Nivel 6: Libertad de creencias y gustos
- Oye, ¿y no te molesta que siempre se vista... Así?
- ¿"Así" cómo?- Preguntó Hasgard, enarcando una ceja ante la pregunta de una de sus compañeras de clases.
- Ya sabes...- Dijo la rubia, comenzando a ponerse nerviosa.- Siempre con ropa totales negra... Como si fuera a un funeral... Y ni hablar de su cabello...
A Hasgard realmente se había molestado por aquel comentario de la chica. Ni siquiera eran amigos, solo existía un respeto mutuo entre ellos como compañeros de clases, y estaba por responderle como se merecía, cuándo alguien se le adelantó.
- Si tanto quieres hablar de cómo se visten los demás, hazlo de tí misma, Úrsula, y deja de meterte dónde nadie pidió tu opinión.- Dijo un jóven de largos cabellos rubios.- ¿Acaso no tienes ningún tema de conversación más interesante, además de criticar a los demás hasta por como respiran a sus espaldas?
- ¿A tí quién te llamó?- Gruñó la rubia de cabellos cortos.- Más bien, ¿qué sabrá de estética un ciego como tú?, ni siquiera entiendo cómo puedes estar en esta carrera.
Asmita ni siquiera se inmutó ante los comentarios de la chica, al contrario, mostró una pequeña sonrisa burlona antes de contraatacar.
- Si, seré ciego de nacimiento. Pero te recuerdo que el chico que te gustaba prefirió a éste ciego por encima de tí.- Soltó el rubio, haciendo rabiar a la chica.- No te sientas mal, Úrsula, después de todo, si tu hermana se casa con el hermano de mi novio, podrás formar parte de la familia... Cómo cuñada claro.
- Púdrete.- Gruñó la rubia, para después irse.
Asmita no se molestó en ocultar su risa al escuchar su reacción. No podía ver, pero perfectamente podía imaginar los gestos que esa desagradable mujer debía estar haciendo.
- Oh, lo siento, Hasgard.- Mencionó el rubio, una vez que dejó de reír.- Sé que era tu turno de mandarla al diablo, pero no pude resistirme.
Hasgard solo suspiró rodando los ojos. Asmita no era precisamente su mejor amigo, y a duras penas se soportaban, pero en esa ocasión le dió las gracias.
- No hay problema.- Respondió el peli-blanco.- Aunque creo que ésta vez le hubiera respondido igual o peor que tú.
Asmita se rió levemente por las palabras de su compañero.- Ya sé que para tí soy un maldito bastardo por siempre hablar de forma tan "cruel" a las personas.- Dijo, haciendo comillas en la palabra con la que Hasgard más de una vez lo había catalogado.- Pero debes admitir que en esta ocasión se lo merecía.
Hasgard solo sonrió levemente. Por más que no soportara a Asmita, de no haber sido por la aparición del rubio, él hubiera reaccionado incluso peor contra Úrsula. Jamás permitiría que alguien ofendiera a Kagaho enfrente de él.
[...]
Al terminar su jornada escolar en la facultad de medicina, se reunió con Kagaho, cuándo fue a recoger al peli-negro a la facultad de arquitectura.
Al verlo, Kagaho corrió hacia él, para saltar a sus brazos y darle un corto beso como saludo.
- Vaya, eso es nuevo.- Bromeó Hasgard con Kagaho por el inesperado beso, haciendo sonrojar al contrario.- ¿Fue un buen día?
- Sí.- Respondió Kagaho, con una enorme sonrisa, aún con las mejillas coloradas.- El proyecto fue un éxito, u conseguimos la nota más alta.- Le anuncios a su novio, mostrándole el papel que contenía la calificación.- ¡Significa que seremos los representantes de la escuela en el próximo concurso!
Kagaho parecía un niño que había recibido un nuevo juguete, dando pequeños saltos mientras hablaba de su logro, con ese lindo brillo en sus ojos, y una sonrisa que parecía que no se borraría con nada.
- Felicidades.- Le dijo Hasgard, abrazándolo.- Te dije que lo lograrías.
Kagaho le correspondió el abrazo, importándole poco estar en público.- Gracias.- Susurró, para después separarse y atreverse a tomar la mano de Hasgard.- ¿Nos vamos?
- Claro.- Dijo con una sonrisa el más alto.
Eran tan diferentes, en prácticamente todos los aspectos. Hasgard vestía su uniforme blanco, mientras que Kagaho usaba ropa completamente negra.
Uno cuidaba su imagen, peinando sus largos cabellos para que no le estorbaran a la hora de realizar sus actividades. El otro apenas y se pasaba un peine por la cabeza.
Uno usaba ropa de su talla, cuidando que siempre estuviera perfectamente limpia y planchada. El otro usaba ropa al menos dos tallas más grandes que la suya, siempre la primera que tomaba del armario.
Sus estilos de vestir eran completamente diferentes. Hasgard prefería ropa cómoda, pero formal, como le exigían en la facultad de medicina. Mientras que Kagaho procuraba siempre su comodidad, importándole poco si se veía bien estéticamente o no.
Mientras caminaban, Hasgard pensaba en la pequeña discusión con Úrsula en la mañana, y ahora pensaba lo que le diría la próxima vez que a la nefasta chica se le ocurriera ofender a Kagaho.
Le importaba un bledo si Kagaho usaba ropa formal, o si seguía conservando su look rebelde y despreocupado toda la vida. Amaba a ese peli-negro por quién era, por su forma de ser, su carácter, su voluntad... No por la ropa que usaba.
Kagaho jamás le había dicho nada sobre su forma de vestir o sus gustos en general. ¿Por qué él debería molestar a Kagaho con eso o intentar cambiarlo?
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