23. Sobreponerse
Después de haber llorado profundamente mientras sus hermanas la consolaban, Kocho Kanae pudo en parte, liberar toda aquella tristeza que la agobiaba después de haber vivido aquel terrible desenlace de su confesión en la mansión de los Rengoku, los pocos invitados que pudieron verla salir de la mansión se quedaron atónitos y confundidos. Al observar aquella escena, Rengoku rápidamente la alcanzó y le ofreció llevarla a casa, mientras Iguro le explicaba a unos confundidos Uzui y Kanroji lo que asumía había pasado.
Los días pasaron, pero aquel mar de sentimientos no se iban: dolor, decepción, tristeza... las palabras que había intercambiado con Sanemi Shinazugawa esa noche iban y volvían una y otra vez para asegurarse que no pudiera estar tranquila. El viaje a Tokyo fue un completo desastre, Shinobu y Kanao intentaron en vano animarla y distraerla mientras veían apartamentos y compraban cosas, pero frustradas solo presenciaban cómo su querida hermana mayor les devolvía unas melancólicas sonrisas y luego apartaba la mirada para continuar en silencio.
Un tiempo después de su regreso de Tokio, Rengoku la llamó y le explicó que no tenía que preocuparse por las tutorías de Sanemi, ya que Iguro se había ofrecido a reemplazarla. El hecho de volver a casa y de no tener que ir más al colegio fue un pequeño oasis para Kanae aunque, para empeorar un poco las cosas, como ya había sido aceptada en la universidad, no tenía que estudiar y además de ir a visitar a su padre al hospital o salir con sus amigas, no tenía nada más que hacer que quedarse en casa y tratar de distraerse.
Y en efecto así fue, en su afán por mantenerse ocupada y olvidar aquella depresión, la mayor de la familia Kocho, se apoderó de todos los turnos que correspondían a la limpieza y cocina que usualmente se repartían entre Shinobu, Kanao, Aoi y las pequeñas Sumi, Kiyo y Naho. Acto que provocó todo tipo de quejas de sus hermanas y primas, mas sin embargo, Kanae se mantuvo firme y les argumentó que era normal ya que, de otra forma se aburriría en casa, pero ella sabía que todo aquello era solo una excusa, la verdadera razón era que al llenarse de todos esos quehaceres podía evitar aquellos pensamientos que la atormentaban, de cómo sabía que su amor fue correspondido y que al contrario de ser una razón para estar alegre, en realidad era el factor que más le causaba dolor, ya que había sido enterrado bajo pretextos y prejuicios. Pero por sobre todo, Kocho Kanae sabía con certeza que, si lo volvía a ver simplemente no aguantaría y se quebraría en llanto de nuevo, por último, la chica había decidido guardar aquel lindo peluche que había sido el único regalo que había recibido de parte del peli plateado en un cajón de su cuarto, ya que se encontraba en un momento donde sólo quería enfocarse en tratar de sobrellevar aquel doloroso momento.
Así, tres meses pasaron y con ellos el fin del invierno y comienzo de la primavera. Allí se encontraba la pelinegra, sacudiendo algunas sabanas en el jardín delantero de la mansión de su familia, llevaba puesto un delantal blanco mientras con dos pañoletas del mismo color cubría su cabello recogido y su boca, pero se detuvo para ver que el sol estaba radiante.
"Por fin el sol vuelve a brillar... " - Pensó mientras se secaba un poco el sudor de su frente, para luego observar a su alrededor, el silencio imperaba ya que se encontraba prácticamente sola en aquella gigantesca mansión, si bien la familia Kocho usaba los servicios de una que otra mucama y algunos mayordomos, aquellas personas no solían permanecer constantemente en las instalaciones, la misma Kanae había sido instruida por su difunta madre para no depender de la ayuda de ellos y ser lo más independiente posible, tradición que se había esforzado por enseñarle a sus hermanas y primas.
- Queda poco para que se presenten los exámenes finales... - susurró, pero al percatarse de que un pensamiento sobre Sanemi venía, rápidamente agitó la cabeza de un lado a otro, tratando de hacer que desapareciera, pero simplemente fue imposible, así que se quedó allí parada un rato, con la cabeza gacha.
