Efímero
Cold water - Major Lazer feat Justin Bieber and MØ
Iowa, 2009.
Ellos se conocieron en el instituto, compartían la clase de artes juntos, la cual en ambos era una pasión compartida. A ella le encantaba hacer esculturas y a él pintar sobre cosas atrayentes, vivificantes y que merecían ser plasmadas sobre un lienzo en blanco. Para ser recordadas en la historia.
Y así fue como un amor en común los guió hasta la creación de algo más profundo, más intenso, pero a la vez apabullante para su edad, y que además, para muchos era imposible que dos jóvenes sintieran, vivieran. Pero era así, pues ellos se amaban con pasión, con locura y sobre todo eran como dos piezas distintas que al colisionarse, formaban un maravilloso todo.
Ella era de cabello corto, dorado como los rayos del sol en el alba. Su piel era como porcelana, su piel aterciopelada y con pecas que parecían ser gotas de miel, sus labios eran gruesos, de un rojo intenso.
Y él, era delgado, no como la mayoría de chicos atractivos, pero lo era en su manera, pues contaba con un rostro tierno, del cual al ver sabes que nunca podría lastimarte. Sus ojos eran negros como la noche al igual que su cabello, piel blanca como papel y con un par de cejas que estaban ahí, por encima de sus ojos como guardianes de los mismos.
Pero lamentablemente, y estando más en esa edad, incomprendidos por los demás, los problemas llegaron, demostrando que en ciertas ocasiones, el amor no es suficiente. Cuando el poder de los demás, se une para destruir algo puro.
— ¿Sabes?, mi padre quiere que estudie en la ciudad —dijo ella, mientras estaban sentados sobre el pasto del parque que frecuentaban. Inmediatamente, al escuchar esas palabras, el joven se alarmó. Él no contaba con los recursos necesarios para poder seguirla—. Pero yo no quiero irme, dejarte... —confesó con pesar, aplastante.
—Lo sé, pero aún falta tiempo para que pase. Pesaré en algo, no dejaré que nos separen —prometió y si, hubiese tenido todas las armas a su favor, recursos necesarios lo hubiera cumplido, en ese entonces.
Las horas juntos pasaban como segundos, convirtiéndose en días, semanas y estas en meses, los cuales les indicaban que lo inevitable estaba por pasar. ¿Y qué podían hacer un par de jóvenes enamorados?
Nada, solo aprovechar el tiempo al mil por ciento, disfrutar de cada instante juntos, de cada vivencia, experiencia que ambos se otorgaban. Así como, atesorar cual precioso tesoro, cada detalle que se obsequiaban, cada regalo por más sencillo o simple que pareciera, para ellos era como un rubí o joya preciosa.
Pero así como disfrutaban y buscaban pasar todo el tiempo posible juntos, este pasó como estrella fugaz que se desvanece en el cielo. Pues los amores juveniles son así, efímeros, que un día los tienes y al otro se desliza de entre los dedos.
—Carly... —dijo su padre. Intentando llamar la atención de su única hija. Estaban terminando de cenar.
— ¿Si? —cuestionó, parpadeando un par de veces. Mientras sentía que su corazón comenzaba a ser estrujado, por una noticia, que pese a aun no saberla, ya la estaba aniquilando.
—Hablé con un amigo y te aceptarán en la universidad de Boston... —El aire abandonó su cuerpo, la habitación completa y en su lugar fuego ardiente comenzó a consumir su interior. Lagrimas comenzaban a escocerse en sus ojos.
—Pero... pero... dijiste que iría donde yo quisiera, papá —dijo, al borde de la furia.
—Debes entender que tu futuro es primero, Carly. Un amor de instituto no es eterno, son los que terminan más rápido. —Ella comenzó a negar con la cabeza y se levantó, haciendo que la silla chillara.
—No lo haré. ¡No, no lo haré! —sentenció decidida. Para luego echarse a correr hacia la salida.
