No veo, y juro que veo que no veo;

no siento, y juro que siento que no siento;

no miento, y juro que miento que no miento;

porque realmente me han quitado las vendas,

las vendas que nublaban mi juicio,

que retraían todos mis sentimientos

y me mantenían lejos de cualquier imprevisto.

No sufro, y juro que sufro que no sufro;

¿Cómo pueden querer quitarle ese sabor,

ese sabor amargo a la osada y efímera vida?

Pero tan bello es mirar todo desde otra vista,

Creo que eso es lo que te regala el amor.

Un don, o un horror, saberlo no puedo,

pero me dejo fluir con ello.

Aquella persona que emana dulzor a mi día,

se volvería de por vida, mi garantía.

¿Cómo sobreviví con esas vendas que ahogaban mi agonía?

Ahora la tengo y compartirla yo no quiero,

Egoísta un poco, pero de tantos solo soy un loco,

Y es que a pesar de ser un embrollo,

Juro y perjuro, que estremece mi corazón.

No juego, y juro que juego que no juego;

Por si osase hacerlo, ¿Qué sería de mí?

Un pobre y tonto infeliz,

Que no mereciere un amor conocer.

A dulce suerte mía,

Mi rayo de luz me despertó y todo derribó,

Para demostrarme que aún yo no vivía.

Amo, y juro que amo porque amo;

Extraño, y juro que no extraño que no extraño;

Porque me ha sucedido un milagro,

Que entre tantas posibilidades ilusorias,

Me tocó como uno entre miles de vidas.

¡Oh, sentimiento inhumano!

¡Oh, sentimiento de dioses!

Ahora sé yo que nunca tú te escondes.