- Espero que Sanemi-kun esté estudiando adecuadamente... me preguntó cómo le estará yendo... - Varias lágrimas comenzaron a caer al suelo, formando puntitos de color oscuro al ser absorbidos por la tierra del jardín, al percatarse de que estaba llorando de nuevo, Kanae rápidamente se secó las nacientes lágrimas con una de las mangas de su ropa, para luego quitarse el delantal, las pañoletas y entrar a la mansión mientras hablaba sola.
- No Kanae, no llores.... tonta, han pasado tres meses y aún sigues deprimida... tienes que levantarte...- En ese instante se quedó quieta mientras trataba de pensar que hacer - ¡Eso es! - exclamó mientras rápidamente ponía su espalda derecha, como cuando los soldados son llamados por sus superiores - ¡Voy a tejer de nuevo!, eso siempre me animaba.
Rápidamente la chica fue al que en alguna época era el cuarto de sus padres, aunque nadie usaba aquel cuarto desde la muerte de su madre y la internación de su padre en el hospital psiquiátrico aún se conservaban la mayoría de sus posesiones personales, como el viejo tocador de su madre, la cama y uno que otro portarretratos con fotos familiares. Shinobu evitaba a toda costa entrar allí, Kanae sabía que su hermana era una persona que simplemente no podía aceptar del todo el terrible destino que habían sufrido sus padres, mientras que la pequeña y retraída Kanao no iba allí a menos que se lo ordenaran, así como ya era costumbre. Al entrar al inmenso cuarto, la mayor de las Kocho se dirigió a un viejo baúl que se encontraba a los pies de la cama principal, el cual tenía un gigantesco candado, aunque curiosamente la llave, que solo la usaba ella, se encontraba encima del mismo. La chica la tomó, abrió el candado y destapó el contenedor, luego de revolver un poco en su interior, por fin saco lo que estaba buscando, un par de gigantes agujas para tejer y algunos rollos de lana de varios colores.
- Ha pasado algún tiempo... - dijo con un tono de melancolía - siempre que estaba triste, mamá me traía aquí y tejíamos juntas... me pregunto cuántos años han pasado, mamá ya no está pero puedo darle una oportunidad. - complementó mientras recogió todos los implementos, cerró aquel baúl y se dirigió a su cuarto.
Una vez allí, fue a su cama y aún en completa soledad comenzó a tejer, al comienzo hizo movimientos muy torpes, era cierto que habían pasado muchos años desde la última vez que tejía de aquella forma, pero sus manos aún recordaban y poco a poco fue haciéndolo con más naturalidad.
- Supongo que esto es como montar bicicleta, simplemente no puedes olvidarlo una vez lo has aprendido - dijo soltando una pequeña risa. - Creo que tejeré una bufanda, el Invierno en Tokio es bastante fuerte, y también agregaré un gorro y unos guantes...
En ese momento, inmediatamente se detuvo aquel sonido de las agujas chocando entre sí, para luego bajar sus manos hasta que quedaron sobre su regazo. "Ahora que lo pienso, compre un gorro y unos guantes para él... Quizás hubiese sido mejor haberlos hecho yo misma...." - En un acto de reflejo y furia, la chica botó hacia un lado los implementos para tejer y comenzó a tomarse la cabeza.
- ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?... tonta, se supone que estoy tratando de no pensar en él pero aquí estoy de nuevo... - Resignada, la chica se recostó sobre su cama y se quedó viendo el techo en silencio durante algún tiempo.
- De haber sabido que las cosas terminarían así... habría preferido mantener la amistad con Sanemi-kun - dijo deprimida - quizás nunca debí habérselo dicho.... ya ha pasado algún tiempo pero aún me sigue doliendo tanto... - continuó ahora mientras se recostaba de lado, en donde posó sus ojos sobre su mesita de estar - no he tenido el valor de volverlo a ver, no sé qué pasará si lo hago...
Kanae se sorprendió de cómo de forma inconsciente, había extendido su mano hacia su mesita de estar, había abierto aquel cajón que había permanecido cerrado por los últimos tres meses y ahora en su mano de nuevo tenía aquel llavero peluche.
- Estoy desperdiciando los últimos momentos que podríamos compartir juntos... soy una idiota.
