distante —frunció más su ceño y James se sobresaltó, siendo consciente de que estaba metiendo la pata —no te estoy juzgando, digo no necesito un trato tan afectivo pero sí me gustaría que fueras aunque sea un poco más amable y en caso de que eso no sea lo tuyo, podrías intentar ser un poco menos odiosa o grosera, los merodeadores no te hemos hecho nada.

Ella lo miró fijamente, intentando leerle los pensamientos, James se sintió nervioso, era como si Maia pudiera ver a través de él, estaba tan intimidado que tomó un impulso no tan inteligente: se alejó de la puerta y se cercó lentamente, quedando a escasos pasos de distancia y viéndose cara a cara.

—¿Por qué te escondes? —James preguntó en un susurro apenas audible.

Maia ni siquiera lo pensó, las palabras salieron de su boca sin su consentimiento:

—Porque nadie quiere verme, nadie debería querer verme.

Lo había pronunciado con una convicción y seguridad tan palpable que James se sorprendió, no solo por el hecho de que le había dicho algo que sonaba un pensamiento muy personal, sino porque ella verdaderamente lo creía. Muchas veces se preguntó qué nivel de sufrimiento vivía la chica viviendo junto a Wabulga y Orión Black, lo único que sabía es que ella era la consentida, sus padres la trataban incluso mejor que a Regulus, pero eso no era impedimento para que Maia sufriera. Los castigos, gritos, demostraciones obligadas era algo que formaba parte de la vida de la pelinegra, tan desgraciada era su vida que ya hasta de había vuelto rutina, era normal para ella y James era muy consciente de eso y no podía negar que sentía un poco de lástima

—No deberías pensar así, Sirius te quiere. Y estoy seguro de que es lo mismo con Regulus —Dijo James, intentando consolarla. Maia soltó un bufido y rodó lo ojos.

—Solo ellos y los amo, lo juro, pero de ahí en fuera nadie más —se quedó unos segundos en silencio, dudando —Solo que...a una parte de mí le gustaría tener otras personas en quien confiar. Y no las tengo.

James la vio a los ojos, realmente la vio y levantó una mano para tomar la suya, pero Maia solo permitió que sus dedos se rozaran ligeramente y luego la apartó.

—Eso ha de ser porque te alejas, no dejas que te vean —dijo James, ignorando el claro rechazo de ella.

Maia dudo, pero dijo lo que se le vino a la mente y se sentía lo suficientemente segura para que James lo procesara.

—¿Tú quieres verme?

James no supo que responder, se quedó en blanco y su paralizamiento fue más cuando ella se alejó de la encimera y pegó su cuerpo al de él. A James se le cortó la respiración.

—¿Lo quieres? —James no respondió.

Maia acercó más su rostro al de él, apenas dejándo unos milímetros de distancia. Ni ella misma sabía qué estaba haciendo, solo quería dejar de pensar y James estaba ahí, el chico que siempre le atrajo estaba ahí. Le pareció una buena distracción

—¿Lo quieres? —volvió a preguntar. El azabache tuvo la ligera impresión de que ya no se refería a verla, sus sospechas se dispararon cuando los ojos de ella viajaron a sus labios.

Maia se lamió los labios y él sintió que los suyos cosquilleaban. James había besado a dos chicas en su vida, la primera fue a una chica de Ravenclaw en una fiesta y la segunda fue la mismísima Lily Evans en cuarto año y aunque después de besarla se dijo a sí mismo que no quería besar otra persona y su deseo se había cumplido por que nunca había tenido ganas de hacerlo con nadie más que no fuera la pelirroja, en ese momento se dio cuenta de lo mucho que quería que Maia cerrara la distancia y lo besara porque si ella no lo hacía, él no se sentiría con el valor de hacerlo por su cuenta.

«Bésame, bésame bésame»

—¿Quién está despierto? —se escuchó una voz masculina. Maia, quien reaccionó antes, puso sus manos sobre el pecho de James y le dio un leve empujón para que se alejara.

Este, aturdido, lo hizo y cuando cayó en la cuenta de a quién le pertenecía la voz, se movió del otro lado de la cocina para que no se viera que estaba cerca de Maia. Bajó la mirada y se rascó la nariz con un dedo, mientras Maia volvió a tomar el vaso y se bebió el agua que todavía tenía.

Después de unos segundos entró el señor Potter con el rostro adormilado y cuando los notó miró entre los dos con curiosidad.

—¿Qué hacen despiertos? —preguntó.

—Nada —Respondieron los dos al mismo tiempo. El señor Potter enarcó una ceja y de repente pareció estar más despierto.

James se aclaró la garganta y miró a su papá, evitando mirar de reojo a Maia, tal cómo deseaba hacer.

—Baje porque escuché un ruido y quería ver de dónde vino —dijo James.

Maia, quien se dio cuenta que ahora le tocaba responder a ella, se alejó de la barra y descruzó los brazos.

—Yo vine por agua, no quería despertarlos, por eso vine por mi cuenta —miró al señor Potter con expresión honesta y apenada—espero que no haya problema.

—No hay problema, hija, pero ya es muy tarde, es mejor que se vayan a descansar —miró a James y luego a Maia —ambos.

James asintió, siendo consciente de la sospecha de su padre y miró a Maia, quien no lo veía pues ya se había apresurado a caminar hacia la puerta.

—Buenas noches —deseó y, si James no hubiese bajado la mirada justo en ese momento, habría notado la mirada de reojo que ella le lanzó.

***

N/A:

¡La tensión ya comenzó! ❤️‍🔥

Tenía una parte de este capítulo escrito desde hace varios meses, casi un año porque esta fue la primera escena que se me vino a la mente y me animó a escribir el fic.

Es un tanto agridulce porque lo escribí cuando estaba hospitalizada y en un inicio mi plan era que fuera solo un One-shot pero miren, al final terminé escribiendo una historia corta.

En fin, el próximo cap se subirá la próxima semana y si es que lo termino antes, lo subo en unos días.

Ya tengo el plano de lo que será la historia y solo digo Capítulo 9 y 10

Nos leemos.

-Lissxhayil

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