Mientras su padre corría intentando alcanzarla, ella tomó su bicicleta y pedaleó con fuerza y con determinación hacia un lugar, hacia una persona en concreto.
Las calles pasaban, una tras otra, y cuando llegó a aquel vecindario humilde, en las primeras casas, tiró sobre el escaso césped su medio de transporte. Tocó a la puerta y una pequeña de cabello negro y piel blanca, abrió.
— ¿Esta Kyle? —preguntó Carly, haciendo un gran esfuerzo por no romperse justo ahí. La pequeña asintió, y luego gritó el nombre de su hermano seguido de un: tu novia te busca.
Minutos después salió con el pulso acelerado y la encontró a un lado del umbral, abrazándose a sí misma, evaluó su rostro e inmediatamente la estrechó contra sus brazos. Esparciendo caricias a lo largo de su estrecha espalda y dejando cálidos besos sobre su cabellera dorada. Cuando sintió que su llanto había disminuido, la alejó lo suficiente y acunó su sonrosado rostro entre sus manos, con cuidado, como cuando tienes miedo que algo se rompa.
— ¿Qué sucede? —preguntó, igual de acongojado que Carly, pues algo dentro de él le decía que lo imparable, había comenzado.
—Mi... mi... padre me dijo me enviara a Boston —dijo, con la voz a un hilo.
Kyle, asintió tratando de parecer sereno, cuando por dentro todo comenzaba a desquebrajarse como vidrio dándose de lleno contra el suelo. Besó su frente y tomó su pequeña mando y la guió hasta la parte de atrás de la casa, donde había unas llantas que bien podían simular como asientos.
— ¿Te dijo cuándo te iras? —Carly negó con la cabeza, mientras pasaba su mano por la nariz.
—Aun no, pero las clases están por terminar, ¿qué haremos cuando el momento llegué? —El joven, apretó su mano libre, enterrándose las uñas en las palmas, con fuerza.
Cerró los ojos y pensó sus alternativas; no podía hacer mucho. Pues no la retendría, jamás. Pues la amaba mucho como para cortarle las alas y permitir que terminara sus días en ese pueblo, que con el pasar de los años seria como una jaula.
—Él dice que el amor a nuestra edad es pasajero... pero yo sé que no es así, lo siento. —Él acarició su mejilla con suma ternura. Y la miró directo a los ojos.
—Debes hacerlo... —Carly abrió sus ojos con sorpresa—... debes de cumplir tu sueño. —Ella comenzó a negar con la cabeza—, mírame... —pidió—... yo no puedo... —Cerró los ojos, sintiendo como las palabras se atoraban en su garganta—... seguirte.
—No, Kyle. No me iré. No me lo pidas —dijo. Él sonrió con tristeza, no quería ni imaginarse como serían sus días sin ella, sin color y sin sentido. Pero era lo correcto y aunque ella se negara a irse por él, Kyle la orillaría a que lo hiciera, por ambos.
—Lo harás por ti... por mí, Carly. —Acunó sus manos y las llevó a su boca, ansiando guardar en su memoria la textura de su piel, su aroma, su risa... todo—, pues no permitiré que te quedes aquí, ¿me entiendes? No lo permitiré, te amo demasiado como para hacerlo.
— ¿Y nosotros? —Carly preguntó, sintiendo cuchillas desgarrar todo su pecho.
—Te esperaré, lo prometo —respondió, llevándose una mano a su pecho, justo donde estaba su corazón.
La joven, movida por la tristeza destructora de lo que pronto se convertiría su vida, sin él a su lado, si su compañía, sin su risa, lo abrazó con fuerza, con aprehensión. Se alejaron lo suficiente para poder verse a los ojos y luego unir sus bocas en un beso abrazador, cargado de amor, tristeza, dolor y sobre todo promesa. Sí, pues ambos creían fervientemente que su amor perduraría y que pronto, sus vidas de unirían para ya nunca más alejarse.
Promesas que quedan muchas veces en el olvido...
N/A: Espero les gusté lo que iré subiendo por acá, cada apartado será una historia diferente.
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