- Sigo preocupada por Kanae-Nee-san, no la había visto así desde que murió mi tía - dijo Aoi mientras caminaba de la mano con Kanao, quien como de costumbre permanecía en silencio, aunque escuchaba con atención la plática que sostenían su prima y su hermana, a su izquierda, Shinobu caminaba con su ya usual rostro de mal humor, mientras mordía la uña de su dedo pulgar derecho mientras con la otra mano sostenía su maletín del colegio.
- ¡Ese maldito!, cómo se atreve a hacerle tanto daño a Nee-san, jamás se lo perdonaré. - Rugía la segunda Kocho, últimamente su temperamento estaba peor de lo usual, el hecho de que su hermana había sido herida y que se separarían por un largo periodo de tiempo la tenía constantemente de muy mal humor.
- Aunque no lo conocemos, parece que Kanae-Nee-san de verdad lo quiere mucho. - dijo Aoi.
- No es posible que Nee-san siga enamorada de un idiota como él... es solo que... se encariñó con él porque tuvo que ayudarlo con su familia y sus estudios... si... eso es - se justificaba furiosa.
- Pero Shinobu-san, han pasado varios meses y no presenta mejoría, quizás si ellos logran hablar... - Intentó decir la joven Kanzaki, cuando el grito de Shinobu la interrumpió, asustando a su prima y de paso a su hermana menor.
- ¡¡¡NI SE TE OCURRA DECIR ESO!!! - gritó furiosa - NO DEJARÉ QUE ESE TONTO SE VUELVA A ACERCAR A MI HERMANA....
Las tres chicas volvían de sus clases, y al momento de entrar a la mansión como ya era costumbre fueron inmediatamente a buscar a su hermana mayor preocupadas, al abrir la puerta de la habitación vieron cómo su querida Kanae se encontraba llorando sobre su cama desconsolada mientras abrazaba algo que no alcanzaban a ver ya que tenía su puño cerrado, Shinobu y Aoi entraron a la habitación rápidamente mientras que una preocupada pero silenciosa Kanao observaba desde afuera, para luego de unos segundos retirarse corriendo, Shinobu preocupada quiso ir detrás de ella, pero entendió que la prioridad era su hermana mayor.
- Oh chicas, lo siento, es solo que no las escuché entrar... siento que me tengan que ver así - Dijo entre sollozos Kanae mientras intentaba incorporarse sobre su cama. - empezaré a hacer la cena.
- Kanae-Nee-san... - afirmó Aoi preocupada mientras se sentaba a un costado de la cama y tomaba a su prima de la mano. Mientras Shinobu miraba con tristeza el kit de costura que había sobre la cama. - Por favor no te levantes, estamos aquí para apoyarte.
- No llores por él Nee-san, ese idiota no lo vale, nunca lo valió, por favor - decía con lagrimas de furia Shinobu, haciendo que Kanae se culpara por poner aquel dolor también sobre su familia - Por favor levántate... tú no eres así... pronto te irás a Tokio y ese idiota no será mas que un mal recuerdo... LO ODIO!!! - gritaba mientras agitaba sus brazos.
- Por favor Shinobu, te he dicho que no te expreses de esa manera - dijo Kanae entre uno que otro gimoteo - y por favor, no me gusta que te expreses así de Sanemi-kun
- Cómo es posible que lo defiendas después de todo lo que te hizo Nee-san!!! - reprochó Shinobu con cada vez más rabia - cómo es posible que siquiera lo consideres tu amigo, nunca nadie te había lastimado de esta forma!!!
- Shinobu... - interrumpió Kanae ya con un tono un poco intimidante, haciendo que su hermanita pequeña se encogiera de hombros, pero acto seguido Kanae extendió su otra mano hacia ella, indicándole que se acercara, cuando ya las tuvo a las dos cerca, Kanae las abrazó con fuerza.
