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- Mikel...- le habló dulcemente y con lástima al verlo escondido entre los jardines, sollozando lo más silencioso posible.

- D-dejame en paz, yo... Yo no te merezco- alzó su rostro dejando ver sus mejillas húmedas y ojos cristalizados.

- Eso debería ser al revés, ellos no saben lo que dicen- se sentó a su lado viendo a su pareja encogerse en su lugar.

- Podrías conseguirte una buena mujer que sea aceptada por todos, alguien perfecta ¿Por qué me elegiste a mí?

- Porque a una mujer perfecta no la amaría, además de que es imposible, para mí tú eres el ser más perfecto y magnífico que pueda existir y ya es bastante que me hayas aceptado, puedo vivir felizmente si te quedas a mi lado.

- Je, gracias, eres el mejor- le dio un tierno beso en los labios.

- Será mejor irnos.

- Antes me gustaría hacer algo.

Tomó la estrella en su mano, esta lo rodeó con su brillo, a los pocos minutos la luz se disipó dejando ver un nuevo traje siendo usado por el pelimoztaza, era incluso más llamativo que el anterior.

- Te ves...- lo miraba embobado imaginándose mil situaciones en las que eso acabaría, tantas que no pudo decir nada más, estaba divagando en pensamientos no muy puros.

- Mikellino, mis ojos están arriba- le llamó la atención al sentir su mirada recorrerlo minuciosamente.

- ¿Ah? Eh, si, si, estaba... ¿Viendo tu ropa?- su sonrisa era nerviosa.

- Ajá, sobre todo en la parte trasera por lo que veo.

- Y-yo... Lo siento, no puedo evitarlo, mi mente ya no es tan inocente desde tu...

- Atrévete a mencionarlo y te quedas a dormir en el piso.

- No, gracias, mejor en el sofá.

- Pero... No puedo dormir sin ti.

- Está bien, en el caso de que un día te enojes prometo dormir en el piso- el exe soltó una risita que pareció una dulce melodia a oídos de su marido.

- Ya quiero irme, aunque recuerda que primero debemos despedirnos- se podía ver a simple vista que algo tramaba, aún así no lo detendría, pues en esta ocasión, estaba justificado.

- Claro, seguro a Tatiana le "encantará" ver que te ves mucho mejor que antes.

- ¿Mejor que ella?

- Sabes que siempre fue así~

- Oh, entonces tendremos que recordárselo~

Fueron hacia el salón de baile, algunos tomaban un vals en parejas, otros movían las piernas inquietos y los demás se dedicaban a disfrutar la velada a su manera.

La música paró cuando la pareja entró en la pista, la mayoría lucían asustados, algunos hombres miraban al exe con una pizca de lujuria, otros con envidia o molestia.

- Mikellino, veo que regresaste- le saludó la princesa sin siquiera esforzarse en ocultar su cara de desagrado frente al menor.

- Solo veníamos a despedirnos, mi esposo está cansado después del incidente de hace rato- explicó.

- Agh, por favor, él puede irse solo ¿No se supone que es incluso más fuerte que tú?- se quejó.

- En eso acertaste, querida- habló el de rojo con una sonrisa y mostrando la estrella en su mano.

Apesar de que su mirada era dulce se podía notar en su voz la molestia.

- Pero no considero moralmente aceptable dejar a otras mujeres jugar con lo que me pertenece.

- Ja, en eso te equivocas- le corrigió con sorna- tengo entendido que el que cumple función como rey es Mikellino, eso le da derecho a tener más de un esposo o esposa y también concubinas.

- Eres muy inteligente, Tatiana- habló esta vez el de cabellos negros- pero también muy ilusa, tengo a mi lado a alguien superior a cualquiera y teniéndolo junto a mí el resto de las personas se ven simples.

- Ahora, si nos permites, nos retiramos antes de causar otra disputa- Mike.exe tomó el brazo de su pareja mirando burlón a la mujer.

- Recuerda lo que te dije- le recordó el de ojos grises- nos vemos la próxima vez que quieras hablar de trabajo.

Se retiraron entre risas, ellos no eran así, aunque debían admitir que era divertido ver su cara de asombro ante el repentino cambio de humor de la pareja y el ambiente pesado.

Pasaba de medianoche cuando volvieron a su hogar, exhaustos y decepcionados por los bajos principios de los que ocupaban puestos altos.

- Es injusto, no quiero que mis hijos sufran esa discriminación cada que salgan del castillo- suspiró el pelinaranja.

- Con el reinado de Mikeno todo cambiará, será capaz de juntar ambos mundo y los que no quieran tendrán que aguantarse.

- Y nosotros lo apoyaremos, de otro modo creo que la paz acabaría, no sirve de nada el fruto de un amor falso y extinguible.

- Por suerte nuestro amor no es así- le abrió la puerta haciendo una leve reverencia.

- Bueno, tienes razón.

- ¡Mamá! ¡Papá!- gritaron al unísono sus dos cachorros de mayor edad.

- ¡Mikeno, Mandy!- abrazó primero a su primogénito y luego a su hija- los extrañé mucho.

- Solo nos fuimos unas horas- rió el más alto al ver al can abrazar a sus hijos como su aún fueran pequeñas crías.

- Eso me recuerda- interrumpió el momento el de ojos bicolor- Mixe trajo a una amiga y no ha salido de su habitación, llevan ahí desde el mediodía.

- ¿Una amiga? ¿Encerrados?- corrió a la habitación del más pequeño seguido de los otros, al llegar abrió la puerta, todo estaba oscuro y se apreciaba un bulto en la cama, se temió lo peor- ¡Mixe!

- ¿¡Ah!?- se levantó rápidamente con la respiración agitada por el susto- ¿Ya volviste? Creí que llegarían al amanecer.

- Oh, es que tuvimos un inconveniente y... ¡No me cambies el tema! Me dijeron que metiste a una niña al castillo.

- ¿Niña? Ah, te refieres a Mikaella, estaba dormida en el piso, no sé dónde se metió.

- Estoy en el clóset- escucharon una voz venir de ahí.

- ¿Qué haces ahí? Querías ver a mi mamá, ya está aquí, sal.

- No me suena su nombre ¿Qué edad tienes, pequeña?- se acercó a la puerta y al abrirla la encontró en un rincón con la mirada aterrada- vaya, eres una exe ¿Qué haces aquí? La mayoría prefieren quedarse en el pueblo, es más tranquilo.

- Soy... Soy una s-sobreviviente al desastre de hace años, q-quería hablar con us-usted- la expresión del exe pasó de ser dulce a ser seria.

- Les dejé muy en claro que no tocaran el tema si querían ahorrarse problemas- su voz hizo estremecer a la de cuernos, por lo que trató de calmarse soltando un suspiro- no te haré nada, no sé porqué tanto miedo, prometí no dañarlos- lo que decía confundía a la chica, pero estaba muy aterrada para hablar.

- ¿D-dañarlos? N-no entiendo ¿Hay... Hay más sobrevivientes?

El de ojirubi se quedó impactado ante la respuesta ¿No lo sabía?

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