13 de junio, 1916

Mi querido, hace mucho tiempo que no te he visto y estoy desesperada.

Te extraño Bertram, desde ese día en el que te ausentaste de mi lado he vivido en una pesadilla, en un tormento del que no puedo escapar.

Esta es la primera carta que he osado en escribirte, pero lamentablemente también puede ser la última, y a pesar de que existe el riesgo de nunca tomar este papel por tus propias manos, no tengo otra forma de expresarme hacia ti.

Lamento decirte que no estoy completamente a salvo, mi amor, y que tus intentos fueron en vano. Luego de irte al mismo averno para pelear por nuestro país, militares lograron sacarme de mi escondite para luego transportarme a una industria. Nuestra Alemania quiere atacar a París, como deberías saberlo, y yo junto con otras mujeres estamos trabajando duramente en la fabricación de armamento. No soporto este cansancio, apenas tengo fuerzas para escribir esta carta, y la esperanza de que regresarás nuevamente a mis brazos, con el mismo amor y pasión que nos hemos entregado desde nuestro primer encuentro.

Tal vez debería dejar de esperarte, de asumir que te perdí para siempre. Ya muchas de mis compañeras lo hicieron, pero trabajan con semblante amargado, sin vida aparente. No pienso estar como ellas, semejantes seres de desdicha; y no quiero dejar de esperarte porque sé que volverás, jamás me has fallado y estoy segura que este momento no será la excepción, por más complejo que sea, confío en ti, amor. Si es necesario vivir con este suplicio, si tendré que estar en el papel de Penélope esperando a su Odiseo, lo haré Bertram, lo haré.

Te esperaré en toda mi corta vida tu regreso, en perderme de nuevo en tus ojos y en tus besos, y en cumplir nuestros anhelados sueños.

Estoy segura de que tendremos al hijo que tanto añoramos, mi cielo.

Te espera con ansias, tu Penélope.

Gretchen.

322 palabras.