- Aoi, Shinobu... gracias por apoyarme en este difícil momento - Aquel abrazo ocasionó que las dos chicas entre lágrimas la abrazaran también. - De verdad lamento que me vean así, no quiero que ustedes también sufran por lo que me está pasando a mí... eso es todo, pero ya les he dicho que Sanemi-kun no es un mal chico, él pasó por mucho antes de conocerme a mí, a Rengoku-san y a los demás chicos, es una persona que tiene muchas heridas en su corazón y que le ha costado volver a confiar en la gente, por favor les pido que no lo odien por la decisión que tomó. En ese momento Aoi logró ver el llavero peluche que sostenía Kanae
- No veía ese peluche desde hace un tiempo Kanae-Nee-san, no sabía que te lo había regalado Shinazugawa-san
- Si - Dijo con una sonrisa un poco melancólica mientras abría su mano para volver a verlo. - Fue un regalo que me dio para pedirme perdón por un malentendido que tuvimos cuando nos conocimos.
- ¡Jmm! - gruñó Shinobu aún de mal humor
- Mi amada Shinobu - Dijo ya un poco más animada - te he dicho que me gusta verte sonreír - mientras le jalaba los cachetes, haciendo que Shinobu se enojara aún más, pero de inmediato Kanae volvió a abrazarlas a ambas - Por favor tengan un poco más de paciencia, les prometo que encontraré la forma de superar esto, es solo que, esto de enamorarse a veces puede llegar a ser doloroso...
- Te prometo que nunca me enamoraré - dijo Shinobu mientras pegaba su cara contra el pecho de su hermana - nunca dejaré que un chico me haga esto - Escuchar aquel comentario de su amada hermana hizo que Kanae soltara una pequeña risita, pero dio gracias a la vida por tener una familia que la apoyaba.
- De repente la puerta del cuarto, la cual se encontraba abierta, sonó mientras alguien tocaba de una manera muy particular, y solo había una persona que hacía eso a pesar de que era un miembro de la familia. Kanao entró al cuarto con un semblante de nerviosismo mientras Kanae, Shinobu y Aoi la miraban con intriga.
- Kanao... - Dijo asombrada Shinobu, al percatarse que su hermanita tenía algo en sus manos - que tienes ahí...
La joven chica, sin decir nada, lentamente se acercó ante la mirada atónita de sus hermanas con su brazo levantado, mientras, Kanae solo estiró su mano para tomar lo que su hermanita le quería pasar, era un papel que se encontraba doblado, la mayor de las Kocho comenzó a desdoblar dicho papel y cuando se dio cuenta de lo que era, las lágrimas comenzaron de nuevo a caer por sus mejillas, aunque esta vez no eran de tristeza, aquel papel era un folleto para publicitar el festival que se llevaría a cabo dentro de tres días para celebrar el comienzo de la primavera y en donde habrían todo tipo de eventos como comidas, presentaciones y fuegos artificiales, en aquel momento Kanae solo pudo saltar de la cama y abrazar a su pequeña hermana, que sin haber dicho una sola palabra le había transmitido sus sentimientos.
- Kanao gracias gracias gracias - dijo entre llanto, mientras Aoi y Shinobu también derramando lágrimas no dejaban de sonreír.
"Realmente soy una tonta, solo estoy haciendo preocupar a mis seres queridos, quedándome en esta casa no voy a solucionar nada, no puedo quedarme aquí ocultándome como una cobarde, tengo que salir y enfrentarme a esto..."
- Siento mucho haberte preocupado Kanao, lo siento tanto. - a lo que su hermanita pequeña solo esbozó una sonrisa, sin aún pronunciar una palabra.
- Nee-san... ¿Iremos? - preguntaron Shinobu y Aoi ilusionadas.
- Por supuesto que iremos y nos divertiremos mucho - Respondió Kanae mientras acariciaba la cabeza de su hermanita menor, a lo que las aludidas expresaron un gran alivio en su rostro. - ¿Qué les parece si vamos y compramos unos bellos kimonos? - a lo que las demás chicas asintieron contentas.
"Quiero verte Sanemi-kun, no me importa que aún te ame, no me importa que no podamos estar juntos, quiero pasar lo que queda de mi tiempo aquí contigo, sé que estoy siendo egoísta, sé que quizás no sea posible, pero debo intentarlo" - Pensó la chica mientras se terminaba de secar las lágrimas, dio un último vistazo a aquel llavero peluche que tenía en su mano y se ponía de pie con determinación.
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